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"La razón por
la que esta coordinación no es solo un apoyo táctico a tal o cual huelga,
sino una tarea estratégica central, queda clara por dos aspectos:
"Por
un lado, especialmente en los sectores estratégicos para la acumulación
de capital, como la industria pesada
o el puerto, el control de la burocracia
sindical sobre las luchas y su cooptación tras los intereses del capital es enorme. En el caso de las huelgas portuarias,
esto se puede ver tanto en el hecho de
que no ha habido una huelga de este tipo desde hace 40 años –lo que no significa otra cosa que la burocracia sindical ha impuesto negociaciones de trastienda con la patronal durante 40 años sin luchas activas de los trabajadores del puerto– como en el hecho de
que uno de los actuales negociadores de
los capitalistas en el puerto es Torben Seebold. Anteriormente fue jefe de la sección nacional de la industria marítima del sindicato ver.di.
Por lo tanto, es necesario organizar la base de los estibadores para
una lucha contra la burocracia, es
decir, construir una facción antiburocrática dentro del sindicato
que pueda desafiar a la burocracia y
finalmente echarla.
Por otra
parte, esto requiere una ruptura con la estrategia dominante en la izquierda,
que consiste en ganar elecciones y obtener escaños parlamentarios para
cogestionar o hacer más soportable la
miseria capitalista encabezando el Estado burgués. Esto es, por
supuesto, lo que ocurre con el SPD,
que hoy en día, a la cabeza de la “coalición de progreso”, quiere
mitigar los efectos de la inflación con promesas
reformistas, mientras que, al mismo tiempo, está aplicando el mayor paquete de rearme en décadas y quiere
convertir a Alemania en una potencia
militar imperialista de primer orden,
capaz de subyugar a Europa del Este y a
otras regiones no solo económica sino
también militarmente. Pero esto también se aplica al Partido Die Linke y a las organizaciones de la izquierda extraparlamentaria que están directa o
indirectamente vinculadas a él: mientras
que hoy vemos tendencias iniciales hacia
más fenómenos de lucha de clases en toda Europa, Die Linke está en la crisis
más profunda de su historia y no juega ningún
papel en los procesos de lucha actuales, sino que se tambalea de una derrota electoral a la siguiente. Es cierto que el antiguo líder del partido, Bernd Riexinger,
así como algunos grupos locales de la
juventud del partido, apoyaron la recogida
de firmas de los trabajadores portuarios en defensa de su derecho a la huelga. Sin
embargo, todavía no ha surgido una
política visible al respecto. Y lo que es más: una y otra vez se puede encontrar a
Die Linke al otro lado de la barricada.
Por poner solo un ejemplo: en las
huelgas del movimiento hospitalario de Berlín, el partido formó parte del gobierno berlinés, contra el que se dirigieron las
huelgas en última instancia. Y en Bremen,
donde la ciudad es propietaria mayoritaria de la empresa de logística BLG, contra la que se dirige
la acción industrial de los trabajadores
portuarios, Die Linke también está en el gobierno.
/////
ALEMANIA. LA
HUELGA PORTUARIA, la lucha contra la inflación y el retorno de la cuestión de
la estrategia.
*****
Por Stefan Schneider | 13/08/2022 | Economía
Fuente Rebelión sábado 13 de agosto del 2022.
Fuentes: La
izquierda diario
Las
huelgas en los puertos del norte de
Alemania son la punta de lanza de la lucha contra la inflación. ¿Qué estrategia se necesita para llevarlos a la victoria?
En esta nota,
Stefan Schneider, director del diario Klasse Gegen Klasse de Alemania, parte de la Red Internacional de La
Izquierda Diario, describe la
importancia de la lucha de los estibadores de los puertos del norte de Alemania por
un aumento salarial por encima de la
inflación para el conjunto de la clase trabajadora y
la potencialidad de una perspectiva hegemónica para que los capitalistas paguen la crisis. Esta huelga salarial en los puertos
alemanes –la mayor en 40 años–
es parte de todo un proceso de huelgas y luchas salariales en
Alemania y en
toda Europa
–en el marco de una inflación histórica para
los países centrales y de la guerra aún
en curso en Ucrania–
que va desde la industria del acero,
los aeropuertos en toda Europa, una huelga de
más de 70 días en los hospitales en Alemania, la mayor huelga ferroviaria en Gran Bretaña en 30 años y huelgas anunciadas en distintas ramas durante todo el verano y otoño europeo–. Una vuelta a la escena con fuerza de la clase trabajadora que aún no
supera los límites que imponen las burocracias sindicales
pero que evidencia un cambio enorme en
la subjetividad del proletariado en Alemania y
en toda Europa.
