miércoles, 25 de enero de 2017

UN ADIÓS AL TPP CON IMPACTO EN LATINOAMÉRICA: ¿BARAJAR Y DAR DE NUEVO?. CHAU TPP. ¿HOLA MERCOSUR?.

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CHAU TPP. ¿HOLA MERCOSUR?. Juan Manuel Karg.- Politólogo UBA. Investigador CCC.
El momento llegó: Donald Trump le puso fin a la participación de EEUU en el Acuerdo Transpacífico TPP, que su propio país capitaneaba. Fue a través de un decreto ejecutivo que empalma con su discurso proteccionista durante su asunción, días atrás. Cumple así una de sus principales promesas de campaña en el plano de la política exterior. La noticia tiene varias implicancias en concreto. En primer lugar, muestra que la estrategia anti China desplegada por la anterior administración norteamericana no ha dado sus frutos. El TPP, acuerdo cuyo objetivo principal que Beijing no dictamine las normas del comercio internacional, tal como el propio Obama había afirmado, no existe más. China y los emergentes, aun creciendo por debajo de lo que lo hacían años atrás, siguen moviendo la economía internacional –que no logra aún remontar la crisis iniciada en 2008 en los países desarrollados–.

Es probable que Xi Jinping esté notoriamente satisfecho con la noticia, que se da en la semana posterior a su participación en el Foro Económico de Davos, donde el dirigente del Partido Comunista Chino acaparó todas las miradas, por ser su primera vez allí. ¿Estamos asistiendo a un cambio del “hegemón” ante nuestros propios ojos, visto y considerando el nuevo escenario global que aquí describimos? Todo parece indicar que sí, aunque esto implicará resistencias parciales de EE.UU., que buscará una nueva estrategia de inserción internacional. Por otro lado, para América latina abre un marco de incertidumbre creciente sobre la posible sobrevida de instancias como la Alianza del Pacífico (AP), que dependían del contexto librecambista impulsado por EE.UU. El amesetamiento de instancias como UNASUR Y MERCOSUR deberá ser revisado a la luz del nuevo contexto, que debería fortalecer a estas herramientas integracionistas en un mundo que necesariamente deberá pensarse en torno a bloques en el corto y mediano plazo.

Asimismo, la noticia muestra los límites del giro hacia la AP que encararon países como Argentina y Brasil durante 2016. Para Macri, quien durante todo el año pasado insistió en los beneficios de sumarse al bloque de países compuesto por México, Colombia, Perú y Chile, la noticia es un sinsabor de dimensiones, que habla de la poca pericia de las RRII del gobierno en curso: se preparó para un mundo que no es tal, movido por la ideología antes que por la cabal comprensión de los procesos en curso. Los errores en política exterior, a veces menos visibles en términos de la opinión pública de cada país, pueden ser tan costosos como los equívocos en la política doméstica. Todo parece indicar que el giro hacia la AP que encaró la Argentina durante 2016 fue un garrafal error de comprensión del momento histórico. ¿Se animará el gobierno de Macri a intentar fortalecer el MERCOSUR y la UNASUR ante el derrotero del TPP y la AP? ¿Podrá rectificar a tiempo la errática política exterior que ha venido desplegando?.

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Uno de los ejes fundamentales de la campaña de Donald Trump fue la crítica acérrima a los Tratados de Libre Comercio (TLC) que firmó EEUU en los últimos veinte años, incluido el que firmó con México y Canadá en 1994 (NAFTA por su sigla en inglés). Trump y su equipo identificaron en los TLC al mismísimo diablo, por haber sido los causantes de la pérdida de empleos en el país. De acuerdo con datos oficiales de Washington, entre 1997 y 2013, EEUU perdió 5,4 millones de empleos manufactureros, a la vez que cerraron cerca de 82.000 fábricas. Efectivamente, los TLC avalaron jurídicamente los derechos de las empresas norteamericanas en el exterior. En su forma de Inversión Extranjera Directa, esas empresas fueron protagonistas de la relocalización productiva hacia el sudeste asiático y hacia China, huyendo del caro trabajo norteamericano. Para qué quedarse en casa, si afuera es tan atractivo para la ganancia.

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UN ADIÓS AL TPP CON IMPACTO EN LATINOAMÉRICA: ¿BARAJAR Y DAR DE NUEVO?.
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Claudio Della Croce.

