domingo, 20 de abril de 2008

EL NUEVO ESTADO DEL MUNDO.

El Nuevo Estado del Mundo.

Ignacio Ramonet

Le Monde Diplomatique


Trágicos fogonazos del conflicto más antiguo del planeta, las recientes hostilidades en Gaza y el Líbano atestiguan a su manera, cinco años después de los atentados del 11 de septiembre, las características del nuevo estado del mundo.
Trágicos fogonazos del conflicto más antiguo del planeta. las recientes hostilidades en Gaza y el Líbano atestiguan a su manera. cinco años después de los atentados del 11 de septiembre. las características del nuevo estado del mundo. A la ONU le cuesta poner en pie la fuerza de interposición en el Líbano, mientras la política de "guerra contra el terrorismo" de Washington y sus aliados no hace más que exacerbar los conflictos; Irán desafía al Consejo de Seguridad, invitándolo a "negociaciones serias" y emergen nuevos actores, sobre todo en Asia. La injusticia social, la pobreza, las migraciones, el comercio, el medio ambiente se vuelven más apremiantes y el curso de la mundialización parece dar un vuelco.
A modo de esbozo cartográfico que ayude a ubicarse en los laberintos de la actualidad, se presentan aquí, en cuatro observaciones generales y diez breves consideraciones, algunos modestos elementos de orientación sobre el nuevo estado del mundo.
Observaciones generales.
Primera: El principal fenómeno de nuestra época, la mundialización económica, no parece haber incidido directamente en estos enfrentamientos en Medio Oriente. Ni para desencadenados, ni para fomentados, ni para apaciguarlos.
Lo que confirmaría dos postulados: el carácter arcaico de esta guerra en la que se mezclan, como en el siglo XIX, conflictos territoriales, crispaciones nacionalistas y I pasiones religiosas; además, el error de la ideología liberal de creer que el mero aumento de los intercambios es generador de paz.
Segunda: El hecho de que una vez más Medio Oriente concite la atención de los medios de comunicación no debe hacer olvidar la importancia estratégica de Asia, donde se juega en gran parte el destino del siglo XXI, teniendo en cuenta el creciente peso de dos gigantes, India y China. No hay que subestimar el peligro de enfrentamientos entre China y Taiwán; Corea del Norte y Japón; India y Pakistán.
Tampoco debe subestimarse al África Subsahariana donde, como en una olla a presión, se acumulan problemas de todo tipo (entre ellos el de la miseria extrema y los migrantes clandestinos), que acabarán explotándoles en la cara a los países ricos.
Tercera: La guerra nuclear vuelve a convertirse en una de las dos mayores amenazas que pesan sobre el mundo (la otra es la catástrofe ecológica). Israel, a quien durante los recientes combates le costó imponerse claramente por medios militares convencionales, posee armas atómicas pero, al igual que otros dos Estados nucleares rivales, Pakistán e India, no adhirió al Tratado de No Proliferación Nuclear.
No lejos de este escenario, tres potencias económicas se encuentran militarmente comprometidas y sufren desengaños: Estados Unidos, Reino Unido y Rusia. Las dos primeras en Irak y Afganistán, la tercera en Chechenia. Por añadidura, la más importante alianza militar, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de la que Francia (a su vez potencia atómica) es miembro, combate también en Afganistán.
Aunque existan en otras partes peligros de conflicto nuclear –en la península de Corea y el Estrecho de Taiwán – la zona que se extiende desde las fronteras occidentales de India hasta el Canal de Suez concentra el arsenal más devastador de todos los tiempos. Con excepción de China, todas las grandes potencias se encuentran allí militarmente activas. Una simple chispa puede producir la deflagración.
Por eso, el manejo de las crisis que allí se suceden requiere una experiencia diplomática cuya clave sólo posee Naciones Unidas. Pero, tal como acaba de demostrarse en el Líbano, la ONU, en su actual configuración, sigue siendo a la vez indispensable y desesperadamente impotente frente a los grandes conflictos contemporáneos. En cuanto a la Unión Europea (DE), con su larga historia de desastres bélicos, sería el mejor de los mediadores... si no siguiera siendo un enano político.
Cuarta: Para comprender las estrategias hoy utilizadas, es preciso distinguir claramente los tres tableros en los cuales se juega nuestro futuro:

