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La así llamada teoría del comunismo científico del socialismo real proclamó, en los años setenta del siglo pasado, la superación del Estado a través de su máxima potenciación, así como la disciplina plena del capital a través de la planificación; la teoría del estado de bienestar social de matriz keynesiana supuso haber encontrado el modo final de domesticación del capital vía teoría de la contención infinita de los ciclos económicos y de la justicia social con abundancia consumista a través del control de la demanda capitalista; de igual modo, en América-latina y otras regiones pos-coloniales, el desarrollismo teorizó realizar una revolución capitalista consentida por las potencias del capital dominante, realizadora de la soberanía nacional y de la autonomía económica sin revolución capitalista radical;
/////EL POLVO DE LOS MITOS: Revolución y contra-revolución en los capitalismos de la miseria.
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(Parte I)
Miércoles 16 de diciembre de 2009
Paulo Alves de Lima Filho (IBEC, especial para ARGENPRESS.info)
Introducción
En este trabajo se pretende descubrir las líneas de fuerza que definen las alternativas de futuro de algunos países de América Latina ó, dicho de otra forma, las alternativas socio-económicas de los capitalismos de la miseria del continente latinoamericano.
Miércoles 16 de diciembre de 2009
Paulo Alves de Lima Filho (IBEC, especial para ARGENPRESS.info)
Introducción
En este trabajo se pretende descubrir las líneas de fuerza que definen las alternativas de futuro de algunos países de América Latina ó, dicho de otra forma, las alternativas socio-económicas de los capitalismos de la miseria del continente latinoamericano.
Nosotros estamos lejos de suponer que nuestro capitalismo de la miseria sea transformable en su opuesto a través de reformas capitalistas sucesivas. Esta operación metafísica ya fue intentada explícitamente en Brasil tanto por la revolución de 1930 (de Getulio Vargas) como por el desarrollismo pos-guerra.
Otras operaciones de ese tipo fueron mundialmente concebidas por varias corrientes ideológicas de la filosofía, política y economía política del siglo XX. Todas igualmente fracasadas y por el mismo motivo: la imposibilidad histórica de contener y educar el capital dentro de límites socialmente justos, temporalmente urgentes y humanamente necesarios.
La así llamada teoría del comunismo científico del socialismo real proclamó, en los años setenta del siglo pasado, la superación del Estado a través de su máxima potenciación, así como la disciplina plena del capital a través de la planificación; la teoría del estado de bienestar social de matriz keynesiana supuso haber encontrado el modo final de domesticación del capital vía teoría de la contención infinita de los ciclos económicos y de la justicia social con abundancia consumista a través del control de la demanda capitalista; de igual modo, en América-latina y otras regiones pos-coloniales, el desarrollismo teorizó realizar una revolución capitalista consentida por las potencias del capital dominante, realizadora de la soberanía nacional y de la autonomía económica sin revolución capitalista radical;
Por fin, la así llamada revolución friedmaniana, neo-liberal, retorno milagroso al Viejo Testamento liberal nuevamente reencontrando la regencia divina en los mercados, hoy bajo los escombros de su más reciente fragoroso fracaso, la nueva etapa de la crisis general del capital en la fase histórica de su declinio final. Esta cuádrupla expresión metafísica de la transformación social en el siglo XX y XXI se fundamenta en la incomprensión de la categoría capital como categoría societaria mundialmente irreformable y regidora de la orden capitalista puesto que su modo inmanente de ser, su carácter ontológico, está en destruir sistemáticamente todos los límites a ella impuestos - en primer lugar los teórico-metafísicos-, hasta el límite de la autodestrucción de la humanidad.
1. Las revoluciones burguesas
a.- Las revoluciones burguesas conservadoras y el Nuevo Mundo Ibérico
En las sociedades capitalistas evolucionadas a través de revoluciones burguesas conservadoras – que son, además, en su mayoría aplastante -, (pues las revoluciones burguesas radicales en la historia del capitalismo son solamente cuatro: la holandesa, la inglesa, la norte-americana y la francesa) –, en especial las de matriz colonial, tal como las generadas a partir del Nuevo Mundo ibérico, la superación de los capitalismos de la miseria allí constituidos es obra capitalista imposible.
Su forma histórica necesaria y característica es la de ser sociedades capitalistas de la miseria, imposible de ser superada a no ser por revolución anti-capitalista, tal como históricamente pasó en nuestro mundo pos-colonial ibérico en el caso ejemplar de la revolución cubana. En otras latitudes de Europa Oriental y Asia, otras revoluciones ejemplares tomaron también la forma anti-capitalista o socialista (Rusia, China, Vietnam, etc.).
Entre nosotros, las sucesivas e infinitas revoluciones y contra-revoluciones políticas aquí ocurridas desde la Independencia en nada detuvieron la marcha del capital. Así es que, en Brasil, a la revolución de treinta se suceden los episodios de 35 y 37 seguidos de la contra-revolución de 1964, la cual dará lugar a la proclamación in democracia de su funeral solamente en 1995, en su primer “discurso” desde el trono de FHC (Fernando Henrique Cardoso); que a su vez es sucedido por el gobierno de Lula que se elige contra el octanato fernandista.
