ALAIN TOURAINE, SOBRE AMERICA LATINA
“Una Democracia capaz de proponer nuevos caminos”.
Tras años de hegemonía neoliberal, de un largo período dominado por los grandes actores del mercado internacional, “¿cómo construir formas de regulación social y de control político de la economía que sean a la vez compatibles con la participación activa en la economía globalizada?”. El sociólogo francés Alain Touraine planteó la pregunta ayer, en la primera jornada del Foro Internacional sobre el Nexo entre Políticas y Ciencias Sociales. En su ponencia “América latina entre los discursos melancólicos y la construcción voluntarista del futuro”, Touraine, profesor de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (París), postuló la necesidad de abandonar los enfoques deterministas y reemplazarlos por una mirada “que dé una importancia central a los actores sociales”. Aquí se reproducen fragmentos de su ponencia.
· Para disminuir la brecha
· Para disminuir la brecha
El punto de partida necesario de nuestro análisis es la pérdida de influencia del modelo nacional populista frente a las conquistas y avances de las teorías y políticas neoliberales. Las crisis internas de muchos países de la región ayudaron a dar una imagen dramática de este pasaje rápido y muchas veces brutal del nacional populismo al neoliberalismo identificado con una economía ampliamente globalizada. En varios casos esta ruptura fue realizada a través de golpes militares que crearon regímenes autoritarios, en otros casos, las ideas y las políticas nuevas se impusieron sin violencia política. Por encima de estos procesos internos, las instituciones financieras internacionales impusieron reformas estructurales...
Este programa de liberación de la economía, a la que se le pretende aislar de cualquier tipo de intervención o de regulación social y política, puede ser definido como la victoria de un capitalismo extremo. Si se entiende por capitalismo la organización de la economía exenta de metas y objetivos que subordinen la economía a otros intereses y metas. En este sentido, el capitalismo es definido no solamente por la independencia de los actores económicos, sino también por el poder de influencia y la legitimación que estos dirigentes económicos reciben en casi todos los sectores de la vida social.
Como consecuencia de esta dominación del capitalismo, las distancias entre las fuerzas de la economía global y el universo político social –de por sí fragmentado– han aumentado; de tal manera que las grandes instituciones sociales como el sistema político y, más que nada, la ciudad se rompen... Durante este período de dominación exclusiva del modelo neoliberal, las desigualdades y la exclusión social han aumentando. Sin embargo la importancia relativa de América latina en la economía mundial ha disminuido, lo que fomenta a su vez la tendencia a la desvinculación del mundo económico y de los sectores de la vida política y social.
Los interrogantes.
¿Cómo aumentar la capacidad de acción y el nivel de gobernabilidad y de decisión de los centros privados o públicos del continente? En otras palabras: ¿cómo aumentar la integración social y el acceso de toda la población a los bienes, servicios e instrumentos de participación social y cultural? Frente a los procesos de largo plazo que acabo de mencionar, el interrogante central es: ¿cómo, después de un período de prioridad absoluta otorgada a actores económicos, autónomos y todopoderosos, construir formas de regulación social y de control político de la economía que sean a la vez compatibles con la participación activa en la economía globalizada?...
El continente latinoamericano está en una situación bastante común. Existe una tensión e incluso una alternancia entre períodos capitalistas empeñados en destruir toda clase de control y regulación de la economía y períodos de reconstrucción política y social, protegiendo a los asalariados, aumentando los impuestos a las empresas y a los ricos y tratando –de manera muy limitada y atrasada– de construir un sistema de seguro social... Después de un largo período de neoliberalismo, parece adecuado considerar las posibilidades y las formas de un nuevo sistema de intervención social y política dentro de un mundo económico que sigue siendo fuertemente capitalista. Se ven, a mi modo de ver, tres tendencias... La primera es la tercera vía creada por la política de Tony Blair en Gran Bretaña; la segunda es el neopopulismo; la tercera forma de intervención de fuerzas sociales y políticas dentro del campo económico es lo que se puede llamar como microdemocracia.
La primera tendencia pertenece a la familia inglesa, y es entonces la más próxima a la tradición socialdemócrata europea. Mientras en varios países europeos este modelo se pudo desarrollar gracias a las fuerzas dominantes del sindicalismo y de los partidos políticos que se apoyaban en ellos, en América latina la tercera vía no ha concitado tal apoyo, de tal manera que las reformas implementadas no son muy espectaculares...
Sin embargo, el conjunto del continente no ha logrado bajar una tasa de desigualdad tan alta que la ampliación y estabilidad del proceso democrático no tiene muchas posibilidades. Esta incapacidad de transformar el aspecto más importante de la organización de la sociedad, así como el hecho de asegurar una integración creciente de la población dentro del sistema político, genera las condiciones favorables para una vuelta al modelo populista. Es por ello que hoy nos encontramos nuevamente frente una ola neopopulista, la que cubre gran parte del continente. Debo decir también que en muchos países este neopopulismo, por importante que sea, no es la tendencia predominante.