a) el militar, en el que dominan los Estados–Naciones condicionados por el factor territorial y los ciclos electorales breves (lo que los torna poco aptos para abordar los problemas a largo plazo y planetarios).
Aquí la supremacía de Estados Unidos es total, así como su voluntad de imponer un mundo unipolar;
b) el económico y comercial, en el que funcionan las lógicas de la mundialización definidas por el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización Mundial del Comercio (OMC). Aquí imperan las empresas privadas Y los intereses financieros, en una multiplicación de intercambios que deja entrever la perspectiva de un mundo multipolar;
c) el ecológico y social, en el que se acumulan los problemas en tres niveles. El del medio ambiente (cambio c1imático, efecto invernadero, contaminación, deforestación, agua potable, biodiversidad). El de la necesidad de nuevas reglas internacionales (para luchar contra la injusticia del orden mundial que alimenta las tensiones internacionales; para manejar las migraciones, la utilización de organismos genéticamente modificados, la propiedad intelectual, la investigación genética, la evasion fiscal, la delincuencia moderna). Y el del destino de las poblaciones de la Tierra (el continente africano, pandemias, miseria, fractura digital, megalópolis, hambre, educación, trabajo, catástrofes naturales). Aquí predominan los pobres, los desórdenes, el desamparo y el caos.
Entre estos tres tableros, las articulaciones son aleatorias. A menudo evidentes, a veces inexistentes, en algunos casos enigmáticas.
Consideraciones breves.
Además de estas observaciones generales, cabe deducir del reciente conflicto en Medio Oriente algunas prudentes consideraciones.
Primera: Este nuevo estallido aporta una confirmación de carácter geopolítico: desde la Guerra del Golfo en 1991, esta región–polvorín ocupa efectivamente el epicentro del actual "foco perturbador mundial". Desde 1914 y hasta el final de la Guerra Fría, este foco se ubicaba en Europa. Actualmente abarca un área geográfica donde el Islam es la religión dominante y donde se sitúan, de Pakistán a Egipto, la mayoría de los grandes enfrentamientos contemporáneos: Cachemira, Afganistán, Chechenia, Cáucaso, Kurdistán, Irak, Líbano, Palestina, Somalia, Darfur...
Esta zona acumula también fuertes tensiones internacionales: diferendo entre Pakistán e India a propósito de Cachemira; amenazas a Irán, sospechoso de querer desarrollar armas atómicas; presiones de Rusia en Transcaucasia; temor de Turquía a propósito del Kurdistán iraquí; numerosos litigios por el control del agua dulce; codicia generada por la existencia, en el corazón de un vasto triángulo formado por el Golfo, Irán y el Mar Negro, de las principales reservas de hidrocarburos.
Segunda: Si bien es indiscutible que Israel tiene derecho a defenderse, la desmesura de los castigos infligidos a los civiles palestinos y libaneses sólo refleja, paradójicamente, una suerte de loca impotencia. Esto por una simple razón, que los mismos estadounidenses comienzan a entender y que el ex–presidente William Clinton expresa de esta manera: "No podemos matar a todos nuestros enemigos". Los de Israel en la región abundan.
En una guerra asimétrica, la superioridad militar aplastante no garantiza en absoluto la victoria. Estados Unidos repite su amarga experiencia. "Temo que Irak se convierta en nuestro peor desastre desde Vietnam", señala la ex–secretaria de Estado Madeleine Albright
Recurrir a un militarismo excesivo y perimido no acerca la solución política, mientras no se logre la paz, única garantía de la seguridad de Israel. Y la paz depende siempre de las negociaciones con el enemigo.
Tercera: El frente mediático resulta más decisivo que nunca. Pero el contexto de la información se metamorfoseó. El bombardeo israelí a centrales eléctricas, telefónicas y canales de televisión (Al–Manar TV, particularmente) para volver ciego, sordo y mudo el sistema de comunicación del adversario, resultó ineficaz.
Los teléfonos celulares, las cámaras miniatura y los blogs de combatientes o testigos oculares permiten actualmente una difusión global casi instantánea de imágenes de denuncia. Los bombardeos, por intensos que sean, no pueden destruir las redes de Internet, concebida para resistir ataques nucleares. Tampoco aquí los israelíes parecen haber aprendido la lección de los desengaños estadounidenses en Irak tras la difusión de las imágenes de Abu Ghraib y otros testimonios aterradores. Ni la de la caída de la imagen de Estados Unidos a los ojos de la opinión pública mundial.
Cuarta: En esta región, la democracia –que Washington asegura querer instaurar en todas partes – no constituye en absoluto un escudo contra los ataques de Israel, un Estado también democrático... A pesar de que los palestinos, únicos ciudadanos árabes de Medio Oriente –junto con los libaneses– que votaron democráticamente, en enero de 2006, eligiendo a Hamas, le tomaron la palabra, la administración Bush cerró los ojos y dejó que masacraran a (malos) demócratas y encarcelaran a sus representantes electos en Gaza.
