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"En junio, la AFL-CIO, la mayor confederación sindical de Estados Unidos, anunció el lanzamiento de una iniciativa dirigida a los jóvenes trabajadores, concebida como un programa de empoderamiento que le garantizaba el acceso a la infraestructura sindical existente a través de las federaciones estatales y la red de centrales sindicales. «Los trabajadores jóvenes se están organizando desde la base, liderando campañas con mucha visibilidad a lo largo y ancho del país y logrando sus objetivos», aseguró a Truthout Liz Shuler, presidenta de AFL-CIO, a propósito de la decisión de la federación de relanzar un proyecto que data de 2009. «Los trabajadores jóvenes se dan cuenta de que el statu quo económico va en contra de sus intereses y, cuando miran alrededor en busca de respuestas, ven en la lucha colectiva, canalizada a través de las organizaciones sindicales, la solución a sus problemas», afirmó Shuler.
"Además de formar y movilizar a nuevos líderes sindicales, la iniciativa secundará los esfuerzos legislativos por aligerar la deuda de los estudiantes, defender el derecho de los deportistas universitarios a afiliarse y promover la educación en materia de negociación colectiva en la enseñanza secundaria. Esta inyección de recursos podría fortalecer en gran medida los proyectos actualmente en curso, al tiempo que contribuiría a la salvación del propio movimiento obrero, según expuso en The Prospect John Hiatt, antiguo jefe de gabinete del presidente de la AFL-CIO. Desde luego, son muchas las campañas sindicales lideradas por jóvenes y las comisiones de jóvenes trabajadores que se beneficiarían de ese apoyo. La Red Laboral para la Sostenibilidad planea una Convergencia Climática de Jóvenes Trabajadores en Los Ángeles, en colaboración con la Hermandad Internacional de Trabajadores de la Electricidad.
"Allí, en septiembre, congregarán a profesionales de todos los ámbitos unidos por la ambición de que el sindicalismo lidere la lucha contra el cambio climático. El Sindicato de Trabajadores del Transporte (TWU por sus siglas en inglés) ha creado en su división aérea un programa de jóvenes trabajadores bautizado como Comité Organizador de Futuros Líderes (FLOC por sus siglas en inglés) cuyos integrantes se han duplicado desde que se fundó en 2019, según Heather Laverty, de la TWU. En septiembre, el grupo planea ampliar el programa a las otras dos divisiones de TWU: transporte por carretera y ferrocarril. «Los sindicatos son un gran nivelador social», declaró a Truthout Anthony Hernández, trabajador de una compañía aérea y líder de FLOC cuando se le preguntó por la importancia de que los trabajadores jóvenes se afilien a los sindicatos en medio de las actuales crisis económica, climática, de justicia racial y sanidad pública. «Estar afiliado a un sindicato me hizo comprender que […] no somos piezas de maquinaria prescindibles».
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LA
JUVENTUD TRABAJADORA BUSCA UNIR LOS MOVIMIENTOS CLIMÁTICOS Y SINDICALISTAS.
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Por Leanna First-Arai | 25/08/2022 | Ecología social
Fuente
Rebelión jueves 25 de agosto del 2022.
En Estados Unidos, las nuevas generaciones involucradas en el
movimiento obrero son cada vez más conscientes de la importancia del
sindicalismo para luchar contra la crisis climática, y viceversa.
El movimiento obrero en América del
Norte está recibiendo un nuevo y vigoroso impulso por parte del mismo grupo de
edad que —al margen de su afiliación
política y la brecha entre el mundo urbano y rural— ha expresado un apoyo mayoritario, cuando
no abrumador, a una reforma a fondo de la política climática sin perder de vista la justicia social.
Tras
experimentar un leve repunte en 2020, la tasa de afiliación sindical en
Estados Unidos retrocedió en
2021 a las cifras en las que viene manteniéndose desde
hace unos años. Sin embargo, pese al estancamiento
experimentado por otros grupos de edad, la afiliación sindical entre los trabajadores
de 25 a 34 años fue en aumento
durante ese período, pasando del 8,8% en
2019 a un todavía tímido 9,4% en 2021.
Este incremento no explica el alud
de campañas
sindicales vivido en los últimos ocho meses —incluido el momento en
que se redacta este artículo—, muchas de
ellas lideradas por trabajadores jóvenes.
