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“La fuerza de la presión social. De momento, en el borrador de las
negociaciones se ha colado la creación de zonas
indígenas libres de petróleo, gas y extractivismo. José Carlos Carvalho,
ministro de medio ambiente de Brasil entre 2002 y 2003, confesaba
el martes a elDiario.esen la
Zona Azulque confía en la diplomacia de su país: “La presión de
los movimientos sociales es una tradición nuestra. Servirá de ayuda para
negociar”. El activista ambiental Inti Bonomo, delegado no
oficial de Argentina en la COP30, se muestra impresionado por el
esfuerzo del gobierno brasileño por “intentar generar porosidad” con la sociedad
civil. “Se nota que es una COP distinta. Y hay una oportunidad histórica
de que Naciones Unidas dé voz y voto a los pueblos indígenas. Veremos si Brasil
lo consigue”, declara a este medio.
“En los bastidores de la Zona Azul, la
diplomacia ambiental brasileña ya está deshaciendo bloqueos. Puede que Brasil consiga ya
un compromiso
oficial del mundo para comenzar a abandonar
los combustibles fósiles. La experiencia de la cumbre del G20, celebrada
en Río de Janeiro en noviembre de 2024, brinda algunas pistas. Un
activista que prefiere mantenerse en el anonimato explica a elDiario.es que el gobierno Lula
pagó la realización de acciones activistas. Los cientos de carteles y
proyecciones callejeras en Río de Janeiro para tasar a los ricos no eran
tan espontáneos. Contra todo pronóstico, Brasil consiguió incluir en el
texto final una
declaración a favor del impuesto a los millonarios.
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Fuentes: El diario [Imagen: La Marcha Global por el Clima en protesta por la defensa de los bosques, los derechos territoriales indígenas y la responsabilidad climática global, en Belém este sábado. EFE / André Borges]
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LOS GUARDIANES DEL CLIMA SE REBELAN: INDÍGENAS Y MOVIMIENTOS
POPULARES EXIGEN FINANCIACIÓN DIRECTA EN LA COP30.
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Por Bernardo Gutiérrez | 17/11/2025 | Ecología social
Fuente. Revista Rebelión lunes 17 de noviembre del 2025.
La sociedad civil global presente en
Belém, liderada por los pueblos originarios, desborda a la ONU y mete presión a
las negociaciones oficiales de la Zona Azul
Una docena de manifestaciones, una
protesta con más de doscientas
embarcaciones, performances, exposiciones críticas realizadas
con cenizas de incendios, bloqueos en el acceso a la Zona Azul (como el
protagonizado por el pueblo Munduruku el
viernes), invasiones estratégicas de espacios (como la
del Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra, el MST en
la AgriZone financiada
por el agro negocio). Y una acción subversiva histórica en el segundo día
de la COP30: la irrupción
de un grupo de indígenas en la Zona Azul.
“Esa ocupación es todo lo que soñábamos en la Cumbre de Copenhague (la COP15 de 2009). Los pueblos indígenas lo consiguieron gracias a su autoridad moral”, asegura a elDiario.es el activista turco Selçuk Balamir, que estuvo presente en la Marcha Saúde e Clima (marcha salud y clima) que acabó ocupando la Zona Azul.
La marea social está desbordando la
COP30. Aparte de la
Cúpula de los Pueblos (una verdadera COP30 paralela que acoge a 1.300
movimientos sociales) y la Aldeia COP (con 3.400 indígenas de
acampados), la cumbre del Clima de Belém cuenta con ochenta espacios
paralelos. “Yo estoy aquí como parlamentaria, pero más centrada en la
programación paralela”, confesaba el jueves a este medio Sâmia Bonfim,
diputada del Partido Socialismo e Liberdade (PSOL), en un puesto
callejero. Aunque miembros del gobierno de Brasil manifestaron
preocupación tras la ocupación de la Zona Azul, algunos
reconocen en off que esa presión les ayudará a negociar.
