martes, 14 de mayo de 2019

UNA NOTA SOBRE TEORÍAS DEL DESARROLLO Y POLÍTICA.

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“El desarrollo del capitalismo ha traído a primer plano algunos problemas básicos para la humanidad, dado que este sistema destruye las dos fuentes de la riqueza: la naturaleza y el ser humano. Esta problemática está detrás del surgimiento de concepciones del desarrollo con apellido: desarrollo sostenible y desarrollo humano. En el primer caso el apellido responde al hecho de que la explotación de los recursos naturales y la forma en que esta se realiza, está sobrepasando los límites de renovación de estos, de ahí que se proclame un desarrollo que satisfaga las necesidades de las presentes generaciones, sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus necesidades. Existen más de cien definiciones del desarrollo sostenible, por lo que no entraremos en la búsqueda de una definición más o menos precisa, lo importante es que todas se refieren a la relación de la actividad humana y sus efectos sobre el medioambiente y lo importante de preservar el primero para que la humanidad tenga futuro.

“El desarrollo capitalista, la forma en que tiene lugar tiene una serie de efectos negativos sobre la naturaleza que se manifiestan de diversas formas, entre ellas el efecto invernadero, el cambio climático, la afectación a la biodiversidad, de las cuales se ha tomado conciencia en gran parte de la humanidad, pero lamentablemente, a pesar de las cumbres mundiales sobre estos temas, las políticas implementadas por las potencias hegemónicas del sistema son insuficientes o tienden a ser nulas.

“Ayer hubo los objetivos de desarrollo del milenio, hoy la ONU ha proclamado 17 objetivos del desarrollo sustentable. Si se comparan esos objetivos con las tendencias del desarrollo mundial podemos predecir su incumplimiento. Más allá de esto y como elemento suplementario, si las tres cuartas partes de la humanidad no logran satisfacer sus necesidades actuales producto de las características del desarrollo del sistema capitalista y la tendencia es al aumento de la desigualdad, como podemos plantearnos proteger las necesidades de las futuras generaciones si el funcionamiento del sistema actual tiende a destruir la base de satisfacción de las actuales.

“El otro apellido: humano responde al fenómeno de la creciente desigualdad entre naciones y, sobre todo al crecimiento de la pobreza y la exclusión social, además estaba el hecho de que países con elevadas tasas de crecimiento no eran ejemplos de calidad de vida de su población, puede recordarse el caso de Brasil y su “milagro económico” durante la etapa de la dictadura militar, además los resultados sociales de las política de ajuste durante los ochenta del pasado siglo reforzaron la idea de tener en cuenta la dimensión humana en los procesos de desarrollo por parte de los organismos internacionales, como la UNICEF, estos elementos, sin duda, incidieron en la elaboración del el concepto de desarrollo humano”.

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UNA NOTA SOBRE TEORÍAS DEL DESARROLLO Y POLÍTICA.
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José Bell Lara.

Rebelión martes 14 de mayo del 2019.

El concepto desarrollo, con acepción que se le conoce hoy, surgió en el contexto de la Guerra Fría y el auge de los movimientos de liberación nacional; su uso inicial sirvió para mostrar a los países coloniales y dependientes que la imagen-objetivo de sus luchas tenía que ser la de alcanzar las características de las sociedades del centro capitalista.

El surgimiento de esa acepción del concepto fue respaldado por concepciones que, de forma diversa, calificaban a las sociedades de esos países como atrasadas, tradicionales, subdesarrolladas y para salir de esa condición debían adoptar las instituciones y las estructuras de la modernidad capitalista, debían modernizarse.

Esas teorizaciones no tienen en cuenta el papel del colonialismo y el neocolonialismo en la creación de la situación de esos países. Surgió así la teoría de la modernización, la cual dominó ampliamente las ciencias sociales durante los años cincuenta y parte de los sesentas del pasado siglo. Incluso en los países socialistas europeos frente a la experiencia de movimientos de liberación radicales elaboraron una variante de la teoría de modernización: la llamada vía no capitalista de desarrollo. Con esa teorización legitimaban la idea de que estos países estaban en una etapa precapitalista.