ALAI. Martes 24 de enero del 2017.

“Lo que acabamos de hacer es una gran cosa para los trabajadores estadounidenses”, dijo este lunes el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tras firmar la orden ejecutiva mediante la cual retiraba a su país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), decisión que tendrá su impacto en varios países latinoamericanos.

La decisión puso fin a la participación de EE.UU. en un ambicioso tratado comercial cuya creación fue impulsada durante siete años por el gobierno del ex presidente Barack Obama. Con Estados Unidos, el TPP reunía en su seno a 12 países que juntos representaban en torno al 40% del PIB mundial y un mercado de 800 millones de habitantes. En el acuerdo participaron además tres países latinoamericanos (México, Perú y Chile), junto a Canadá y a siete naciones de Asia Pacífico: Australia, Japón, Malasia, Vietnam, Brunei, Singapur y Nueva Zelanda. Y el gran ausente entre las potencias económicas del Pacífico es China.

Un tema más amplio refiere a cuál será la política comercial global de Trump. Es casi seguro que también cesará las negociaciones del otro gran acuerdo, la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión, entre Estados Unidos y la Unión Europea. Y ya anunció que renegociará el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Trump también prometió fijar altos aranceles a las importaciones de China y México. Hacerlo implicaría violar las normas básicas de la Organización Mundial de Comercio (OMC), por lo que el líder tendría que descartar sus amenazas de campaña o, de lo contrario, romper con la OMC. Sin duda, la presidencia de Trump tendrá un enorme impacto en el futuro del sistema comercial multilateral, así como en los acuerdos comerciales bilaterales.

Las presiones farmacéuticas.

Las negociaciones del TPP llevaban cinco años en curso, durante las cuales se produjeron varias demoras por diferencias en patentes farmacéuticas. Estados Unidos buscaba que se concedieran 12 años de protección a dichos medicamentos, para promover la inversión, mientras Nueva Zelanda y Australia, temían que dichas normas elevaran el costo de los sistemas de salud pública de sus países.

El TPP constituye un ejemplo paradigmático de elaboración de normas internacionales guiadas por los intereses de un grupo empresarial y adoptadas por un Gobierno como elemento fundamental de su propia agenda. Los derechos de los pacientes de tener acceso a los tratamientos necesarios son sistemáticamente subestimados por los partidarios de niveles de protección ADPIC plus que seguramente serían rechazados en foros multilaterales, como en la OMC, señaló oportunamente el South Center.

Al igual que en otros acuerdos de libre comercio, la posición de negociación dispar entre las partes negociadoras, así como las expectativas injustificadas sobre “otros” beneficios comerciales que propiciaría el TPP, serían las únicas explicaciones de una posible aceptación de niveles de protección de los derechos de propiedad intelectual destinados a satisfacer las incesantes demandas de la industria farmacéutica para obtener derechos de monopolio más amplios y duraderos, añadió el organismo intergubernamental de países en desarrollo.

Los otros países integrantes del TPP son Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Malasia, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. El nuevo bloque comercial abarcaría a 800 millones de personas y podría aumentar la actividad económica mundial en 200 mil millones de dólares anuales.

La creación de este acuerdo fue visto como una iniciativa de la Casa Blanca que busca presionar a Pekín a que empiece a “seguir las reglas” reforzadas por el TPP. El entonces presidente estadounidense Barack Obama aseguró que “con más de 95% de nuestros clientes potenciales viviendo fuera de nuestras fronteras, no podemos dejar que países como China escriban las reglas de la economía global”.

 Los críticos de la iniciativa alegaron que fue negociado en secreto y que beneficia principalmente a las multinacionales. En Estados Unidos varios sindicatos argumentan que el acuerdo ayudará a que más empleos industriales bien remunerados sean relocalizados a países de menor costo de mano de obra en el sureste de Asia como Vietnam.

Durante la campaña presidencial pasada, Trump incluyó la retirada de EE.UU. del TPP dentro de las medidas que aplicaría en sus primeros 100 días de gobierno, pues consideraba que este tipo de tratados comerciales son lesivos para los intereses de los trabajadores estadounidenses.

