miércoles, 27 de junio de 2018

TRUMP LANZA GUERRA AUTODESTRUCTIVA CONTRA BEIJING.

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“LA NUEVA GUERRA FRÍA”  LA UNI-POLARIDAD Y TRUMP CONTRA EL MUNDO. EL NUEVO DESORDEN MUNDIAL. INFORME DE LA CASA BLANCA PLANTEA UNA GUERRA ECONÓMICA CONTRA CHINA..- Algunas de las fuerzas motrices detrás de la creciente guerra comercial de ESTADOS UNIDOS contra CHINA se presentan en un informe de la CASA BLANCA. Publicado por la Oficina de Comercio y Política de Manufactura, el informe se titula “Cómo la agresión económica de China amenaza las tecnologías y la propiedad intelectual de los Estados Unidos y el mundo”. La oficina está dirigida por el Asesor Económico de Trump, Peter Navarro, uno de los belicistas anti-China más estridentes de la administración y el autor de un libro titulado Muerte a causa de China. El informe comienza con una cita del informe del Comité de Revisión Económica y de Seguridad de los Estados Unidos y China publicado en noviembre pasado. Afirma que el gobierno chino está implementando una estrategia industrial a largo plazo para “garantizar su dominación global”. “El objetivo final” de BEIJING “es que las compañías nacionales reemplacen a las compañías extranjeras como diseñadores y fabricantes de tecnologías y productos clave, primero en casa y luego en el extranjero”.

EL IMPULSO DE CHINA PARA ASCENDER EN LA CADENA DE VALOR mediante el aumento de la producción de productos de alta tecnología se considera ilegítimo y debe detenerse. El informe señala que CHINA ha disfrutado de un rápido crecimiento económico para convertirse en la segunda economía más grande del mundo, al tiempo que moderniza su base industrial. “Sin embargo, continúa, “gran parte de este crecimiento se ha logrado en buena medida mediante actos, políticas y prácticas agresivas que quedan fuera de las normas y reglas mundiales ... Dado el tamaño de la economía de CHINA y el alcance de sus políticas que distorsionan el mercado, la agresión económica de China ahora amenaza no solo a la economía de los Estados Unidos, sino también a la economía global en su conjunto”.
 
 
EL INFORME ACUSA A CHINA EN DOS ÁREAS CLAVE: la adquisición de tecnologías clave de los EEUU y otros países, y la captura de las industrias emergentes de alta tecnología que impulsarán el crecimiento económico en el futuro y muchos avances en la industria de la defensa. “A través de dicha implementación, el Estado chino busca acceder a las joyas de la corona de la tecnología estadounidense y la propiedad intelectual”, afirma. El informe detalla una larga lista de prácticas que considera que infringen las prácticas y normas globales. La política industrial de CHINA busca “introducir, digerir, absorber y reinventar” las tecnologías y la propiedad intelectual de todo el mundo.

ESTA POLÍTICA SUPUESTAMENTE SE IMPLEMENTA A TRAVÉS DEL ROBO INSPIRADO POR EL ESTADO, medidas coercitivas e intrusivas para forzar transferencias de tecnología de empresas estadounidenses que operan en CHINA, y restricciones en materias primas críticas. China también está acusada de inversión de tecnología respaldada por el Estado, así como de recopilación de información, incluida la recolección de código abierto, la colocación de recolectores de información en universidades estadounidenses y otros centros de innovación, y la contratación de talento El informe cita una declaración de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional, que afirma que “los actores chinos son los perpetradores de espionaje económico más activos y persistentes del mundo”.

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TRUMP LANZA GUERRA AUTODESTRUCTIVA CONTRA BEIJING.

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Ulises Noyola Rodríguez.

ALAI. América Latina en Movimiento.

Miércoles 27 de junio del 2018.

 
La guerra comercial entre Estados Unidos y China se ha intensificado a través de la imposición de un nuevo arancel de 25% sobre las importaciones industriales provenientes de China. Frente a la amenaza de Xi Jinping de contraatacar a la ofensiva norteamericana, el presidente norteamericano amenazó con poner aranceles adicionales sobre productos chinos, que representan casi la mitad del comercio entre las dos naciones.

Para defender su ofensiva en contra de Beijing, el presidente Donald Trump sostuvo  que resulta necesario defender la competitividad tecnológica de Estados Unidos y con ello proteger el futuro de los estadounidenses frente a las políticas injustas del gobierno chino. Por lo tanto, la imposición de aranceles se centró en productos industriales que contribuyen al desarrollo tecnológico de China en sectores estratégicos como el aeroespacial, robótica, información, comunicaciones, entre otros. 

A causa de los aranceles impuestos sobre los productos chinos, las empresas norteamericanas tendrán que pagar más por las importaciones provenientes de China. Por esta razón, la Cámara de Comercio de Estados Unidos advirtió que la guerra comercial afectará a la manufactura, la agricultura y los consumidores. Los productores estadounidenses verán, al enfrentar mayores costos, socavada su competitividad internacional, con lo cual se acercarán a perder mercados en el exterior.

El temor del gobierno estadounidense está en la industrial de China de volverse autosuficiente en la mayoría de los insumos industriales, que serán imprescindibles para las nuevas tecnologías. Con el fin de cumplir esa autosuficiencia, las empresas chinas están dispuestas a importar una cantidad masiva de tecnología de centros industriales como Estados Unidos, Alemania, Francia y otros países industrializados, cuyas exportaciones se verían impulsadas por el ascenso industrial de Beijing.

