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—¿Y qué aspectos positivos reconoce del actual Congreso? —Es difícil. Con una mano o dos,
puedo contar a parlamentarios que se esfuerzan por hacer un mejor trabajo. El
Parlamento perdió la brújula hace
tiempo. Al inicio, hubo un esfuerzo por hacer una agenda parlamentaria, con
los temas más importantes, pero eso se perdió. No se legisla en función de los problemas más serios. Si no, se
buscaría la legislación más adecuada para enfrentar la inseguridad, mejorar institucionalidad ambiental,
promover inversión y empleo.
—Han
sabido aprovechar grietas, por ejemplo, en la reforma universitaria, los chicos
que quedaron sin universidades...
—Eso cierto. Las reformas en
transporte, educación y
otros fueron a medias y quedó pendiente mucho. Les ha sido relativamente sencillo desmontar avances. Había que
solucionar los problemas pendientes. Hemos retrocedido y no se proponen las
soluciones de fondo.
—¿En
vez de arreglar las grietas, tumbaron la casa?
—Sí. Entonces el problema de fondo sigue:
la poca calidad educativa, el caos del
transporte, la inseguridad, siguen.
—Hay
mochasueldos y repartijas, pero vendrán elecciones. ¿Cómo ver futuro político
desde un Congreso tan rechazado y seguir de espaldas al país?
—Pareciera que
piensan que, con su aprobación tan baja, ya no interesa qué hagan. Conforme se acerque el proceso electoral, empezamos
a ver que algunos intentan distanciarse un poco con la Presidencia de la República. Es una estrategia. Algunos evalúan que
tener el apoyo de un grupo pequeño en un
contexto de fragmentación puede resultar rentable y útil.
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TANAKA:
“LA ÉLITE POLÍTICA DEBE ADVERTIR QUE EL PAÍS ESTÁ ACUMULANDO PROBLEMAS MUY
GRAVES”
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El politólogo Martín Tanaka, docente de la Universidad Católica (PUCP) e investigador del Instituto de Estudios Peruanos (IEP)
Por. David Pereda. Periodista.
Fuente. La República miércoles 25 de septiembre del 2024.
El politólogo Martín Tanaka considera que el actual Congreso se ha quedado en el cortoplacismo que engarza con la búsqueda de satisfacer sus intereses, apostando por sostenerse en grupos de interés que, en un contexto de fragmentación, pueden resultarles útiles. De ese modo, avanzaron en las contrarreformas, pero debe retomarse ese rumbo.
Hoy es parte del Poder del Desastre nacional.
***
—¿Qué
busca el Congreso con su intención de obligar una colegiatura a los
politólogos?
—Es el interés de un pequeño sector de crear un grupo cerrado,
que excluya a un número importante de colegas, y controlar un colegio con
afiliación obligatoria para ejercer la profesión. Significaría una cuota de
poder.
—Ese es un gran riesgo. Al controlar un grupo, en el colegio
puede descalificarse posiciones discrepantes, incómodas alegando que ese grupo
tiene monopolio del ejercicio de la profesión, el análisis y estudio de la
política. Lo mejor para la disciplina es que haya pluralismo, libertad y muchas
asociaciones voluntarias de politólogos con actividades para elevar el debate,
hacer propuestas y mejorar la calidad académica. Es muy importante la
diversidad.
—Se
suman otras iniciativas como obligar la titulación a periodistas y cambiar al
Lugar de la Memoria. ¿Quieren forzar un relato acorde a sus intereses?
—No podría ir hasta allí. Sí es claro que este Congreso ha formado
amplia mayoría en torno a valores muy conservadores y posturas muy
intransigentes, excluyentes, con carácter bastante autoritario. Se ve en todo
tipo de iniciativas: se legisla a favor de grupos particulares, visiones
conservadoras, encausados en problemas judiciales y no por la lucha
anticorrupción. Hay que mirar este
contexto de gran contraofensiva conservadora.
¿Son en realidad todos los congresistas mochasueldos?
*****
—¿Qué
diría que es lo más dañino de este Congreso?