Los
jóvenes se han criado en un ambiente sumamente adverso al sindicalismo y se incorporaron
al mercado laboral tras décadas de desmantelamiento
del movimiento obrero. En 1981, el expresidente Ronald Reagan aplastó una huelga de controladores aéreos
despidiendo a once mil trabajadores
en lo que fue el preludio de una era de represión sindical. Hasta ese año, se
convocaban entre doscientas y
cuatrocientas grandes huelgas anuales en Estados Unidos, pero esa cifra cayó en picado durante los dos mandatos consecutivos de Reagan. En
2017,
sólo había siete grandes huelgas al año,
según The Intercept.
En los últimos años, sin embargo, los jóvenes han revitalizado la estrategia de la huelga echando mano de la creatividad. Así, jóvenes de todo el mundo han liderado un gran número de huelgas escolares en defensa del clima, y los integrantes del movimiento Black Lives Matter organizaron una huelga por los derechos de la población negra.
Muchos
de esos jóvenes activistas que luchan contra el racismo y en defensa del clima
se han integrado ahora en el movimiento obrero, según declaraciones a Truthout de Joshua Dedmond, secretario de juventud de la Red Sindical por
la Sostenibilidad (LNS, por sus siglas en inglés):
«Creo
que hay un deseo sincero por parte de los jóvenes trabajadores de salvar el
abismo que separa el movimiento obrero y el de justicia climática», afirma.
Dedmond y otros
integrantes del Proyecto de Escucha de Jóvenes Trabajadores liderado por la LNS están analizando cuatrocientas encuestas y setenta entrevistas en profundidad a trabajadores jóvenes con el fin de
elaborar un informe que verá la luz este otoño y en
el que se resumirán las experiencias de los jóvenes ante el impacto del cambio climático en
el entorno laboral,
así como el convencimiento de que los
movimientos sindical
y climático podrían
fortalecerse mutualmente. Son muchos los jóvenes
activistas que declaran haberse enfrentado al síndrome de burnout o desgaste profesional,
lo que los ha llevado a plantearse qué características
debe tener un entorno laboral sostenible y
cómo asegurar a largo plazo las
condiciones de trabajo, cuestiones que tienen mucho en común con la organización sindical. El movimiento obrero ofrece
un espacio para tender puentes entre distintos movimientos
sociales, afirma Dedmond, «lo
que pasa por derribar los muros que los mantienen aislados».
Al mismo
tiempo, según las conclusiones
preliminares de la encuesta llevada a cabo por la LNS, salta a la vista que los jóvenes involucrados en el movimiento obrero quieren incluir cláusulas
de lucha
climática en la negociación sindical.
Aunque no ha sido fácil convencer a
algunos de los trabajadores más
veteranos para que se unan a la lucha
contra el cambio climático, los jóvenes perciben con claridad la interdependencia de las crisis a las que se enfrentan.
Según
Dedmond, «los trabajadores jóvenes aportan una perspectiva refrescante al
señalar que no hay que sacrificar buenos puestos de trabajo en aras de la
defensa medioambiental ni viceversa, sino que es
posible aunar ambas voluntades».
Mientras los gobiernos de todo el mundo aprueban partidas de billones de euros para implantar soluciones al cambio climático, la puesta en marcha de proyectos como parques eólicos marinos que potencian la biodiversidad o la instalación masiva de paneles solares en los tejados generará casi diez millones de puestos de trabajo sólo en Estados Unidos a lo largo de la próxima década, según las previsiones del Instituto de Investigación de Economía Política de la Universidad de Massachusetts. En opinión de los expertos, la capacidad de quienes hacen posible la transición energética para ampliar su margen de negociación frente al oportunismo empresarial será un factor decisivo a la hora de determinar si esta reorganización del mundo laboral vendrá acompañada de una mayor justicia social o si, por el contrario, se verá reducida a un mero un intercambio de cromos, de las grandes petroleras por los grandes fabricantes de baterías, las grandes eólicas y las grandes solares.
Proteger el clima y crear empleo
Aunque
todavía están muy por debajo de las tasas de sindicalización
de sectores como el carbón, el gas natural o la energía nuclear, los trabajadores
de las energías renovables se afilian cada vez más a los sindicatos. Según un informe del
departamento de Energía y Empleo de Estados Unidos hecho público en 2021, casi el 10% de los trabajadores de la energía solar están sindicados, más del doble que
el año anterior.
