¿QUÉ SIGNIFICA SER DE IZQUIERDA HOY?
A fines del siglo XVIII se acuñó el término “izquierda” en referencia a la asamblea de la revolución francesa, donde los representantes de las ideas republicanas y democráticas solían ocupar los asientos ubicados justo al lado izquierdo de la sala. La derecha, por el contrario, era el área que ocupaban los monárquicos y quienes se oponían a que las cosas cambiaran.
Desde entonces se considera que la opción política de izquierda es aquella que privilegia el progreso, el cambio o la renovación del orden existente Sin embargo, los múltiples cambios globales que se experimentaron durante los últimos treinta años, han llevado a lo que se reconoce como una “crisis” de la opción de izquierda: la lucha social se convirtió en lucha partidista y la lógica electoral se impuso para dar a la contienda política la forma de un enorme mercado, donde mediante el voto los ciudadanos eligen de entre las opciones posibles, sin tener control ni capacidad de decidir sobre los actos de quienes han sido elegidos. Es por eso que se habla también de una crisis de representación: ¿a quién representan los políticos sino a sí mismos o, en el mejor de los casos, a los intereses de su grupo inmediato de referencia?
En México, esta crisis –que es mundial- se agrega a la que hemos analizado en el documento previamente enviado, la de las organizaciones de la sociedad civil.
Para intentar iluminar el camino algunos miembros del consejo del MCD se reunieron con destacados representantes de eso que tradicionalmente se ha llamado “izquierda” para reflexionar sobre la pregunta que encabeza este escrito.
De la larga reflexión hemos rescatado algunas ideas que pueden ser útiles y facilitar el trabajo de la asamblea nacional. Este proceso continuará. Antes de la asamblea tendremos una sesión adicional cuyos resultados enviaremos para aportar entre todos nuevos temas de reflexión.
¿Reforma o revolución?
La izquierda actual continúa enfrentándose al viejo dilema que tanto preocupó a sus antecesores en los siglos XIX y XX. Entonces la izquierda fue definida como la expresión del movimiento obrero, como una fuerza revolucionaria. Para Arnoldo Martínez Verdugo, el debate actual aún oscila entre estos dos momentos, aunque se han perdido de vista. La izquierda, tal y como se ha comportado en México en los últimos años –a tono con diversas experiencias europeas y estadunidenses- ha optado por mantenerse en el momento de la reforma. Es decir, ha orientado su acción, su estrategia y su análisis hacia la modificación paulatina del orden existente. Gracias a ello se han logrado modificaciones como la construcción de un sistema de partidos medianamente sólido y la institucionalización de algunos derechos. Sin embargo, es posible pensar también que el momento de la reforma haya pasado y que haya que incursionar nuevamente en aquel otro polo original: el de la revolución.Desarticulación entre los diversos sujetos sociales
Treinta años de políticas neoliberales han dejado un saldo bastante negro en lo que respecta a la existencia de sujetos sociales: el desmantelamiento de sujetos colectivos ha sido una constante que se ha percibido con particular claridad en los últimos quince años. La cooptación, la creciente acción en torno a reivindicaciones puntuales, sectoriales y específicas (sobre todo económicas), la pérdida de capacidad de negociación son algunos de los resultados de la aplicación del modelo económico, político y cultural que se ha llamado neoliberalismo. En México, como en otros países, a la disminución del aparato y las responsabilidades del Estado se agrega el aumento de la capacidad del mercado de determinar las decisiones de orden social y político, el desmantelamiento de sujetos sociales y de los derechos humanos, ciudadanías poco integradas, democracias débiles.
Además, se ha experimentado una desarticulación entre sujetos que en el pasado produjeron frentes amplios e iniciativas comunes. Esta situación se ve agravada por lo que algunos han llamado “crisis de paradigmas”, una gran incertidumbre a propósito del rumbo a seguir y la vivencia cotidiana que promueve la competencia y las visiones de corto plazo (que tienen una de sus manifestaciones en el bombardeo constante de información que no puede ser adecuadamente analizada). La globalización va más allá de lo económico y lo político, se ha convertido en una cultura hegemónica. Esta situación hace fundamental un trabajo de reconstrucción de las capacidades y la autonomía de los sujetos sociales, el estado democrático de derecho, el estado social, la exigibilidad de los derechos humanos y la promoción de la autogestión. La desarticulación parece ser uno de los más importantes obstáculos a vencer. Pero para ello deben construirse puntos de confluencia, un proyecto alternativo que recupere y englobe los diversos proyectos particulares de organizaciones sociales y civiles.
