LOS NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES.
SU DOCTRINA EN LA CRISIS DE LA MODERNIDAD.
<<***>>
1.*- JURGEN HABERMAS.
LOS CONFLICTOS SOCIALES Y LA TEORIA DE LOS
NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES.
En las sociedades avanzadas de Occidente se han desarrollado durante los dos últimos decenios conflictos que en muchos aspectos se desvían de los patrones que caracterizan al conflicto en torno a la distribución, institucionalizado por el Estado social. Ya no se desencadenan en los ámbitos de la reproducción material, ya no quedan canalizados a través de partidos y asociaciones y tampoco pueden apaciguarse en forma de recompensas conformes al sistema. Los nuevos conflictos -- NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES -- surgen más bien en los ámbitos de la reproducción cultural, la integración social y la socialización; se dirimen en forma de protestas subinstitunacioles y en todo caso extraparlamentarias; y en los déficits subyacentes a esos conflictos se refleja una cosificación de ámbitos de acción estructurados comunicativamente a la que ya no se puede hacer frente a través de los medios dinero y poder. No se trata primariamente de compensaciones que pueda ofrecer el Estado social, sino de la defensa y restauración de las formas de vida amenazadas o de la implantación de nuevas formas de vida. En una palabra :" los nuevos conflictos - nuevos movimientos sociales --se desencadenan no en torno a problemas de distribución, sino en torno a cuestiones relativas a la gramática de las formas de la vida"
Este nuevo tipo de conflictos es expresión de esa " revolución silenciosa" que R. Inglehart ha constatado en el cambio de valores y actitudes de las poblaciones enteras. Las investigaciones confirman un cambio de temas que evidencia un tránsito desde la "vieja pol¡tica" centrada en torno a cuestiones de seguridad económica y social, de seguridad interna y de seguridad militar, a una " nueva pol¡tica"; nuevos son los problemas de la calidad de vida, de la igualdad de derechos, de la autorrealización individual de la participación y de los derechos humanos. Si utilizamos indicadores estadísticos, la "vieja pol¡tica " es defendida más bien por empresarios, trabajadores y clase media dedicada a la industria y el comercio, mientras que la nueva pol¡tica encuentra más partidarios en la nueva clase media, en la generación joven y en los grupos de formación escolar y universitaria cualificada.
Si partimos de que el crecimiento del complejo económico-administrativo provoca procesos de erosión en el mundo de la vida, es de esperar un recubrimiento de los viejos conflictos por los nuevos. Surge una l¡nea de conflicto entre un centro constitu¡do por las capas implicadas directamente en el proceso de producción, que están interesadas en defender el crecimiento capitalista como base del compromiso del Estado social, y una periferia constituida por una variopinta mezcla de elementos diversos. A ella pertenecen aquellos grupos que se hallan más bien lejos del " núcleo productivista" de las sociedades "tardo-capitalistas", que están particularmente sensibilizados para las consecuencias autodestructivas del aumento de complejidad o que se han visto particularmente afectados por ellas. Los temas de la crítica al crecimiento son el único lazo que une a estos grupos heterogéneos. Para este tipo de protesta ni los movimientos burgueses de emancipación, ni las luchas del movimiento obrero organizado ofrecen modelo alguno. Los paralelos históricos hay que buscarlos más bien en el romanticismo social de los movimientos protagonizados por artesanos, campesinos y trabajadores durante el primer industrialismo, en los movimientos defensivos de las clase medias populistas,en los intentos de ruptura de los movimientos ‚tnico-clasistas alimentados por la cr¡tica burguesa a la civilizaci¢n.
La clasificación de los actuales potenciales de protesta y repliegue chocan con grandes dificultades, ya que las escenas, las agrupaciones y los temas cambian con celeridad. Cuando cuajan núcleos organizativos, como puede ser un partido o una asociación, sus miembros provienen de ese mismo fondo difuso. En la Europa de los noventa ( 1990 - 2000 ) se utilizan en la actualidad las siguientes rúbricas para identificar las distintas corrientes :
*- movimiento anti- núclear y movimiento ecologista;
*- movimiento pacifista ( que incluye el tema del conflicto Norte-Sur),
*- movimiento de iniciativas ciudadanas;
*- movimiento alternativo (grupos con proyectos de vida alternativos
en el marco de las grandes urbes como a las comunas agr¡colas );
*- movimiento de minor¡as (ancianos, homosexuales, minusválidos,
etc ) grupos pararreligiosos y sectas juveniles;
*-fundamentalistas religiosos;
*- movimientos de protesta contra los impuestos, protesta escolar de
las "asociaciones de padres, resistencia contra las "reformas
modernistas", y
*- finalmente el movimiento feminista.
*- De importancia internacional, son además, los movimientos autonómicos, que luchan por la autonomía regional, linguística, cultural y a veces también por la autonom¡a confesional.