Entretanto, a pesar de las sucesivas tempestades políticas, de 1930 a este año de la gracia de 2009, en el terreno de la reproducción del capital tenemos la ascensión vertiginosa del capital industrial y de éste al financiero y a los balbuceos imperialistas y promesas de segunda independencia vía capitalización del pre-sal (1) y realización, en fin, de Brasil Potencia, deseado pero aplazado bajo la dictadura y su consecuente entrada en el rol de los países detentores de complejos militar-industriales ahora subordinando la república a la interdependencia con Francia.
Ni Sarney, o Fernando Collor de Melo y mucho menos FHC o Lula concibieron controles o reversión del capital financiero en su marcha imperial-hegemónica acelerada. Al contrario, fueron todos a su modo, parteros de la modernidad subalterna y monopolista.
El sentido de la ascensión a la condición de potencia monopolista y mantenedora de la miseria capitalista por medio de la trituración sistemática y metódica del poder popular, democrático, anti-monopolista y anti-capitalista revela el carácter de la evolución de las revoluciones burguesas conservadoras: eternamente abiertas y subordinadas a las exigencias del capital mundial, conservadoras de las clases pretéritas aburguesadas (coloniales) y afirmadora de las nuevas clases burguesas a ellas aliadas (en especial las viejas y nuevas pequeñas burguesías), devastadoras de las dimensiones emancipadoras de las clases populares y proletarias crónicamente miserabilizadas. En fin, capitalismo de la miseria, capitalismo subordinado, miserabilidades acumuladas en fases sucesivas y necessariamente no resultas.
Notas:
a.- Las revoluciones burguesas conservadoras y el Nuevo Mundo Ibérico
En las sociedades capitalistas evolucionadas a través de revoluciones burguesas conservadoras – que son, además, en su mayoría aplastante -, (pues las revoluciones burguesas radicales en la historia del capitalismo son solamente cuatro: la holandesa, la inglesa, la norte-americana y la francesa) –, en especial las de matriz colonial, tal como las generadas a partir del Nuevo Mundo ibérico, la superación de los capitalismos de la miseria allí constituidos es obra capitalista imposible.
Su forma histórica necesaria y característica es la de ser sociedades capitalistas de la miseria, imposible de ser superada a no ser por revolución anti-capitalista, tal como históricamente pasó en nuestro mundo pos-colonial ibérico en el caso ejemplar de la revolución cubana. En otras latitudes de Europa Oriental y Asia, otras revoluciones ejemplares tomaron también la forma anti-capitalista o socialista (Rusia, China, Vietnam, etc.).
Entre nosotros, las sucesivas e infinitas revoluciones y contra-revoluciones políticas aquí ocurridas desde la Independencia en nada detuvieron la marcha del capital. Así es que, en Brasil, a la revolución de treinta se suceden los episodios de 35 y 37 seguidos de la contra-revolución de 1964, la cual dará lugar a la proclamación in democracia de su funeral solamente en 1995, en su primer “discurso” desde el trono de FHC (Fernando Henrique Cardoso); que a su vez es sucedido por el gobierno de Lula que se elige contra el octanato fernandista.
Entretanto, a pesar de las sucesivas tempestades políticas, de 1930 a este año de la gracia de 2009, en el terreno de la reproducción del capital tenemos la ascensión vertiginosa del capital industrial y de éste al financiero y a los balbuceos imperialistas y promesas de segunda independencia vía capitalización del pre-sal (1) y realización, en fin, de Brasil Potencia, deseado pero aplazado bajo la dictadura y su consecuente entrada en el rol de los países detentores de complejos militar-industriales ahora subordinando la república a la interdependencia con Francia.
Ni Sarney, o Fernando Collor de Melo y mucho menos FHC o Lula concibieron controles o reversión del capital financiero en su marcha imperial-hegemónica acelerada. Al contrario, fueron todos a su modo, parteros de la modernidad subalterna y monopolista.
El sentido de la ascensión a la condición de potencia monopolista y mantenedora de la miseria capitalista por medio de la trituración sistemática y metódica del poder popular, democrático, anti-monopolista y anti-capitalista revela el carácter de la evolución de las revoluciones burguesas conservadoras: eternamente abiertas y subordinadas a las exigencias del capital mundial, conservadoras de las clases pretéritas aburguesadas (coloniales) y afirmadora de las nuevas clases burguesas a ellas aliadas (en especial las viejas y nuevas pequeñas burguesías), devastadoras de las dimensiones emancipadoras de las clases populares y proletarias crónicamente miserabilizadas. En fin, capitalismo de la miseria, capitalismo subordinado, miserabilidades acumuladas en fases sucesivas y necessariamente no resultas.
