viernes, 17 de enero de 2020

LA OBRA DE MARIÁTEGUI CONTINUARÁ ACOMPAÑANDO LAS LUCHAS VENIDERAS DE LOS CONDENADOS DE LA TIERRA.

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EL PENSAMIENTO DE JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI
Hasta 1919, fecha en que volvió al Perú después de permanecer tres años en Europa, duró lo que él llamó su "edad de piedra" para referirse a la evolución de su pensamiento. De regreso a Lima, inició la ya relatada campaña de proselitismo ideológico, hasta declararse "marxista convicto y confeso": en esa época fundaría la Confederación General de Trabajadores y el Partido Socialista.

Un hito fundamental de su trayectoria fue la fundación de la famosa revista Amauta (1926-1930), que contribuyó a difundir no sólo el ideario socialista, sino también las principales manifestaciones de la vanguardia, y que propició la discusión de los problemas más sensibles del Perú de entonces, como la cuestión indigenista, en la que tomó partido concibiendo el indigenismo dentro de un contexto más amplio, alejándose de la ortodoxia de considerar a este movimiento la única vía posible de expresión para el arte y la literatura peruana.

Sus ideas en esta etapa tienen dos claros referentes doctrinarios: el materialismo histórico y el socialismo marxista; con ellos articuló de manera sólida y coherente una visión del Perú que hasta hoy sigue siendo referencia obligada. En ese sentido, uno de sus libros más difundidos, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928), representa un auténtico paradigma de análisis político, social y cultural, y coloca a Mariátegui como iniciador del ensayo como materia y estructura en la literatura nacional.

 


En el primer ensayo de los contenidos en dicha obra, se estudia brevemente la evolución de la economía peruana, subrayando la influencia negativa que para el desarrollo de la economía capitalista en el Perú ejerce el régimen feudal imperante. En el segundo se ocupa del problema del indio y propugna un nuevo planteamiento que lo vincule al de la propiedad de la tierra. El régimen de propiedad agraria es el tema del tercer ensayo. En él se hace un profundo y minucioso examen de la situación de la economía agrícola en las diversas regiones del Perú y de los problemas jurídicos y sociales ligados a ella. El cuarto, titulado "El Proceso de la Instrucción Pública", constituye una contribución al análisis de los problemas que plantea la educación peruana, desde la perspectiva del socialismo.

El quinto de los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana estudia la función que la religión ha tenido en la vida peruana. En el sexto, titulado "Regionalismo y Centralismo", el autor toma posición en el debate entre los defensores de la organización central y los federalistas. Frente a ellos, defiende un nuevo regionalismo, opuesto tanto al centralismo que olvida los intereses de las provincias, cuanto al regionalismo de cepa feudal. En el séptimo y último ensayo se hace una revisión del proceso de la literatura peruana. Mariátegui señala la dependencia de ésta respecto a la organización económica del Perú en sus diversas etapas históricas y destaca, como rasgos característicos de la literatura de la época, la liberación del espíritu colonial, la tendencia creciente a aproximarse a la vida nacional y la influencia del espíritu cosmopolita.

Su posición marxista decidida y apasionada lo llevó con frecuencia a la polémica, y fruto de ella fue su trabajo titulado Defensa del marxismo, frente a la posición revisionista del político y teórico belga Henri de Man. Cabe anotar un rasgo peculiar de su pensamiento marxista, al que él consideraba no calco ni copia, sino "creación heroica": su heterodoxia, especialmente en el terreno del análisis literario.


En efecto, Mariátegui rebasó las fronteras del historicismo positivista y los límites que imponía el marxismo al arte, y al mismo tiempo concibió la literatura como un fenómeno estético, histórico y social. Asimismo, es valiosa su periodización de la literatura peruana en tres fases: colonial, cosmopolita y nacional. Fue por tanto un agudo crítico de la cultura de su tiempo y mantuvo siempre una sensibilidad despierta y entusiasta ante las nuevas formas artísticas surgidas entre las décadas de 1920 y 1930. Su prematura muerte truncó su obra.

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LA OBRA DE MARIÁTEGUI CONTINUARÁ ACOMPAÑANDO LAS LUCHAS VENIDERAS DE LOS CONDENADOS DE LA TIERRA.
Reseña del libro "In the Red Corner. The Marxism of José Carlos Mariátegui" de Mike González.
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Luis Martínez Andrade

Rebelión jueves 16 de enero del 2020.

Mike Gonzalez, profesor de la Universidad de Glasgow, nos presenta una historia intelectual de José Carlos Mariátegui (1894-1930), considerado el marxista más original de América Latina. Aunque este libro se dirige principalmente a un público de lengua inglesa, su publicación reviste un especial interés para el mundo latinoamericano. Incluso, el autor señala que la “resurrección de Mariátegui” está ligada no solo a la celebración de su centenario (1994) sino también al horizonte abierto por los movimientos indígenas -como la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador o el Ejército Zapatista de Liberación Nacional del sureste mexicano- durante la década de los noventa.

