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“Modelo. La pandemia de la codiv-19 aceleró el riesgo de la implosión de este modelo. La carga del costo social adicional que no puede financiarse a corto plazo sin introducir alteraciones profundas en las orientaciones de las economías de los países avanzados. Desde la implosión de la Unión Soviética se afirmó que el desarrollo del comercio internacional y el incremento de la tasa de beneficio eran compatibles con un incremento del poder de compra de los salarios vía las importaciones.
“En las condiciones actuales hay dos opciones: se disminuye la tasa de beneficio o se limita la mundialización y el libre cambio que constituyeron los pilares del esquema económico. La última opción que parece la más probable ha despertado críticas de expertos mundialistas que señalan que supondría una caída del poder adquisitivo de los salarios del orden del 10 por ciento. Como saben que una parte del mundo empresario se opondrá a la caída de la demanda global, temen una renegociación de los beneficios que golpee al sector financiero.
“Si bien es prematuro proponer una explicación exhaustiva de los cambios que están sucediendo en la economía mundial ciertas líneas directrices se perciben en forma más clara. El gobierno japonés acaba de disponer una línea de crédito de 14 mil millones de dólares a disposición de las empresas para que repatríen los procesos de producción actualmente instalados en China. Una tendencia similar se nota en Francia, Italia y Alemania que han decidido mantener las empresas aéreas casi nacionalizadas. Y desarrollar una política llamada de relocalización, vale decir sustituir importaciones. La producción farmacéutica, los sectores semiestratégicos, la producción de energía decarbonada aparecieron con la crisis como el talón de Aquiles de las economías. Pero también reinstaló el fantasma del desempleo masivo por lo que hace necesario prevenir la destrucción de empleos.
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LA DESMUNDIALIZACIÓN DE LA ECONOMÍA.
La pandemia impulsa la relocalización de la producción y la sustitución de importaciones
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Para evitar la explosión del desempleo y preservar el mercado interno impulsando la demanda doméstica, las potencias occidentales están implementando política de desarmar los incentivos a la deslocalización de la producción en Asia.
Por Bruno Susani.
Página /12 domingo 1 de noviembre del 2020.
John Maynard Keynes en su célebre artículo “La autosuficiencia nacional”, publicado en The Yale Review en 1933, sostuvo que “una política deliberada hacia una mayor autosuficiencia nacional nos facilitaría la tarea de lograr un aumento de la prosperidad y esto no tendría un costo excesivo”.
Este llamado a sustituir importaciones será popularizado 15 años más tarde por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en forma contemporánea a la acción del General Savio y que aplicará el General Perón a gran escala en el Primer Plan Quinquenal, y que denominará la Independencia Económica proclamada en Tucumán el 9 de julio de 1947.
El concepto central es macroeconómico: aunque en valores absolutos el precio de la importación sea menor que el de la producción nacional para la economía en su conjunto hay un incremento del bienestar general, ya que cuando el producto es importado su valor aparece restado en el producto global mientras que su producción nacional lo incrementa.
La conclusión, más allá de los dogmatismos, es que el pragmatismo ordena producir el bien en el país y sustituir la importación.
Crisis global
La actual de crisis mundial ha reverdecido estos conceptos en tanto el multilateralismo y la mundialización económica parecen haber envejecido repentinamente. Esto es tan indiscutible que economistas ortodoxos tratan de confundir a la opinión pública con posverdades excéntricas que asimilan lo que Keynes llama la autosuficiencia nacional a la autarquía que se asimila a un cierre anacrónico de fronteras lo que, para tergiversar, Macri llamó “caerse del mundo”.
El retroceso del comercio internacional luego de la Gran Recesión de 2008 mostró, en primer lugar, que la organización de la economía mundial impuesta a través de la dominación del capital financiero no tiene la eficacia que se le atribuye en los medios adictos al neoliberalismo. Y está paralizada por lo que se ha denominado el estancamiento secular.