Notas:
1) Pre-sal: Inmenso depósito de petróleo descubierto en Brasil al borde del Atlántico, en la región llamada pre-sal por estar casi salada por el océano (nota del traductor).
II. PARTE.
b. Revolución y contra-revolución en América Latina
La contra-revolución capitalista reciente, de los siglos XX y XXI, es movida antes de todo por el imperialismo norte-americano y sus fuerzas mundiales aliadas contra los procesos de las emancipaciones socio-económicas y políticas de la mayoría de los países latino-americanos (así como de Europa Oriental, Asia y África) a partir de los años treinta, evolucionará distintamente en varios grupos de países.
De modo aproximado, a pesar de sus diferencias específicas, observamos una continuidad de la subalternidad impuesta por los dictámenes del capital financiero mundialmente dominante, o sea, de la continuidad de la reversión dependiente alcanzada por la contra-revolución, en países tales como Argentina, Brasil, Chile y Colombia – aquellos, en el Cono Sur, donde mas avanzó la industrialización-, y la ruptura de la subalternidad o de los lazos de dependencia a la dinámica de la mundialización financiera, tal como ocurrió en Cuba y hoy ocurre en Bolivia, en Ecuador y Venezuela, países donde la industrialización alcanzó niveles inferiores a los del primer grupo. Las continuidades conformarán capitalismos monopolistas subordinados al capital financiero, mientras que las rupturas se abrirán a dinámicas de expansión de sociedades anti-capitalistas. La actual evolución asimétrica de esos países (en otros momentos los procesos de ruptura fueron liquidados, tal como ocurrió en el siglo XX en Bolivia, Chile, Brasil, Argentina, etc.), nos instiga a vislumbrar sus razones y trayectorias posibles de modo a ajustar la actual etapa de la evolución histórica latino-americana.
c) Continuidad y ruptura: el papel de la burguesía industrial y de la pequeña burguesía.
Las burguesías de la industrialización, nacidas por las revoluciones políticas en la crisis de los años treinta, al lado de las derivaciones de las viejas burguesías coloniales participaron activamente de los varios procesos nacionales de la contra-revolución capitalista. Abrazaron la causa de la desviación pro-imperialista de sus industrializaciones, o sea, de la liquidación sistemática de sus dimensiones emancipadoras en todos los planos de la reproducción social: económico, social, político, cultural, científico-tecnológico, etc. Es innecesario decir que en mayor o menor medida, tal reversión histórica se expresaría a través de una nueva forma ideológica, de matriz neocolonial, bebida de varias fuentes, algunas de las cuales nativas.
La pequeña burguesía, vanguardia de la industrialización, y su carro jefe ideológico en ese proceso, el cepalismo (más sus otras vertientes nacionales; en el caso de Brasil, la emancipación económica se torna política partidaria luego después del fin de la Guerra de Paraguay), cuyo intento era la conquista de autodeterminación económica nacional solidaria (sin ser sumisa) al imperialismo y (se creía) consentida por éste, es derrotada y el poder pasa, a lo largo de los años sesenta, a los bloques político-económicos vinculados a la liquidación de esas premisas, inclusive al núcleo pequeño-burgués golpista (en el caso de Brasil, sectores del Ejército a la derecha del bloque de Getulio Vargas).
Al retomar el poder, después del largo ciclo de las dictaduras civil-militares, los partidos pequeño-burgueses adhieren a la orden subalterna engendradas por aquellas dictaduras aliadas a los viejos y desacreditados partidos golpistas o sus derivados pos-dictaduras. Sus partidos pasarán a ser los avales del nuevo orden democrático, generalmente restrictos a la reproducción de la subalternidad, o sea, a un orden económico, político y social adecuado a ese objetivo, o sea, a la dinámica imperial del capital financiero. El abrazo explícito del nuevo orden neoliberal no fue más que el resultado natural de ese proceso.
Ello conducirá a Argentina al polvo de la miseria proletaria expandida, a la desindustrialización ampliada y a la liquidación del brazo capitalista estatal pasible de caer nuevamente en manos autonomistas. Ese fue y permanece siendo el panorama general de la fase neoliberal del capitalismo de la miseria en todas partes. La que fue una vez potencia social y económica injustamente pensada como europea, o casi eso, se vio obligada a morder el suelo de la miseria universal de las ex-colonias ibéricas.
Otras miserias se acrecentarán a la ancestral miseria de los demás capitalismos latino-americanos. En grados tan variados que suscitarán nuevas rupturas políticas en la que fue hasta ese momento unánime nueva orden subalterna al capital financiero. Las estables dictaduras democráticas de las burguesías que pasaron a prosperar por todo lugar pasaron a ser seriamente contestadas por los estratos sociales afuera de la nueva orden, de Argentina a Venezuela. Las dosis de represión necesarias a la estabilidad política - o sea, al mantenimiento en el poder de las fuerzas pro-imperialistas-, evidenciaron la dificultad de la gobernabilidad neoliberal. Desde los lejanos años ochenta y de ahí en adelante, el tema de la gobernabilidad será cantada a muchas voces en todo el continente, reflejando las inestables condiciones de reproducción política del orden mundial del capital financiero.
