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“Para
acelerar ese programa, Trump necesita
que finalice una guerra en la cual
asume, además, que no tiene posibilidad
de salir victorioso. Esa es
una de las razone por las que rompe puentes con Bruselas: durante la última
semana la delegación estadounidense se opuso –en la reunión del Grupo de los
Siete (G7)–
a que se caracterice a la Federación
como el país agresor,
responsable de dar origen al conflicto
de 2022. Efectivamente, al inicio de la Operación Militar Especial, los ruso-parlantes
residentes en el Donbas ya habían
sido víctimas, durante casi una década,
de ejecuciones extrajudiciales y
bombardeos. Esas medidas de Kiev fueron la respuesta contra quienes pretendían defender su lengua y reivindicar los partidos políticos que se
representaban.
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Imagen. AFP.
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LA OTAN EN APUROS.
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Por
Jorge Elbaum.
Fuente. Página / 12 domingo 23 de febrero del 2025.
El
próximo 24 de febrero se
cumplen tres años del inicio de la ofensiva rusa en Ucrania, mientras la OTAN
atraviesa la peor crisis desde su fundación, ocurrida con el Tratado de Washington, el 4 de abril de
1949. Apenas seis meses después de ese hecho se fundaba la República Popular China, que pasó de
contar con una exigua infraestructura industrial –y niveles enormes de
pobreza–, a transformarse en la segunda potencia global, y la primera
productora mundial de bienes. Ante a este escenario, que cuestiona en forma
directa la hegemonía estadounidense, el gobierno de Donald Trump se ha propuesto cuatro objetivos inmediatos,
orientados a recuperar el liderazgo perdido.
El primero busca debilitar a China, intentando quebrar el eje Moscú-Beijín consolidado desde el inicio de la Operación Militar Especial. Para lograr este cometido ofrece
a Moscú el levantamiento de las
sanciones. La segunda medida
consiste en abandonar el esquema de relaciones multilaterales, utilizado por
sus antecesores en el cargo, de claro enfoque globalista. Esa guía es
sustituida por la imposición de vínculos
bilaterales, de carácter extorsivo. De esta forma, el magnate neoyorquino devenido en mandatario
abandona las trabas regulatorias,
incluidos los peajes exigidos por
los organismos internacionales o las
alianzas atlantistas.
La tercera orientación
consiste en disimular la derrota
militar que ha sufrido Estados
Unidos como soporte más relevante. Al asumir que no es posible vencer a la Federación Rusa en el campo de batalla,
ha decidido endilgarle la derrota a Europa Occidental y a la Ucrania de Volodymir Zelenski. Los
opositores a Trump, refugiados entre
otros Think Tank –como Foreign Affairs–, continúan negando la realidad
con afirmaciones del siguiente tenor:
“Los dos países –Rusia y
Ucrania– han alcanzado la paridad y nadie ha ganado en Ucrania”.
La estrategia para recuperar el liderazgo incluye las coacciones
energéticas. Busca que los países de la OPEP bombeen más crudo para reducir el precio internacional del petróleo, y con ello
responder al doble objetivo de estimular
la reindustrialización de su país y limitar las capacidades de Moscú, que se ven beneficiadas por el aumento del precio internacional. Rusia es el tercer productor de petróleo del mundo y el segundo de gas.
En el caso de que la guerra concluya,
Trump pretende que el crudo baje
entre cinco y diez dólares el barril,
un promedio entre un 7 y un 13 por
ciento. También busca la retracción del valor del gas en un cincuenta por
ciento, hasta llegar a 25 dólares el megavatio hora.
Los otros negocios que persigue Trump
se vinculan con los recursos naturales de Ucrania,
tanto las tierras cultivables
–embargadas por BlackRock– como el potencial saqueo de los minerales
críticos, útiles para la industria bélica, electrónica y de telecomunicaciones. En la
última reunión en la que se
vieron las caras los funcionarios de Washington
y de Moscú, celebrada la semana
pasada en Riad, el administrador del fondo soberano moscovita Kirill Dimitriev
exhibió al Secretario de Estado Marco Rubio un detalle de las
“pérdidas totales que sufrieron las empresas estadounidenses desde 2014, a partir del inicio de las sanciones: un total de 324 mil millones de dólares”.
Para acelerar ese programa, Trump necesita que finalice una guerra en la cual asume, además, que no tiene posibilidad de salir victorioso. Esa es una de las razone por las que rompe puentes con Bruselas: durante la última semana la delegación
estadounidense se opuso –en la reunión
del Grupo de los
Siete (G7)–
a que se caracterice a la Federación
como el país agresor,
responsable de dar origen al conflicto
de 2022. Efectivamente, al inicio de la Operación Militar Especial, los ruso-parlantes
residentes en el Donbas ya habían
sido víctimas, durante casi una década,
de ejecuciones extrajudiciales y
bombardeos. Esas medidas de Kiev
fueron la respuesta contra quienes
pretendían defender su lengua y reivindicar los partidos políticos que se
representaban.
El 16 de diciembre de 2015, el régimen ucronazi prohibió tres
partidos políticos que tenían su núcleo
de afiliados en el Donbas. En marzo de 2022, se proscribieron otras
nueve formaciones partidarias que pretendían llegar a una paz duradera
con Moscú. La última semana, cuando
se iniciaron las negociaciones entre
Washington y Moscú en Riad, Zelenski
inició la persecución contra su
opositor político, el
expresidente Petró Poroshenko, quien gobernó Ucrania entre 2014 y 2019.
En esta misma línea, el secretario de Defensa Pete Hegseth informó que Washington ya no priorizará la seguridad de Europa, advirtiendo que la
guerra “debe terminar”, pues
la prioridad de su país está
vinculada con sus fronteras y la
rivalidad con China. El jefe
del Pentágono les dijo, tajante, que:
“La Casa Blanca
ya no tolerará una relación desequilibrada que fomente la dependencia. En su
lugar, la relación entre Estados Unidos
y Europa se centrará en capacitar a los países europeos para que asuman
la responsabilidad de su propia
seguridad”. Refiriéndose a cómo se trazarán las fronteras entre la Federación y Ucrania, Hegseth consideró
que “no es realista” una vuelta a
los límites previos a 2014. Además,
descartó de plano el ingreso de Ucrania
en la OTAN.
La respuesta indignada de Zelenski no se hizo esperar: el
gobierno ucraniano decidió bloquear
la red social Truth,
fundada por Donald Trump. Por su
parte, Elon Musk caracterizó al
mandatario de Kiev como “despreciable”, prologando el próximo
corte de señales satelitales –propiedad
de Musk– que utilizan los ucranianos en el campo de batalla. El viejo
orden atlantista ingresó en su etapa de fermentación. Es una buena noticia para el mundo. Solo habrá que evitar que los platos rotos no los pague,
como muchas otras veces, el resto del
mundo, que ya ha sufrido bastante
con su racismo, esclavismo, colonialismo y supremacismo.
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