sábado, 1 de julio de 2017

LA BOLIVIA DE EVO Y DE ÁLVARO. AMÉRICA LATINA: LA JUDICIALIZACIÓN ANTIDEMOCRÁTICA DE LA POLÍTICA. LA REVOLUCIÓN RUSA SEGÚN GARCÍA LINERA.

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Amigos (as) lectores de nuestras páginas – que son también vuestras – en esta oportunidad les presento tres Artículos muy importantes del Maestro y Sociólogo brasileño Dr. Emir Sader – desde el pensamiento crítico latinoamericano, el pensamiento Mariateguista – nos presenta – sobre tres realidades histórico-políticas diferentes pero que son parte de una misma y dialéctica realidad  sobre América latina. Un comentario muy importante sobre el Libros del Vice-Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia Álvaro García Linera: “¿Que es una revolución?”, con el subtítulo “De la Revolución Rusa de 1917 a la revolución de nuestros tempos”; un segundo Artículo como hoy se combate la corrupción, pero con “Una Judicialización Antidemocrática de la Política”, según el autor en el caso concreto de los ex presidentes Lula y Cristina, como uno de los poderes, como el Judicial, a como dé lugar quiere e intenta por todos los medios involucrar en este proceso de lucha contra la corrupción, a Líderes Políticos de los movimientos Políticos Democráticos de Izquierda,  tratando de encontrar supuestos cargos y responsabilidades, con la finalidad de “liquidarlos de la política”, como si es el  caso de un sin-número de Políticos que sí están comprometidos y fueron capturados por la corrupción – entre ellos demostrado y comprobado, el actual golpista que ilegal y anti-democráticamente conduce el Brasil. Y finalmente, como es hoy visitar – conocer en vivo y en directo la Bolivia actual de Evo y Álvaro, que considera el más grande y significativo avance democrático y revolucionario del siglo XXI. La Invitación es para todos Ustedes distinguidos amigos(as). Un saludo revolucionario.


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LA BOLIVIA DE EVO Y DE ÁLVARO.
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Emir Sader.

América latina en Movimiento.

ALAI viernes 30 de junio del 2017.

Llego de nuevo a Bolivia, pero no está Evo esta vez. Fue a Nueva York, a asumir la presidencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Ni más ni menos. El indio presidente de Bolivia, ese país que solía estar, junto a Haití, a Honduras, a Paraguay, entre los más pobres y desesperanzados del continente, hoy es el que más crece, con estabilidad política, con promoción de nuevas capas sociales y étnicas para dirigir el país desde el gobierno.

Hace ya casi doce años, yo vine para la primera campaña electoral de Evo y de Álvaro. Una dupla sorprendente, de sueño, que se aventuraba a disputar las elecciones presidenciales en el país indígena que nunca había tenido un presidente indígena.

Conforme se terminaba la campaña iba quedando claro que ellos iban a ganar. Había dudas sobre si ganarían en primera vuelta, incluso porque varios cientos de miles de bolivianos no iban a poder votar, porque una extraña legislación impide  votar a los que no lo habían hecho en la elección local anterior y no se habían inscrito de nuevo, porque no tenían la información de esa necesidad.

Pero el conteo de los votos rápidamente no fue dejando ninguna duda. La ventaja respecto a todos los candidatos blancos de la derecha tradicional era amplia. El pueblo salía a las calles a conmemorar. Una indígena decía, en la calle, a los periodistas extranjeros: “Antes ustedes venían porque nosotros tumbábamos gobiernos. Ahora vienen porque nosotros hemos elegido a un gobierno nuestro”.

Álvaro recibió a la prensa en un hotel de La Paz, mientras intentaba convencer a Evo que venga desde Cochabamba, donde el conmemoraba con sus amigos y compañeros, a presentarse a la prensa y a hablar al país como nuevo presidente de Bolivia. Evo vino, habló y regresó para estar con su gente.

Fuimos con Álvaro a El Alto, el pueblo plebeyo cercano La Paz, a conmemorar con la gente, que exhibía una alegría contenida por tanto tiempo de lucha y de sufrimiento. Fueron varios anos desde la “guerra del agua”, desde tumbar a varios gobiernos neoliberales hasta esa indescriptible alegría de tener a uno de los suyos para gobernar a Bolivia.

