El anuncio del primer ministro Yorgos Papandreu de que someterá a referéndum el acuerdo de salvataje de Grecia laboriosamente aprobado la semana pasada por los ministros de Economía de la UE ha ocasionado un terremoto político y económico, con reacciones negativas de los mercados y caída en picada de las Bolsas en todo el mundo, en tanto dirigentes como Nicolas Sarkozy califican la iniciativa de “gesto irracional y peligroso”. El acuerdo pactado en Bruselas preveía un descuento del 50% sobre los bonos de la deuda griega, lo que equivalía a unos cien mil millones de euros sobre el total de 350 mil millones que abarca el total del endeudamiento público del país. Además Grecia recibiría, de aquí al 2014, nuevos préstamos por cien mil millones de euros, un nuevo programa que reemplazaba a aquel aprobado en julio pasado. De estos cien mil, treinta mil irían a los bancos griegos para impedir su quiebra, ya que son grandes tenedores de bonos de la deuda nacional.
La contrapartida de este acuerdo, ya aceptado por el señor Papandreu, era un control estrecho de la economía griega por el FMI, la Banca Central Europea y la UE, que la someterían a examen cada tres meses e incluso instalarían oficinas permanentes en Atenas. De este modo, la UE podía presentar una economía en orden en la reunión del G-20 prevista para mañana y pasado en Cannes, puesto que había resuelto su principal problema. ¿Qué ha ocurrido? Pues que a su retorno el señor Papandreu ha enfrentado una rebelión de los dirigentes de su partido (que apenas cuenta con una mayoría de tres diputados en el Parlamento) y un país en las calles, con manifestaciones diarias e inéditas muestras de repudio, como la que obligó al presidente en Tesalónica a retirarse de un acto público. El primer ministro ha tenido que ceder ante un pueblo que ve su soberanía amenazada y que considera que hipoteca su futuro en manos de acreedores extranjeros. No en balde es el grito de “¡traidores!” el que con mayor frecuencia se escucha.
No existen dudas sobre los resultados de la consulta, ya que recientes encuestas muestran que solo el 12,6% de los griegos apoya los acuerdos. Se sabe ya, por otra parte, que el llamado a las urnas se realizaría en febrero. El problema es que nadie imagina cómo llegará Grecia a la fecha, pues la perspectiva de referéndum paraliza toda nueva entrega de dinero y ningún banco descontará nada de una deuda cuyos bonos se depreciarán en pocos meses. Con lo cual la posibilidad de un default griego está más presente que nunca. Solo que el mismo será pagado por toda la UE, que compró bonos de la deuda griega para ayudar a uno de sus miembros en apuros. La situación ha vuelto a fojas cero, con menos posibilidades de arreglarse que nunca y con una Europa en pleno caos en el G-20. En cuanto a Papandreu, ahora podrá decir que es “el pueblo” y no el PASOK quien decidió sobre su futuro, y así habrá evitado las elecciones adelantadas que resultarían de su derrota en el Parlamento.
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Revuelo por el plebiscito en Grecia. Las Bolsas del Mundo se vienen a pique.
Disconformidad en el oficialismo y la oposición. Preocupación de la Unión Europea.
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Miércoles 2 de noviembre del 2011.
El conservador Antonis Samaras, líder de la oposición, se sumó al rechazo de algunos aliados al afirmar que los planes de Papandreu responden a experimentos oportunistas y que el gobierno debería adelantar las elecciones.
El plebiscito anunciado el lunes por Giorgos Papandreu fue embestido por buena parte del arco político griego. Mientras el pueblo heleno observa cómo le cargan otra mochila a una espalda por demás contracturada, desde el riñón socialista una diputada de Pasok abandonó su banca en disconformidad con la iniciativa, que aún no tiene fecha. Seis legisladores de esa fuerza cargaron sobre el gobierno con una carta que enviaron al primer ministro para que presentara su renuncia de inmediato.