Su triunfo en las urnas hizo temer lo peor entre los promotores del TPP, porque el tratado aún esperaba por su ratificación y el asunto no es nada fácil: se requiere el visto bueno de al menos seis de los países signatarios y estos deben representar al menos un 85% del Producto Interno Bruto (PIB) de los 12 combinados. En la práctica, eso significa que no podría entrar en vigor sin el visto bueno de Estados Unidos y Japón, que juntos equivalen al 79% del P IB del bloque.

 

La creación de este acuerdo fue visto como una iniciativa de la Casa Blanca que busca presionar a Pekín a que empiece a “seguir las reglas” reforzadas por el TPP. El entonces presidente estadounidense Barack Obama aseguró que “con más de 95% de nuestros clientes potenciales viviendo fuera de nuestras fronteras, no podemos dejar que países como China escriban las reglas de la economía global”.
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Con los crespos hechos.

Para los promotores del acuerdo en México, Perú y Chile, el anuncio dejó sin comenzar la fiesta de varios sectores que anticipaban una bonanza comercial. Y en las órbitas de los gobiernos, genera incertidumbre por un acuerdo que ha sido una parte integral de la estrategia económica de las tres naciones.

La decisión de Trump abre para para América latina una nueva serie de interrogantes, una sobre la vigencia de la Alianza del Pacífico (AP), que dependía del contexto librecambista impulsado por Washington, lo que obliga a las gobiernos a barajar y dar de nuevo, a buscar el afianzamiento de instancias regionales integracionistas como UNASUR Y MERCOSUR, las que en el último año trataron de vaciar e invisibilizar.

En su momento, la mandataria chilena, Michelle Bachelet, lo respaldó como un “gran acuerdo” de todos quienes creen “que el libre comercio como una economía abierta ha sido beneficioso”. Chile fue la nación pionera de la región en buscar sociedades comerciales distintas a las tradicionales con Estados Unidos y Europa.

Mediante la membresía, México y Perú también buscan aumentar sus exportaciones y atraer importantes inversiones de países asiáticos. Según estimaciones de la Secretaría de Economía de México al momento del anuncio del TPP, ese país podría exportar más de 150.000 millones de dólares en cinco años hacia otros países del súper bloque.

Paralelamente, el Gobierno argentino, que había festejado que la administración de Barack Obama había autorizado la compra de limones argentinos, sufrió un anuncio amargo: una de las primeras medidas proteccionistas de Trump fue dar marcha atrás descolocando la política aperturista de Mauricio Macri.

Futuro incierto.

La retirada de Estados Unidos del TPP deja el acuerdo en territorio desconocido. “No está claro lo que ocurrirá alrededor del mundo. Varios de los otros 11 países miembros tienen la intención de seguir adelante y establecer un acuerdo entre ellos”, dijo Peter Petri, profesor de Finanzas Internacionales en la Escuela Internacional de Negocios Brandeis.

El experto destacó que para avanzar se requeriría, de entrada, un cambio en la redacción del texto actual pues este exige que para su entrada en vigor el acuerdo debe ser ratificado por un mínimo de seis países que representen el 85% del PIB combinado de todos los miembros. Dado que EE.UU. por si solo representa el 57% del PIB de las naciones del TPP, esa ratificación no sería posible sin su participación.

Petri considera, sin embargo, que no sería difícil para los demás miembros cambiar el texto para modificar eso y hacerlo funcionar sin EE.UU. Japón y Nueva Zelanda ya lo ratificaron y han manifestado su interés en seguir adelante. Otros expertos, sin embargo, no son tan optimistas sobre las posibilidades futuras del acuerdo. ” La retirada de Estados Unidos va a matar el acuerdo en su forma actual”, dijo Edward Alden, investigador Consejo de Relaciones Exteriores, con base en Nueva York.

Alden resaltó que para muchos países el principal incentivo para participar en el TPP era acceder al mercado estadounidense, pero que ahora esa motivación ya no existe.

Acuerdos bilaterales.

Petri también vislumbra la posibilidad de que el conjunto de normas acordadas dentro del TPP sean ahora volcadas en tratados bilaterales de comercio entre los países que participaron en la negociación. “Estoy seguro de que el contenido y las reglas que se negociaron serán usados por los países para hacer acuerdos bilaterales. Tiene sentido para las naciones asiáticas y para algunas economías latinoamericanas adaptar este acuerdo para ayudarse en su integración.”, agregó el experto.