Hace quince días, miles de estibadores de los puertos del norte de Alemania se pusieron en huelga por tercera vez en pocas semanas. La huelga de 48 horas para reclamar un aumento real por encima de la inflación fue el paro laboral más largo en los puertos en más de 40 años. Razón suficiente para que la patronal del puerto –y otros sectores – tiemble por sus ganancias y ataque el derecho de huelga. En 17 ocasiones solicitaron intervenciones judiciales en los tribunales de trabajo para detener la huelga. El presidente de la asociación patronal BDA, Rainer Dulger, llegó a pedir la instauración de un “estado de emergencia nacional para facilitar” la anulación de la convocatoria de las huelgas en el futuro. Aunque la dirección del sindicato de servicios ver.di se pronunció en contra de estos ataques, finalmente aceptó un acuerdo extrajudicial en Hamburgo, descartando nuevas huelgas hasta el 26 de agosto. Esta auto-limitación no solo era completamente innecesaria –a fin de cuentas, las solicitaciones fueron derribados en otros tribunales locales y en el caso de Hamburgo, también, la vía legal estaba lejos de agotarse–. También plantea la cuestión de qué estrategia es necesaria para ganar realmente la lucha en el puerto.
Histórica Huelga Portuaria en Alemania, contra la Inflación y por mejores salarios.
***
El hecho de
que el ataque al derecho de huelga por parte de la patronal, pero también la claudicación de la dirección de ver.di, sea tomado con gran resentimiento se muestra, por un lado, en una petición que ya
cuenta con varios miles de firmas a
los pocos días de ser lanzada, una gran
parte de ellas de los propios trabajadores portuarios.
Por otro lado, la voluntad de lucha
de los compañeros se expresó en diversas
acciones. Por ejemplo, al día siguiente del acuerdo extrajudicial en Hamburgo, 5000 trabajadores participaron
en una manifestación
de huelga y fueron atacados por la policía con gas pimienta.
El fin de semana siguiente, una huelga
de celo en la terminal Eurogate de Hamburgo hizo que apenas se pudieran manipular los buques, según declararon
los trabajadores
de la empresa a Klasse Gegen
Klasse. Estas primeras reacciones progresivas muestran el enorme potencial
que podría desplegar la lucha de los
estibadores.
Los motivos
de la voluntad de lucha de los trabajadores son múltiples, como relata Jana Kamischke,
delegada sindical del puerto de Hamburgo:
El
“trabajo es cada vez más comprimido, falta personal. Lo normal son 60 horas extras y más al mes. La automatización está destruyendo empleos bien remunerados y creando cada vez más empleos precarios. Las empresas portuarias de Bremerhaven y Hamburgo cuentan con
cientos de trabajadores eventuales además de sus
empleados fijos, es decir, jornaleros modernos. En general, los salarios por hora
oscilan entre 14 y 28 euros. Esta espiral hacia
abajo lleva años en marcha. Pero con la inflación,
no lo soportaremos más”.
Los llamados “trabajadores eventuales” son
una conquista jurídica que les permite a
las empresas portuarias utilizar a cientos o miles de trabajadores cada día de forma ultraflexible como trabajadores
temporales, o no
utilizarlos. El empleo
temporal tiene una larga tradición en
el trabajo portuario. Hasta mediados
del siglo XX, era la norma en muchos
lugares. Esta forma de empleo se
justificaba por las fluctuaciones
estacionales del transporte marítimo
y la dificultad de calcular la
llegada de los barcos. En la
actualidad, los
trabajadores no cualificados son contratados por una empresa “paraguas” (GHB por
sus siglas en alemán), que no es más que una empresa de trabajo temporal y los presta a diario a las distintas empresas asociadas. Los trabajadores tienen
un contrato de trabajo con derecho a
vacaciones y seguridad social,
pero no tienen un horario de trabajo
garantizado. Reciben un salario
garantizado por el GHB. Sin
embargo, que se les permita trabajar o
no, está sujeto a la arbitrariedad
de los jefes.