En esa nueva fase, otros estratos pequeño-burgueses tomarán la vanguardia del proceso de construcción de la orden subalterna. El centro dinámico se dislocará, de los años 60 hasta nuestros días, del ejército a las universidades, o mejor, al complejo educacional y científico-tecnológico estatal-empresarial. Es la forma histórica de su funcionalidad específica. En nuestra particularidad miserable, ésta debe ser vista dentro del complejo del capital, donde ella cumple funciones estratégicas.
La pequeña burguesía necesita de ese complejo para participar del poder, rellenar los cuadros políticos y técnicos en el estado, y así adaptarse a las necesidades (demandas) del capital, para ser allí su gestor competente y flexible, adaptado a cumplir órdenes así como a atender la demanda por conocimiento sobre y para las mercancías, para la acumulación exigida por los complejos más poderosos del capital monopolista: mejorar las razas bovina y humana, de la naranja y sus plagas, del café, como de la caña de azúcar, del cacao, etc.
El complejo educacional-científico y tecnológico pasa a ser simple reproductor y no más creador de nuevo saber y, mucho menos, de nuevos movimientos revolucionarios. Volvimos de ese modo al estadio pre-universidad, cuando bastaban las facultades los complejos de la economía colonial: derecho, farmacia, medicina, ingeniería, minas - las más antiguas y funcionales. Cuando la burguesía colonial perdió el poder en 1930 (para Brasil) (2), la revolución inventó la universidad (aquí tenemos la obra decisiva y nada estudiada de Josué de Castro), lo que en la época fue seguido por las clases derrotadas. Invención esa que consistió, en decisiva medida, en la adición de una cabeza dirigente, ilustrada, al aglomerado de facultades tecnológicas, destinada a ser formadora de la nueva elite política, las facultades de filosofía, ciencias y letras. La experiencia de la USP fracasó (como demostró Florestan Fernandes), así como la de la Universidad de Brasil o la nueva universidad de Darcy Ribeiro, sea en Brasilia o en el norte fluminense (que no están a la altura de los objetivos del maestro fundador).
La real nueva universidad, cuando la pequeña burguesía abandona su ciclo transformador y adhiere al capitalismo monopolista subordinado solo podrá ser aquella de la revolución democrática y popular anticapitalista y encaminada desde ya al socialismo y a la sociedad sin mercancías, sin capital, sin clases - o sea, el comunismo. No hay más como salvarla de si propia. Ella deberá desaparecer como momento importante de la miseria de este capitalismo.
La pequeña burguesía varguista y después janguista (de João Goulart) (3) fue expulsada del control estratégico de las instancias estatales y de las riquezas nacionales (a pesar de que no completamente) que garantizarían la soberanía del estado. Las privatizaciones complementaron el golpe de 1964, dándole un nítido sentido neoliberal, postergado hasta entonces debido a la hegemonía inicial del poder por la burguesía industrial paulista y por el control militar (pequeño-burgués) de los núcleos estratégicos del estado - productor de riquezas y sectores estratégicos (energía, telecomunicaciones, complejo bélico, algunos sectores de la C&T) y órganos de planificación.
El complejo industrial-militar, a su turno, proyectó los militares al corazón de la gran burguesía. Estos se transformaron en empresarios mayores y globales con esto sobro de la industria bélica Embraer (Empresa Brasileira de Aeronáutica). Pero la función capitalista de orientar rumbos propios al estado, a pesar de complementares a los del capital financiero, fue destrozada con las privatizaciones y demás pérdidas planeadas del control del estado realizadas por parte de ese capital no-liberal remaneciente.
Esas transformaciones destrozaron la revolución política de 1930 y sus reverberaciones emancipadoras (como sabemos, ambiguas y timoratas), realizando una verdadera contra-revolución, o mejor, completándola, pues fue iniciada en 1964. Ya en el 64 tenemos la gran y definitiva derrota de las mayorías pequeño burguesas (más sus aliados subalternos) y su estrategia de conducción del proyecto de soberanía nacional, que dio en lo que dio.
En la transición pactada pos 1984 solo tuvimos otros actos de derrota, que el socialismo pequeño-burgués no consigue ver, reiterando el viejo e imposible sueño de salvación capitalista del capitalismo de la miseria. Si nada hacernos, ellos proseguirán con esa pantomima por más de un siglo.
Notas:
2) Nota del traductor.
La pequeña burguesía necesita de ese complejo para participar del poder, rellenar los cuadros políticos y técnicos en el estado, y así adaptarse a las necesidades (demandas) del capital, para ser allí su gestor competente y flexible, adaptado a cumplir órdenes así como a atender la demanda por conocimiento sobre y para las mercancías, para la acumulación exigida por los complejos más poderosos del capital monopolista: mejorar las razas bovina y humana, de la naranja y sus plagas, del café, como de la caña de azúcar, del cacao, etc.