Volví a la toma de posesión, en la ciudad indígena más antigua de Bolivia, Tiahuanaco. Por la mañana, Evo llegó a la casa de Álvaro, de jeans, trayendo refrescos con empanadas, para que comiéramos, antes de salir para la toma de posesión. Conforme avanzábamos por la carretera, la gente que caminaba hacia el local de la ceremonia descubrió que Evo estaba en una de las dos vans en que íbamos. Él tuvo que bajar varias veces, para hablar con las personas, saludarlas y recibir sus abrazos.

Hasta que llegamos, Evo nos dejó y se fue a que lo vistan los que iban a presidir la ceremonia. Yo me fui a la fila de enfrente de la inmensa multitud y me encontré con Galeano, con quien asistimos juntos a la ceremonia. Evo reapareció vestido como un dios indígena, por las ropas, por los que lo cercaban, por el cielo lindo y por las ruinas que formaban el escenario imponente.

Antes de la toma de posesión en el Palacio Quemado, el palacio presidencial, una gran cantidad de indígenas limpiaron a la plaza para que su presidente entrara ahí para dirigir el país. Al día siguiente de la posesión en la ceremonia indígena, Evo tomó posesión formal y colocó, para siempre, la bandera indígena, la whipala, a la altura de la bandera tradicional de Bolivia, mostrando que una nueva era se iniciaba en el país.

Ya más de una década después, Bolivia es otro país bajo la dirección de Evo y de Álvaro. No solo las caras de los que la gobiernan cambiaron radicalmente, sino el mismo país es otro. De uno de los países más pobre del continente, se ha convertido en el de mayor crecimiento y más sostenido. De país de exclusión social, se ha vuelto país de la inclusión de todos, país en que no hay más analfabetismo, en el que más de la mitad del Congreso está compuesto por mujeres, no como resultado de alguna ley, sino como resultado de la promoción social de la mujer boliviana, mayoritariamente indígena.

El lanzamiento del libro Las vías abiertas de América Latina, con Álvaro y con Ricardo Forster, se hizo en el auditorio del Banco Central (sic) de Bolivia, con la presencia del mismo presidente del BC. Después hicimos un lanzamiento también en Cochabamba. Es una tradición de la Vicepresidencia de Bolivia, desde que Álvaro García Linera asumió, desarrollar actividades de debate, de formación política, de impresión y de divulgación de libros, incluida la mejor y la más bonita revista del pensamiento crítico latinoamericano:  La Migraña.

Ir a la Bolivia de Evo y de Álvaro es visitar lo mejor, lo más avanzado, lo más audaz que América Latina ha producido en este siglo.

- Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).


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AMÉRICA LATINA: LA JUDICIALIZACIÓN ANTIDEMOCRÁTICA DE LA POLÍTICA.
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Emir Sader.

América latina en Movimiento.

ALAI jueves 22 de junio del 2017.

Además de las acusaciones a grandes líderes populares latinoamericanos como Lula y Cristina de supuesto involucramiento con casos de corrupción, para intentar pasar la idea de que todos los políticos son corruptos, otras acusaciones, igualmente significativas, intentan criminalizar los actos de gobierno.

En el caso de Cristina, se intenta transformar en caso judicial la política cambiaria de su gobierno, que puede ser discutida como política de gobierno, pero nunca criminalizada. Para hacerlo, intentan pasar la idea de que esa política habría traído ventajas financieras para la ex-presidenta y para su ex-ministro de economía. Se trata de ir acumulando sospechas que, aunque sin fundamento, vayan generando niveles de rechazo a grandes líderes populares, para intentar ponerles techo a su popularidad e ir generando una imagen de involucramiento con irregularidades.

En el caso de Lula pasa algo igual. Como no han encontrado ninguna prueba de algún tipo de involucramiento con corrupción y su popularidad no deja de crecer, buscan condenarlo no con pruebas, como confiesan que no tienen, sino con “convicciones”, como si estas pudieran fundamentar alguna condena judicial. En contra de Lula se agregan políticas de su gobierno, de promoción de los intereses de empresas brasileñas, con financiamientos públicos y con promoción internacional de esas empresas. Como no pueden concebir que Lula lo haya hecho por el interés del país, tratan de adjudicarle alguna ventaja a cambio de esas promociones. Un departamento que Lula nunca compró, un sitio que nunca fue de su propiedad, algo que pudiera demostrar que Lula actuó en función de intereses personales (como suele ser el caso de los gobernantes de derecha).