En este espectro vamos a distinguir entre los potenciales de emancipación y los potenciales de resistencia y repliegue. Tras el movimiento americano en pro de los derechos civiles que ha desembocado mientras tanto en la autoafirmación particularista de las subculturas negras, sólo el MOVIMIENTO FEMINISTA sigue estando en la tradición de los movimientos de liberación burgueses-socialistas; la lucha contra la opresión patriarcal y en pro del cumplimiento de una promesa que llevaba ya mucho tiempo anclada en los fundamentos universalistas reconocidos, de la moral y del derecho, presta al feminismo la fuerza de choque de un movimiento ofensivo, mientras que el resto de los movimientos tienen más bien un car cter defensivo. El objetivo de los movimientos de resistencia y repliegue es poner coto a los ámbitos de acción formalmente organizados en favor de los estructurados comunicativamente, y no la conquista de nuevos territorios. Cierto que el feminismo comparte con estos movimientos un núcleo particularista: la emancipación de las mujeres no solamente tiene por objeto establecer una igualdad formal de derechos, eliminando los previlegios masculinos, sino también revolucionar formas de vida concretas marcadas por monopolios masculinos. Por lo demás el legado histórico de la división sexual del trabajo a la que las mujeres estuvieron sometidas en la familia burguesa hace que éstas dispongan de virtudes éticas distintas, de un registro de valores complementario del mundo masculino y opuesto al de una pr ctica cotidiana.
Dentro de los movimientos de resistencia cabe a su vez distinguir entre la actitud de autodefensa e los estamentos posesivos tradicionales y sociales y otra actitud defensiva que opera ya desde el suelo del mundo de la vida racionalizado y experimenta con nuevas formas de cooperación y convivencia. Sobre la base de este criterio conviene distinguir entre la protesta de las viejas clases medias contra la amenaza que los grandes proyectos técnicos representan para las relaciones vecinales, la protesta de los padres contra la equiparación de las distintas modalidades de escuela la protesta contra los impuestos y también la mayor¡a de los movimientos autonomistas, por un lado y por otro los núcleos de los nuevos potenciales de conflicto: los representados por el movimiento juvenil y por el movimiento alternativo, cuyo foco común lo constituye una cr¡tica del crecimiento centrada en torno a los temas ecológicos y al tema de la paz. En la misma perspectiva teórica de HABERMAS sobre "la colonizaci¢n del mundo de la vida", considera que estos conflictos sociales o nuevos movimientos sociales, pueden entenderse como una resistencia contra esa tendencia .
Los objetivos, las actitudes y las formas de acción difundidas entre los grupos de protesta juveniles resultan comprensibles de entrada como reacciones ante determinados problemas percibidos con una gran sensibilidad.
*** Problemas de los " verdes ".- Los efectos de la gran industria sobre el equilibrio ecológico, la drástica disminución de los recursos naturales no-regenerables y la evolución demográfica, plantean graves problemas sobre todo a las sociedades industrialmente desarrolladas; pero estos desaf¡os son en principio abstractos y exigen soluciones técnicas y económicas que a su vez han de planificarse globalmente y llevarse a efecto con medios administrativos. Lo que provoca la protesta es más bien la intensiva destruccción del entorno urbano, los destrozos urban¡sticos, la industrialización y la contaminación del paisaje, las secuelas médicas de las condiciones de la vida moderna, los efectos secundarios de la industria farmacéutica , etc, es decir, evoluciones que de forma notoria atentan contra las bases orgánicas del mundo de la vida y que como contraste, nos hacen drásticamente conscientes de que existen unos criterios de habitabilidad, de que la no satisfacción de las necesidades estéticas de fondo tiene unos l¡mites que son irrebasables.
*** Problemas de Supercomplejidad.- El miedo a los potenciales de destrucción militar, a las centrales núcleares, a los residuos atómicos, a la manipulación genética, al almacenamiento y utilización central de datos relativos a las personas y en general al peligro permanente de una guerra núclear por parte de los llamados "halcones de la guerra",etc. cuentan sin duda a su favor con muy buenas razones. Pero estos temores reales se unen con el espanto que produce una nueva categoría de riesgos literalmente invisibles y sólo aprehensibles desde la perspectiva sistémica, que irrumpen en el mundo de la vida pero que simultáneamente desbordan las dimensiones del mundo de la vida. Estos miedos actúan como catalizadores de un sentimiento desbordante en vista de las posibles consecuencias de procesos que, dado que técnica y políticamente son puestos en marcha por nosotros, habr¡an de ser moralmente imputables pero que a causa del carácter incontrolable que adquieren por su magnitud, ya no pueden ser atribu¡dos moralmente a la responsabilidad de nadie. La resistencia se dirige aquí contra abstracciones que el mundo de la vida se ve forzado a aceptar, porque "tienen que ser asimiladas dentro del mundo de la vida aunquen desbordan los l¡mites espaciales, sociales, temporales, sensorialmente centrados incluso de los mundos de la vida más diferenciados y complejos".
*** Sobrecargas de la infraestructura comunicativa.- Lo que en los movimientos de tipo psicologizante y en la renovación del fundamentalismo religioso se expresa de forma borrosa, es lo que como fuerza motriz, está también detrás de los proyectos alternativos y de muchas iniciativas ciudadanas; el sufrimiento por las renuncias que impone y la frustración que genera una práctica cotidiana culturalmente empobrecida y unilateralmente racionalizada. As¡ las características adscriptivas como el sexo, la edad, el color de la piel y también los grupos de vecindad y los grupos de pertenencia confesional sirven a la construcción y delimitación de comunidades que se autoprotegen en formas de subculturas, buscando condiciones propicias para el desarrollo de una identidad personal y colectiva. La revaluación de lo particular, de lo viejo, de lo provinciano, de los espacios sociales abarcables, de las formas de trato descentralizadas, de las actividades desespecializadas, de las viejas tertulias, de las interacciones simples y de los espacios de opinión pública desdiferenciados, representar¡an tentativas de fomentar, de revivificar posibilidades de expresi¢n y comunicaci¢n que yacen sepultadas. En este contexto hay que situar también la resistencia contra aquellas intervenciones reformistas que se truecan en lo contrario, porque aunque sus fines declarados sean servir a la integración social, los medios con los que han de ser llevados a la práctica acaban contradiciendo esos propósitos .