Impuesto para "combatir el terrorismo", el castigo a Gaza y al Líbano producirá indudablemente el efecto contrario. ''Una operación que asesina a cinco insurgentes es contraproducente si sus efectos colaterales generan el reclutamiento de cincuenta nuevos rebeldes", recuerda William Pfaff.
Excesos que terminan creando lo que Mao Tse–Tung denominaba: "El mar donde nadan los combatientes de la guerrilla".
Al igual que en Palestina y el Líbano, en el conjunto del "foco perturbador" el islamismo radical está en expansión. Bajo sus diversos componentes, y a pesar de todas las reservas que puede inspirar, constituye la principal fuerza política que se opone por las armas a la dominación imperial de Estados Unidos.
En tanto ideología mesiánica para cuyo éxito futuro los militantes están dispuestos a sacrificar su vida, el islamismo radical ocupa en parte (aun cuando esta comparación pueda resultar chocante), el lugar que el anarquismo o el comunismo, por ejemplo, ocuparon en los siglos XIX y XX. Cuando en otras zonas la violencia política retrocede, en Afganistán, donde los talibanes están de regreso y las fuerzas de la OTAN a la defensiva; en Somalia, Irak, Palestina y el Líbano la corriente salafista avanza con viento a favor.
Quinta: El poder de las organizaciones no estatales no deja de incrementarse. Particularmente, el de las organizaciones no gubernamentales de carácter humanitario, ecológico, social o jurídico, a veces instrumentadas y no siempre desinteresadas. Pero en el seno del foco perturbador pululan especialmente las organizaciones no estatales armadas, que desempeñan un papel determinante en los múltiples antagonismos. Tal como atestiguan el audaz ataque del brazo armado de Hamas en Gaza, perpetrado el 25 de junio pasado, y el de las milicias de Hezbollah en el Líbano, el 12 de julio pasado, que generaron las respuestas de Israel.
Para tener en cuenta: en alguna parte en esta zona se encuentra el cuartel general del "enemigo público número uno" de Estados Unidos, la organización islamita armada Al–Qaeda, dirigida por Osama Ben Laden, que reivindicó los atentados del 11 de septiembre de 2001. Y contra la cual Washington desató la actual "guerra infinita contra el terrorismo internacional".
Sexta: Los acontecimientos del 11 de septiembre nos hicieron ingresar efectivamente en una nueva era, ya que el presidente estadounidense George W. Bush y su entorno estimaron que el terror colectivo causado por esta tragedia les daba finalmente carta blanca para poner en práctica viejos delirios geopolíticos.
Recordemos tres de ellos: reivindicación del papel "imperial" de Estados Unidos en la conducción de los asuntos mundiales; asimilación de toda lucha de resistencia nacional (como la de Hamas y Hezbollah) al "terrorismo"; y prioridad acordada a la vigilancia generalizada de los ciudadanos a costa de sus libertades.
En nombre de este cuerpo de doctrina, se autorizó a la CIA y otros servicios de inteligencia a "liquidar" sospechosos o secuestrarlos en cualquier parte para llevarlos a prisiones secretas. Sin tener en cuenta las Convenciones de Ginebra y fuera de todo marco jurídico, se creó la cárcel de Guantánamo para encerrar y maltratar allí a personas sospechadas de vínculos con AI–Qaeda.
Sobre la base de mentiras (en realidad, para apoderarse del petróleo), una coalición angloestadounidense invadió Irak, que no estaba en absoluto implicado en los atentados del 11 de septiembre y no poseía ningún "arma de destrucción masiva". En un impulso wilsoniano, Washington se declaró dispuesto a rediseñar el "Gran MediO Oriente". Nada menos.
Se sabe lo que produjeron estas absurdas ambiciones. El mundo es hoy más peligroso. Y no es improbable un nuevo megaatentado. En cuanto a la temible máquina militar, está atascada en Irak, atrapada en una guerra asimétrica perdida, reducida a cometer o encubrir ella también atrocidades (detención de civiles, masacres, torturas sistemáticas) , que pretendía haber desterrado desde el naufragio de Vietnam.
El fracaso político es todavía más pasmoso. Gracias a las intervenciones estadounidenses, Irán, principal enemigo regional de Estados Unidos, se encontró liberado de sus rivales fronterizos: el régimen de los talibanes en Afganistán, el de Saddam Hussein en Irak. Y Teherán hoy se arma para defenderse.
Por otra parte, mientras Washington se concentraba en esta región, en América Latina, su propio patio trasero, sus viejos adversarios aprovechaban para tomar democráticamente el poder, en Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Panamá, República Dominicana, Bolivia... Una marea rosa o roja inédita que, por añadidura, vino naturalmente a fortalecer a Cuba y a Fidel Castro.
En el curso de estos años, Bush creyó poder reducir los problemas del mundo sólo al terrorismo y tratar al terrorismo, sólo mediante la represión militar. Se equivocó. y pisoteó tantos principios, violó tantos derechos que Noam Chomsky llegó á hablar de "la administración más peligrosa de la historia estadounidense", sin dudar en calificar a su país de "principal Estado terrorista" del planeta.