Por si fuera
poco, la patronal también intenta impulsar la división de los trabajadores
en la actual paritaria, como informa
también Jana Kamischke:
“La
patronal ofrece un 12,5 % a 24 meses, es
decir, un 6,25 % a doce meses, y eso exclusivamente para los compañeros de
las terminales de contenedores. Sin embargo, el gremio también se compone en
gran medida de operaciones convencionales y de manipulación de automóviles. Los salarios de los grupos más bajos solo aumentarán
un 2,78 %. Eso no es justificable”.
Es evidente
que estos aumentos salariales son insuficientes. Mientras que la tasa de inflación general se sitúa ya en poco menos del 8 %, los
aumentos de precios de los alquileres,
los alimentos, la electricidad y la calefacción están muy por encima de esta media. Por ello, las
personas con bajos ingresos, los pensionistas,
los estudiantes,
los desempleados y los beneficiarios de prestaciones sociales se ven especialmente
afectados por la ola de inflación, ya que tienen que gastar una parte
especialmente importante de sus ingresos
en alimentos, energía y alquiler.
Mientras tanto, las compañías navieras obtienen ganancias récord. Por ejemplo, la naviera de Hamburgo Hapag-Lloyd obtuvo 4.000 millones de euros de ganancias solo en el primer trimestre de 2022. Aunque se transportó más o menos el mismo número de contenedores que hace un año, Hapag-Lloyd cobró el doble por contenedor que en 2021. Además, la empresa de Hamburgo HHLA obtuvo un beneficio de 228,2 millones de euros en 2021, lo que supone un aumento de más del 80 %. Particularmente explosivo: la ciudad de Hamburgo tiene una participación tanto en HHLA, que por sí sola fue responsable de once de las 17 solicitaciones de procesos judiciales sumarios contra la huelga, como en Hapag-Lloyd; en HHLA tiene incluso la mayoría de las acciones. También en Bremen, el grupo logístico BLG es de propiedad mayoritaria del Estado. En otras palabras, la creciente precariedad en el puerto y los ataques al derecho de huelga no son solo una expresión del afán de lucro de los capitalistas individuales, sino también de la política estatal.
El
puerto como “posición estratégica”
La razón es
obvia: la logística en los puertos es fundamental para las ganancias
capitalistas. De su funcionamiento dependen no solo las ganancias de las empresas portuarias, sino también el
de la mayoría de todos los capitalistas.
Cuantos más contenedores se puedan manipular, mayores serán las ganancias no solo para HHLA y compañía, sino para todos
los capitalistas cuyos productos intermedios
y finales circulan más rápidamente. Y a la inversa, los cuellos de botella en las cadenas de suministro, que han aumentado
considerablemente desde la pandemia y son uno de los factores que impulsan la inflación,
muestran lo que ocurre cuando la logística flaquea.
Los
trabajadores del puerto, como los define el historiador
John Womack, ocupan una posición estratégica “que
permite a algunos trabajadores determinar la producción de muchos otros, ya sea
dentro de una empresa o en toda la economía”. Aunque Womack aplica esta definición solo a la
relación entre trabajadores y jefes,
se puede derivar de ella algo más
general:
Si la clase obrera ocupa todas las posiciones estratégicas básicas en
la producción, la distribución y los servicios, tiene un enorme potencial para
influir en la relación de fuerzas entre el trabajo y el capital en su conjunto
y también para plantear la cuestión del poder en la lucha contra los
capitalistas y su Estado. Por supuesto, las “posiciones
estratégicas” pueden utilizarse en el plano puramente económico, pero
también pueden ser una fuerza enorme para desarrollar la hegemonía de los
trabajadores en la lucha contra el sistema capitalista en su conjunto.
Sin embargo, que esto
ocurra o no, no es una conclusión dada. Como clase, la posición del proletariado en el proceso de producción capitalista ya está establecida. Otra cuestión es si
utiliza esta posición, para qué programa
y con qué estrategia.
Esto nos
lleva a la cuestión central de este artículo.
