sábado, 19 de marzo de 2016

BRASIL: SIN IZQUIERDA Y SIN RUMBO. (EL VENENO DE LA CORRUPCIÓN DESTROZA A LA IZQUIERDA).

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Brasil Dilma y Lula. El Partido de los Trabajadores. Gobernaron una década con el desarrollo de excelentes políticas sociales que sacaron de la pobreza y extrema pobreza a más de 60 millones de familias brasileñas. Y las Políticas de Estado, donde están Señores Presidentes?, el Poder no lo tocaron, el Estado, menos, lo respetaron, tuvieron miedo, y hoy quien los respeta? Las políticas contra la corrupción donde las dejaron. Políticas en favor de los derechos sociales de la "nueva clase media" ascendente, la dejaron en el "gabinete" durmiendo el "sueño de los justos, la CONFIANZA ese Don  supremo, nacido y propiedad del pueblo, que en un momento histórico les concedió, dónde está? La remataron, la hipotecaron, la vendieron al enemigo de clase. Que grave y riesgoso es gobernar sin la Confianza de la Ciudadanía. Hoy la burguesía política y empresarial (la derecha política) le exige Rendición de Cuentas, Transparencia, Accountability social y ha tomado las calles y plazas públicas, además cuentan con el poderoso apoyo de las corporaciones de los medios y del Poder Judicial: Hoy los están demoliendo políticamente. Y lo peor es que la demolición política no es “sólo” al Presidente Lula y  a la Presidenta Dilma, es a la “izquierda”, pero no sólo de Brasil, es a toda la izquierda progresista de América latina, porque Lula gobernó a nombre y representación de los trabajadores, de la izquierda progresista y democrática del Brasil y América latina. Los errores políticos se “pagan muy caro” y sobre todo la derecha política y sus poderes fácticos, buscan “terminar, demoler” hacer pedazos del enemigo de clase. Y que hizo Lula con la derecha política-empresarial, los representó, los conectó hacia los mercados del mundo, convivió políticamente con ellos – se dice que Lula fue el padre de los pobres, pero también la madre de los empresarios transnacionales”.

Ahora ellos, las clases dominantes no han saciado del todo su codicia, todo su poder y exigen, piden y pelean por mucho más, pero eliminando al “enemigo de clase”, al enemigo político, que nunca más debe volver al gobierno, y cómo lo atacan?, con lo mismo que ellos le dieron, el veneno neoliberal de la corrupción. Para ello la derecha envilecida, y sus diversas ramificaciones de Poder, nos quitaron, nos expropiaron nuestro recinto histórico, el lugar donde nacimos, como es, la calle, la plaza pública (Ya con anterioridad habían destrozado los gremios, los sindicatos, los partidos políticos, por medio de las políticas del Consenso de Washington) – el escenario de escenario de  las clases y la lucha de clases - y desde ese nuevo escenario apuntan con todos sus poderes, para destrozarlos, hasta terminarlos, pero no con golpes de Estado, NO eso pasó a la historia, sino con las mismas “armas políticas” con las cuales la izquierda, históricamente ha combatido a la derecha empresarial en calles y plazas, como es la corrupción – porque solo ellos piensan, quienes? , los “ideólogos de la izquierda” y sus profesionales de los últimos tiempos, “opinólogos, líderes de opinión pública, dirigentes de masas, gobernantes” que las clases y la lucha de clases han desaparecido o incluso ganan la partida cuando opinan que es asunto sólo de comunistas (reciclados y otros que añoran el pasado) los anti-sistema o los radicales ambientalistas y defensores de los DD.HH. Los grandes errores políticos – traición a una alternativa política de clase, traición a un Proyecto Político e Histórico – hoy en las calles y plazas públicas, se paga muy caro y públicamente son los “Corruptos” del siglo XXI.


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Brasil Dilma y Lula. El partido de los Trabajadores. Gobernaron una década con el desarrollo de excelentes políticas sociales que sacaron de la pobreza y extrema pobreza a más de 60 millones de familias brasileñas. Y la Políticas de Estado contra la corrupción donde las dejaron. En favor de los nuevos derechos sociales de la "nueva clase media" ascendente, la dejaron en el "gabinete" durmiendo el "sueño de los justos. Hoy la burguesía política y empresarial ( la derecha política) le exige Rendición de Cuentas, Transparencia, Accountability social y ha tomado las calles y plazas públicas, además cuentan con el poderoso apoyo de las corporaciones de los medios y del Poder Judicial: Hoy los están demoliendo políticamente.
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BRASIL: SIN IZQUIERDA Y SIN RUMBO.
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Raúl Zibechi.

La Jornada 19 de marzo del 2016.

Una de las principales características del caos sistémico es la opacidad y la imprevisibilidad de los escenarios geopolíticos y políticos, globales y locales, fruto en gran medida de las transiciones en curso y de la superposición de diversos actores que influyen/desvían el curso de los acontecimientos. En suma, una realidad hipercompleja en la que es posible visualizar las grandes tendencias, pero no es tan sencillo comprender la coyuntura. En todo caso, una realidad resistente a las simplificaciones.