Séptima:
La guerra de Irak es muy cara. En 2005, los gastos militares de Estados Unidos alcanzaron los 500.000 millones de dólares, el equivalente a los del resto del mundo. Una cifra enorme. Sobre todo porque, como consecuencia de la mundialización, su sistema económico no se basa sólo en su capacidad manufacturera, sino en el consumo. Estados Unidos actúa como una bomba succionadora de finanzas, que importa capitales al ritmo de 700.000 a 800.000 millones de dólares por año. Capitales que financian el consumo de bienes importados.
Semejante succión del dinero mundial disponible crea una situación insostenible. El déficit comercial estadounidense incide en las finanzas internacionales al riesgo de generar una baja del dólar, una suba de las tasas de interés, una caída de las bolsas y una recesión mundial. Este problema, invisible, es uno de los principales de hoy.
Octava: Estimado en alrededor de 700.000 millones de dólares, el déficit estadounidense saca provecho de los países con mano de obra barata. A la cabeza de los cuales está China, pero también otros países emergentes (India, Corea del Sur, Taiwán, Brasil, México), cuya expansión económica comienza a preocupar a las potencias dominantes. Más aun cuando los precios de las materias primas (entre ellos, el del petróleo), se disparan en beneficio de Rusia, Kazajstán, Venezuela, China, Argelia.
La competencia de las empresas de estos países se vuelve más amenazadora. Ya existen unas 25 multinacionales globales en los Estados del Sur, y pronto serán un centenar. Las espectaculares ofertas de compra, como la de la China National Offshore Oil por la petrolera estadounidense Unocal, que fue rechazada, o la de la india Mittal Steel, por la siderúrgica europea Arcelor, que fue aceptada, se multiplican .
En consecuencia, se puede apostar a que la mundialización se acerca al final de un ciclo. Con su impulso actual, podría amenazar el dominio de las viejas potencias de siempre. Ya no cabe descartar un nuevo período de proteccionismo.
Novena: Los combates entre Israel y el Líbano dieron lugar al desplazamiento forzado de aproximadamente 1,2 millón de personas (900.000 libaneses y 300.000 israelíes). Semejantes desplazamientos a causa de la guerra siguen siendo puntuales. En cambio, las migraciones internacionales de mano de obra son estructurales y afectan a 175 millones de personas. Esto porque, a causa de las ganancias de productividad, el crecimiento económico, cuando existe, puede crear riqueza pero no suficiente empleo. Incluso China, que posee una tasa de crecimiento de más del 9%, crea aproximadamente 10 millones de empleos por año, es decir, dos veces menos que el número de personas que ingresan a su mercado laboral.
Los demás deben resignarse a la pobreza, o emigrar. Pero clandestinamente. Porque "la economía de mercado, señala el historiador Eric Hobsbawm, favorece la libre circulación de todos los medios de producción. Con excepción de la mano de obra, que sigue en gran medida bajo el control del Estado". Cohortes de personas, a menudo jóvenes y que gozan de buena salud, tratan de ingresar arriesgando sus vidas (tal como se vio en Melilla; como se ve en Canarias) en los escasos islotes de prosperidad del planeta. Más de 20 millones lograron hacerlo a Estados Unidos donde, al igual que en Europa, la cuestión de los indocumentado se trata actualmente en términos de seguridad nacional. Sin embargo, la bomba de la inmigración ilegal todavía no estalló.
Este gran drama humano pondrá a prueba a todas las sociedades desarrolladas.
Décima: El 14 de julio de 2006, la aviación israelí bombardeó los depósitos de combustible de la central eléctrica de Jiyé, al sur de Beirut. Alrededor de 15.000 toneladas de fuel–oil se derramaron en el mar. A comienzos de agosto, la marea negra afectaba un tercio de las playas libanesas, alcanzaba las costas sirias y amenazaba Chipre, Siria, Turquía, Grecia... e Israel.
Esta catástrofe ecológica, "efecto colateral" de las hostilidades, recuerda que los problemas ligados al medio ambiente se volverán altamente estratégicos. En la Cumbre del G8 en Gleneagle, en julio de 2005, la lucha contra el recalentamiento del planeta ya era uno de los temas de la reunión. Con algunos grados más en promedio, la Tierra ya no seria el mismo planeta. La elevación del nivel de los mares generaría catástrofes inéditas. Se imponen correcciones drásticas. Entretanto, se acerca el instante en que ya no podrán extraerse suficientes hidrocarburos –cuyo consumo agrava el efecto invernadero– para satisfacer la demanda.
En este breve panorama del nuevo estado del mundo, estas cuestiones –alerta sobre el clima y el fin de la era del petróleo– se anuncian para la humanidad como dos de los mayores desafíos a enfrentar.
*********

No hay comentarios: