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Se conoce muy poco sobre la participación femenina en la Independencia del Perú, así como en la construcción de la República a pesar de que las peruanas tuvieron un rol activo en la lucha por la emancipación
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Se conoce muy poco sobre la participación femenina en la Independencia del Perú, así como en la construcción de la República a pesar de que las peruanas tuvieron un rol activo en la lucha por la emancipación. Foto: composición LR
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REBELDES, VALIENTES Y AUTÓNOMAS: MUJERES DEL BICENTENARIO QUE CONSTRUYERON LA HISTORIA DEL PERÚ.
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Por Gloria Purizaca.
La República. Lima jueves 29 de julio del 2021.
Esta es una lista que rescata del olvido a las peruanas que lucharon contra la opresión colonial española y que resistieron a lo largo de los 200 años de vida independiente del Perú.
La historia de la humanidad suele ser contada desde voces masculinas, y el caso del Perú no es la excepción. No se podrían conmemorar 200 años de la proclamación de la independencia de este país sin reconocer la participación de las mujeres en la gesta de la emancipación y construcción de la República, peruanas que lucharon desde sus frentes contra la llamada conquista española.
Para resaltar la participación de estas peruanas, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) busca reivindicar, visibilizar y difundir el aporte de las mujeres al proceso de Independencia, al conmemorarse el bicentenario del Perú.
Desde Micaela Bastidas, las heroínas Toledo y Tomasa Tito Condemayta, hasta Catalina Buendía de Pecho, Francisca Zubiaga Bernales ‘La mariscala’, María Jesús Alvarado y Flora Tristán, esta es una lista de 15 peruanas que recibieron el Orden Emérito a las Mujeres del Bicentenario.
María Valdizán
María Valdizán nació en Cerro de Pasco en 1761. Provenía de una familia con recursos económicos, por lo que era propietaria de dos pequeños fundos y de algunas de las mejores casas de la región. A sus 60 años se sumó como patriota al servicio de la causa emancipadora del Perú y participó en la batalla de Pasco (6 de diciembre de 1820).
Valdizán colaboró con los montoneros aportando económicamente en la manutención de estos. También fue informante y actuó como nexo entre los patriotas que se encontraban esparcidos en territorio pasqueño.
Al ser descubierta, el militar realista español José Carratalá ordenó encarcelarla y torturarla para que delatara a sus cómplices, pero ella mantuvo silencio. Ante ello, Carratalá ordenó que fuera degollada en mayo de 1821, en presencia de los pobladores, como registra el historiador peruano Germán Leguía y Martínez.
Así, María Valdizán es considerada heroína y mártir por su valiosa contribución y sacrificio en la lucha por la independencia del Perú.
Cleofé Ramos, María e Higinia Toledo – las heroínas Toledo
Cleofé Ramos y sus hijas María e Higinia Toledo eran naturales de Concepción, Junín, a mediados del siglo XIX. Estas mujeres, ante las fuerzas realistas que buscaban erradicar todo apoyo a la causa emancipadora, convocaron al pueblo y iniciaron un levantamiento en armas el 3 de marzo de 1821, con lo que frenaron momentáneamente el avance del Ejército Real en el valle del Mantaro, que contaba con una ubicación estratégica durante la época independentista.
Pese a la resistencia, la llegada de los realistas era inevitable, por lo que madre e hijas agruparon voluntarios, reunieron armas y se dirigieron al puente Balsas, donde las heroínas Toledo cortaron las cuerdas de este, impidiendo así el paso momentáneo de los españoles. Cuando estos lograron cruzar la vía, encontraron el pueblo vacío.
Tomasa Tito Condemayta
A Tomasa Tito Condemayta se le conoce injustamente como “la amante de Túpac Amaru II”, lo cual anula su participación clave como rebelde en las revueltas a favor de la independencia del Perú. Provenía de una familia noble indígena, por lo que tenía en su posesión tierras, animales, así como también el cacicazgo de Acos en Cusco durante el virreinato del Perú.
Ella se encargó de la movilización del contingente humano y logístico para desarrollar la rebelión de 1780-1781 contra el régimen colonial.
Conocida también como la cacica de Acos, peleó junto a Túpac Amaru II en la batalla de Sangarará el 18 de noviembre de 1780, en la cual triunfaron los insurgentes cusqueños y abrió paso a un período de enfrentamientos que cuatro años después tendrían como consecuencia la proclamación de la independencia del Perú por parte de José de San Martín.
Cuando se enteraron del contrataque de los realistas que se dirigían al Cusco, Tomasa y un grupo de mujeres, conocidas luego como la Brigada de mujeres soldados, salieron a defender sus pueblos al puente de Pillpinto el 26 de noviembre de 1780, logrando demorar el paso del ejército virreinal y pasando ellas a la historia como las cusqueñas que triunfaron contra el ejército colonial.