El complejo educacional-científico y tecnológico pasa a ser simple reproductor y no más creador de nuevo saber y, mucho menos, de nuevos movimientos revolucionarios. Volvimos de ese modo al estadio pre-universidad, cuando bastaban las facultades los complejos de la economía colonial: derecho, farmacia, medicina, ingeniería, minas - las más antiguas y funcionales. Cuando la burguesía colonial perdió el poder en 1930 (para Brasil) (2), la revolución inventó la universidad (aquí tenemos la obra decisiva y nada estudiada de Josué de Castro), lo que en la época fue seguido por las clases derrotadas. Invención esa que consistió, en decisiva medida, en la adición de una cabeza dirigente, ilustrada, al aglomerado de facultades tecnológicas, destinada a ser formadora de la nueva elite política, las facultades de filosofía, ciencias y letras. La experiencia de la USP fracasó (como demostró Florestan Fernandes), así como la de la Universidad de Brasil o la nueva universidad de Darcy Ribeiro, sea en Brasilia o en el norte fluminense (que no están a la altura de los objetivos del maestro fundador).
La real nueva universidad, cuando la pequeña burguesía abandona su ciclo transformador y adhiere al capitalismo monopolista subordinado solo podrá ser aquella de la revolución democrática y popular anticapitalista y encaminada desde ya al socialismo y a la sociedad sin mercancías, sin capital, sin clases - o sea, el comunismo. No hay más como salvarla de si propia. Ella deberá desaparecer como momento importante de la miseria de este capitalismo.
La pequeña burguesía varguista y después janguista (de João Goulart) (3) fue expulsada del control estratégico de las instancias estatales y de las riquezas nacionales (a pesar de que no completamente) que garantizarían la soberanía del estado. Las privatizaciones complementaron el golpe de 1964, dándole un nítido sentido neoliberal, postergado hasta entonces debido a la hegemonía inicial del poder por la burguesía industrial paulista y por el control militar (pequeño-burgués) de los núcleos estratégicos del estado - productor de riquezas y sectores estratégicos (energía, telecomunicaciones, complejo bélico, algunos sectores de la C&T) y órganos de planificación.
El complejo industrial-militar, a su turno, proyectó los militares al corazón de la gran burguesía. Estos se transformaron en empresarios mayores y globales con esto sobro de la industria bélica Embraer (Empresa Brasileira de Aeronáutica). Pero la función capitalista de orientar rumbos propios al estado, a pesar de complementares a los del capital financiero, fue destrozada con las privatizaciones y demás pérdidas planeadas del control del estado realizadas por parte de ese capital no-liberal remaneciente.
Esas transformaciones destrozaron la revolución política de 1930 y sus reverberaciones emancipadoras (como sabemos, ambiguas y timoratas), realizando una verdadera contra-revolución, o mejor, completándola, pues fue iniciada en 1964. Ya en el 64 tenemos la gran y definitiva derrota de las mayorías pequeño burguesas (más sus aliados subalternos) y su estrategia de conducción del proyecto de soberanía nacional, que dio en lo que dio.
En la transición pactada pos 1984 solo tuvimos otros actos de derrota, que el socialismo pequeño-burgués no consigue ver, reiterando el viejo e imposible sueño de salvación capitalista del capitalismo de la miseria. Si nada hacernos, ellos proseguirán con esa pantomima por más de un siglo.
Notas:
2) Nota del traductor.
III. PARTE.
d - Sobre el vientre de las revoluciones burguesas conservadoras
El vientre de las revoluciones burguesas conservadoras está pleno de monstruos. Guerras, sublevaciones, revoluciones y contra-revoluciones, masacres y genocidios en él se suceden infinitamente, sin que esas revoluciones consigan dar a la luz un hijo sano y longevo. Ellas se desarrollan por la historia como tortuoso camino eternamente incompleto. Marchan para un futuro que nunca alcanzan. Parecen nunca ser modernas si miradas en el espejo de las pocas hijas pródigas de las revoluciones burguesas radicales.
El vientre de las revoluciones burguesas conservadoras está pleno de monstruos. Guerras, sublevaciones, revoluciones y contra-revoluciones, masacres y genocidios en él se suceden infinitamente, sin que esas revoluciones consigan dar a la luz un hijo sano y longevo. Ellas se desarrollan por la historia como tortuoso camino eternamente incompleto. Marchan para un futuro que nunca alcanzan. Parecen nunca ser modernas si miradas en el espejo de las pocas hijas pródigas de las revoluciones burguesas radicales.
Habitada por los personajes más bizarros nacidos del polo conservador nunca destruído pertenecen a un orden particularmente inhumano de capitalismo. El orden de los capitalismos de la miseria (algunos solo recientemente elevados al escalón remediado o rico). Forma particular de capitalismo dedicado al obscurantismo militante, alienado de la emancipación, arrastrándose trás de ella con siglos atrás de su cola. Ya decadente sin haber logrado el apogeo de sus congéneres radicales.