El presidente de México, Enrique Peña Nieto, anunció este lunes que su país buscará firmar inmediatamente acuerdos bilaterales con los países firmantes del TPP. Una decisión similar fue hecha por el canciller de Chile, Heraldo Muñoz, quien señaló que con ese objetivo ya se han pautado encuentros con otros miembros del TPP, así como con China y Corea del Sur.

En diciembre pasado, el ministro de Comercio Exterior de Perú, Eduardo Ferreyros, ya había adelantado que su país acudiría a la fórmula de negociaciones bilaterales en caso de que el TPP no avanzara. “Si no se da el TPP en el corto plazo, se podría tener una negociación bilateral con Australia así como Nueva Zelanda y Malasia. Con Nueva Zelanda estuvimos dialogando para ver si negociábamos en el bloque de la Alianza del Pacífico, lo que se configura como otro escenario interesante”, dijo Ferreyros.

Ganadores y perdedores.

Nadie cree que algún país se beneficie de la ausencia estadounidense. El principal atractivo del TPP para la mayor parte de los restantes 11 miembros eran las oportunidades de comercio adicionales que se abrían con Estados Unidos, que sigue siendo la mayor economía en el mundo.  Sin EE.UU. las ganancias del TPP serán menores y es difícil determinar quiénes podrían ser los mayores beneficiarios en caso de que el acuerdo siga adelante.

“Para las empresas automotrices de Japón es una ventaja tener acceso al mercado de Malasia y para los fabricantes de ropa de Vietnam resulta muy positivo poder exportar a Japón”, dijo Petri, para quien los perdedores de la decisión son Japón y Vietnam, que tienen unas relaciones comerciales muy fuertes con Estados Unidos que iban a ser fortalecidas con el acuerdo.

Un estudio del Banco Mundial sobre el TPP, publicado en enero de 2016, preveía que Vietnam y Malasia eran los países que más se iban a beneficiar del acuerdo, con aumentos de su PIB de 10% y 8% respectivamente para el año 2030. Destacaba que los beneficios para Canadá y México, que tienen amplio acceso al mercado de EEUU, iban a ser menores y que, en el caso mexicano, se reducían aún más por el incremento de la competencia derivado de la reducción de impuestos de aduana estadounidense para otros países miembros del TPP.

China celebra.

Un estudio del Instituto Peterson sobre Economía Internacional, publicado hace un año, resumía el impacto del TPP en la economía estadounidense en un incremento del 0,5% del PIB y muy pocas variaciones en el mercado laboral. Alden consideró que al retirarse del tratado no habrá un efecto real en la economía estadounidense ya que “el acuerdo nunca fue ratificado. Sus reglas nunca llegaron a estar vigentes, por lo que matar al TPP no cambia nada. Se trata, principalmente, de una oportunidad perdida y del futuro”, dijo.

La editora de la BBC británica para China, Carrie Gracie, señala que no hay duda “del regocijo que debe estar experimentando el gobierno chino luego de que Trump retirara a su país del TPP, acuerdo en el que Pekín no participa. Durante años China escuchó decir a la administración del demócrata Barack Obama que el acuerdo era una manera de formalizar el liderazgo estadounidense en Asia, añadió.

Es probable que el presidente chino Xi Jinping esté muy satisfecho con la noticia, tras su participación -por primer vez- en el Foro Económico de Davos, donde  acaparó todas las miradas en su defensa globalizadora. La pregunta que se hacen los analistas es si estamos asistiendo a un cambio del “hegemón” ante un EE.UU. que busca una nueva estrategia de inserción internacional.

No es de extrañar entonces que Pekín considere el “eje estratégico” de EE.UU. en Asia en general, y el TPP en particular, un plan poco disimulado para frenar la potencia de crecimiento de China. En noviembre pasado, la agencia oficial de noticias china Xinhua describió el acuerdo como el “brazo económico de la estrategia geopolítica de la administración Obama para garantizar el dominio de Washington en la región”.

Ahora, señala Gracie, Pekín animará a los gobiernos asiáticos a comparar la fiabilidad de las promesas chinas y la de las estadounidenses. Estados Unidos es un poder en Asia cuando quiere, pero China es el poder que permanece, dirá Pekín.

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Claudio Della Croce
Economista argentino. Investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).

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