Tomasa Tito Condemayta fue torturada en el garrote y sentenciada a ser descuartizada.
Micaela Bastidas Puyucahua
Micaela Bastidas Puyucahua suele ser presentada como la esposa de Túpac Amaru II y no se profundiza en su rol como emancipadora. Ella fue parte de la Junta de Gobierno que asesoró la conducción de las y los rebeldes.
Micaela, conocida también como la Cacica, era percibida como “un genio más intrépido y sangriento que el marido”, según señala Melchor Paz en su libro La rebelión de Túpac Amaru.
A diferencia de Túpac Amaru, quien obtuvo la simpatía y respeto, Micaela era percibida como cruel y odiada por los españoles. “Suplía la falta de su marido cuando se ausentaba, disponiendo ella misma las expediciones hasta montar en un caballo con armas para reclutar gente en las provincias a cuyos pueblos dirigía repetidas órdenes con rara intrepidez y osadía, autorizando los edictos con su firma”, detalla el escritor.
Bastidas fue ejecutada junto a su
esposo y su hijo 18 de mayo de 1781. Las 73 mujeres y 13 niñas que la
acompañaron en la sublevación fueron obligadas a recorrer 1.400 kilómetros
descalzas, desde Cusco hasta el Callao, para luego ser enviadas a cárceles en
México o España. Solo 15 mujeres llegaron con vida
María Parado de Bellido. Foto: Museo Fortaleza Real Felipe
Matiaza Rimachi nació en Chachapoyas en 1869. A la edad de 52 años dirigió y alistó a las mujeres para la preparación de municiones y diferentes armas de combate disponibles durante el levantamiento de las personas de su ciudad natal contra las autoridades españolas.
Destacó en su participación en la batalla de Higos-Urco, realizada el 6 de junio de 1821, donde los patriotas se enfrentaron a los realistas que buscaban ocupar Cajamarca y Huamachuco para restablecer la autoridad colonial en estos territorios.
De acuerdo a documentos del Archivo Regional de Amazonas, Matiaza organizó a sus vecinas y las llevó al frente de batalla, donde se enfrentaron con cuchillos, palos, hondas y armas de fuego. Murió durante el combate.
Francisca Zubiaga Bernales ‘La mariscala’
Francisca Zubiaga Bernales, más conocida como ‘La mariscala’, nació en Oropeza, Cusco, un 11 de setiembre de 1803. A los 15 años se internó bajo su propia voluntad en un convento, pero años más tarde retornó a su hogar y se casó con el prefecto Agustín Gamarra, a quien llamaban ‘El Mariscal’, a los 22 años.
Francisca también era conocida como doña Pancha, y era vista como una jinete aguerrida con un buen manejo de la espada que vestía trajes militares y acertada con sus disparos. Iba al frente de los batallones, por lo que se ganó el respeto de los ejércitos. Participó junto a su esposo en la invasión peruana a territorio boliviano.
Agustín Gamarra se convirtió en presidente en 1829, por lo que ‘La Mariscala’ se volvió la persona encargada de disipar los motines, evidenciar a los traidores y adelantarse a las conspiraciones.
Finalizado el periodo de Gamarra, las fuerzas opositoras dieron un golpe de Estado con Pedro Pablo Bermúdez a la cabeza. Así, doña Pancha viajó desde la sierra del Perú hasta el Callao para poder salvarle la vida al mandatario. Por este actuar fue desterrada a Valparaíso, Chile, donde conoce a Flora Tristán -quien contó de este encuentro en su libro Peregrinaciones de una paria-.
Francisca Zubiaga Bernales fallece un 8 de mayo de 1835 en dicho territorio chileno.
Catalina Buendía de Pecho
Catalina Buendía de Pecho nació y vivió en el pueblo de San José de Los Molinos, al norte de Ica. Este territorio era un lugar de paso obligatorio para dirigirse a la sierra del Perú, desde donde resistió al paso de las fuerzas chilenas durante la Guerra del Pacífico (1879-1883).
Ella, junto a un grupo de iqueños, impidió el paso del ejército chileno a través de la construcción de fortines, zanjas, catapultas y a punta de hondas.
Ese 20 de noviembre de 1883, los chilenos se llevaron una sorpresa al ser atacados en la entrada del pueblo que los hizo retroceder. Sin embargo, al siguiente día atacaron por la retaguardia y, al verse vencidos, Catalina optó por ondear una bandera blanca. Al reunirse con los invasores y luego de que estos prometieran que no continuarían con la matanza, estos asesinaron a todos los sobrevivientes a quemarropa.
El comandante chileno encargado se dirigió nuevamente hacia la mujer, quien sacó una botella de veneno -a base de la fruta piñón-, la cual vertió en una botella de chicha que ofreció en señal de paz. Ante las sospechas, el oficial pidió que ella consumiera primero la bebida envenenada, ante lo cual Catalina aceptó sin dudarlo.
Cuando una parte de los soldados del país sureño empezaron a desplomarse, la asesinaron con una bala en el pecho.
María Trinidad Enríquez Ladrón de Guevara
María Trinidad Enríquez Ladrón de Guevara fue la primera peruana que cursó estudios de Derecho en una época en la que a las mujeres no se les permitía graduarse de abogadas. Por ello, es considerada la primera jurista del Perú y de Sudamérica.
Nació en Cusco en el año 1846. En junio de 1870, cuando tenía 24 años, fundó el Colegio Superior para Mujeres. Este fue elogiado, pero también atacado por el sector más conservador de la época, por lo que fue cerrado tres años después.
María Trinidad requirió su ingreso a la universidad para llevar a cabo su deseo de ser abogada. Es así como el 3 de octubre de 1874 el gobierno peruano autorizó a través de una resolución suprema que la joven rindiera sus exámenes en las diferentes universidades de la época, no sin antes revalidar sus estudios de cuarto y quinto año de secundaria, ya que no se los reconocieron debido a que los cursó en el colegio que ella fundó.
Se graduó como bachiller en Jurisprudencia en 1878, mas no como abogada, pues estaba prohibido que una mujer contara con un título profesional. Ante ello, realizó una demanda ante el Poder Judicial y el Congreso sin obtener un fallo favorable. Sin embargo, este hecho impulsó el derecho de permitir que las mujeres tengan instrucción profesional
Recién en 1881 el presidente Nicolás de Piérola le comunicó la posibilidad de recibirse como abogada, la cual rechazó como gesto solidario con las peruanas que no podían obtener sus títulos profesionales. Falleció en Lima el 20 de abril de 1891.
Laura Esther Rodríguez Dulanto
Laura Esther Rodríguez Dulante fue la primera peruana en ingresar a la universidad y titularse como médica cirujana. Nació el 18 de octubre de 1872 en Supe, Lima.
Tras culminar sus estudios básicos de primaria, su familia se trasladó a la capital con las esperanzas de que pueda continuar educándose. Sin embargo, en esos años no existían escuelas secundarias para niñas y tampoco la posibilidad de seguir una educación universitaria.
Tras la evaluación del Ministerio de Educación a la joven, su hermano se convirtió en su profesor particular, con lo que logró aprobar la secundaria e ingresar en mayo de 1892, con 19 años, a la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Unmsm), por lo que los periódicos de la época destacaron la noticia. Dos años después, en 1894, se matriculó en la Facultad de Medicina, convirtiéndose a sus 21 años en la primera peruana en comenzar la carrera médica.
Dentro de la universidad tuvo que soportar actos de discriminación por ser mujer, pero, pese a esos obstáculos, el 23 de diciembre de 1899 logró el bachillerato en medicina con la tesis “Empleo del ictiol en las inflamaciones pelvianas”, y el 26 de setiembre de 1900 juramentó para ejercer la profesión médica.
Luego de rendir los exámenes, recibió el título de médica cirujana, por primera vez otorgada a una mujer un 25 de octubre de 1900.
Flora Tristán y Moscoso Laisney
Flora Tristán y Moscoso Laisney nació en París el 7 de abril en 1803. Fue hija del coronel peruano Marino Tristán y Moscoso, y de la francesa Anne Laisney.
Su situación de pobreza la llevó a contraer un matrimonio forzado con André Chazal, dueño de un taller de litografía donde ella trabajaba. En 1826 decidió separarse debido a la violencia doméstica que sufría. Esta violencia y las condiciones de sus labores provocaron en Flora un pensamiento y una actitud revolucionaria, convirtiéndola en una de las precursoras del movimiento feminista al materializar sus pensamientos en obras.
La francesa plasmó en sus escritos esa lucha incansable contra las leyes, donde ordenaban que las mujeres no tenían derecho de divorciarse de sus esposos, a excepción de si se cometiera infidelidad y se introdujera a la amante a la casa.
Siendo una persona comprometida con la causa obrera, fue una activa militante del Partido Socialista. En Londres logró acceder a la Cámara de los Lores disfrazada de hombre y así conocer en carne propia la situación en las fábricas y barrios obreros: jornadas larguísimas, salarios miserables, ropas andrajosas y sucias, así como las condiciones de hacinamiento en las que vivían.
Es así que lideró la creación de La Unión Obrera, una organización de oprimidos, asalariados y mujeres, quienes alzaron sus voces para que se cumplan justamente sus derechos como trabajadores.
Falleció el 14 de noviembre de 1844 de tifus.
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