Los nuevos movimientos sociales o "nuevos conflictos" surgen, pues, en los puntos de sutura entre sistema y mundo de la vida. Hemos expuesto como el intercambio entre las esferas de la vida privada y la opinión pública, por un lado, y el sistema económico y el sistema administrativo, por otro, discurre a través de los medios dinero y poder, y cómo ese intercambio queda institucionalizado en los papeles de trabajador y consumidor, de cliente y ciudadano. Precisamente estos roles son los blancos de la protesta. La práctica de los movimientos alternativos se dirige contra la instrumentalización del trabajo profesional para fines de lucro, contra la movilizaci¢n de la fuerza de trabajo por presiones del mercado, contra la extensión de la compulsión a la competitividad y al rendimiento hasta dentro de la misma escuela primaria y secundaria. También se dirige contra la monetizaci¢n de los servicios, de las relaciones y del tiempo, contra la redefinici¢n consumista de los ámbitos de la vida privada y de los estilos de vida personal. Exige, además que cese el actual tipo de relación de los clientes con los organismos públicos y que estos últimos se reorganicen participativamente según el modelo de las organizaciones de autoauxilio; en esta dirección apuntan modelos de reforma, sobre todo en el ámbito de la pol¡tica social y de la pol¡tica sanitaria.
Finalmente aquellas formas de protesta que van desde las explosiones sin objetivo alguno hasta las provocaciones e intimidaciones violentas pasando por las violaciones calculadas o surrealistas de las reglas ( al estilo del movimiento americano pro derechos civiles y de la protesta estudiantil ), niegan las definiciones del papel de ciudadano y la reducción de la pol¡tica a las rutinas de la imposición " racional con arreglo a fines" de intereses.
Según las ideas programáticas de algunos teóricos, el reblandecimiento parcial que hoy se observa de los papeles sociales de trabajador y consumidor, de cliente y ciudadano dejaría libre el camino para la formación de contrainstituciones que el mundo de la vida desarrollaráa por s¡ mismo para poner coto a la dinámica propia de los sistemas de acción económico y pol¡tico-administrativo. Estas contrainstituciones desgajar¡an por un lado, del sistema económico un segundo sector, informal no orientado al lucro, y por otro, opondr¡an al sistema de partidos pol¡ticos nuevas formas de una "pol¡tica de primera persona" de tipo democrático-radical y a la vez expresivo. Tales contrainstituciones anularían precisamente aquellas operaciones abstractivas y neutralizadoras mediante las que el trabajo y la formación de la voluntad colectiva han quedado conectadas en las sociedades modernas a interacciones regidas por medios. Mientras que la empresa capitalista y el partido de masas ( como "máquina de adquisición del poder exenta de visión del mundo") generalizan sus ámbitos de penetración social a través de los mercados de trabajo y de la producción de espacios públicos controlados, y procuran mantener a distancia reduciéndolas a entornos sistémicos, aquellas esferas del mundo de la vida que son las únicas en que pueden formarse las identidades personales y colectivas las contrainstituciones desdiferenciar¡an una parte de los ámbitos de acción formalmente organizados, los sustraer¡an el acoso de los medios de control y restituir¡an esas " zonas liberadas " al mecanismo coordinador de la acción que representa el entendimiento.
Por ilusorias que puedan ser estas ideas, no dejan de ser significativas del sentido polémico que acompaña a los movimientos de resistencia y repliegue que reaccionan contra la colonización del mundo de la vida. En este sentido queda oscurecido, lo mismo en la autocomprensión de los implicados que en las acusaciones ideológicas de sus oponentes, cuando ambas partes equiparan apresuradamente la racionalidad de la modernidad cultural con la racionalidad propia del mantenimiento de los sistemas de acción económico y administrativo, es decir, siempre que no se distingue cuidadosamente entre la racionalización del mundo de la vida y el aumento de complejidad del sistema social. Esta confusión explica esos falsos frentes que no hacen más que anublar las diferencias políticas entre el antimodernismo de los jóvenes conservadores y la defensa neoconservadora de una postmodernidad que despoja de su contenido racional y de sus perspectivas de futuro a una modernidad en discordia consigo misma.
2.- JESUS MARTIN BARBERO.
LA DISOLUCION DE LO POPULAR Y LOS
SU DOCTRINA EN LA CRISIS DE LA MODERNIDAD.
<<***>>
1.*- JURGEN HABERMAS.
LOS CONFLICTOS SOCIALES Y LA TEORIA DE LOS
NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES.