La influencia del chavismo es muy importante en Bolivia y en Perú, pero también en Argentina, país tan distinto histórica y socialmente de Venezuela. No está de más decir que incluso en países europeos se escuchan en todas partes palabras y discursos apasionados a favor de Chávez o contra él. Chávez es una figura comparable a la de Fidel Castro hace 30 años. Ambos dirigentes dieron y dan la prioridad a la lucha contra la hegemonía económica y política de Estados Unidos y tienen desconfianza en las formas moderadas, reformistas de los gobiernos nacional-populares.
Detrás de la figura del líder venezolano se ve la presencia del movimiento altermundialista, el que abandonó con razón su primer nombre de “antiglobalización”. En realidad, cuando hablamos de estos movimientos debemos referirnos a la orientación hecha por los grupos dirigentes de este movimiento, dado que su base es muy diversificada. Un grupo muy importante de militantes de ATAC apoyados por Le Monde Diplomatique le dieron al movimiento altermondialista una orientación que se oponía a los Estados Unidos, respecto de la intervención norteamericana en Irak. Eso no significa que este núcleo central tenga un control completo o creciente sobre las actividades de base.
Micromovimientos.
El tercer camino que se vislumbra en el presente y futuro del continente no corresponde a una fuerza organizada, sino más bien a esfuerzos de organizaciones sociales de base, sin que por el momento alcance una integración fuerte entre estos micromovimientos y el núcleo central que acabo de mencionar. En Porto Alegre y en otras ciudades donde se han reunido los foros sociales del movimiento altermundialista, se ha observado una falta de coordinación entre los discursos políticos del núcleo central y la inmensa diversidad de movimientos y grupos que lo componen. En un país como México es impresionante ver, en particular en el ambiente universitario, el numero altísimo de grupos de acción formados por estudiantes que van al campo o a la sierra. A pesar de que el sistema político esté bloqueado en este país, pocos países tienen tanta vitalidad política como México. Sin embargo, después de una reforma que ha hecho muchas cosas posibles, aún no se ha alcanzado ninguna transformación concreta. En el caso del Movimiento Zapatista en Chiapas, esta participación política de base es muy notable...
Para mí, esta diversidad de los intentos de crear nuevas formas de intervención del Estado dentro de la vida económica no amenaza la integración creciente de América latina dentro de una economía global... Sin embargo, se ha creado durante los últimos años un clima político más activamente crítico hacia los Estados Unidos... Para algunos países, en primer lugar la Venezuela de Chávez, han creado un movimiento de opinión antiamericano en el cual la crítica de la economía global y el rechazo de la hegemonía militar y moral de los Estados Unidos se unen, como en otras partes del mundo, de manera no muy clara, pero muy visibles.
El proceso principal en el continente es la búsqueda de una salida al modelo neoliberal, es decir, la reconstrucción de formas de control y de regulación de la economía que sean compatibles con la globalización pero que, a la vez, le den más espacios para las luchas y proyectos políticos. Esta situación necesita un análisis crítico de las ciencias sociales que se han desarrollado hasta este momento. Durante el período de los regímenes nacional-populistas se habían creado en el continente varios centros de investigaciones en ciencias sociales, primero en México en la UNAM y después en Argentina, donde Gino Germani creó un centro de sociología muy importante... En pocos años muchas universidades comenzaron a enseñar la sociología, desde Lima hasta Asunción, y aumentan cada año el número de trabajos originales que trasforman los programas de enseñanza.
Al mismo tiempo se ha dado un interesante aumento del número de sociólogos norteamericanos que son latinoamericanistas. También muchos países europeos se han interesado en los temas latinoamericanos, aunque tal vez hoy en día lo hacen menos activamente que en el período más dramático de la historia del continente, aquel marcado por las dictaduras militares. Por supuesto, éstas forzaron a muchos cientistas sociales al exilio y reprimieron las investigaciones sociales. Sin embargo, después del fin de esas dictaduras me parece que el nuevo desarrollo intelectual en las ciencias sociales fue más limitado de lo previsto, en parte porque los salarios universitarios bajaron a un nivel que no permite el trabajo de investigadores a tiempo completo; en parte también porque el trabajo de la generación anterior estaba cargado de ideologías que habían decaído, en especial después del derrumbe del bloque soviético.
Otro enfoque.
Pero más allá de estas dificultades prácticas y políticas quisiera poner el énfasis en un problema de mayor importancia para la vida intelectual y política del continente: la necesidad de alejarse de un enfoque determinista, el que se basa en la idea de que la situación económica determina en última instancia las conductas personales y colectivas. Creo necesario insistir en la necesidad de reemplazar este enfoque –el que fue durante tanto tiempo dominante–, por otro enfoque que dé una importancia central a los actores sociales, a sus condiciones y formas de movilización...