Para confirmar esa forma antidemocrática de intentar excluir a políticos de gran arraigo popular de la disputa electoral y de la vida política, quitando de las manos del pueblo el derecho de decidir sobre sus destinos, en Colombia surge un caso similar. El ex-alcalde Bogotá, Gustavo Petro, candidato de la izquierda a las elecciones presidenciales del país, es blanco de un no menos espantoso proceso que intentar sacarle de la disputa electoral, además de llevarlo a la bancarrota personal, con multas de varias decenas de millones de dólares por una política de tarifas diferenciadas en trasporte urbano, cuando fue alcalde de la capital colombiana.

Se puede, como en los casos de Cristina y de Lula, discutir las políticas públicas de Petro, pero nunca criminalizarlas, menos todavía cuando tienen un carácter claramente popular y democratizador.

La operación, además de los ataques personales a esos líderes, incluye la criminalización de las políticas de carácter público, la judicialización de los programas de gobierno, el ataque a las acciones de los Estados, considerando que perjudican los intereses del país. ¿Pero quiénes son los que acusan, quien les dio representación democrática en el Estado de Derecho, para intentar descalificar a gobiernos y políticas escogidas por el voto popular, por la vía democrática?

Es una nueva vía de intentar inviabilizar a gobiernos democráticos. En los tres casos, Cristina, Lula y Petro, representan asimismo las alternativas de izquierda en las próximas elecciones de Argentina, Brasil y Colombia, tres países fundamentales en la región. Argentina y Brasil fueron los ejes de los procesos de integración regional, que tanta incomodidad ha producido en la derecha de nuestros países, así como en los EEUU. Colombia tiene como alternativa de la derecha a Vargas Lleras o al candidato que lance Uribe. Petro aparece en segundo lugar en las encuetas o incluso empatado en primero lugar.

La democracia parece que, cada vez más, ahoga a la derecha, la condena a la derrota. Sus políticas neoliberales chocan no solo con los intereses de la gran mayoría de la población, sino también con la misma democracia.

En Brasil un llamado Instituto Millenium esta semana ha llamado la atención sobre cómo las elecciones del 2018 ponen en riesgo las (contra) reformas que la derecha trata de poner en práctica mediante un golpe y por medio de un gobierno que tiene el 2% de apoyo (con el margen de error, puede tener cero o menos que cero). El neoliberalismo choca frontalmente con la democracia y con los intereses de nuestros pueblos. De ahí que busquen, ahora de nueva forma, mediante la judicialización de la política, burlar la democracia y la voluntad popular.

- Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).

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LA REVOLUCIÓN RUSA SEGÚN GARCÍA LINERA.
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Emir Sader.

América Latina en Movimiento.

ALAI lunes 19 de junio del 2017.

¿Qué visión puede tener un revolucionario del siglo XXI en América Latina, sobre la epopeya de los bolcheviques 100 años después? Nadie mejor que Álvaro García Linera, para hacer una relectura de la revolución bolchevique, en su centenario.

En el libro “¿Que es una revolución?”, con el subtítulo “De la Revolución Rusa de 1917 a la revolución de nuestros tempos”, (Editorial Akal) García Linera rehace toda la trayectoria y las narrativas que se han hecho sobre la Revolución Rusa en un texto denso y lleno de elementos para pensar la contemporaneidad de la revolución.

Antes que todo García Linera constata la dimensión del fenómeno en sus proporciones históricas: “La revolución soviética de 1917 es el acontecimiento político mundial más importante del siglo XX, pues cambia la historia moderna de los Estados, escinde en dos y a escala planetaria las ideas políticas dominantes, transforma los imaginarios sociales de los pueblos devolviéndoles su papel de sujetos de la historia, innova los escenarios de guerra e introduce la idea de otra opción (mundo) posible en el curso de la humanidad”.

La Revolución Rusa anunció el nacimiento del siglo XX, poniendo la revolución como “referente moral de la plebe moderna en acción”.  “Revolución se convertirá en la palabra más reivindicada y satanizada del siglo XX”.

Por ello, “en los últimos 100 años morirán más personas en nombre de la revolución que en nombre de cualquier religión”, con la diferencia de que “en la revolución, la inmolación es a favor de la liberación material de todos los seres humanos”.