En las sociedades avanzadas de Occidente se han desarrollado durante los dos últimos decenios conflictos que en muchos aspectos se desvían de los patrones que caracterizan al conflicto en torno a la distribución, institucionalizado por el Estado social. Ya no se desencadenan en los ámbitos de la reproducción material, ya no quedan canalizados a través de partidos y asociaciones y tampoco pueden apaciguarse en forma de recompensas conformes al sistema. Los nuevos conflictos -- NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES -- surgen más bien en los ámbitos de la reproducción cultural, la integración social y la socialización; se dirimen en forma de protestas subinstitunacioles y en todo caso extraparlamentarias; y en los déficits subyacentes a esos conflictos se refleja una cosificación de ámbitos de acción estructurados comunicativamente a la que ya no se puede hacer frente a través de los medios dinero y poder. No se trata primariamente de compensaciones que pueda ofrecer el Estado social, sino de la defensa y restauración de las formas de vida amenazadas o de la implantación de nuevas formas de vida. En una palabra :" los nuevos conflictos - nuevos movimientos sociales --se desencadenan no en torno a problemas de distribución, sino en torno a cuestiones relativas a la gramática de las formas de la vida"
Este nuevo tipo de conflictos es expresión de esa " revolución silenciosa" que R. Inglehart ha constatado en el cambio de valores y actitudes de las poblaciones enteras. Las investigaciones confirman un cambio de temas que evidencia un tránsito desde la "vieja pol¡tica" centrada en torno a cuestiones de seguridad económica y social, de seguridad interna y de seguridad militar, a una " nueva pol¡tica"; nuevos son los problemas de la calidad de vida, de la igualdad de derechos, de la autorrealización individual de la participación y de los derechos humanos. Si utilizamos indicadores estadísticos, la "vieja pol¡tica " es defendida más bien por empresarios, trabajadores y clase media dedicada a la industria y el comercio, mientras que la nueva pol¡tica encuentra más partidarios en la nueva clase media, en la generación joven y en los grupos de formación escolar y universitaria cualificada.
Si partimos de que el crecimiento del complejo económico-administrativo provoca procesos de erosión en el mundo de la vida, es de esperar un recubrimiento de los viejos conflictos por los nuevos. Surge una l¡nea de conflicto entre un centro constitu¡do por las capas implicadas directamente en el proceso de producción, que están interesadas en defender el crecimiento capitalista como base del compromiso del Estado social, y una periferia constituida por una variopinta mezcla de elementos diversos. A ella pertenecen aquellos grupos que se hallan más bien lejos del " núcleo productivista" de las sociedades "tardo-capitalistas", que están particularmente sensibilizados para las consecuencias autodestructivas del aumento de complejidad o que se han visto particularmente afectados por ellas. Los temas de la crítica al crecimiento son el único lazo que une a estos grupos heterogéneos. Para este tipo de protesta ni los movimientos burgueses de emancipación, ni las luchas del movimiento obrero organizado ofrecen modelo alguno. Los paralelos históricos hay que buscarlos más bien en el romanticismo social de los movimientos protagonizados por artesanos, campesinos y trabajadores durante el primer industrialismo, en los movimientos defensivos de las clase medias populistas,en los intentos de ruptura de los movimientos ‚tnico-clasistas alimentados por la cr¡tica burguesa a la civilizaci¢n.
La clasificación de los actuales potenciales de protesta y repliegue chocan con grandes dificultades, ya que las escenas, las agrupaciones y los temas cambian con celeridad. Cuando cuajan núcleos organizativos, como puede ser un partido o una asociación, sus miembros provienen de ese mismo fondo difuso. En la Europa de los noventa ( 1990 - 2000 ) se utilizan en la actualidad las siguientes rúbricas para identificar las distintas corrientes :
*- movimiento anti- núclear y movimiento ecologista;
*- movimiento pacifista ( que incluye el tema del conflicto Norte-Sur),
*- movimiento de iniciativas ciudadanas;
*- movimiento alternativo (grupos con proyectos de vida alternativos
en el marco de las grandes urbes como a las comunas agr¡colas );
*- movimiento de minor¡as (ancianos, homosexuales, minusválidos,
etc ) grupos pararreligiosos y sectas juveniles;
*-fundamentalistas religiosos;
*- movimientos de protesta contra los impuestos, protesta escolar de
las "asociaciones de padres, resistencia contra las "reformas
modernistas", y
*- finalmente el movimiento feminista.
*- De importancia internacional, son además, los movimientos autonómicos, que luchan por la autonomía regional, linguística, cultural y a veces también por la autonom¡a confesional.
En este espectro vamos a distinguir entre los potenciales de emancipación y los potenciales de resistencia y repliegue. Tras el movimiento americano en pro de los derechos civiles que ha desembocado mientras tanto en la autoafirmación particularista de las subculturas negras, sólo el MOVIMIENTO FEMINISTA sigue estando en la tradición de los movimientos de liberación burgueses-socialistas; la lucha contra la opresión patriarcal y en pro del cumplimiento de una promesa que llevaba ya mucho tiempo anclada en los fundamentos universalistas reconocidos, de la moral y del derecho, presta al feminismo la fuerza de choque de un movimiento ofensivo, mientras que el resto de los movimientos tienen más bien un car cter defensivo. El objetivo de los movimientos de resistencia y repliegue es poner coto a los ámbitos de acción formalmente organizados en favor de los estructurados comunicativamente, y no la conquista de nuevos territorios. Cierto que el feminismo comparte con estos movimientos un núcleo particularista: la emancipación de las mujeres no solamente tiene por objeto establecer una igualdad formal de derechos, eliminando los previlegios masculinos, sino también revolucionar formas de vida concretas marcadas por monopolios masculinos. Por lo demás el legado histórico de la división sexual del trabajo a la que las mujeres estuvieron sometidas en la familia burguesa hace que éstas dispongan de virtudes éticas distintas, de un registro de valores complementario del mundo masculino y opuesto al de una pr ctica cotidiana.
