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“Brasil incorporará al lado no oficial la COP30 uno de sus legados sociales más
queridos: la Cúpula dos
Povos (Cúpula de los Pueblos). Fundada en la
Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro de 1992, pieza clave del ciclo de
la antiglobalización protagonizada por el Foro Social Mundial (nació
en 2001 en Porto Alegre), la Cúpula dos Povos celebrará una
verdadera contra cumbre en la que los movimientos sociales son
los verdaderos protagonistas. “La presencia de cuatro mil indígenas
de todo el mundo meterá presión a las negociaciones. La Cúpula dos Povos tiene
una metodología: hacer debates temáticos y presentar al final una carta a la
presidencia. Esa carta será crítica y nos ayudará a cambiar el escenario de las
negociaciones”, matiza Ciro Brito.
“El día 12, una manifestación de barcos sui generis saldrá de la Cúpula de los Pueblos por el río Guama que baña Belém. Y el día 15, la Cúpula lidera la Marcha Global Unificada. Por si fuera poco, Belém aporta más novedades populares: las Yello Zones (puntos de debate en periferias y favelas) y una Black Zone para discutir cuestiones como el racismo ambiental. Ruth Ferreira, una las coordinadoras de las siete Yellos Zones de Belém, asegura a este medio que quieren poner sobre la mesa cómo el racismo ambiental y la crisis climática afectan a las periferias del mundo. “Cada zona tiene la particularidad de su propio territorio. Queremos que las personas se sientan dentro del debate climático y se vean como agentes de cambio”, afirma Ferreira a elDiario.es. Así que la partida se juega en Belém, ciudad en la que antes de las alteraciones climáticas el chaparrón torrencial de cada tarde era tan fuerte que la gente quedaba sin hora concreta “depois da chuva”. A las puertas de la estación húmeda, la previsión del tiempo para los negociadores del clima es un verdadero recado de la Tierra: más calor y mucha menos lluvia de lo habitual para estas fechas.
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Fuentes: El diario [Imagen: entrada a la sede de la COP30 en Brasil Raimundo Pacco/COP30]
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LA COP DE BRASIL DECIDE SI EL MUNDO AVANZA O SI TRUMP DINAMITA EL
ESFUERZO COMÚN CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO.
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Por Raúl Rejón, Bernardo Gutiérrez | 14/11/2025 | Ecología social
Fuentes Revista Rebelión viernes 14 de noviembre del 2025.
Las negociaciones demostrarán si la
colaboración entre países para atajar la crisis del clima soporta el boicot
activo de EEUU al tiempo que el Gobierno brasileño está empeñado en sacar
medidas concretas de la primera cumbre realizada en la Amazonia
Desde este lunes y hasta el 20 de
noviembre, el mundo se reúne en la ciudad brasileña de Belém do Pará para la
Cumbre del Clima de la ONU. La COP30
debe dilucidar si esta manera colectiva de afrontar la crisis climática,
el llamado multilateralismo, está enchufada a un soporte vital
tras el boicot activo de EE. UU. o si puede concretar
acciones después de los discursos.
El mismo presidente brasileño, Lula da
Silva, ha colocado
alto el listón: “No es momento de más discursos”, pero la COP
llega en una situación “de decrecimiento en la confianza hacia el
multilateralismo” como fórmula para conseguir avances, como
dice el jefe de estudios de energía y clima del Instituto Montaigne, Joseph
Dellate. Así que se abre la duda de si esta cumbre sirve para
salvar el multilateralismo y si, además, puede obtener avances en la
lucha contra el cambio climático.
Multilateralismo es la palabra que revolotea todo el rato.
El secretario general de la ONU, António Guterres, dijo a Lula nada
más llegar a Brasil:
“Gracias por tu firme compromiso con el multilateralismo ahora que es el mundo lo que está en juego”. ¿Pero qué es? En principio, algo tan simple como la colaboración entre países para afrontar problemas comunes.
Parece diseñado para atajar el gran problema común
de la humanidad: el cambio climático. Y fue el modelo que permitió
llegar a un acuerdo legalmente vinculante como es el Acuerdo de
París de 2015. París se aprobó por consenso, sin
votaciones, y establece que cada parte se compromete a hacer lo que esté en su
mano para frenar el calentamiento global. Se auto obliga a
cumplir al firmar el Acuerdo.
Fue lo que salvó la acción contra la crisis climática después
del fracaso sin paliativos que supuso la COP de Copenhague
2009 que debía renovar el Protocolo de Kioto (al que nunca se adhirieron,
por ejemplo, EEUU o Canadá).
Sin embargo, y cumpliendo con el papel autoasignado de anatema
de la colaboración, el presidente de EEUU, Donald Trump, ha
decidido no enviar delegados de alto nivel a la COP30. Aunque Trump
anunció en enero que su país abandona el Acuerdo de París,
la salida efectiva toma un año. Además, la COP es un evento de
la Convención de Naciones Unidas Contra el Cambio Climático (UNFCCC) de la
que EE. UU. sigue participando. Es decir, si no van es porque no quieren.
EE. UU. ha bombardeado directamente la negociación
climática al declarar oficialmente que no admiten que
ninguna medida ambiental pueda perjudicar sus intereses.
“Belém será la
prueba definitiva de si el multilateralismo puede responder a la emergencia
climática o si el sistema está capturado definitivamente por intereses
corporativos y de los países más ricos”, resume el coordinador del área climática
de Ecologistas en Acción, Javier Andaluz, horas antes de viajar a
Brasil.
La respuesta parece que está en Europa, China y
la anfitriona Brasil.
“He sido negociador
climático durante muchos años y lo que ha cambiado es el sentimiento de
urgencia actual”,
explica el presidente de la COP de Belém, André Corrêa, quien ha
subrayado la importancia del sistema multilateralista.