Objeto tan complejo, capaz de engañar a los más eminentes historiadores (4). Si Hobsbawn, en 2007, expresa perplejidad e incomprensión sobre el por qué del continente latinoamericano haber “permanecido al margen de la historia occidental y allí continua”, si él es capaz de tan gran absurdo, entonces estamos todos perdonados. Somos de hecho una particularidad todavía por descifrar, obstrutiva a pesar de nuestros más que seculares esfuerzos teóricos.
Ocurre, muy resumidamente, no ser el atraso, sino que la vanguardia de la evolución del capital. La invención del Nuevo Mundo Ibérico colonial, luego mundializado a lo largo de los siglos XV al XVII, fue la cuna del sistema mundial capitalista, el espacio de plena libertad con el cual el capital contó para su más rápido y crecimiento sin trabas. Nacemos como forma histórica intencional y planeada del capital y nos tornamos naciones por casualidad. Nuestra medida histórica es, por lo tanto, el capital mundial en su forma genérica, más desarrollada. Fue de esa forma que transitamos de un polo nacional dominante a otro.
Ahora estamos subordinadamente en el nivel genérico monopolista y bajo el imperio mundial absoluto de ese capital. Nuestro capitalismo de la miseria se estacionó en su última fase y la revolución desapareció del léxico a no ser en FHC y Lula bajo la forma de la revolución silenciosa. La revolución invocada por FHC en su discurso de asunción no era más que la neoliberal. (5)
e - El sentido de la política en las revoluciones burguesas conservadoras.
Hay dos líneas de adecuación política burguesa al dominio absoluto del capital financiero. La línea subordinada más directamente a este, la de la derecha burguesa - al estilo de nuestro viejo Partido Republicano en la Primera República - vinculada a la declinación del estado como capitalista colectivo capaz de confrontarse con la fuerza política y económica del capital dominante. Otra línea, que expresa el fortalecimiento del estado nacional como forma de realización de otras fuerzas sociales, inclusive capitalistas y no hegemónicas, necesitadas de afirmarse bajo el imperio no contestado del capital financiero. Esa línea es lo que podemos llamar genéricamente de izquierda burguesa, a semejanza de lo que fue entre nosotros el viejo Partido Democrático.
La revolución burguesa conservadora mantiene sus viejas polaridades políticas respectivas a la forma del capital dominante. Su forma modernizada no supera las limitaciones impuestas por el capital en su dimensión mundial - las fuerzas solidarias y más directamente dependientes de esta (la derecha) y las fuerzas no - automáticamente solidarias y necesitadas de afirmación contra este (la izquierda). Situación ontológica del mundo colonial ibérico desde su nacimiento en el siglo XV.
PT y aliados de un lado y del otro el PSDB (Partido Social Democrata brasileiro) y su coligación reproducen las viejas anclajes coloniales. La gran novedad es la dimensión todavía muy minoritaria de las fuerzas populares de la extrema izquierda, o sea, de la izquierda proletaria socialista y comunista. Muchas de estas, todavía se encuentran imantadas al polo izquierdo de la política y en gran medida porque la teoría de la superación revolucionaria del status quo necesita resolver los impases no resueltos de las revoluciones socialistas del siglo XX.
f – Revoluciones burguesas conservadoras, revoluciones socialistas y otras revoluciones.
Decíamos en la introducción que esta era histórica vive bajo las ruinas del fracaso de cuatro vertientes de la transformación social. De allí vivimos hoy inmersos en el polvo de sus mitos. El denominador común que explica su fracaso es el presupuesto metafísico de todas, su ignorancia del deslímite del capital, su incontenible sed de destrucción que nos aproxima a la posibilidad muy real de extinción de la vida humana sobre el planeta no solamente por los artefactos atómicos que crean inseguridad creciente, sino por el efecto estufa derivado del modo capitalista de producir.
Decíamos también que el proceso de modernización capitalista en los marcos de las revoluciones burguesas conservadoras, en los capitalismos de la miseria, a través de reformas sucesivas, no es capaz de liquidar su forma particular miserable. Y hablamos de miseria como categoría total: económica, política, cultural, social. O sea, la particularidad de las revoluciones burguesas conservadoras está en su imposibilidad de saltar a la liquidación de la miseria a través del capitalismo. En América Latina asistimos al fracaso de las revoluciones políticas redundantes en el proceso de industrialización bajo el influjo ideológico de las varias teorías desarrollistas y del cepalismo en particular. La permanente reproducción del polo conservador renueva infinitamente sus formas obstruídas conservadoras, como un loco caleidoscopio. Lo viejo renovado pesará natural y permanentemente sobre lo nuevo, de modo de limitarlo, cerceando su alcance y profundidad.
Pero no sólo el salto capitalista autónomo, democrático, soberano fue y permanece imposible, sino también su transformación radical en sentido comunista. Su forma particular conformará naturalmente las dos ilusiones: la de la posible transformación capitalista sin revolución capitalista radical y la de la transformación socialista radical sin la emancipación de los trabajadores. La transformación socio-económica en los marcos de las revoluciones burguesas conservadoras se enfrenta con la maldición del caleidoscopio, su forma particular de producción y reproducción del capital.