Dentro de los movimientos de resistencia cabe a su vez distinguir entre la actitud de autodefensa e los estamentos posesivos tradicionales y sociales y otra actitud defensiva que opera ya desde el suelo del mundo de la vida racionalizado y experimenta con nuevas formas de cooperación y convivencia. Sobre la base de este criterio conviene distinguir entre la protesta de las viejas clases medias contra la amenaza que los grandes proyectos técnicos representan para las relaciones vecinales, la protesta de los padres contra la equiparación de las distintas modalidades de escuela la protesta contra los impuestos y también la mayor¡a de los movimientos autonomistas, por un lado y por otro los núcleos de los nuevos potenciales de conflicto: los representados por el movimiento juvenil y por el movimiento alternativo, cuyo foco común lo constituye una cr¡tica del crecimiento centrada en torno a los temas ecológicos y al tema de la paz. En la misma perspectiva teórica de HABERMAS sobre "la colonizaci¢n del mundo de la vida", considera que estos conflictos sociales o nuevos movimientos sociales, pueden entenderse como una resistencia contra esa tendencia .
Los objetivos, las actitudes y las formas de acción difundidas entre los grupos de protesta juveniles resultan comprensibles de entrada como reacciones ante determinados problemas percibidos con una gran sensibilidad.
*** Problemas de los " verdes ".- Los efectos de la gran industria sobre el equilibrio ecológico, la drástica disminución de los recursos naturales no-regenerables y la evolución demográfica, plantean graves problemas sobre todo a las sociedades industrialmente desarrolladas; pero estos desaf¡os son en principio abstractos y exigen soluciones técnicas y económicas que a su vez han de planificarse globalmente y llevarse a efecto con medios administrativos. Lo que provoca la protesta es más bien la intensiva destruccción del entorno urbano, los destrozos urban¡sticos, la industrialización y la contaminación del paisaje, las secuelas médicas de las condiciones de la vida moderna, los efectos secundarios de la industria farmacéutica , etc, es decir, evoluciones que de forma notoria atentan contra las bases orgánicas del mundo de la vida y que como contraste, nos hacen drásticamente conscientes de que existen unos criterios de habitabilidad, de que la no satisfacción de las necesidades estéticas de fondo tiene unos l¡mites que son irrebasables.
*** Problemas de Supercomplejidad.- El miedo a los potenciales de destrucción militar, a las centrales núcleares, a los residuos atómicos, a la manipulación genética, al almacenamiento y utilización central de datos relativos a las personas y en general al peligro permanente de una guerra núclear por parte de los llamados "halcones de la guerra",etc. cuentan sin duda a su favor con muy buenas razones. Pero estos temores reales se unen con el espanto que produce una nueva categoría de riesgos literalmente invisibles y sólo aprehensibles desde la perspectiva sistémica, que irrumpen en el mundo de la vida pero que simultáneamente desbordan las dimensiones del mundo de la vida. Estos miedos actúan como catalizadores de un sentimiento desbordante en vista de las posibles consecuencias de procesos que, dado que técnica y políticamente son puestos en marcha por nosotros, habr¡an de ser moralmente imputables pero que a causa del carácter incontrolable que adquieren por su magnitud, ya no pueden ser atribu¡dos moralmente a la responsabilidad de nadie. La resistencia se dirige aquí contra abstracciones que el mundo de la vida se ve forzado a aceptar, porque "tienen que ser asimiladas dentro del mundo de la vida aunquen desbordan los l¡mites espaciales, sociales, temporales, sensorialmente centrados incluso de los mundos de la vida más diferenciados y complejos".
*** Sobrecargas de la infraestructura comunicativa.- Lo que en los movimientos de tipo psicologizante y en la renovación del fundamentalismo religioso se expresa de forma borrosa, es lo que como fuerza motriz, está también detrás de los proyectos alternativos y de muchas iniciativas ciudadanas; el sufrimiento por las renuncias que impone y la frustración que genera una práctica cotidiana culturalmente empobrecida y unilateralmente racionalizada. As¡ las características adscriptivas como el sexo, la edad, el color de la piel y también los grupos de vecindad y los grupos de pertenencia confesional sirven a la construcción y delimitación de comunidades que se autoprotegen en formas de subculturas, buscando condiciones propicias para el desarrollo de una identidad personal y colectiva. La revaluación de lo particular, de lo viejo, de lo provinciano, de los espacios sociales abarcables, de las formas de trato descentralizadas, de las actividades desespecializadas, de las viejas tertulias, de las interacciones simples y de los espacios de opinión pública desdiferenciados, representar¡an tentativas de fomentar, de revivificar posibilidades de expresi¢n y comunicaci¢n que yacen sepultadas. En este contexto hay que situar también la resistencia contra aquellas intervenciones reformistas que se truecan en lo contrario, porque aunque sus fines declarados sean servir a la integración social, los medios con los que han de ser llevados a la práctica acaban contradiciendo esos propósitos .