Los productos  con un elevado contenido tecnológico representaron apenas 8.1% de las exportaciones de Estados Unidos hacia China en 2016. Por lo tanto, la proporción seguirá siendo poco significativa después de la imposición de aranceles sobre los productos chinos, que indudablemente intensificará la incertidumbre en los intercambios comerciales. Con la política agresiva en contra de China, la cooperación tecnológica entre las empresas de China y Estados Unidos se vislumbra imposible en el corto plazo.

La política comercial de Donald Trump es contradictoria con relación a China. Por un lado, el mandatario estadounidense reclama una reducción drástica del déficit comercial con el gigante asiático; y por otro, restringe el comercio de bienes tecnológicos que podrían contribuir a expandir las exportaciones norteamericanas en el mercado chino y así disminuir sustancialmente la brecha comercial. Además, la expansión de las exportaciones ayudaría al fortalecimiento de la manufactura y la creación de empleos, que se encuentran cada vez más debilitados en Estados Unidos.

En cambio, los negociadores norteamericanos insisten en disminuir el déficit comercial a través del incremento  de la compra de materias primas (carne, soja y gas) por parte de las empresas chinas. Por su reducido valor, estos productos no pueden recortar significativamente la brecha comercial con China. Además, con la posible fuerte respuesta del gobierno chino de poner aranceles sobre los productos principalmente del sector agrícola de Estados Unidos, las compras disminuirán y por consiguiente se anulará la posibilidad de comenzar a reducir el déficit comercial.

Por si fuera poco, el gobierno republicano golpearía duramente su base electoral en los estados productores de alimentos, entre los que sobresalen California, Illinois, Iowa, Minnesota, Nebraska. Como China es el segundo comprador de productos agrícolas de Estados Unidos, la reducción de las ventas de esos productos en el mercado chino detonará seguramente una caída en los ingresos de los agricultores norteamericanos por la imposición de aranceles por parte de Beijing. 

De la misma forma, la inversión china disminuyó de manera significativa en Estados Unidos, llegando a un minúsculo monto  de 29,000 millones de dólares el año pasado. Para defender su seguridad nacional, el gobierno estadounidense canceló así varios proyectos de infraestructura de empresas chinas, evitando que Beijing adquiriera tecnología de punta. Pero al cancelar los proyectos del gigante asiático, el gobierno estadounidense perdió inversiones que habrían apoyado el crecimiento económico, la creación de empleos y la recaudación de impuestos.

Además, la administración de Trump, de acuerdo a varios medios americanos, planea prohibir la compra de compañías por empresas donde los accionistas chinos posean por lo menos el 25% de la propiedad de la empresa en industrias importantes. Las restricciones de inversión tan elevadas sobre China privarán a las empresas norteamericanas de financiamiento fresco para implementar innovaciones tecnológicas, sin las cuales, se encontrarán rezagadas con respecto a las demás corporaciones, que están constantemente actualizando sus procesos de producción.

Interesadas en invertir en nuevas tecnologías, las empresas chinas aportarían el financiamiento necesario para que las firmas norteamericanas pudieran incrementar su productividad y por ende su competitividad global. Los flujos de inversión de China en Estados Unidos tienen todavía un gran potencial para aumentar en el futuro, tomando en cuenta que las empresas chinas tendrán que producir una diversa gama de bienes y servicios sofisticados para la clase media.

Como prueba de ello, los salarios  promedios mensuales en varias ciudades chinas como Shanghai (1,135 dólares), Beijing (983 dólares) y Shenzen (938 dólares), ya están por encima de los niveles salariales de miembros de la Unión Europea como es el caso de Croacia y Lituania. Adicionalmente, el gobierno chino está ampliando las prestaciones sociales y los servicios públicos, factores que están incrementando los ingresos laborales de los trabajadores chinos para luego equipararse con las remuneraciones de los países mejor posicionados a escala mundial.

Por añadidura, la política agresiva de Donald Trump está cerrándole la puerta a Estados Unidos en Asia. Esto responde a que China ensambla una cantidad importante de sus productos con la colaboración de los países asiáticos para luego exportarlos a Estados Unidos. Al poner aranceles sobre los productos de China, el presidente estadounidense también está imponiendo barreras comerciales sobre las mercancías de los demás países de Asia, que tienen fuertes vínculos con el gigante asiático. 

Cabe recordar que el desacuerdo entre los países asiáticos con Washington se acrecentó desde la salida de Estados Unidos del Acuerdo de Asociación Transpacífico el año pasado. El posible regreso de Estados Unidos al acuerdo comercial resulta ahora imposible con el rechazo  del primer ministro japonés, Shinzo Abe, a la aplicación de aranceles sobre el acero y el aluminio, anunciados el pasado mes de marzo, a los productores japoneses. Y peor aún, la estrategia del presidente Donald Trump de firmar acuerdos comerciales bilaterales con los países asiáticos está perdida ante las tensiones comerciales en curso.

De manera inevitable, una intensificación de la guerra comercial por Washington, como lo plantea el mandatario estadounidense, no será tolerada por los países asiáticos, quienes colaboran con China en diversos campos desde el comercio hasta la seguridad. La postura proteccionista de Donald Trump representa una seria amenaza para Estados Unidos, ya que sería una dura estocada para las empresas norteamericanas en seguir perdiendo terreno en el continente asiático.

Ulises Noyola Rodríguez.

Colaborador del Centro de Investigación sobre la Globalización.

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