Las huelgas en el puerto tienen una importancia estratégica en varios
aspectos. Están negociando quién debe pagar los costes de la crisis inflacionaria: los capitalistas o los
trabajadores. En particular, es importante resistir los intentos de la patronal
de dividir a los trabajadores. Sería fatal aceptar solo una compensación por inflación para los grupos de salarios más altos que se
sientan en las palancas más importantes de las terminales de contenedores, mientras que los sectores precarios del
puerto se vayan prácticamente con las manos vacías. La cuestión es que los estibadores que pueden ejercer
más presión a través de su huelga no solo hagan huelga
para sí mismos en un sentido corporativo, sino
junto con los sectores precarios como los trabajadores
eventuales, que son más fácilmente reemplazables para el capital. Pero
el argumento también se puede generalizar: los estibadores
se enfrentan a la tarea no solo de ganar ellos mismos la lucha por la
compensación de la inflación, sino de unir
fuerzas con todos los sectores de la clase obrera que
ya están en lucha o lo estarán en los próximos meses, y de establecer un programa hegemónico contra la inflación,
la crisis y la guerra.
Un programa de este tipo debe partir de la exigencia de aumentos inmediatos de los sueldos, salarios, pensiones y prestaciones sociales por encima del nivel de la inflación, y de un ajuste automático de éstos al aumento de los precios. Al mismo tiempo, este programa debe levantar el tope estatal de precios, controlado por comités de trabajadores y consumidores, en la lucha contra el aumento del coste de la vida. Esto incluye necesariamente la cuestión de la apertura de las cuentas de las empresas para controlar el destino de sus ganancias. Las empresas que suben los precios a pesar de sus ganancias o que preparan despidos y cierres, por ejemplo, deben ser expropiadas sin indemnización y nacionalizadas bajo control de los trabajadores. La inminente crisis del gas durante el invierno europeo hace que estas exigencias sean más urgentes que nunca para millones de personas. Un suministro energético nacionalizado podría planificarse democráticamente. Esto permitiría decidir democráticamente y controlar que ningún hogar sufra esta crisis. Esta perspectiva también podría generalizarse a la nacionalización de todas las industrias clave y del sector bancario bajo el control de los trabajadores.
La verdadera
razón del agravamiento de la crisis económica reside en la escalada imperialista en Ucrania y
en la perspectiva de nuevas crisis y nuevas guerras. Por lo tanto, no puede tratarse de quedarse de brazos cruzados o limitarse a luchar
solo por la conservación de los salarios.
Por el contrario, las organizaciones de
la clase obrera deben ponerse a la cabeza
de la lucha contra la maquinaria de guerra e
impulsar una movilización independiente
contra los planes de rearme, el
envío de armas y
tropas en misiones en el extranjero, la guerra económica con sanciones y la política reaccionaria de
asilo.
También en este caso, los estibadores tienen una posición
estratégica, ya que pueden interrumpir
directamente la logística de la guerra
y ponerse así a la cabeza de la lucha
contra la escalada militarista que pone en peligro la vida de
millones de personas. Ya existe una iniciativa de petición de referéndum
contra el transporte y transbordo de armamento a través del puerto de Hamburgo. La actual acción industrial puede
brindar la ocasión de ampliarla.
El punto de
partida es prometedor, ya que las huelgas en el puerto forman parte de una
tendencia más general hacia más huelgas y acciones industriales contra la inflación y la crisis que
existe en muchos países europeos.
Sin embargo, esta tendencia es desigual, ya que, en Alemania en particular, las huelgas salariales han sido
sofocadas hasta ahora por la burocracia con
acuerdos por debajo de la tasa de inflación,
como en la industria del acero. No
obstante, se está extendiendo la
conciencia de que es necesario llevar a cabo una lucha ofensiva por salarios más
elevados, como se ha podido
comprobar en la huelga de Lufthansa –que
forma parte de una auténtica oleada de
huelgas en el transporte aéreo de toda Europa–, en la próxima paritaria del metal y,
previsiblemente, en la paritaria del servicio público en invierno.
Una
estrategia centrada en la lucha de clases que desafía la mediación reformista
Así, para
generalizar estas tendencias iniciales hacia una mayor actividad y protagonismo
de la clase obrera y superar
su amordazamiento por el control burocrático de los aparatos sindicales, vuelve con toda su
fuerza la necesidad de discutir la cuestión de la estrategia.