Los nuevos movimientos sociales o "nuevos conflictos" surgen, pues, en los puntos de sutura entre sistema y mundo de la vida. Hemos expuesto como el intercambio entre las esferas de la vida privada y la opinión pública, por un lado, y el sistema económico y el sistema administrativo, por otro, discurre a través de los medios dinero y poder, y cómo ese intercambio queda institucionalizado en los papeles de trabajador y consumidor, de cliente y ciudadano. Precisamente estos roles son los blancos de la protesta. La práctica de los movimientos alternativos se dirige contra la instrumentalización del trabajo profesional para fines de lucro, contra la movilizaci¢n de la fuerza de trabajo por presiones del mercado, contra la extensión de la compulsión a la competitividad y al rendimiento hasta dentro de la misma escuela primaria y secundaria. También se dirige contra la monetizaci¢n de los servicios, de las relaciones y del tiempo, contra la redefinici¢n consumista de los ámbitos de la vida privada y de los estilos de vida personal. Exige, además que cese el actual tipo de relación de los clientes con los organismos públicos y que estos últimos se reorganicen participativamente según el modelo de las organizaciones de autoauxilio; en esta dirección apuntan modelos de reforma, sobre todo en el ámbito de la pol¡tica social y de la pol¡tica sanitaria.
Finalmente aquellas formas de protesta que van desde las explosiones sin objetivo alguno hasta las provocaciones e intimidaciones violentas pasando por las violaciones calculadas o surrealistas de las reglas ( al estilo del movimiento americano pro derechos civiles y de la protesta estudiantil ), niegan las definiciones del papel de ciudadano y la reducción de la pol¡tica a las rutinas de la imposición " racional con arreglo a fines" de intereses.
Según las ideas programáticas de algunos teóricos, el reblandecimiento parcial que hoy se observa de los papeles sociales de trabajador y consumidor, de cliente y ciudadano dejaría libre el camino para la formación de contrainstituciones que el mundo de la vida desarrollaráa por s¡ mismo para poner coto a la dinámica propia de los sistemas de acción económico y pol¡tico-administrativo. Estas contrainstituciones desgajar¡an por un lado, del sistema económico un segundo sector, informal no orientado al lucro, y por otro, opondr¡an al sistema de partidos pol¡ticos nuevas formas de una "pol¡tica de primera persona" de tipo democrático-radical y a la vez expresivo. Tales contrainstituciones anularían precisamente aquellas operaciones abstractivas y neutralizadoras mediante las que el trabajo y la formación de la voluntad colectiva han quedado conectadas en las sociedades modernas a interacciones regidas por medios. Mientras que la empresa capitalista y el partido de masas ( como "máquina de adquisición del poder exenta de visión del mundo") generalizan sus ámbitos de penetración social a través de los mercados de trabajo y de la producción de espacios públicos controlados, y procuran mantener a distancia reduciéndolas a entornos sistémicos, aquellas esferas del mundo de la vida que son las únicas en que pueden formarse las identidades personales y colectivas las contrainstituciones desdiferenciar¡an una parte de los ámbitos de acción formalmente organizados, los sustraer¡an el acoso de los medios de control y restituir¡an esas " zonas liberadas " al mecanismo coordinador de la acción que representa el entendimiento.
Por ilusorias que puedan ser estas ideas, no dejan de ser significativas del sentido polémico que acompaña a los movimientos de resistencia y repliegue que reaccionan contra la colonización del mundo de la vida. En este sentido queda oscurecido, lo mismo en la autocomprensión de los implicados que en las acusaciones ideológicas de sus oponentes, cuando ambas partes equiparan apresuradamente la racionalidad de la modernidad cultural con la racionalidad propia del mantenimiento de los sistemas de acción económico y administrativo, es decir, siempre que no se distingue cuidadosamente entre la racionalización del mundo de la vida y el aumento de complejidad del sistema social. Esta confusión explica esos falsos frentes que no hacen más que anublar las diferencias políticas entre el antimodernismo de los jóvenes conservadores y la defensa neoconservadora de una postmodernidad que despoja de su contenido racional y de sus perspectivas de futuro a una modernidad en discordia consigo misma.
2.- JESUS MARTIN BARBERO.
LA DISOLUCION DE LO POPULAR Y LOS
NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES.-
En el plano más visible y exterior es el hecho que durante muchos años, la apelación al concepto de PUEBLO quedar reservada a la derecha pol¡tica o a sus aleda¤os. Sin embargo, en las tres últimas décadas del siglo XX, la cuestión a vuelto a plantearse desde la izquierda. En Europa, a través de la reescritura de la Historia del Movimiento Obrero que como en el caso de E. P. Thompson plantea expl¡citamente la imposibilidad histórica de separar tajantemente la lucha obrera de las " luchas plebeyas ", de manera que hacer historia de la clase obrera implica necesariamente hacer historia de la cultura popular. O en La experiencia del movimiento obrero de Castoriadis, en que sin apelar explícitamente al concepto de lo popular se efectúa sin embargo una reelaboración del concepto de proletariado que hace entrar en la reflexión no poco de lo que aquí‚ significaba en el pensamiento anarquista de finales de siglo XIX. En América Latina la cuestión de pueblo se retoma con fuerza en los últimos a¤os ligada tanto a una relectura de los movimientos populistas como a la revaloración de la cultura al interior de los proyectos de transformación democrática.