Con todo, esos tres actores aterrizan con sus rémoras.
La UE casi llega a Brasil sin plan
climático común, China se ha comprometido a un leve
recorte de emisiones una vez que alcance su pico y Brasil acaba
de aprobar nuevas perforaciones petrolíferas.
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¿Qué puede salir de Belém?
Llegados a este punto y con las
delegaciones en la Amazonia, el Gobierno de Brasil pretende transformar la COP30 de
Belém en la Cumbre Climática de las “implementaciones”. Apoyado en
la autoridad moral de pueblos indígenas y en el talismán verde de la
selva, el anfitrión planea dirigir su reconocida “diplomacia cordial”
hacia el campo ambiental. Una mezcla de diplomacia y
pragmatismo, irreverencia para modificar la hoja de ruta
oficial y presión popular.
Brasil quiere colocar la deforestación
en el epicentro de las discusiones. El Fundo de Florestas Tropicais para Sempre
(TFFF, de sus siglas
en inglés), es la propuesta estrella del gobierno Lula. El
plan pretende captar fondos para que países como Brasil,
Indonesia y República Democrática del Congo, sean remunerados por los
“servicios ambientales” prestados por sus selvas tropicales.
En esta COP, Brasil aspira a que los recursos ofrecidos por el primer
mundo no sean solo préstamos, sino donaciones.
Por otro lado, “un punto importante del TFFF es
que el 20% de los fondos sean destinados directamente a comunidades
tradicionales y pueblos indígenas”, asegura en entrevista telefónica Ciro
Brito, abogado y analista de políticas climáticas del Instituto Socio Ambiental
(ISA), negociador oficial en la COP30. Por otro lado, Brasil
pretende conseguir otros hits paralelos: un acuerdo
global para apoyar el uso de biocombustibles (el 22,5% del
combustible usado en el país es bio) y la creación de un mercado
único de carbono que ponga orden y corrija prácticas de greenwashing.
Lo que ocurre es que el gran asunto sigue siendo cómo desenganchar a
la humanidad de los combustibles fósiles, es decir, el petróleo, el
carbón y el gas, que son los que mandan el 75% de las emisiones de gases
a la atmósfera. Reducir ese foco es lo que en las COPs se llama
mitigación.
“En mitigación no vamos
a poder tener mucho porque los planes nacionales, como el de la Unión Europea,
han llegado mucho más tarde de lo que debían”, explica Javier Andaluz. “Lo que
vemos es que Brasil, que quiere que salga algo positivo de su cumbre, puede
conseguir varios acuerdos entre diversas partes sobre diferentes asuntos, pero
no en el acuerdo global de todos los países. Y eso, que tiene mucha menos
fuerza legal, nace casi ya como papel mojado”, remata.
*****
Pueblos indígenas.
Los pueblos indígenas tendrán una
presencia histórica en la COP30.
No sólo están representados en algunos paneles de la Blue
Zone, sino que cuentan con una aldea propia levantada en la Green
Zone reservada para la sociedad civil. Célia Xakriaba, única diputada
indígena de Brasil, del Partido Socialismo e Liberdade (PSOL), en
declaraciones a el Diario.es considera que la COP en la Amazonia
representa la oportunidad de conseguir un cambio real y concreto.
“Nosotros, indígenas,
no queremos ser más vistos como parte del paisaje, sino como sujetos políticos
de un nuevo tiempo. Estamos listos para construir un pacto vivo entre pueblos,
selvas y futuros posibles”, afirma Célia. La causa indígena contará con una manifestación
propia, el día 17, cuyo lema es “A Resposta Somos Nós” (nosotros
somos la respuesta).
Brasil incorporará al lado no oficial
la COP30 uno de
sus legados sociales más queridos: la Cúpula dos
Povos (Cúpula de los Pueblos). Fundada en la
Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro de 1992, pieza clave del ciclo del
antiglobalización protagonizada por el Foro Social Mundial (nació
en 2001 en Porto Alegre), la Cúpula dos Povos celebrará una
verdadera contra cumbre en la que los movimientos sociales son
los verdaderos protagonistas.
“La presencia de
cuatro mil indígenas de todo el mundo meterá presión a las negociaciones. La
Cúpula dos Povos tiene una metodología: hacer debates temáticos y presentar al
final una carta a la presidencia. Esa carta será crítica y nos ayudará a
cambiar el escenario de las negociaciones”, matiza Ciro Brito.
El día 12, una manifestación de
barcos sui generis saldrá de la Cúpula de los Pueblos por el
río Guama que baña Belém.
Y el día 15, la Cúpula lidera la Marcha Global Unificada. Por si
fuera poco, Belém aporta más novedades populares: las Yello
Zones (puntos de debate en periferias y favelas) y una Black
Zone para discutir cuestiones como el racismo ambiental.
Ruth Ferreira, una las coordinadoras de las siete Yellos
Zones de Belém, asegura a este medio que quieren poner sobre la mesa
cómo el racismo ambiental y la crisis climática afectan a las
periferias del mundo.
“Cada zona tiene la
particularidad de su propio territorio. Queremos que las personas se sientan
dentro del debate climático y se vean como agentes de cambio”, afirma Ferreira
a elDiario.es.
Así que la partida se juega en Belém,
ciudad en la que
antes de las alteraciones climáticas el chaparrón torrencial de cada
tarde era tan fuerte que la gente quedaba sin hora concreta “depois
da chuva”. A las puertas de la estación húmeda, la previsión
del tiempo para los negociadores del clima es un verdadero
recado de la Tierra: más calor y mucha menos lluvia de lo habitual para estas
fechas.
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