El
ataque al derecho de huelga en el puerto –que, sin embargo, no es ni mucho
menos el único, como demostró el
intento de los hospitales universitarios
de Renania del Norte-Westfalia de que los tribunales
prohibieran las huelgas allí– fue respondido por la burocracia de ver.di en Hamburgo con un acuerdo extrajudicial, sin ninguna
consulta con los trabajadores o los
delegados sindicales. Esto ata las manos de los estibadores hasta el 26 de agosto,
mientras se llevan a cabo nuevas
negociaciones al mismo tiempo. Por lo tanto, el riesgo de que se llegue a un
acuerdo en la mesa de negociaciones
por debajo de la relación de fuerzas
real es muy alto.
Solo por eso
es necesario poner en el centro una estrategia de autoorganización de los trabajadores que vaya más allá de la solución
negociada de la burocracia sindical.
En contra de la negociación a puerta cerrada
sin influencia de las bases, es necesario organizar asambleas abiertas de todos los trabajadores del puerto en lucha –estén sindicalizados o no, sean
trabajadores fijos o eventuales– para decidir los métodos de lucha, el resultado de las negociaciones y la
continuación de la huelga. Esto incluye tanto la discusión de formas alternativas de acción de huelga, como las huelgas
de celo, al desafío del propio acuerdo
extrajudicial, como la necesidad de unir las fuerzas más amplias posibles en una gran campaña de
organización y lucha contra la
inflación y los efectos de la crisis en su conjunto. Porque no se trata solo de organizar la victoria en el puerto,
sino de cómo la lucha en el puerto puede
convertirse en un faro para los trabajadores de toda Alemania y a nivel internacional.
Hamburgo, Alemania, histórica Huelga en junio del 2022, los trabajadores portuarios se reúnen en los días de la Huelga.
***
No solo es
una tarea estratégica para los propios estibadores liberarse de las garras de
los aparatos, sino que también
enfrenta a toda la izquierda sindical y política a una decisión sobre la dirección: ¿sumisión a la estrategia de las
burocracias de los sindicatos y de los partidos reformistas –que apunta a
acuerdos de negociación sin grandes
luchas, “acción concertada” con el gobierno
y aislamiento de las luchas–? ¿O
avanzar en la autoorganización de los trabajadores en la lucha por un programa hegemónico para hacer pagar la crisis a los capitalistas, a partir de la unificación de
toda la izquierda sindical y política en una gran coordinación destinada a
acompañar esta y todas las luchas con solidaridad activa
e imponer la unidad de acción a las burocracias
sindicales para estas reivindicaciones?
La tarea de
impulsar esta coordinación corresponde en particular a la Red de Sindicatos Militantes (VKG). A principios de octubre celebrará una conferencia en Fráncfort
del Meno sobre las estrategias sindicales contra los
recortes salariales, los recortes sociales y el rearme. Aunque el apoyo a la huelga portuaria no
puede esperar hasta entonces, debe desempeñar un papel central en ella.
La razón por
la que esta coordinación no es solo un apoyo táctico a tal o cual huelga,
sino una tarea estratégica central, queda clara por dos aspectos:
Por
un lado, especialmente en los sectores estratégicos para la acumulación
de capital, como la industria pesada
o el puerto, el control de la burocracia
sindical sobre las luchas y su cooptación tras los intereses del capital es enorme. En el caso de las huelgas portuarias,
esto se puede ver tanto en el hecho de
que no ha habido una huelga de este tipo desde hace 40 años –lo que no significa otra cosa que la burocracia sindical ha impuesto negociaciones de trastienda con la patronal durante 40 años sin luchas activas de los trabajadores del puerto– como en el hecho de
que uno de los actuales negociadores de
los capitalistas en el puerto es Torben Seebold. Anteriormente fue jefe de la sección nacional de la industria marítima del sindicato ver.di.
Por lo tanto, es necesario organizar la base de los estibadores para
una lucha contra la burocracia, es
decir, construir una facción antiburocrática dentro del sindicato
que pueda desafiar a la burocracia y
finalmente echarla.