En forma concreta lo que empieza a plantearse como no pensable desde la negación efectuada por el marxismo ortodoxo del concepto de pueblo es, en primer lugar, esa otra "determinación objetiva " ese otro polo de la contradicción dominante que según E. Laclau se sitúa no en el plano de las relaciones de producción, sino en el de las formaciones sociales y que se constituye " en el antagonismo que opone el pueblo al bloque en el poder ". Ese antagonismo da lugar a un tipo específico de lucha, la lucha " popular democrática". La particularidad del centro o terreno y las características de esa lucha en su ejercicio cotidiano, lo ubicamos básicamente en lo ideológico y lo político, en la interpretación-constitución de los sujetos pol¡ticos. Sus contenidos históricos son a la vez más concretos -- ya que var¡an según las épocas y las situaciones -- y más generales que los contenidos de la lucha de clases, pues poseen una continuidad histórica que se expresa " en la persistencia de las tradiciones populares frente a la discontinuidad que caracteriza a las estructuras de clase". Aunque "superada", la cuestión de lo popular no ha dejado sin embargo de tener una representación en el marxismo. Un an lisis particularmente lúcido de esa representación ha sido realizada por G. Sunkel. Dos ser¡an sus l¡neas de fuerza: una idea de lo politizable en la que no caben más actores populares que la clase obrera, ni más conflictos que los que provienen del choque entre capital y trabajo, ni más espacios que los de la fábrica o el sindicato; y una visión heroica de la pol¡tica, pero no en el sentido de los románticos de finales del siglo XVIII, sino dejando fuera el mundo de la cotidianidad y la subjetividad.
A partir de ahí se produce una doble operación de negación o mejor, ésta se configura en dos modos de operación: la no representación y la represión Lo popular no representado " se constituye como el conjunto de actores, espacios y conflictos que son aceptados socialmente pero que no son interpelados por los partidos políticos de izquierda". Aparecen así actores como la mujer, el joven, los jubilados, los inválidos en cuanto portadores de reivindicaciones espec¡ficas; espacios como la casa, las relaciones familiares, el seguro social,el hospital, etc. Y un segundo tipo de popular no representado, constitu¡do por las tradiciones culturales: prácticas simbóicas de la religiosidad popular,formas de conocimiento salidas de su experiencia como la medicina, la cosmovisión mágica o la sabidur¡a poética, todo el campo de las prácticas festivas, las romer¡as,las leyendas y por último el mundo de las culturas ind¡genas.
Lo popular reprimido " se constituye como el conjunto de actores, espacios y conflictos que han sido condenados a subsistir en los márgenes de lo social, sujetos de una condena ética y pol¡tica. Actores como las prostitutas, los homosexuales, los drogadictos, los delincuentes, etc; espacios como los reformatorios, los prost¡bulos, las c rceles, los lugares de espactáculos nocturnos,etc.
Pero la negación de lo popular no es sólo temática, no se limita a desconocer o condenar un determinado tipo de temas o problemas, sino que pone al descubierto la dificultad profunda en el marxismo para pensar la cuesti¢n de la pluralidad de matrices culturales,la alteraliad cultural. Referente a esta realidad LENIN, a propósito de la formación social soviética distingue una cultural dominante burguesa, unas culturas dominadas--las del campesinado tradicional-- y " elementos de una cultura democr tica socialista" en el proletariado. Pero el afán de referir y explicar la diferencia cultural por la diferencia de clase impedir pensar la especificidad de los conflictos que articula la cultura y de los modos de lucha que desde ah¡ se producen; "el papel de las identidades socioculturales como fuerzas materiales en el desarrollo de la historia. Y por tanto su capacidad de convertirse en matrices constitutivas de sujetos sociales y políticos, tanto en el intercambio o enfrentamiento entre formaciones sociales diferentes como al interior de una formación social. En última instancia se trata de la imposibilidad de referir todos los conflictos a una sola contradicción y de analizarlos desde una sola lógica: la lógica interna a la lucha de clases. Lo que no significa que la lucha de clases no atraviese y en determinados casos, articule a las otras. El problema es pensarla como expresión de una pretandida " unidad de la historia ".
En síntesis, claramente queda definido dos problemas centrales :
*- En primer lugar.-, como consecuencia de la crisis de lo "popular", de la clase obrera, del proletariado y en general del sindicalismo, progresivamente se van constituyendo nuevos espacios sociales con nuevos actores sociales y pol¡ticos y con formas de lucha diferentes al interior de los conflictos , de representación más general y con reinvindicaciones o derechos más amplios; y
*- en segundo lugar, el problema de las clases sociales y la lucha de clases sigue cubriendo o copando todo el escenario social y político y solamente podemos analizar, comprender e interpretar estos nuevos espacios sociales y sus diversas manifestaciones como nuevos movimientos sociales desde una perspectiva de identidad de clase.
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En el plano más visible y exterior es el hecho que durante muchos años, la apelación al concepto de PUEBLO quedar reservada a la derecha pol¡tica o a sus aleda¤os. Sin embargo, en las tres últimas décadas del siglo XX, la cuestión a vuelto a plantearse desde la izquierda. En Europa, a través de la reescritura de la Historia del Movimiento Obrero que como en el caso de E. P. Thompson plantea expl¡citamente la imposibilidad histórica de separar tajantemente la lucha obrera de las " luchas plebeyas ", de manera que hacer historia de la clase obrera implica necesariamente hacer historia de la cultura popular. O en La experiencia del movimiento obrero de Castoriadis, en que sin apelar explícitamente al concepto de lo popular se efectúa sin embargo una reelaboración del concepto de proletariado que hace entrar en la reflexión no poco de lo que aquí‚ significaba en el pensamiento anarquista de finales de siglo XIX. En América Latina la cuestión de pueblo se retoma con fuerza en los últimos a¤os ligada tanto a una relectura de los movimientos populistas como a la revaloración de la cultura al interior de los proyectos de transformación democrática.