Aquello que tomó la designación de desarrollismo y socialismo en el siglo XX originó procesos irremediablemente condenados al fracaso, o sea, a la permanencia en los horizontes del capitalismo de la miseria. Eso no quiere decir absolutamente capitalismos insignificantes, sea visto los BRICS, uno más poderoso que el otro. Refiero-me a su necesaria incapacidad congénita de hacer avanzar la acumulación ampliada del capital con liquidación de los complejos socio-económicos pretéritos, o sea, sin la reproducción modernizada de las viejas clases explotadoras. De tal forma que no solo observamos allí la involución común a todo el sistema capitalista de inmanente liquidación de la emancipación social en esta entrada en la fase de declinación final (que podrá durar siglos), sino la imposibilidad de evolución hasta los niveles de su apogeo en el siglo XIX.
Y la fuerza que mantiene la dinámica hasta el momento irresistible de esas sociedades en los marcos miserables es el mismo capital como fuerza social mundial. De allí que solamente su superación desamarrará el nudo que ata la mayor parte de la humanidad a la reproducción de sociedades capitalistas de la miseria. Pero mientras la revolución anticapitalista no ocurre en los polos dominantes del capital, esa superación ocurrirá y continuará ocurriendo, como ocurrió en la historia del siglo XX y en este siglo, exactamente en el universo de los capitalismos de las revoluciones conservadoras.
Cual, entonces, es el secreto de la transición anticapitalista que no consigue ir más allá del capital en eses capitalismos? Cual el secreto del fracaso de los así llamados socialismos del siglo XX? Esa respuesta es esencial para las revoluciones del siglo XXI y aquellas revoluciones socialistas que todavía persisten.
Este trabajo se encuentra incompleto. Falta toda la discusión sobre “La Dinámica propia de la sociedad comunista”.
Notas:
Objeto tan complejo, capaz de engañar a los más eminentes historiadores (4). Si Hobsbawn, en 2007, expresa perplejidad e incomprensión sobre el por qué del continente latinoamericano haber “permanecido al margen de la historia occidental y allí continua”, si él es capaz de tan gran absurdo, entonces estamos todos perdonados. Somos de hecho una particularidad todavía por descifrar, obstrutiva a pesar de nuestros más que seculares esfuerzos teóricos.
Ocurre, muy resumidamente, no ser el atraso, sino que la vanguardia de la evolución del capital. La invención del Nuevo Mundo Ibérico colonial, luego mundializado a lo largo de los siglos XV al XVII, fue la cuna del sistema mundial capitalista, el espacio de plena libertad con el cual el capital contó para su más rápido y crecimiento sin trabas. Nacemos como forma histórica intencional y planeada del capital y nos tornamos naciones por casualidad. Nuestra medida histórica es, por lo tanto, el capital mundial en su forma genérica, más desarrollada. Fue de esa forma que transitamos de un polo nacional dominante a otro.
Ahora estamos subordinadamente en el nivel genérico monopolista y bajo el imperio mundial absoluto de ese capital. Nuestro capitalismo de la miseria se estacionó en su última fase y la revolución desapareció del léxico a no ser en FHC y Lula bajo la forma de la revolución silenciosa. La revolución invocada por FHC en su discurso de asunción no era más que la neoliberal. (5)
e - El sentido de la política en las revoluciones burguesas conservadoras.
Hay dos líneas de adecuación política burguesa al dominio absoluto del capital financiero. La línea subordinada más directamente a este, la de la derecha burguesa - al estilo de nuestro viejo Partido Republicano en la Primera República - vinculada a la declinación del estado como capitalista colectivo capaz de confrontarse con la fuerza política y económica del capital dominante. Otra línea, que expresa el fortalecimiento del estado nacional como forma de realización de otras fuerzas sociales, inclusive capitalistas y no hegemónicas, necesitadas de afirmarse bajo el imperio no contestado del capital financiero. Esa línea es lo que podemos llamar genéricamente de izquierda burguesa, a semejanza de lo que fue entre nosotros el viejo Partido Democrático.
La revolución burguesa conservadora mantiene sus viejas polaridades políticas respectivas a la forma del capital dominante. Su forma modernizada no supera las limitaciones impuestas por el capital en su dimensión mundial - las fuerzas solidarias y más directamente dependientes de esta (la derecha) y las fuerzas no - automáticamente solidarias y necesitadas de afirmación contra este (la izquierda). Situación ontológica del mundo colonial ibérico desde su nacimiento en el siglo XV.
PT y aliados de un lado y del otro el PSDB (Partido Social Democrata brasileiro) y su coligación reproducen las viejas anclajes coloniales. La gran novedad es la dimensión todavía muy minoritaria de las fuerzas populares de la extrema izquierda, o sea, de la izquierda proletaria socialista y comunista. Muchas de estas, todavía se encuentran imantadas al polo izquierdo de la política y en gran medida porque la teoría de la superación revolucionaria del status quo necesita resolver los impases no resueltos de las revoluciones socialistas del siglo XX.
f – Revoluciones burguesas conservadoras, revoluciones socialistas y otras revoluciones.
