sábado, 30 de diciembre de 2017

BRASIL. EL MOVIMIENTO SOCIAL DE LOS SIN TIERRA. MST. AYER, MAÑANA, SIEMPRE.

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BRASIL.- El Movimiento Social de los Sin Tierra MST, el de mayor población y uno de los más antiguos a nivel mundial. Columna vertebral social del PARTIDO DE LOS TRABAJADORES. P.T. Cansados de tanto ofrecimiento, manipulados en sus aspiraciones de clase, han postergado durante tanto tiempo sus reclamaciones, reivindicaciones y derechos económico-sociales y políticos, pero siguen esperando su reivindicación central, fundamental EL DERECHO A LA TIERRA. Han cambiado durante estos dos últimos años - cuando el gobierno de la burguesía político-empresarial - golpista, mafioso y corrupto - intenta por todos los medios desconocer, negar, destruir lo conseguido durante los gobiernos de los Presidentes Lula y Dilma, la azada por la palabra y se han desplazado desde sus asentamientos para teñir con el rojo de su Bandera, el centro del poder político brasileño. Son aquellas personas ninguneadas, como diría el escritor uruguayo Eduardo Galeano - que gritan y luchan por la tierra, por la dignidad, por la vida…. Bajo el Lema “Luchar, construir, Reforma Agraria Popular”, miles de Delegados y Representantes de todos los rincones d Brasil se dieron cita para el VI Congreso Nacional del Movimiento Social de los Sin Tierra (MST), que tuvo lugar entre el 10 y 14 de febrero del 2014, y como lo siguen realizando en los años actuales, porque la lucha continua, su problema centra la TIERRA no fue solucionado hasta ahora, y hoy más que nunca sus luchas, movilizaciones y nuevas reivindicaciones  sociales (in)surgen en la palestra de las nuevas reivindicaciones sociales y políticas.

El año del 2014, era especial porque, coincidiendo con el evento, se celebraban los 30 años del movimiento. Una amplia delegación internacional de más de 27 países también participó en las jornadas. En un país económicamente creciente como Brasil, las injusticias crecen también. El MST estima que hay entre 150.000 y 400.000 familias viviendo en asentamientos. Son personas sin tierra, excluidas por un sistema agroalimentario que les ha obligado a ocupar los terrenos que necesitan para sobrevivir. Dentro de los asentamientos del MST, sus moradores construyen sus escuelas y talleres, cultivan sus huertas y crean sus estructuras sindicales. Por eso, cuando son desalojados por el Estado, están obligados a marchar a otro lugar donde instalan de nuevo sus “barracas” de plásticos y madera y su lucha, organización y movilización nacional, continuará no sólo pata defender las grandes realizaciones SOCIALES - Educación - sino para trabajar por la Gran Conquista Económico-social, el DERCHO A LA TIERRA. (Agrícola de millones e brasileños del MST).

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BRASIL. EL MOVIMIENTO SOCIAL DE LOS SIN TIERRA. MST. AYER, MAÑANA, SIEMPRE.
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Eric Nepomuceno.

ALAI. América Latina en Movimiento..

Lunes 25 de diciembre del 2017.


El MST no nació de la nada. Nació de la lucha histórica del pueblo brasileño!
Nació de antecedentes importantes y muchas veces olvidados en este país sin memoria. Pero ciertamente fue y es, no sólo el más longevo, es decir, el que lleva más tiempo actuando, sino el que más conquistas ha alcanzado en términos concretos y continúa alcanzándolas.

Vamos a hablar solo de los últimos sesenta años en este país en que la cuestión agraria de la tenencia de la tierra viene de siglos.

Para empezar, conviene recordar que no se puede hablar de lucha por la reforma agraria en Brasil sin citar a Leonel Brizola.

En 1961, cuando era gobernador de Rio Grande do Sul, Brizola dio inicio al ‘MASTER’, Movimiento de los Agricultores Sin Tierra, que fue el primer paso concreto que se dio, en Brasil, para implantar una siempre esperada reforma agraria.

Brizola venía del campo, de la violencia del campo, de la miseria y de las aberrantes desigualdades del medio rural brasileño. Y eso en un estado rico.

Se había casado con una heredera poderosa, doña Neuza Goulart, hermana de Jango Goulart, una familia de estancieros, es decir, de grandes propietarios rurales.

Para que su apoyo a la reforma agraria fuera comprobable en su estado, Rio Grande do Sul, donó el 45% de las tierras que había heredado su mujer.

Fue, claro, un gesto destinado a causar un impacto en la opinión pública. Pero también fue el primer paso de la primera tentativa de reforma agraria implantada en Brasil.

Durante su gobierno en Rio Grande do Sul, se entregaron trece mil nuevos títulos a los sin tierra. Poco, tal vez. Pero fue la primera y ejemplar tentativa de implantar una reforma agraria en nuestro país.

Hubo otro antecedente del que no podemos dejar de hablar: las Ligas Camponesas, una especie de asociación de campesinos creada primero en Paraíba y que después se extendió por Pernanbuco – donde tuvo su principal foco –, y también por Goiás y a Rio de Janeiro.