En forma concreta lo que empieza a plantearse como no pensable desde la negación efectuada por el marxismo ortodoxo del concepto de pueblo es, en primer lugar, esa otra "determinación objetiva " ese otro polo de la contradicción dominante que según E. Laclau se sitúa no en el plano de las relaciones de producción, sino en el de las formaciones sociales y que se constituye " en el antagonismo que opone el pueblo al bloque en el poder ". Ese antagonismo da lugar a un tipo específico de lucha, la lucha " popular democrática". La particularidad del centro o terreno y las características de esa lucha en su ejercicio cotidiano, lo ubicamos básicamente en lo ideológico y lo político, en la interpretación-constitución de los sujetos pol¡ticos. Sus contenidos históricos son a la vez más concretos -- ya que var¡an según las épocas y las situaciones -- y más generales que los contenidos de la lucha de clases, pues poseen una continuidad histórica que se expresa " en la persistencia de las tradiciones populares frente a la discontinuidad que caracteriza a las estructuras de clase". Aunque "superada", la cuestión de lo popular no ha dejado sin embargo de tener una representación en el marxismo. Un an lisis particularmente lúcido de esa representación ha sido realizada por G. Sunkel. Dos ser¡an sus l¡neas de fuerza: una idea de lo politizable en la que no caben más actores populares que la clase obrera, ni más conflictos que los que provienen del choque entre capital y trabajo, ni más espacios que los de la fábrica o el sindicato; y una visión heroica de la pol¡tica, pero no en el sentido de los románticos de finales del siglo XVIII, sino dejando fuera el mundo de la cotidianidad y la subjetividad.
A partir de ahí se produce una doble operación de negación o mejor, ésta se configura en dos modos de operación: la no representación y la represión Lo popular no representado " se constituye como el conjunto de actores, espacios y conflictos que son aceptados socialmente pero que no son interpelados por los partidos políticos de izquierda". Aparecen así actores como la mujer, el joven, los jubilados, los inválidos en cuanto portadores de reivindicaciones espec¡ficas; espacios como la casa, las relaciones familiares, el seguro social,el hospital, etc. Y un segundo tipo de popular no representado, constitu¡do por las tradiciones culturales: prácticas simbóicas de la religiosidad popular,formas de conocimiento salidas de su experiencia como la medicina, la cosmovisión mágica o la sabidur¡a poética, todo el campo de las prácticas festivas, las romer¡as,las leyendas y por último el mundo de las culturas ind¡genas.
Lo popular reprimido " se constituye como el conjunto de actores, espacios y conflictos que han sido condenados a subsistir en los márgenes de lo social, sujetos de una condena ética y pol¡tica. Actores como las prostitutas, los homosexuales, los drogadictos, los delincuentes, etc; espacios como los reformatorios, los prost¡bulos, las c rceles, los lugares de espactáculos nocturnos,etc.
Pero la negación de lo popular no es sólo temática, no se limita a desconocer o condenar un determinado tipo de temas o problemas, sino que pone al descubierto la dificultad profunda en el marxismo para pensar la cuesti¢n de la pluralidad de matrices culturales,la alteraliad cultural. Referente a esta realidad LENIN, a propósito de la formación social soviética distingue una cultural dominante burguesa, unas culturas dominadas--las del campesinado tradicional-- y " elementos de una cultura democr tica socialista" en el proletariado. Pero el afán de referir y explicar la diferencia cultural por la diferencia de clase impedir pensar la especificidad de los conflictos que articula la cultura y de los modos de lucha que desde ah¡ se producen; "el papel de las identidades socioculturales como fuerzas materiales en el desarrollo de la historia. Y por tanto su capacidad de convertirse en matrices constitutivas de sujetos sociales y políticos, tanto en el intercambio o enfrentamiento entre formaciones sociales diferentes como al interior de una formación social. En última instancia se trata de la imposibilidad de referir todos los conflictos a una sola contradicción y de analizarlos desde una sola lógica: la lógica interna a la lucha de clases. Lo que no significa que la lucha de clases no atraviese y en determinados casos, articule a las otras. El problema es pensarla como expresión de una pretandida " unidad de la historia ".
En síntesis, claramente queda definido dos problemas centrales :
*- En primer lugar.-, como consecuencia de la crisis de lo "popular", de la clase obrera, del proletariado y en general del sindicalismo, progresivamente se van constituyendo nuevos espacios sociales con nuevos actores sociales y pol¡ticos y con formas de lucha diferentes al interior de los conflictos , de representación más general y con reinvindicaciones o derechos más amplios; y
*- en segundo lugar, el problema de las clases sociales y la lucha de clases sigue cubriendo o copando todo el escenario social y político y solamente podemos analizar, comprender e interpretar estos nuevos espacios sociales y sus diversas manifestaciones como nuevos movimientos sociales desde una perspectiva de identidad de clase.
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