Decíamos en la introducción que esta era histórica vive bajo las ruinas del fracaso de cuatro vertientes de la transformación social. De allí vivimos hoy inmersos en el polvo de sus mitos. El denominador común que explica su fracaso es el presupuesto metafísico de todas, su ignorancia del deslímite del capital, su incontenible sed de destrucción que nos aproxima a la posibilidad muy real de extinción de la vida humana sobre el planeta no solamente por los artefactos atómicos que crean inseguridad creciente, sino por el efecto estufa derivado del modo capitalista de producir.
Decíamos también que el proceso de modernización capitalista en los marcos de las revoluciones burguesas conservadoras, en los capitalismos de la miseria, a través de reformas sucesivas, no es capaz de liquidar su forma particular miserable. Y hablamos de miseria como categoría total: económica, política, cultural, social. O sea, la particularidad de las revoluciones burguesas conservadoras está en su imposibilidad de saltar a la liquidación de la miseria a través del capitalismo. En América Latina asistimos al fracaso de las revoluciones políticas redundantes en el proceso de industrialización bajo el influjo ideológico de las varias teorías desarrollistas y del cepalismo en particular. La permanente reproducción del polo conservador renueva infinitamente sus formas obstruídas conservadoras, como un loco caleidoscopio. Lo viejo renovado pesará natural y permanentemente sobre lo nuevo, de modo de limitarlo, cerceando su alcance y profundidad.
Pero no sólo el salto capitalista autónomo, democrático, soberano fue y permanece imposible, sino también su transformación radical en sentido comunista. Su forma particular conformará naturalmente las dos ilusiones: la de la posible transformación capitalista sin revolución capitalista radical y la de la transformación socialista radical sin la emancipación de los trabajadores. La transformación socio-económica en los marcos de las revoluciones burguesas conservadoras se enfrenta con la maldición del caleidoscopio, su forma particular de producción y reproducción del capital.
Aquello que tomó la designación de desarrollismo y socialismo en el siglo XX originó procesos irremediablemente condenados al fracaso, o sea, a la permanencia en los horizontes del capitalismo de la miseria. Eso no quiere decir absolutamente capitalismos insignificantes, sea visto los BRICS, uno más poderoso que el otro. Refiero-me a su necesaria incapacidad congénita de hacer avanzar la acumulación ampliada del capital con liquidación de los complejos socio-económicos pretéritos, o sea, sin la reproducción modernizada de las viejas clases explotadoras. De tal forma que no solo observamos allí la involución común a todo el sistema capitalista de inmanente liquidación de la emancipación social en esta entrada en la fase de declinación final (que podrá durar siglos), sino la imposibilidad de evolución hasta los niveles de su apogeo en el siglo XIX.
Y la fuerza que mantiene la dinámica hasta el momento irresistible de esas sociedades en los marcos miserables es el mismo capital como fuerza social mundial. De allí que solamente su superación desamarrará el nudo que ata la mayor parte de la humanidad a la reproducción de sociedades capitalistas de la miseria. Pero mientras la revolución anticapitalista no ocurre en los polos dominantes del capital, esa superación ocurrirá y continuará ocurriendo, como ocurrió en la historia del siglo XX y en este siglo, exactamente en el universo de los capitalismos de las revoluciones conservadoras.
Cual, entonces, es el secreto de la transición anticapitalista que no consigue ir más allá del capital en eses capitalismos? Cual el secreto del fracaso de los así llamados socialismos del siglo XX? Esa respuesta es esencial para las revoluciones del siglo XXI y aquellas revoluciones socialistas que todavía persisten.
Este trabajo se encuentra incompleto. Falta toda la discusión sobre “La Dinámica propia de la sociedad comunista”.
Notas:
4) Vea entrevista de Hobsbawne en “Folha de São Paulo”, del 30/09/2007, donde el dice: ” Dejando de juicios de valor... Lo más impresionante para mi hoy es percibir que antes yo consideraba 40 años un tiempo muy largo en la historia, y ahora sé que cabe en una vida humana. Para un historiador, América Latina, Brasil, son lugares donde se puede acompañar un proceso entero. Como fue importante para Darwin con relación a la biología, ocurre de la misma forma para la historia. Es un continente increíble. Pero lo que continúa siendo un misterio para mi es porque, además de su gran potencial, América Latina haya permanecido a márgenes de la historia occidental y allí continua. Y es de ese modo, también, que está entrando en el siglo 21”.
5) “Esta verdadera revolución social es de mentalidad solo irá acontecer con el concurso de la sociedad (...) “Yo los convoco para cambiar el Brasil”. (1995) Observe la impropiedad conceptual de tomar como sinónimos revolución y cambio.
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