El conservador Antonis Samaras, líder de la oposición, se sumó al rechazo de los aliados al afirmar que los planes de Papandreu responden a experimentos oportunistas y que el gobierno debería adelantar el cronograma de elecciones, previstas para octubre de 2013, si su intención es sondear el apoyo que esas políticas recogen. Con algo de esfuerzo, los líderes de la Unión Europea (UE) acordaron esta semana la puesta en marcha de un millonario plan de rescate para Grecia, que incluye una quita de deuda del 50 por ciento para los acreedores privados y un crédito adicional de 130.000 millones de euros para Atenas.
Como es habitual en este tipo de recetas –Argentina y otros países latinoamericanos saborearon el trago amargo de sus efectos–, el remedio lleva consigo los químicos que enfermaron a Grecia, sustancias que actúan además sobre otras economías. A cambio del apoyo de los organismos internacionales de crédito, los gobiernos europeos deben inyectar en cada país un cóctel de medidas cuyo ajuste se traduce en recortes salariales, salud, educación, pensiones y masivos despidos de empleados estatales. En la noche del viernes se sabrá si Papandreu recibe el visto bueno del Parlamento heleno para continuar en el gobierno.
Samaras, líder del partido Nueva Democracia, señaló que la convocatoria del premier al referéndum pone en riesgo la pertenencia de Grecia al bloque europeo. “Ahora no se trata sólo de una petición para legislativas adelantadas, sino que es una necesidad nacional y cada persona debe de asumir sus responsabilidades”, advirtió Samaras en una conferencia de prensa luego de reunirse con el presidente griego, Karolos Papoulias. E insistió: “En su esfuerzo de salvarse, Papandreu ha planteado un dilema que siembra la discordia y es un chantaje que pone en peligro nuestro futuro y nuestro lugar en Europa”, dijo.
“Se le pedirá al ciudadano que dé un gran sí o un gran no al nuevo plan de préstamo. Si los griegos no lo quieren, entonces no será adoptado”, dijo Papandreu, echando más leña al fuego, en un encuentro con la bancada de diputados de su partido. Grecia no vivía una consulta popular de este tipo desde 1974, cuando se abolió la monarquía, por una amplia mayoría, meses después de la caída de la dictadura militar. Tras sucesivos ajustes aprobados por Papandreu, a pedido del FMI y la UE, el ánimo y la indignación popular en Grecia –lejos de aquietarse– se fueron encendiendo aún más con el correr del tiempo, con meses de huelga, campañas de desobediencia civil, continuas manifestaciones en la plaza Syntagma, que incluyeron la toma de ministerios y la respuesta represiva de las fuerzas de seguridad, que el 20 de octubre le costó la vida a Dimitris Kotsariadis, de 53 años, miembro del Partido Comunista griego y trabajador de la construcción.
La diputada socialista Milena Apostolaki, que hasta ayer respondía al socialismo parlamentario, se declaró en libertad de acción y en contra de la política que el primer ministro lleva adelante. Esa disidencia deja al gobierno a un escaño de perder la mayoría absoluta (de un total de 300 escaños disponibles, Papandreu cuenta con el apoyo de 152 diputados, frente a los 160 con los que contaba al asumir como primer ministro, hace dos años). En una carta difundida ayer y enviada al presidente del Parlamento heleno, Filipos Pechelnikos, la ex ministra expresó su “profunda discrepancia con la decisión del gobierno de convocar un referéndum sobre la quita del 50 por ciento de la deuda”.
Apostolaki reconoció que mantiene su banca porque “los ciudadanos tienen la necesidad de estar representados en el Parlamento por los diputados que eligieron”. Vaso Papandreu, ex ministra y ex comisaria europea –actualmente diputada encargada de los asuntos financieros en el grupo parlamentario socialista–, señaló ayer en el Parlamento que “el país corre peligro de caer en una quiebra inmediata” y abogó por medidas extraordinarias y elecciones anticipadas.