—Que impone un punto de vista de manera unilateral y agresiva y termina siendo incluso un bumerán para los parlamentarios: toman decisiones y legislan sobre intereses de muy corto plazo. Están generando todo tipo de problemas no para mañana, sino pasado mañana, que tendremos que pagar, porque esta lógica revanchista conservadora del Parlamento tiene tonos populistas que generarán un gran desorden y perjuicio.—
¿No es este Congreso reflejo de la conservadora sociedad?
—Nuestra sociedad es plural. Hay posturas conservadoras. El
Parlamento debería buscar consensos más amplios posibles. No se percibe eso: se debate y convoca un grupo muy
cerrado de personas muy afines a sus posiciones. Se está generando gran
inestabilidad hacia adelante. No hay voluntad de reconocer críticas y se sigue
con que, como se tienen los votos, se avanza.
—¿Y
qué aspectos positivos reconoce del actual Congreso?
—Es difícil. Con una mano o dos, puedo contar a
parlamentarios que se esfuerzan por hacer un mejor trabajo. El Parlamento perdió la brújula hace tiempo. Al inicio, hubo un
esfuerzo por hacer una agenda parlamentaria, con los temas más importantes,
pero eso se perdió. No se legisla en
función de los problemas más serios. Si no, se buscaría la legislación más
adecuada para enfrentar la inseguridad, mejorar institucionalidad ambiental,
promover inversión y empleo.
—Han
sabido aprovechar grietas, por ejemplo, en la reforma universitaria, los chicos
que quedaron sin universidades...
—Eso cierto. Las reformas en
transporte, educación y
otros fueron a medias y quedó pendiente mucho. Les ha sido relativamente sencillo desmontar avances. Había que
solucionar los problemas pendientes. Hemos retrocedido y no se proponen las
soluciones de fondo.
—¿En
vez de arreglar las grietas, tumbaron la casa?
—Sí. Entonces el problema de fondo sigue:
la poca calidad educativa, el caos del
transporte, la inseguridad, siguen.
—Hay
mochasueldos y repartijas, pero vendrán elecciones. ¿Cómo ver futuro político
desde un Congreso tan rechazado y seguir de espaldas al país?
—Pareciera que
piensan que, con su aprobación tan baja, ya no interesa qué hagan. Conforme se acerque el proceso electoral, empezamos
a ver que algunos intentan distanciarse un poco con la Presidencia de la República. Es una estrategia. Algunos evalúan que
tener el apoyo de un grupo pequeño en un contexto de fragmentación puede resultar
rentable y útil.
—En la
propuesta de reforma política que integró, ¿Cómo se pensó evitar esta
situación?
—El principal mecanismo de aglutinación y reducción de fragmentación eran las elecciones primarias. Estaba bien abrir la participación en política, pero con un freno al aventurerismo: las primarias, una elección para filtrar a los no representativos e improvisados, de modo que ellos salían de la competencia.
—Un
hito fue la sentencia a Alberto Fujimori. Pero fue despedido en multitud y con
honores de Boluarte. ¿Qué opina?
—Es la lógica de Ejecutivo de acercamiento con el Parlamento, donde la bancada más grande
es la fujimorista. De esa manera, se
entiende que Boluarte rinda honores
a un presidente condenado por delitos muy graves. Ha sido un contrasentido.
Pero se reconoce que Fujimori logró mantener seguidores. Ojalá, Fuerza Popular asuma una conversión
democrática plena, porque hay mucha ambigüedad respecto al legado autoritario.
—Algunos,
por tanta gente en el funeral, dijeron que el fujimorismo pasa a segunda
vuelta.
—No, es exagerado. Es cierto que ha logrado mantener un núcleo duro y en un
escenario de mucha fragmentación puede ser la base para ir a segunda vuelta. No
se puede descartar.
—¿Qué
agenda tomar para dejar de caer en crisis política?
—La élite política debe tomar conciencia de que el país
está acumulando un conjunto de problemas muy graves. La economía muestra vulnerabilidad mayor y se advierte que
necesitamos instituciones fuertes y
mayor cohesión social. De esos temas
hablábamos hace un tiempo: cómo redistribuimos
mejor, cómo nos integramos mejor, como fortalecemos instituciones. Hay
que retomar esa lógica de reformas y no contrarreformas como
últimamente.
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