Desde 1955 hasta 1964, las Ligas Camponesas tuvieron una intensa actuación en Brasil. En el MASTER gaucho apoyado por Brizola hubo dos líderes, João sin tierra y Jair Calixto, cuya repercusión fue local. Ya en las Ligas Camponesas hubo dos grandes líderes que tuvieron repercusión nacional: Gregório Bezerra y, después, Francisco Julião.

Conocí a Julião – que para mi generación era un nombre mítico – en Lisboa, en 1979. Conversamos mucho, aquella primera vez. Y muchas más veces cuando me mudé de España a México, donde vivía en condición de exiliado.

Y después aquí, en Brasil, cuando volvió, amnistiado, de décadas de exilio. Siempre oí de él lo mismo: mientras no haya una verdadera, profunda, reforma agraria, Brasil no existirá.

Decía aquello con la suavidad de quien es cordial y la convicción de los que tienen una fe insuperable e inquebrantable.



Pues bien, el MST supo apoderarse de esa herencia esencial y avanzar, avanzar mucho. Hoy, es uno de los movimientos sociales más activos y significativos no solo de Brasil o de América Latina, sino del mundo.

Su raíz está donde debería estar: en los sin-tierra, en los que reivindican tierras para plantar, para producir. Para vivir. Para ser lo que deberían ser desde siempre, desde sus raíces más ancestrales, si éste no fuese un país de desigualdades e injusticias aberrantes.

A lo largo de su historia, el MST ha establecido parámetros nuevos para la lucha por la tierra, por la reforma agraria, todos ellos olímpicamente ignorados por los grandes medios oligopólicos de comunicación y, muchas veces, por los gobiernos siempre conchabados con uno u otro lado de la moneda, los latifundios.

El MST tiene cooperativas innovadoras en el sistema de plantación agroecológico y la única cooperativa de América Latina que produce semillas de hortalizas agroecológicas. Es el mayor productor latinoamericano de arroz orgánico. Existe una fenomenal escuela – me refiero a la Florestan Fernandes, creada a raíz de las donaciones de Sebastião Salgado, José Saramago y Chico Buarque -, que era una escuela nacional y ahora es latinoamericana e internacional, por la que pasan estudiantes de todo el mundo. La misma que la policía de los golpistas quiso invadir en noviembre de 2016. Uno de los motivos de orgullo, por lo que sé, del MST es que está usando el método “Yo, sí puedo” de alfabetización de adultos, y ahora está ayudando al gobierno de Maranhão a combatir el analfabetismo por allá. Existen un sinfín de ejemplos ejemplares, valga la redundancia, y de iniciativas que señalan y prueban la viabilidad de las acciones positivas.

Todo eso se le oculta a la opinión pública por parte de un conglomerado de medios de comunicación que intentan defender, a cualquier precio, un escenario injusto, aglutinador, inmoral e indefendible. Así están las cosas.

Sin embargo, el MST va más allá, mucho más allá, de ocupar y de reivindicar tierras y exigir, con justicia absoluta, una reforma agraria que por lo menos intente disminuir las aberraciones de la propiedad rural en Brasil.

He estado en ocupaciones, he estado en tierras conquistadas al amparo de la ley, he estado en el sueño alcanzado por los abandonados de siempre.

No, no, el MST no es solo un grupúsculo de alucinados que invade tierras ajenas. Eso es lo que dicen los grandes medios de comunicación, los periódicos, las revistas, las redes nacionales de televisión y radio.

El MST, además de devolver la dignidad a los pobres de la tierra, desarrolla, de verdad, una especie de proyecto de vida, de nación. Muchas de sus cooperativas, vale la pena reiterarlo, podrían servir de modelo de transformación de la estructura actual de producción rural. Y, claro, de la convivencia en sociedad.

A estas alturas de la vida, me considero un señor mínimamente respetable: nací en 1968. Vengo de una generación que se lanzó a por todos sus sueños, que en determinados momentos sintió que podía tocar el cielo con las manos, que en otros pensó que había conseguido, al menos, rozar ese cielo.

Entiendo que este país que me ha tocado en la lotería de la vida, Brasil, país inmenso y dolorido, jamás llegará siquiera a comenzar a ser lo que puede y debería ser, mientras la cuestión de la tierra siga como está.

Continúa siendo inadmisible, para mí, que tan pocos mantengan intocables en sus manos semejante cantidad de tierra. Incomprensible.

Esta es la primera injusticia, la más injusta de todas, la cuna de nacimiento de todas las demás.

No sé, de verdad, si en la cuestión de la tierra está la raíz de todos nuestros males. Pero sé, de verdad, que en esa cuestión está una de las raíces. Tal vez la más profunda de todas. Tal vez.

Y es en ese punto, en ese aspecto, en el que veo la acción principal, la más profunda, del MST.

No en las ocupaciones (en la inmensa mayoría de las veces justificada), no en los gestos más espectaculares, sino en su acción cotidiana, en la formación, en la concientización, en fin, en la siembra de un país posible, aquel mundo que, en palabras de Eduardo Galeano, ‘pueda ser la casa de todos, y no la casa de unos pocos”, esos pocos que son los beneficiados de siempre, en detrimento de la inmensa mayoría de los abandonados, los olvidados de siempre.

- Eric Nepomuceno es escritor.

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