En las distintas concepciones de la modernización el mecanismo del mercado es identificado como la condición de progreso; y para poder industrializarse, los países recién liberados debían adoptar las instituciones básicas del capitalismo: el mercado ante todo y, la autonomía de la sociedad civil, el pluralismo político y la secularización.

Estas teorías, de diversos modos y formas, plantean un camino unilineal de desarrollo en el cual el capitalismo industrializado, al que denominan sociedad moderna, es el destino de todas las sociedades, y el análisis del proceso de desarrollo se da a partir del contraste entre sociedad moderna y las sociedades no modernas, a las que denominan tradicionales. Ese contraste es el núcleo básico de sus teorizaciones; o sea, todas las naciones están situadas a lo largo de un continuum cuyos polos están representados por la tradición y la modernidad.

América Latina es la región donde han surgido dos de las más importantes teorías del desarrollo: la estructural cepalina y la de la dependencia.

La primera de las cuales, la cepalina, tiene su antecedente en la experiencia de los gobiernos nacionales-populares de las décadas del treinta y cuarenta del siglo veinte. El eje de esta concepción es el paradigma centro periferia elaborado por Raúl Presbich para explicar la naturaleza desigual del sistema capitalista mundial. Esta es la base de sus concepciones y es a partir de su visión de la dinámica de las relaciones entre ambos polos del sistema, que articula su propuesta de desarrollo, esto es importante, pues no ven las condiciones de atraso de la periferia como consecuencia de encontrarse en una estadía anterior al camino recorrido por las sociedades industrializadas, sino de la evolución que han tenido por sus funciones en el sistema.

En la concepción originaria de la CEPAL, el centro y la periferia forman parte de un único sistema con funciones específicas a partir de las estructuras productivas de cada uno de ellos. Estas estructuras tienen sus particularidades. En el Centro es homogénea y diversificada, con lo cual se refiere a que no tiene grandes desniveles de productividad entre sus distintos sectores y es capaz de producir una gama de productos tanto para satisfacer sus necesidades internas como para exportar, mientras la estructura de la periferia es heterogénea y especializada, tiene sectores con alta productividad del trabajo y sectores de baja productividad y la actividad exportadora se concentra en unos pocos productos primarios. Esta diferencia de estructuras determina las funciones de cada parte del sistema dentro de la división internacional del trabajo. El centro exporta una gama muy amplia de bienes, especialmente productos manufacturados, que intercambian por alimentos y materias primas de la periferia.

De ahí que el punto de partida de sus análisis fuese la crítica de la teoría clásica del comercio internacional cuyo comportamiento real, a contrario sensusde la teoría de las ventajas comparativas y sus dos principales postulados, no procuraba mecanismos para mantener el equilibrio entre los precios de los bienes primarios y los productos manufacturados, produciéndose un deterioro en perjuicio de los primeros, y no lograba repartir equitativamente los frutos del progreso técnico.

El deterioro de los términos de intercambio afecta el patrón de crecimiento de los países que dependen de los ingresos por exportaciones de productos primarios. De ahí nació la idea de una política estatal destinada a eliminar los efectos de ese intercambio y promover un desarrollo más equilibrado. Esto demandaba protección arancelaria y una política de industrialización por sustitución de importaciones (ISI), como eje del desarrollo, concebido inicialmente como crecimiento económico; para lograr esto era necesario un Estado fuerte que fuera capaz de implementar medidas que propiciaran los cambios perseguidos, de ahí el papel del Estado como agente del desarrollo, todo lo anterior se reflejó en toda una política económica conocida como desarrollismo.










 
Tanto las tesis de la modernización como la de la CEPAL coinciden en que es posible alcanzar el desarrollo en los marcos del capitalismo.

La victoria de la Revolución Cubana tuvo un impacto en el continente, no solo en lo político, sino también en el campo de las ciencias sociales. Al calor de la polémica sobre las vías y características de las revoluciones necesarias en el continente surgió la teoría de la dependencia, que, en su versión marxista plantea la ruptura con el sistema capitalista y la asunción del socialismo como futuro, en tanto desarrollo y subdesarrollo constituyen elementos intrínsecos del sistema capitalista. Las teorizaciones sobre la dependencia se han enriquecidos a partir de la aparición de la teoría del sistema-mundo.

