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“América Latina no es una región exenta de procesos similares. El Mercado Común del Sur (MERCOSUR), uno de los proyectos más importantes de integración que se ha desarrollado en la región, muestra ligeros retrocesos en su proceso de integración. Esto ocurrió, principalmente, por a las discrepancias ideológicas y políticas entre los gobiernos de Argentina y Brasil. El presidente Jair Bolsonaro se ha pronunciado a favor de las políticas medioambientales de la administración republicana, como el rechazo del Acuerdo de París y otros acuerdos multilaterales que antagonizan a la Unión Europea y a Argentina al mismo tiempo.
"En América Latina no han sucedido acontecimientos relevantes que vislumbren un proceso de desglobalización, a excepción de Brasil. La región se encuentra en el banquillo de los procesos de integración relevantes, y se producen tratados comerciales, como el RCEP y el TTP, que establecen directrices para el futuro de las relaciones comerciales. La incapacidad de la región para colaborar y coordinar es una barrera para el desarrollo de la región y la integración en nuevos patrones de comercio. Los países de la zona tendrán que decidir si es el momento de coordinarse para cambiar de rumbo o mantenerse al margen de los cambios mundiales.
El debilitamiento del MERCOSUR en momentos de fortalecimiento del RCEP y de entrada en vigor del T-MEC coloca a los países sudamericanos del atlántico en desventaja. La imposibilidad de encontrar un acuerdo MERCOSUR-Unión Europea, por temas ambientales, refleja esa debilidad. El fortalecimiento asiático permitirá una mejor entrada en una Sudamérica que durante doscientos años no acuerda sus intereses regionales y una Mesoamérica custodiada por los intereses geopolíticos de EUA".
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LA INTEGRACIÓN DE ASIA Y LA (DES)INTEGRACIÓN DE OCCIDENTE.
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Hiromi lijima Cruz. OBELA.
|12/12/2020 | Análisis.
Fuente. Rebelión sábado 12 de diciembre del 2020.
El fortalecimiento asiático permitirá una mejor entrada en una Sudamérica que durante doscientos años no acuerda sus intereses regionales.
El domingo 15 de noviembre de 2020 se dio un paso más en la regionalización económica. La Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés) de países asiáticos se firmó oficialmente. Esto indica un fortalecimiento del regionalismo en Asia mientras que en Occidente se encuentra en declive, como veremos en el presente texto.
Esto reforzará aún más las relaciones comerciales que ya se consolidaban desde hace más de 20 años con el ASEAN +3. Dos logros son la integración formal de las dos economías más grandes de Oceanía (Australia y Nueva Zelanda), que era uno de los objetivos del proyecto ASEAN +6, el cual también buscaba integrar a la India; y la reducción de las tensiones comerciales que existían previamente entre algunos miembros, como China y Australia (aranceles a bienes primarios y vinos) y Japón y Corea del Sur (productos químicos para electrónica).
Con la firma del mismo, China refuerza su preponderancia en el comercio de la región. Esto se ve reforzado después de la pérdida de influencia de EUA en Asia, en especial tras que la administración Trump decidiera retirarse del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), que potencialmente era su boleto de entrada al mercado asiático y reforzar su agenda comercial en la región.
A finales de la década pasada, ya se cuestionaba al orden comercial y al multilateralismo. Algunos elementos causaron la grieta en el proceso de globalización en Occidente. La guerra comercial entre China y EUA; la retirada del Reino Unido de la Unión Europea; el surgimiento de gobiernos populistas y conservadores en Europa de carácter nacionalista; y el cuestionamiento del multilateralismo por parte de los anteriores gobiernos republicanos de EUA.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el orden comercial internacional, liderado por EUA, y la globalización se produjo a través de organismos como las Naciones Unidas, el GATT y la OMC. Cuando los procesos de liberalización comercial y financiera tomaron forma a mediados de la década de los noventa, comenzó la era de los acuerdos comerciales, liderada por EUA con el TLCAN. Ahora, este mismo país ha puesto en tela de juicio el orden comercial y las instituciones que promovió.
En marzo de 2018, se marcó el comienzo de una serie de medidas proteccionistas que llevó a cabo la administración de Trump. La administración republicana estableció restricciones arancelarias contra varios de sus principales socios comerciales, como la Unión Europea, y cuestionó repetidamente el papel y la legitimidad de los organismos y tratados multilaterales como la OMS, la OMC y el Acuerdo de París. Estos son varios de los principales factores que han desestabilizado el multilateralismo y la globalización en el hemisferio occidental.
Uno de los factores fundamentales en la desglobalización en Occidente es el Brexit. Tras años de negociaciones entre el Reino Unido y la Comisión Europea, el 31 de enero de 2020, el Reino Unido formalizó su retirada de la Unión Europea. A pesar de no tener nada establecido para la nueva relación comercial con la Unión Europea, el Parlamento, con una mayoría conservadora, decidió aprobar la salida. Así, el primer gran proyecto de integración económica del mundo perdió uno de sus mayores miembros.
América Latina no es una región exenta de procesos similares. El Mercado Común del Sur (MERCOSUR), uno de los proyectos más importantes de integración que se ha desarrollado en la región, muestra ligeros retrocesos en su proceso de integración. Esto ocurrió, principalmente, por a las discrepancias ideológicas y políticas entre los gobiernos de Argentina y Brasil. El presidente Jair Bolsonaro se ha pronunciado a favor de las políticas medioambientales de la administración republicana, como el rechazo del Acuerdo de París y otros acuerdos multilaterales que antagonizan a la Unión Europea y a Argentina al mismo tiempo.
En América Latina no han sucedido acontecimientos relevantes que vislumbren un proceso de desglobalización, a excepción de Brasil. La región se encuentra en el banquillo de los procesos de integración relevantes, y se producen tratados comerciales, como el RCEP y el TTP, que establecen directrices para el futuro de las relaciones comerciales. La incapacidad de la región para colaborar y coordinar es una barrera para el desarrollo de la región y la integración en nuevos patrones de comercio. Los países de la zona tendrán que decidir si es el momento de coordinarse para cambiar de rumbo o mantenerse al margen de los cambios mundiales.
El debilitamiento del MERCOSUR en momentos de fortalecimiento del RCEP y de entrada en vigor del T-MEC coloca a los países sudamericanos del atlántico en desventaja. La imposibilidad de encontrar un acuerdo MERCOSUR-Unión Europea, por temas ambientales, refleja esa debilidad. El fortalecimiento asiático permitirá una mejor entrada en una Sudamérica que durante doscientos años no acuerda sus intereses regionales y una Mesoamérica custodiada por los intereses geopolíticos de EUA.
Núm35, Año 2020, 10 de diciembre
- Hiromi Iijima Cruz, Facultad de Economía, UNAM, miembro del obela.org
- OBELA, Oscar Ugarteche (Coord), Armando Negrete, Arturo Martínez, Bertín Acosta, Priscila Martínez, Jorge Zavaleta, Hiromi Iijima Cruz
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