“El gobierno brasileño
hizo un esfuerzo para incluir a la sociedad civil en su delegación. Aunque no
tenemos derecho a voto, podemos incidir en las personas que votan” asegura a elDiario.es la brasileña Caru Schwingel,
representante no gubernamental, por parte de la Red de Innovación
Política Latinoamericana (RINP) y Asuntos del Sur.
¿Será suficiente el desborde social de la COP30 para conseguir buenos acuerdos?, ¿se tomarán en cuenta las demandas de los pueblos indígenas que el gobierno brasileño ya define como “guardianes del clima”?
La Marcha del Clima más diversa.
En la abertura de la Marcha Mundial
por el Clima de este sábado, Sônia Guajajara, ministra de los Pueblos Indígenas, afirmó que la ONU tiene que
entender que llegó la hora de escuchar a la Amazonia:
“Estamos aquí junto a quienes cuidan
de todos los biomas para decir basta. Vivimos en una emergencia climática. Por
eso, esta manifestación se transforma ahora en la verdadera Zona Azul de la
COP30”.
En medio de la Marcha Mundial por el
Clima, el danés Lasse Marku, de 47 años, empujaba una estatua de la “plaga naranja” de Donald
Trump. Lasse, que ha ido a casi todas las COP desde la Cumbre de
Copenhague de 2009, se mostraba fascinado por la efervescencia social de Belém:
“No había visto nada
igual antes. Es con mucha diferencia la COP más potente”. La marcha fue un crisol
transversal de pueblos indígenas, militantes afrodescendientes, sindicatos,
feministas, movimientos rurales, ecologistas, militantes de partidos de
izquierda, profesores. “Yo defiendo la diversidad sexual y el papel de
cultura en la lucha climática”, declaraba el activista brasileño Jetskee
Dream, mientras sostenía un escudo con la portada del libro O
pacto de branquitude, de Cida Bento. Jetskee forma parte del Book Bloc, colectivo
internacional que preparó escudos-libros con títulos ambientales para la
marcha de la COP30.
En la Marcha del Clima de Belém estaba
presente una verdadera “marea roja”
de la izquierda tradicional. El lema de una camiseta sintetizaba
el espíritu transversalizador de Brasil:
“No hay justicia
climática sin vivienda digna”. “El cambio climático nos afecta a todos
Necesitamos una transición justa para todos, no solo una transición para las
empresas”, reivindicaba Joisale Nunes, portavoz regional del sindicato Central
Única de Trabajadores (CUT), el principal de Brasil.
La joven indígena Txai Surui, icono
global tras su discurso en la COP26 de Glasgow en 2021, confesaba a elDiario.es al inicio de la marcha que
la COP30 comenzó mal.
“Anunciaron explotación
de petróleo en la desembocadura del Amazonas… No tienen palabra. Aunque a veces
cunda el pesimismo, nosotros indígenas tenemos la responsabilidad de tener
esperanza”, aseguraba Txai, a quien Greta Thunberg, presente en Belém, considera la
verdadera líder ambiental del mundo. Los carteles de la marcha del clima de
Belém reformulan las narrativas ambientales: “Sin selva no hay clima”, “El
futuro es indígena”, “Cuerpos y territorio en pie” o “yo soy cuerpo-territorio”.
“Mi cuerpo es parte de él, no soy algo separado de la naturaleza”, explicaba la
indígena brasileña Kenya Pataxó a este medio.
La COP indígena.
El pasado miércoles, el mítico cacique
Raoni Mektutkire de la etnia Kayapó
lanzó un ataque frontal contra la extracción de petróleo en la Amazonia.
Disparó directamente contra su aliado Lula, con quien subió la rampa
presidencial en enero de 2023.
“Voy a pedirle una
reunión y si hace falta, le tiro de la oreja para que escuche”, declaró el cacique a bordo de uno de
los barcos de la barqueata, una protesta con más de doscientas embarcaciones
en el río Guamá. En la cubierta del barco, Leo Cerda, indígena kichwa de
Ecuador, reivindicaba financiación global para los indígenas.
“Necesitamos financiación directa, gestionada por los pueblos originarios.
El 20% que quieren entregarnos es insuficiente”, aseguró a elDiario.es, en referencia al Fundo de Florestas
Tropicales para Sempre (TFFF), propuesta estrella de Brasil para la
COP30. En las calles de Belém se ven muchos grafitis y murales
pidiendo “financiación directa para quien cuida de la selva”. En
las conversaciones oficiales y extraoficiales empieza a haber quorum para
demandar que el 50%
del fondo TFFF sea gestionado por las propias
comunidades que cuidan de las selvas tropicales.
Sônia Guajarara, ministra de los
Pueblos Indígenas, se
enorgullecía el
pasado jueves de estar trayendo la causa
indígena al centro del debate global. Guajarara destacó que 900
indígenas están acreditados oficialmente en la Zona Azul, 360 de ellos
brasileños. La ministra quiere ir más allá de la COP21 de Copenhague, que
reconocía la importancia de los indígenas en la mitigación del cambio
climático. Su principal apuesta es una declaración oficial para
incentivar la demarcación
legal de tierras indígenas. Para recoger las demandas de
los pueblos indígenas de todo el mundo, la presidencia . creó
el Círculo dos Povos.
llegados a Belém estos días, 3.400
están acampados en la Aldeia COP.
En el espacio, al que se accede con una acreditación propia (la de la ONU
no sirve), carteles gigantes mandan recados:
“Las respuestas no están en lo alto, sino en el suelo de los territorios.” Al lado del espacio Guardianas del Clima, Kako Pachi, indígena Pemón de Venezuela, sostiene que los indígenas garantizan el equilibrio climático: “Somos los guardianes del clima. Se habla mucho de inteligencia artificial, pero es más importante la inteligencia ancestral que va de la mano de la inteligencia natural”, aseguraba el jueves a elDiario.es. ¿Conseguirá la delegación brasileña incorporar las peticiones de los pueblos indígenas y de la Cúpula de los Pueblos, que mañana entregará su carta a la presidencia brasileña de la COP30?
La fuerza de la presión social.
De momento, en el borrador de las
negociaciones se ha colado la creación de zonas
indígenas libres de petróleo, gas y extractivismo. José Carlos Carvalho,
ministro de medio ambiente de Brasil entre 2002 y 2003, confesaba
el martes a elDiario.esen la
Zona Azulque confía en la diplomacia de su país:
“La presión de los
movimientos sociales es una tradición nuestra. Servirá de ayuda para negociar”.
El activista ambiental Inti Bonomo, delegado no oficial de Argentina en la COP30,
se muestra impresionado por el esfuerzo del gobierno brasileño por “intentar
generar porosidad” con la sociedad civil. “Se nota que es una COP
distinta. Y hay una oportunidad histórica de que Naciones Unidas dé voz y voto
a los pueblos indígenas. Veremos si Brasil lo consigue”, declara a este medio.
En los bastidores de la Zona Azul, la
diplomacia ambiental brasileña ya está deshaciendo bloqueos. Puede que Brasil consiga ya
un compromiso
oficial del mundo para comenzar a abandonar
los combustibles fósiles. La experiencia de la cumbre del G20, celebrada
en Río de Janeiro en noviembre de 2024, brinda algunas pistas. Un
activista que prefiere mantenerse en el anonimato explica a elDiario.es que el gobierno Lula
pagó la realización de acciones activistas. Los cientos de carteles y
proyecciones callejeras en Río de Janeiro para tasar a los ricos no eran
tan espontáneos. Contra todo pronóstico, Brasil consiguió incluir en el
texto final una
declaración a favor del impuesto a los millonarios.
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