Sintetizando las tesis de los dependentistas:

El subdesarrollo no es la ausencia de desarrollo, es la forma específica de desarrollo capitalista de nuestros países. Es la resultante histórica de la incorporación de estas regiones a la dinámica capitalista mundial. La relación desarrollo subdesarrollo le es inmanente al sistema capitalista, es una relación de explotación de los segundos por los primeros.

La relación de dependencia no es estática. Con la expansión del capitalismo la forma de articulación de los países dependientes a los centros hegemónicos del capitalismo cambia, pero se mantiene la situación de dependencia.

La adopción de políticas contrarias a los intereses nacionales de los países naciones subdesarrollados por parte de las clases dominantes locales se debe a que son coincidentes sus intereses como clase social con los intereses imperialistas.

Los mecanismos acumulativos de la dependencia están en la raíz de la deuda externa de los países de América Latina. Mientras mayor es el grado de desarrollo capitalista dependiente, mayor es el grado de endeudamiento.

El que se desarrolla es el sistema en su conjunto, de ahí el desarrollo del desarrollo y el desarrollo del subdesarrollo.

La posibilidad de desarrollo de los países subdesarrollados se vincula a la ruptura de las mallas de la dependencia y la superación del sistema capitalista.

Con lo cual llegaron a una conclusión política: sólo la revolución socialista es capaz de liquidar los lazos de la dependencia.

Es necesario señalar que la escuela clásica de la dependencia se ha concentrado más en el estudio de los mecanismos que generan y mantienen el subdesarrollo y la explotación de los países dependientes que en la imagen de lo que debe ser el desarrollo, y es poca la reflexión en cuanto a las características del socialismo que se propone. Irónicamente se puede decir que la imagen objetivo siguió siendo la de los actuales países industrializados. [1]

Salvo referencias al socialismo como salida del subdesarrollo y a la necesidad de la Revolución Socialista, no reflexionaron sobre la instrumentación de una política de desarrollo para romper las mallas de la dependencia, y en este sentido, más que un paradigma del desarrollo la dependencia es, una teoría del subdesarrollo.  

En la actualidad, sus principales teóricos siguen produciendo y en lo fundamental coinciden con las concepciones del sistema – mundo que ha tenido lugar a partir de la obra de Immanuel Wallerstein.  




El desarrollo del capitalismo ha traído a primer plano algunos problemas básicos para la humanidad, dado que este sistema destruye las dos fuentes de la riqueza: la naturaleza y el ser humano. Esta problemática está detrás del surgimiento de concepciones del desarrollo con apellido: desarrollo sostenible y desarrollo humano.

En el primer caso el apellido responde al hecho de que la explotación de los recursos naturales y la forma en que esta se realiza, está sobrepasando los límites de renovación de estos, de ahí que se proclame un desarrollo que satisfaga las necesidades de las presentes generaciones, sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus necesidades.

Existen más de cien definiciones del desarrollo sostenible, por lo que no entraremos en la búsqueda de una definición más o menos precisa, lo importante es que todas se refieren a la relación de la actividad humana y sus efectos sobre el medioambiente y lo importante de preservar el primero para que la humanidad tenga futuro.

El desarrollo capitalista, la forma en que tiene lugar tiene una serie de efectos negativos sobre la naturaleza que se manifiestan de diversas formas, entre ellas el efecto invernadero, el cambio climático, la afectación a la biodiversidad, de las cuales se ha tomado conciencia en gran parte de la humanidad, pero lamentablemente, a pesar de las cumbres mundiales sobre estos temas, las políticas implementadas por las potencias hegemónicas del sistema son insuficientes o tienden a ser nulas.

Ayer hubo los objetivos de desarrollo del milenio, hoy la ONU ha proclamado 17 objetivos del desarrollo sustentable. Si se comparan esos objetivos con las tendencias del desarrollo mundial podemos predecir su incumplimiento.

Más allá de esto y como elemento suplementario, si las tres cuartas partes de la humanidad no logran satisfacer sus necesidades actuales producto de las características del desarrollo del sistema capitalista y la tendencia es al aumento de la desigualdad, como podemos plantearnos proteger las necesidades de las futuras generaciones si el funcionamiento del sistema actual tiende a destruir la base de satisfacción de las actuales.