Los recientes sucesos en Brasil, la detención de Lula y su posterior nombramiento al frente del gabinete ministerial, y las manifestaciones del pasado domingo, parecen precipitar los acontecimientos. Sin embargo, no será sencilla la destitución de la presidenta Dilma Roussseff para poner fin al gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), ya que la oposición también está afectada por la falta de credibilidad. Lo que se terminó en Brasil fue un periodo más o menos prolongado de estabilidad política y económica, ya que no existe una coalición capaz de estabilizar el país.

Veamos las que creo que son las tendencias principales, con sus respectivas contratendencias.

La primera es que resulta evidente que existe una potente ofensiva destituyente contra el gobierno y el PT, por parte de las derechas: los grandes medios, el capital financiero brasileño e internacional, Estados Unidos y, según parece, una parte del aparato judicial. La operación Lava Jato (Lavado Rápido) sería parte de esta ofensiva que se acentúa a medida que el escenario global se polariza.

Sin embargo, diversos analistas cercanos a la izquierda opinan lo contrario y no miden la actuación de la justicia por los impactos políticos. El sociólogo Luiz Werneck Vianna sostiene que “la naturaleza de la operación Lava Jato es republicana y su función es denunciar el contubernio entre la esfera pública y la esfera privada” (http://goo.gl/XnMEDo). Agrega que quienes denuncian al Lava Jato como maniobra de la derecha defienden pequeños intereses y que la relación entre lo público y lo privado había llegado a extremos que clamaban una intervención.

La segunda tendencia es la disolución de las izquierdas. Hay personas que dicen cosas que parecen de izquierda, pero no existe fuerza social y política con valores y actitudes de izquierda. El más importante intelectual de izquierda brasileño, el sociólogo Francisco de Oliveira, sostiene que no hay lucha de ideas y de posiciones políticas, apenas desfiles callejeros, y que la izquierda no tiene capacidad de convocatoria. “La izquierda está sin rumbo –dice–. Yo mismo soy de izquierda y estoy sin rumbo” (http://goo.gl/67nxKq).

Un síntoma de la inexistencia de izquierda es la incapacidad de autocrítica, no sólo por los políticos y dirigentes, sino también por los llamados intelectuales que, en su inmensa mayoría, culpan de todo a la derecha y a los medios y son incapaces de tomar en cuenta los datos que contradicen su análisis. El pasado domingo los manifestantes, que se supone son de derecha, abuchearon y echaron a los principales dirigentes de la oposición, el gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, y el senador Aecio Neves, del Partido Social Demócrata Brasileño, al grito de ladrones y oportunistas.

¿Cómo encajan estos hechos en el análisis simplista de los intelectuales de izquierda? Las denuncias más demoledoras contra Lula y Dilma (y buena parte de los políticos de derecha) provienen de Delcidio Amaral, senador por el PT, elegido por Dilma para liderar el Senado. Antes había sido ministro de Minas y Energía bajo Itamar Franco (1994 y 1995) y director de Petrobras bajo Fernando Henrique Cardoso (2000 y 2001), y es considerado experto en negocios turbios (Página 12, 16/3/16). Este es el tipo de personas que el PT recluta desde que ocupa el gobierno.

No hay izquierda porque el PT se encargó de aniquilarla, política y éticamente. Lula fue durante años el embajador de las multinacionales brasileñas. Entre 2011 y 2012 visitó 30 países, de los cuales 20 están en África y América Latina. Las constructoras pagaron 13 de esos viajes, la casi totalidad Odebrecht, OAS y Camargo Correa (Folha de Sao Paulo, 22/3/13). Es apenas una cara del consenso lulista. La otra es la domesticación de los movimientos.

Es cierto que hay una contratendencia desde abajo marcada por un nuevo activismo social, que se manifestó en 2013 con el Movimento Passe Livre, luego con las ocupaciones de los sin techo, el nuevo activismo feminista y más recientemente con la ocupación de cientos de colegios secundarios. Pero estos movimientos ya no obedecen a la vieja lógica (correa de trasmisión de los partidos), sino a nuevas relaciones sociales, entre las que destaca la autonomía de los partidos y los sindicatos, la horizontalidad y el consenso para tomar decisiones.

La tercera tendencia es el fin de la hegemonía de los diversos actores políticos o sociales. Una sociedad sin hegemonía quiere decir una sociedad caótica, desordenada, en la que ninguna instancia tiene legitimidad ni capacidad para determinar los rumbos que se toman. Para la izquierda institucional y electoral, y para los profesionales del pensamiento, esto es un horror, un peligro del que se debe huir. Para quienes apostamos al autogobierno de pueblos y comunidades, es una posibilidad real de expropiar a los expropiadores, ya que es la antesala de un colapso sistémico.

Con dos condiciones. Una, que no se crea que el viejo mundo caerá sin afectarnos. Seremos parte del naufragio, estaremos en peligro, tanto como los sectores populares. Esto no es ni bueno ni malo, es el precio a pagar para tener la posibilidad de crear un mundo nuevo.

La otra es que no existe la menor certeza. Lo previsible es el Estado, las instituciones, las multinacionales. El colapso es una apuesta, pero no un juego, en el que ponemos el cuerpo y nos arriesgamos a perderlo todo, para imprimirle un cambio de rumbo a la humanidad.


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