Nueva Democracia ya señaló que, en caso de que suba al poder, renegociaría con los socios europeos el acuerdo de austeridad y de reformas que Grecia enfrenta desde hace 21 meses, a cambio de continuar recibiendo ayuda externa para evitar la quiebra. El resto de los partidos de la oposición, por su parte, coincidieron en exigir legislativas anticipadas y rechazar el referéndum de plano. El anuncio de Papandreu cayó como una bomba para las Bolsas europeas (ver aparte), que se desplomaban ante la incertidumbre generada en Grecia. La consulta popular demuestra la cobardía de un gobierno que le traslada a la sociedad toda responsabilidad sobre el futuro de un país que camina por la cuerda floja desde hace meses.
Según un sondeo realizado hace dos días en Atenas por la compañía Kappa, el 60 por ciento de los encuestados se manifestó en contra del paquete de rescate de emergencia que Bruselas aprobó y que incluye una condonación del 50 por ciento de la deuda helena.
Papandreu en su laberinto. El premier griego busca legitimar el ajuste con una consulta popular en pocas semanas.
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Si los griegos rechazan el último paquete de rescate financiero de la Unión Europea en un referéndum, el país podría terminar enfrentando una bancarrota. En declaraciones a Radio RTL, Juncker dijo que el primer ministro griego, Georgios Papandreu, tomó la decisión de proponer un referendo sin consultar a otros líderes europeos, una medida que agrega "gran nerviosismo e inseguridad" a una ya complicada situación de la economía de la zona euro. "El primer ministro ha tomado esta decisión sin comentarla con sus colegas europeos", dijo Juncker. "Esto es algo que trae un gran nerviosismo, que agrega gran inseguridad a una ya enorme inseguridad, y por lo tanto necesitamos ver con calma cómo enfrentamos esto", agregó. Cuando se le preguntó si en caso de que los griegos voten "no" en el referendo, ese resultado llevaría a una quiebra financiera para Grecia, Juncker respondió: "No puedo descartar que ese sería el caso, pero depende de cómo exactamente se formule la pregunta y sobre qué exactamente votaría el pueblo griego".
La agencia de calificación Fitch ha advertido asimismo de que la decisión de Grecia de convocar un referéndum podría aumentar el riesgo de impago "forzoso y desordenado", así como de una salida del país heleno del euro. Fitch ha indicado que un rechazo al programa recientemente negociado por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional tendría "graves consecuencias" para la estabilidad financiera y la viabilidad de la zona euro. La agencia ha resaltado en este sentido que el anuncio realizado por el primer ministro heleno, George Papandreu, pone de relieve la urgencia de establecer un "cortafuegos" para prevenir el contagio de desestabilización por la situación griega. Asimismo, la agencia de rating ha recordado que las dudas respecto al posible resultado del referéndum griego y la aceptación del programa de la UE aumenta la incertidumbre en torno a las pérdidas a las que los acreedores puedan incurrir y, por lo tanto, la recapitalización bancaria.
El primer ministro griego, George Papandreu, no comunicó previamente a su ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos, que tenía previsto anunciar la convocatoria de un referéndum para aprobar el paquete de ayuda de la UE, según ha confirmado un responsable gubernamental heleno. "Venizelos no tenía ni idea del referéndum. Lo único que conocía era la moción de confianza", ha explicado a Reuters bajo condición de anonimato un responsable gubernamental. "Le dijo a Papandreu que debería informar a los socios extranjeros y escribió una carta a primera hora de la mañana", ha indicado. Venizelos, que ha estado liderando las conversaciones con la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los bancos griegos sobre el rescate financiero y la condonación de la deuda helena, ha hablado por teléfono con su homólogos europeos, según ha señalado un responsable de su departamento.
Las líderes de la Unión Europea, en su última reunión de Bruselas, con más grande “sinceridad” política anunciaron al mundo que ¡! ahora sí, habían encontrado la salida “democrática a la crisis”, ¡¡¡ sin embargo ha transcurrido menos de 4 días y ya encontramos el primer gran inconveniente. Grecia no se rinde. Para aprobar el reajuste o salvataje brindado por la Unión Europea, el BCE y el FMI, la – troika político financiera.
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