El otro apellido: humano responde al fenómeno de la creciente desigualdad entre naciones y, sobre todo al crecimiento de la pobreza y la exclusión social, además estaba el hecho de que países con elevadas tasas de crecimiento no eran ejemplos de calidad de vida de su población, puede recordarse el caso de Brasil y su “milagro económico” durante la etapa de la dictadura militar, además los resultados sociales de las política de ajuste durante los ochenta del pasado siglo reforzaron la idea de tener en cuenta la dimensión humana en los procesos de desarrollo por parte de los organismos internacionales, como la UNICEF, estos elementos, sin duda, incidieron en la elaboración del el concepto de desarrollo humano.

Este concepto parte del criterio de que el objetivo del desarrollo es crear un 
ambiente que permita a las personas disfrutar de una vida larga, saludable, adquirir conocimientos y lograr un nivel de vida decente, partiendo de estos elementos se elaboró un índice compuesto por parte del PNUD para medir el nivel de desarrollo humano de los países. En los primeros informes se elaboró un índice compuesto a partir de elementos cuantificables como esperanza de vida al nacer, matriculas educacionales e ingresos; posteriormente se han ido incorporando otros elementos. A partir de los resultados del índice se elabora una escala que comprende prácticamente a todos los países del orbe. Anualmente se publica un informe que refleja la posición de los países a partir de los datos de este índice. Desde luego el PNUD no cuestiona el sistema capitalista generador de los problemas que afectan el desarrollo humano.

A esta altura podemos resumir que la noción de desarrollo se asocia la noción de bienestar humano para todos; lo cual plantea algunos problemas, el primero de los cuales es la interrogante de cual orden social puede garantizar esto para todas las personas de un país.

Evidentemente el capitalismo es incapaz de hacerlo, la experiencia histórica lo muestra fehacientemente. Por tanto, proponerse lograr el desarrollo es proponerse una distribución del producto social que beneficie a todos. Esto nos sitúa en el terreno de la política, porque no se puede cambiar la distribución de producto social global, sin afectar a los beneficiarios de la actual distribución, los que, desde luego nunca acceden, ni accederán sin resistencia, por lo cual la lucha de clases acompañará este proceso. De lo cual podemos deducir que el proceso de desarrollo, aunque las medidas económicas estén en primer lugar, es un proceso político que depende de las fuerzas y capacidad de las fuerzas que ejercen el poder en un país. Esta problemática está ausente de las teorías del desarrollo que conocemos.

Una tarea pendiente de la teorización sobre el desarrollo es abordar la reflexión sobre la forma y métodos para lograr el orden social que proporcione un nivel de vida decoroso a toda la población.

Para lograr esto no bastan las buenas intenciones, ni las decisiones administrativas a partir del acceso al gobierno de un país. Es necesario actuar con las masas para liberarla del sentido común burgués, mediante su participación activa en la creación de ese orden.

Con ello entramos en la necesidad de una organización política rectora de ese proceso, que sea capaz de funcionar como un cerebro colectivo fuerte y a la vez democrático, capaz de estudiar las formas y vías de creación de la nueva sociedad, que aúne voluntades, que prevea los obstáculos y desarrolle una labor organizativa y político-ideológica de creación de nuevos valores y nuevas actitudes.

Solo así mientras las personas transforman la realidad, se transforman a sí mismas, esa es la base de un nuevo amanecer social.

Organización política y participación de las masas son claves para plantearse un proyecto de desarrollo el cual puede definirse aproximadamente como el logro de una sociedad cada vez más desmercantilizada, con una economía tendencialmente ecoefectiva que proporciona a cada persona una vida decorosa, sin pobreza, con protección social y con participación real en el ordenamiento social del país.

Nota:

[1] En general en las distintas teorizaciones se ha avanzado desde una posición puramente económica a diversas variantes que tienen en cuenta los elementos sociales.

JOSÉ BELL LARA es doctor en Ciencias Filosóficas. Licenciado en Sociología. Máster en desarrollo social caribeño. Profesor titular y profesor consultante de la Universidad de la Habana.

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