Enseguida García Linera encara la revolución como “momento plebeyo”, que es “la sociedad en estado de multitud fluida, autorganizada, que se asume a sí misma como sujeto de su propio destino”, antes de definir el significado de la Revolución Rusa. Linera critica enseguida a las visiones reduccionistas de la Revolución Rusa, las que la reducen a la toma del Palacio de Invierno y a la instauración de un nuevo gobierno. “La revolución no constituye un episodio puntual, fechable y fotografiable, sino un proceso largo, de meses y de años, en el que las estructuras osificadas de la sociedad, las clases sociales y la instituciones se licuan y todo, absolutamente todo lo que antes era sólido, normal, definido, previsible y ordenado, se diluye en un ‘torbellino revolucionario’ caótica y creador”.

La combinación extraordinaria de una serie de eventos y factores es lo que hace la revolución posible: “Las revoluciones son acontecimientos excepcionales, rarísimos, que combinan de una manera jamás pensada corrientes de lo más disimiles y contradictorias, que lanzan a la sociedad entera, anteriormente indiferente y apática, a la acción política autónoma”, consagrando la imagen clásica del “viejo topo”.  Una revolución, según García Linera, “es, por excelencia, una guerra de posiciones y una concentrada guerra de movimientos”, aproximando a Lenin de Gramsci. En la intensa lucha ideológica previa, los bolcheviques se van volviendo políticamente hegemónicos en las clases subalternas. “En realidad, la insurrección de octubre simplemente consagró el poder real alcanzado por los bolcheviques en todas las redes activas de la sociedad laboriosa”, que “se presenta más que como ‘dualidad de poderes’, como ‘multitud de poderes locales’”.

Así, para García Linera, la contraposición entre revolución y democracia es un falso debate, porque una “revolución es la realización absoluta de la democracia”. De la misma forma que es una interpretación equivocada considerar que las revoluciones son un tipo de “guerra de movimientos”, imposible sin una “guerra de movimientos” que construye, a lo largo del tiempo, las condiciones del triunfo revolucionario. Por ello Lenin defiende el concepto de “frente único” en los debates de la Internacional Comunista, explicitado por Gramsci sobre las sociedades orientales y occidentales.

Hay un aspecto universal de la revolución soviética, que se radica “en la victoria cultural, ideológica, política y moral de las corrientes bolcheviques en la sociedad civil”. Enseguida García Linera retoma los términos con lo que caracterizó las etapas de la revolución boliviana, al enfocar las relaciones entre el momento jacobino leninista y el momento gramsciano hegemónico. Él se refiera al momento jacobino como “el punto de bifurcación de la revolución”, que no tiene que ver con un momento de ocupación de instalaciones del viejo poder, ni del desplazamiento de las viejas autoridades. “Las revoluciones del siglo XXI muestran que esto último llega a realizarse por vía de elecciones democráticas.”

“El punto de bifurcación o momento jacobino es este epitome de las luchas de clase que desata una revolución”, es “un tiempo donde los discurso enmudecen, las habilidades de convencimiento se repliegan y la querella por los símbolos unificadores se opacan”. En la revolución cubana fue la batalla de Girón, en el gobierno de Allende el golpe de Pinochet, en Venezuela el paro de actividades de PDVSA y el golpe de Estado en 2002, en Bolivia el golpe de Estado cívico-prefectural de septiembre de 2008. La importancia de ese momento “jacobino-leninista” radica en instituir “de forma duradera, el monopolio de la coerción, de los impuestos, de la educación pública, de la liturgia del poder y de la legitimidad político-cultural”. Esa combinación inseparable de los momentos “hace que una revolución con un momento gramsciano sin un momento leninista sea una revolución trunca, fallida”.

El libro desemboca en la discusión de lo que es el socialismo. García Linera incorpora la idea de que se una revolución no se propaga a otros países termina agotándose. Frente a esa y a otras dificultades, observa: “Uno desearía hacer muchas cosas en la vida, pero la vida nos habilita simplemente a hacer algunas. Uno desearía que la revolución fuera lo más diáfana, pura, heroica, planetaria y exitosa posible – y está muy bien trabajar por ello - , pero la historia real nos presenta revoluciones más complicadas, enrevesadas y riesgosas. Uno no puede adecuar la realidad a las ilusiones, sino todo lo contrario: debe adecuar las ilusiones y las esperanzas a la realidad, a fin de acercarla lo más posible a ellas, abollando y enriqueciendo esas ilusiones a partir de lo que la vida real nos brinda y enseña”.

En el análisis concreto da la dinámica de la revolución rusa, García Linera advierte de que “ninguna revolución tiene un contenido predeterminado”, lo que fue generando el carácter de la revolución rusa fue la forma como los bolcheviques fueron encarando las trasformaciones revolucionarias. El socialismo no es la estatización de los medios de producción”, sino, en términos leninistas: “no es más que el monopolio capitalista de Estado puesto al servicio de todo el pueblo y que, por ello, ha dejado de ser monopolio capitalista”.