Por otra
parte, esto requiere una ruptura con la estrategia dominante en la izquierda,
que consiste en ganar elecciones y obtener escaños parlamentarios para
cogestionar o hacer más soportable la
miseria capitalista encabezando el Estado burgués. Esto es, por
supuesto, lo que ocurre con el SPD,
que hoy en día, a la cabeza de la “coalición de progreso”, quiere
mitigar los efectos de la inflación con promesas
reformistas, mientras que, al mismo tiempo, está aplicando el mayor paquete de rearme en décadas y quiere
convertir a Alemania en una potencia
militar imperialista de primer orden,
capaz de subyugar a Europa del Este y a
otras regiones no solo económica sino
también militarmente. Pero esto también se aplica al Partido Die Linke y a las organizaciones de la izquierda extraparlamentaria que están directa o
indirectamente vinculadas a él: mientras
que hoy vemos tendencias iniciales hacia
más fenómenos de lucha de clases en toda Europa, Die Linke está en la crisis
más profunda de su historia y no juega ningún
papel en los procesos de lucha actuales, sino que se tambalea de una derrota electoral a la siguiente. Es cierto que el antiguo líder del partido, Bernd Riexinger,
así como algunos grupos locales de la
juventud del partido, apoyaron la recogida
de firmas de los trabajadores portuarios en defensa de su derecho a la huelga. Sin
embargo, todavía no ha surgido una
política visible al respecto. Y lo que es más: una y otra vez se puede encontrar a
Die Linke al otro lado de la barricada.
Por poner solo un ejemplo: en las
huelgas del movimiento hospitalario de Berlín, el partido formó parte del gobierno berlinés, contra el que se dirigieron las
huelgas en última instancia. Y en Bremen,
donde la ciudad es propietaria mayoritaria de la empresa de logística BLG, contra la que se dirige
la acción industrial de los trabajadores
portuarios, Die Linke también está en el gobierno.
, llamamos Tras
el congreso partidario de Die Linke en junio donde se trató la crisis profunda
del partido a los sectores más de izquierda del partido y a las organizaciones de
la izquierda radical a organizar una conferencia socialista
para discutir un balance de Die Linke y
su crisis. Tras el ejemplo de las huelgas portuarias, queremos concretar la propuesta de hablar allí en particular
de la inflación,
de las luchas contra ella y de una perspectiva de lucha de clases de la
izquierda.
Una
perspectiva de lucha de clases, sin embargo,
tiene que basarse en la autoorganización de los trabajadores independientemente de y en la lucha contra las burocracias de sus propias organizaciones
de masas –los sindicatos– y contra el Estado. Esto solo es posible en la ruptura con la estrategia reformista de
centrarse en las
elecciones y la integración en el Estado burgués.
¿Cuál
es la alternativa? Para León Trotsky, la estrategia era “el arte de vencer, es decir, de
apoderarse del mando”. Para él, se trataba de combinar todos los
elementos para conquistar el liderazgo, para ganar. Es decir, se trata de
reunir fuerzas que nos permitan unir
todas las fuerzas en el momento oportuno para volverlas contra la clase
dominante, para romper su voluntad e imponer la voluntad de los explotados.
Hoy, la clase
dirigente quiere hacernos pagar los costes de la pandemia, la crisis económica y la guerra de Ucrania. Por lo tanto, la lucha por los aumentos salariales en tal o cual fábrica no puede separarse
de esta perspectiva estratégica de imponer la voluntad de los explotados contra la voluntad de la clase dominante.
Esto significa que
la lucha en el puerto es, por un
lado, una lucha contra los efectos de la
inflación, es
decir, por el aumento de los salarios, y,
por otro lado, para que las estibadoras tomen las riendas en sus propias
manos e impongan una alternativa
hegemónica para la totalidad de los explotados y oprimidos.
Sin embargo,
esto solo es posible si los estibadores superan
los límites que les impone la burocracia sindical. Y
eso, a su vez, depende de que la izquierda
(revolucionaria) supere el mal menor de los pactos con las direcciones sindicales y la cogestión del Estado capitalista, y busque en cambio su centro
estratégico en la lucha de clases y se proponga ocupar las posiciones estratégicas y utilizarlas en
la lucha contra la patronal y el gobierno.
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