Se trata en primer lugar de redefinir la situación económica incorporando en el ingreso el nivel de acceso a la educación, a la salud, a la justicia y a otros bienes públicos. Y, en segundo lugar, lo que es aún más importante, tratar de saber en qué medida las capabilities de los habitantes son tomadas en cuenta. La transformación del pensamiento sociológico tuvo como consecuencia la decadencia del pensamiento funcionalista de los años ’50 y también del postestructuralismo de orientación marxista. No solamente ha cambiado profundamente el pensamiento sociológico, sino que también ha revalorizado nuevamente la autonomía y la importancia de la acción política. Ello implica volver a las ideas de los teóricos que se opusieron, en los ’60 y ’70, a las formas más extremas de la teoría de la dependencia, las que no dejaban ningún espacio libre para la acción política...
La transformación más profunda es la que va más allá de los intereses de las grandes empresas, y que pone en el centro los intereses de toda la humanidad, considerando a los grupos que se ven directamente afectados por las consecuencias directas e indirectas de un modo de producción... Se trata de pasar de una democracia política que no incide en la elección o definición del futuro colectivo a una democracia que no es solamente participativa sino que también es capaz de proponer nuevos caminos. Me refiero a una vida política en la cual se toman las decisiones de no aceptar ciertos riesgos, por ejemplo de no aceptar especialmente el uso de materiales o métodos de producción cuyo carácter peligroso ya es por todos conocido.
Problemas “glocales”
Uno de los problemas más difíciles de resolver y más necesarios de discutir es el problema de la formación de la opinión pública en una sociedad globalizada. No son los problemas globales los que permiten la movilización de la opinión pública, tampoco los problemas propiamente locales. Si se puede utilizar esta palabra ambigua, son los problemas “glocales”, es decir, los efectos de procesos globales a nivel local los que permiten una movilización eficiente...
En América latina la prensa escrita y oral, especialmente la TV, está a menudo controlada por grupos políticos y económicos, por lo cual es también muy respetuosa de los intereses de los grupos que financian los programas. Las instituciones representativas, incluso en los mejores de los casos, son débiles en el acceso y uso democrático de los medios de comunicación y en especial de la TV, y tal vez aún más de Internet. Ambos pueden ser instrumentos muy importantes, tal vez indispensables para la formación de corrientes democráticas que, finalmente, lleguen a trasformar los sistemas económicos y políticos...
Gracias en parte al trabajo de los economistas y de los cientistas sociales, es notable observar que después de un largo período dominado por la desorganización de la economía administrada, y después por los efectos negativos de los programas de reajuste económico, se ha vuelto a la idea de que los buenos resultados económicos son en la mayoría de los casos efectos de procesos de iniciativa social, los que tienen sus raíces en la misma base de la población. Lo que señala una vez más el papel fundamental de la educación y también de la conciencia de que de nosotros depende que la situación de las próximas generaciones sea mejor o peor que la nuestra. No hay acto más suicida que no considerar esto.
Gracias en parte al trabajo de los economistas y de los cientistas sociales, es notable observar que después de un largo período dominado por la desorganización de la economía administrada, y después por los efectos negativos de los programas de reajuste económico, se ha vuelto a la idea de que los buenos resultados económicos son en la mayoría de los casos efectos de procesos de iniciativa social, los que tienen sus raíces en la misma base de la población. Lo que señala una vez más el papel fundamental de la educación y también de la conciencia de que de nosotros depende que la situación de las próximas generaciones sea mejor o peor que la nuestra. No hay acto más suicida que no considerar esto.
Medio siglo atrás discutimos mucho la necesidad de pasar de un crecimiento hacia afuera hacia un modelo de desarrollo hacia adentro; hoy es importante criticar las políticas que vienen desde arriba y fomentar procesos de desarrollo desde abajo. El pensamiento latinoamericano ha jugado desde hace muchos decenios un papel destacado en la formación de la opinión y de las políticas en el mundo entero. En este sentido, es importante que los países, cada uno por su cuenta, o en esfuerzos integrados, retomen la palabra y presenten al mundo análisis de lo que puede y debe ser un desarrollo sostenible para sus pueblos.
No conviene presentar aquí conclusiones optimistas ni tampoco pesimistas. Sólo quiero insistir en que el neopopulismo de hoy, como los regímenes nacional populistas de períodos anteriores, no producen ni crecimiento económico ni justicia social, solamente una mezcla confusa de medidas económicas y sociales que dan más importancia a la distribución y a la comunicación que a la producción y a la lucha contra la desigualdad. La frontera entre los procesos positivos y negativos pasa, por el contrario, por la separación y la complementariedad de la competitividad económica y de la justicia social. Si se abandona una de estas metas fundamentales, el fracaso es inevitable. Más aún, es necesario mantener una tensión entre las dos metas, entre las iniciativas capitalistas y los esfuerzos políticos y sociales para recrear una integración social dificultada por la acumulación de la riqueza en los grupos dirigentes. La retórica que mezcla todas las metas en un discurso nacional o popular tiene consecuencias solamente negativas. Necesitamos un espacio libre para las iniciativas del capitalismo y necesitamos aún más en el momento actual una vuelta rápida de las políticas sociales y nacionales de lucha contra la desigualdad, la que no permite un desarrollo real ni de la sociedad ni de la economía en el continente.
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