“... el socialismo jamás podrá ser la socialización o la democratización de la pobreza, porque fundamentalmente es la creciente socialización de la riqueza material.” “A contracorriente de lo que la izquierda mundial creyó durante todo el siglo XX, la estatización de los grandes medios de producción, de la banca y del comercio, no instaura un nuevo modo de producción ni instituye una nueva lógica económica -mucho menos el socialismo- , porque no es la socialización de la producción”. “En otras palabras: uno de los fetiches de la izquierda fallida del siglo XX: ‘la propiedad del Estado es sinónimo de socialismo’, es un error, una impostura. Incluso hoy se tiene un izquierdismo deslactosado que, desde la cómoda cafetería en la que planifica terribles revoluciones a partir de la espuma del capuchino, le reclama a los gobiernos progresistas más estatizaciones para instaurar el socialismo inmediatamente”.

En parte final del libro García Linera se detiene en una de sus (justas) obsesiones actuales: el rol importante de la resolución de los problemas económicos y su rol de conquista de tiempo. En él, se demuestra el fracaso total del comunismo de guerra y como Lenin justifica e introduce a la NEP, para organizar la economía soviética en las condiciones de enorme retroceso social provocado por las devastaciones del país.

“La regla básica del marxismo de que la base material de la sociedad influye en las otras esferas, no siempre es tomada en cuenta por los revolucionarios, que pueden llegar a sobredimensionar la voluntad y la acción política como motores de cambio”.  Sin embargo, “sin base material, no existen potencialidades revolucionarias que espolear y, por tanto, devienen en impotencia discursiva”. La NEP derrumba buena parte de las ilusas concepciones pre-constituidas acerca de la construcción del socialismo, ayuda a precisar lo que el socialismo es en realidad y fija con claridad las prioridades que una revolución en marcha debe resolver.”

“El socialismo como construcción de nuevas relaciones económicas no puede ser una construcción estatal ni una decisión administrativa; sino, por encima de todo, una obra mayoritaria, creativa y voluntaria de las propias clases trabajadoras que van tomando en sus manos la experiencia de nuevas maneras de producir y gestionar la riqueza”.

Así, “la lucha por un nuevo sentido común y estructuras organizativas de las clases laboriosas son las tareas fundamentales en el proceso revolucionario”. “La economía y la revolución mundial representan entonces las preocupaciones post insurreccionales”.

“En síntesis, el socialismo es un larguísimo período histórico de intenso antagonismo social, en el que, en lo económico, las relaciones capitalistas de producción y la lógica del valor de cambio siguen vigentes, pero que, en su interior, desde sus entrañas, en el ámbito local, nacional, surgen una y otra vez incipientes, intersticiales y fragmentarias formas de trabajo comunitario, asociado, que pugnar por expandirse a escalas regionales y nacionales”. “El socialismo no es pues un modo de producción ni un destino. Es un espacio histórico de intensas luchas de clases...”.

¿Por qué fracasó la revolución soviética? Porque logró ensamblarse con otras revoluciones. Y porque el Estado asumió el protagonismo de los cambios y las decisiones sociales, lo cual es el camino rápido del fracaso. Pero quedó de esa revolución la experiencia mas prolongada de una revolución social.

Hoy recordamos la revolución soviética porque existió, porque por un segundo despertó en los plebeyos del mundo la esperanza de que era posible construir otra sociedad...”.  “Pero también la recordamos porque fracasó de manera estrepitosa, devorando las esperanzas de toda una generación de clases subalternas”.

Aunque citando a García Linera ampliamente, para darle la palabra de forma textual, aunque sea un libro relativamente pequeño –cerca de 100 páginas -, estoy seguro de que hay muchos otros argumentos que vale la pena que sean considerados por nosotros hoy. Pero bastan esos para que se reafirme que la mejor fuente para encarar el pasado, el presente y el futuro, es la práctica revolucionaria, que permite a García Linera extraer ese conjunto de extraordinarias lecciones. En comparación con seminarios tristes, encerrados en claustros académicos, celebrados sobre los cien años de la revolución de 1917, lejos de la realidad histórica y política contemporánea, este es un texto más de García Linera que lo reafirma como el mejor y el más importante intelectual latinoamericano contemporáneo.   

 - Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).


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