En segundo lugar, en la medida en que el modelo del multilateralismo comercial ponía en tela de juicio los equilibrios geopolíticos, debido a los déficits de las balanzas comerciales de los países avanzados y, en particular la dominación de los Estados Unidos, esto llevó a reconsiderar la vigencia y el interés de una división internacional del trabajo que cercenaba las bases del poder político hegemónico.
Como tercer elemento importante se deben citar las políticas de dumping para facilitar las exportaciones y disminuir las importaciones. De esa forma se trata de eludir las reglas del juego que, justamente, se supone constituyen el motor del “modelo exitoso”: dumping monetario a través de la devaluación, dumping social, dumping ecológico, dumping fiscal. Esto tiende a limitar el flujo del intercambio y suscitar la instalación de aranceles monetarios o barreras no arancelarias.
En cuarto lugar, se ha tomado conciencia de las calamidades provocadas por el “comercio forzado” que provoca crisis sociales, sanitarias, ecológicas, tensiones políticas entre las potencias. Esto muestra que el libre cambio no ayuda a la paz, sino que incita a políticas agresivas.
En quinto lugar, se aplaude la importación de chafalonías chinas por que cuestan unos centavos menos, pero provocan un incremento del costo social, que aumenta la pobreza y el costo del seguro de desempleo, lo que agrava las tensiones ya significativas en el modelo de la Economía del Bienestar.
Esto último pone en tela de juicio la totalidad del andamiaje social de la posguerra: en teoría, las importaciones de bienes de consumo a bajo precio permiten incrementar el poder adquisitivo de los salarios, pero esas importaciones destruyen los puestos de trabajo e incrementa el costo social que restringe la tasa de beneficios que se preveía debía.
Modelo
La pandemia de la codiv-19 aceleró el riesgo de la implosión de este modelo. La carga del costo social adicional que no puede financiarse a corto plazo sin introducir alteraciones profundas en las orientaciones de las economías de los países avanzados. Desde la implosión de la Unión Soviética se afirmó que el desarrollo del comercio internacional y el incremento de la tasa de beneficio eran compatibles con un incremento del poder de compra de los salarios vía las importaciones.
En las condiciones actuales hay dos opciones: se disminuye la tasa de beneficio o se limita la mundialización y el libre cambio que constituyeron los pilares del esquema económico.
La última opción que parece la más probable ha despertado críticas de expertos mundialistas que señalan que supondría una caída del poder adquisitivo de los salarios del orden del 10 por ciento. Como saben que una parte del mundo empresario se opondrá a la caída de la demanda global, temen una renegociación de los beneficios que golpee al sector financiero.
Si bien es prematuro proponer una explicación exhaustiva de los cambios que están sucediendo en la economía mundial ciertas líneas directrices se perciben en forma más clara. El gobierno japonés acaba de disponer una línea de crédito de 14 mil millones de dólares a disposición de las empresas para que repatríen los procesos de producción actualmente instalados en China.
Una tendencia similar se nota en Francia, Italia y Alemania que han decidido mantener las empresas aéreas casi nacionalizadas. Y desarrollar una política llamada de relocalización, vale decir sustituir importaciones. La producción farmacéutica, los sectores semiestratégicos, la producción de energía decarbonada aparecieron con la crisis como el talón de Aquiles de las economías. Pero también reinstaló el fantasma del desempleo masivo por lo que hace necesario prevenir la destrucción de empleos.
Como la reactivación económica en Argentina en el marco de la crisis mundial solo puede lograrse a través de un incremento de la demanda interna y del consumo, se debe acompañar con una política de autosuficiencia.
El texto de Keynes muestra que se debe tratar de proveer a la demanda efectiva, que solo puede manifestarse en la medida en que haya una distribución del ingreso adecuada capaz de suscitar el incremento de la producción y crear la condiciones para que se realicen nuevas inversiones que incrementan la oferta de puestos de trabajo. Keynes, sin que ello parezca sorprendente, propone la sustitución de importaciones en vista a conseguir la independencia económica.
* Doctor en Ciencias Económicas de la Université de Paris, Autor de La Economía Oligárquica de Macri, Ed. Ciccus, mayo 2019.
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