Compuesto por diez capítulos, el libro de González retoma los pasajes más significativos de la vida de Mariátegui (la “edad de piedra”, el descubrimiento de América en Europa, el vínculo con la Universidad Popular Manuel González Prada, su relación con Haya de la Torre, su polémica con el Comintern, por mencionar algunos) y, por supuesto, su labor como intelectual orgánico del movimiento proletario peruano (fundación de diversas publicaciones como La Razón en 1919 o Amauta en 1926). Además, el autor aborda las diversas temáticas tratadas por Mariátegui: la importancia de la organización política (“Frente único”), la cuestión indígena (problema fundamentalmente económico), la pulsión romántica expresada en su interés por el “mito” y la “tradición”, la literatura en general y el surrealismo en particular y, por supuesto, el marxismo como método dialéctico.
 

Dentro de los aspectos que merecen ser destacados en este trabajo, me gustaría mencionar los siguientes. Primero, la manera de presentar cada faceta de Mariátegui. A partir de una temática específica (“La crisis mundial” o “Amauta”, por ejemplo), González no solo articula la vida y la obra de Mariátegui, sino que además aprovecha para cuestionar algunos procesos sociopolíticos contemporáneos (The Pink tide). Segundo, el vínculo entre la noción de “mito” y la idea de “frente único”, en el que tanto la religiosidad popular como las alianzas políticas juegan un papel fundamental en los procesos de emancipación (p. 81), es presentado como un rasgo particular en la perspectiva mariateguista. Tercero, el reconocimiento de Mariátegui como figura señera de la tradición marxista. Efectivamente, en algunas ocasiones Mariátegui ha sido comparado, de manera condescendiente, con autores de la talla de Antonio Gramsci o Walter Benjamin (p. 149). Sin embargo, en este trabajo, el pensador peruano es ponderado como un maître à penser del pensamiento crítico revolucionario.

Por nuestra parte, creemos que quizá, al ser el mundo de lengua inglesa el principal destinatario de esta obra, el autor soslaya las investigaciones producidas estos últimos años por sus homólogos latinoamericanos (Héctor Alimonda, Néstor Kohan, Miguel Mazzeo, Segundo Montoya, Gustavo Pérez Hinojosa o Flavia Pierina Ferretti, solo por mencionar algunos). 

Con esta observación queremos señalar la posibilidad de un encuentro o contrapunteo entre las ideas de González y las de los investigadores citados. Por ejemplo, ¿qué implicaciones filosóficas (E. Gogol) involucra la relación entre raza y clase (p. 133)? ¿Cuáles fueron las condiciones (materiales y subjetivas) que propiciaron el “hallazgo del sujeto indígena” (M. Mazzeo) en su perspectiva revolucionaria? ¿Qué papel jugaron Pedro S. Zulen y Ezequiel Urviola (p. 11) en su giro decolonial (H. Alimonda)? ¿Cómo se articula el mito revolucionario y la mística (p. 76) en los procesos socio-políticos de liberación (Löwy)? ¿Qué implicaciones teológico-políticas acarrea dicha articulación (Allan da Silva Coelho)? ¿Cuál es la potencialidad del “nacionalismo” de los pueblos oprimidos (N. Kohan) en una lucha antiimperialista? Estas son algunas interrogantes que nos produce, desde una lectura latinoamericana, el trabajo de González.

En términos generales, el texto de González es una introducción muy completa tanto a la vida como a la obra de José Carlos Mariátegui y, en ese sentido, es una importante contribución a la historia intelectual de la tradición marxista. Huelga decir que coincidimos con González cuando afirma que “la cuestión clave para los socialistas revolucionarios de ahora es cómo colaborar, en cuanto revolucionarios, con los movimientos sociales con horizontes muy variados y ahí Mariátegui tiene mucho que ofrecernos en esta discusión” (p. 4).

Efectivamente, los vientos del fascismo están siendo insuflados por una época donde el populismo autoritario parece reinar, por consiguiente, solo la organización desde abajo y a la izquierda podrá detener este proyecto de muerte. El pensamiento de Mariátegui seguirá teniendo eco en este siglo XXI y, por tanto, seguirá siendo una fuente de inspiración para nuestra generación. Sin duda alguna, su obra continuará acompañando las luchas venideras de los condenados de la tierra, de aquellas y aquellos que no sucumben frente a las entelequias del poder (y sus proyectos de muerte), ni claudican ante los potros de bárbaros atilas (conocidos hoy como empresas trasnacionales).

Luis Martínez Andrade, sociólogo mexicano.

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