El papel del Estado nacional.
Para Carlos San Juan, uno de los invitados a presentar sus reflexiones sobre la izquierda, existen nuevos y grandes retos que es necesario afrontar. En el centro de estos se encuentra el Estado nacional, que ha sido rebasado en muchos aspectos por los diversos procesos de globalización. Por ello, la izquierda debe reformularse para idear:· Un proyecto de Estado- nación fuerte, capaz de resistir al modelo de globalización hegemónico.
· Un pacto social incluyente que incorpore a actores tradicionalmente marginados. · Mecanismos de profundización de la democracia. Puesto que la sociedad civil se define en su relación con el Estado, es necesario que ésta se construya vías para ampliar los canales de participación y de toma de decisiones de carácter público. En este aspecto cabe destacar la importancia de los derechos económicos, sociales y culturales (DESC), que en la tradición de izquierda pueden encontrar modos para hacerlos exigibles. · Formas de recuperación de la vieja tradición de izquierda de promover la construcción del espacio público.
Igualdad, libertad, diversidad y pluralidad.
El mayor de los errores de la izquierda del siglo XX fue quizá el ignorar las dimensiones de la libertad y la de la diversidad, privilegiando la de la igualdad. En el siglo XXI, los derechos humanos no pueden seguir siendo concebidos tan solo como derechos de igualdad y libertad formales. El nuevo reto parece consistir en definir también contenidos mínimos que garanticen el respeto a las minorías y la aceptación de la pluralidad como sinónimo de riqueza, antes que como una mal soportada “tolerancia”.
Orientación a la derecha en las votaciones y escasa militancia.
Orientación a la derecha en las votaciones y escasa militancia.
Los sectores de izquierda de diversos países han padecido un severo impacto en sus proyectos políticos. Se ha producido un divorcio entre los gobiernos de izquierda y sus proyectos (por ello, han sido en muchos sitios esos gobiernos quienes implementaron las reformas neoliberales). A la par, se ha producido un resurgimiento de los partidos de derecha. Esta situación, frecuente tanto en América como en Europa, hace necesaria que el trabajo de la izquierda sea coordinado en varios países y que éste se sustente en una visión unificada para enfrentar problemas similares y lidiar con corporaciones trasnacionales y organismos intergubernamentales. Por otra parte, los partidos se han escindido de los movimientos sociales y de las organizaciones de base; eso se ha agravado por una suerte de “crisis de militancia”. Tanto en los partidos como en las organizaciones sociales y civiles ha escaseado la militancia y la capacidad de incorporar a nuevos sectores: no se han elaborado nuevos discursos que resulten atractivos y convincentes, especialmente para la población más joven. Hoy, no logramos cambiar la visión que prevalece en donde los problemas sociales son vistos tan solo como asuntos individuales. Los derechos humanos: identidad de la izquierda
Hoy, la izquierda parece situarse bajo la bandera de los derechos humanos.. En este sentido, los derechos económicos, sociales y culturales constituyen una nueva forma de reconocimiento de la izquierda precisamente porque su respeto y realización garantiza contenidos que permitan el ejercicio real de todos los derechos. La identidad de izquierda se determina por su oposición a la discriminación por motivos de raza, sexo, nivel económico, preferencia sexual, etc. Sin embargo, el “discurso oficial” ha expropiado muchos de los conceptos en que la izquierda basaba su acción:
*- derechos humanos,
*- democracia,
*- lucha contra la pobreza,
*- solidaridad, desigualdad.
*- derechos humanos,
*- democracia,
*- lucha contra la pobreza,
*- solidaridad, desigualdad.
Pero esto no es una razón para abandonarlos. Por el contrario, afirma Antonio Villalba, otro de nuestros invitados, la izquierda debe inmiscuirse en estos temas y reivindicarlos para sostener una postura alternativa que no abandone estos asuntos.
Los derechos humanos nos remiten también a la dimensión ética del actuar político; esta debe ser recuperada para devolver a la izquierda su carácter de generadora de alternativas plausibles y su capacidad de construir una hegemonía social y cultural distinta a la imperante. ************
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