Este
incremento se debe en parte a cuestiones relacionadas con la seguridad laboral. Al igual que los empleos
asociados a la economía y los sistemas energéticos dependientes de
los combustibles
fósiles, algunos de los nuevos
puestos de trabajo que ha traído
consigo la transición energética –como la instalación de parques eólicos en alta mar– conllevan determinados riesgos. En Texas,
donde la tasa de afiliación sindical
—de apenas un 3,8%— es de
las más bajas de Estados Unidos,
sólo por detrás de Carolina del Sur,
Carolina del Norte y Utah, los trabajadores de la construcción rara vez cuentan con un seguro médico u otros beneficios de
los que sí disfrutan los trabajadores
sindicados en otros lugares, según el grupo Texas
Climate Jobs Project. Por tanto, si
un operario sufre un accidente en el desempeño de su trabajo, el empresario no está obligado
a indemnizarlo. Salvo que se amplíen
las prestaciones sociales a las que
tienen derecho estos trabajadores,
como suele suceder en el marco de una negociación colectiva, es posible que veamos levantar grandes
parques eólicos en alta mar a costa de las personas que los
construyen.
El impulso al empoderamiento colectivo de los trabajadores en medio de una transición energética también pasa por salvaguardar e incrementar los derechos ya conquistados. El movimiento obrero está detrás de instituciones que a menudo damos por sentadas, como los días festivos, el sistema de seguridad social o la existencia misma de la clase media. Sin embargo, el reciente desmantelamiento de otros pilares básicos de toda sociedad democrática —el derecho al aborto y la autoridad del gobierno federal para regular las emisiones de gases contaminantes de las centrales eléctricas, por mencionar sólo dos ejemplos— pone de manifiesto que, de la mano de la derecha política, los poderosos intereses empresariales tienen la capacidad de echar por tierra años de conquistas sociales.
La Juventud trabajadora busca unir los movimientos climáticos con los movimientos sindicalistas.
***
Sharon Griffith es auxiliar
administrativa y delegada sindical del Sindicato
de Funcionarios Públicos de Estados Unidos (Utility Workers Union of America, UWUA por sus siglas en inglés),
con sede en Nueva
York, y además forma parte de la Comisión de Iniciativas de Jóvenes Trabajadores de dicho sindicato.
En su opinión, los grupos de
trabajadores jóvenes están en una posición
ideal para revertir décadas de retórica antisindical.
«Podemos
ofrecer [a los jóvenes trabajadores] nuestra versión de la historia antes de
que la implacable propaganda empresarial [les inculque la idea de que] deberían
considerarse afortunados por tener un trabajo», afirmó Griffith en 2015, en un acto de la Convención anual del UWUA. «Es
más, podemos transmitirles la noción de que, en realidad, son las empresas, los patrones, los que deberían
considerarse afortunados por tenernos a sueldo».
A juicio de
la activista climática Alexandria Fisher, el movimiento obrero ha demostrado ser un marco más eficaz para las intervenciones
centradas en el cambio climático que otros entornos más convencionales en los que ha participado, como la Conferencia
de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP), que año tras año
ha fracasado a la hora de cumplir
sus propósitos.
En 2017, Fisher aceptó un puesto en el Ministerio de Energía de la provincia canadiense de Alberta. Allí se afilió al Alberta Union of Provincial Employees —el sindicato del sector público más importante del oeste de Canadá, que congrega a cerca de cien mil funcionarios— y fue elegida para presidir su comisión medioambiental. En colaboración con un grupo de mujeres que, como ella, rondaban la treintena, ayudó a aprobar una resolución por la que el sindicato se comprometía a descarbonizar los planes de pensiones de sus afiliados. En última instancia, lograron «convencer a los habitantes de una región que vive del petróleo a luchar contra el cambio climático». Fisher no dudó en elogiar a los veteranos del sindicato por su apoyo y la voluntad de ceder el testigo, lo que ha permitido crear un espacio de liderazgo para las nuevas generaciones y sus distintos puntos de vista.
***
En junio,
la AFL-CIO, la mayor confederación sindical de Estados
Unidos, anunció el lanzamiento de una iniciativa dirigida
a los jóvenes trabajadores,
concebida como un programa de empoderamiento
que le garantizaba el acceso a la
infraestructura sindical existente
a través de las federaciones estatales y la red de centrales sindicales.
«Los trabajadores jóvenes se están organizando desde la base, liderando
campañas con mucha visibilidad a lo largo y ancho del país y logrando sus
objetivos», aseguró a Truthout Liz Shuler, presidenta de AFL-CIO, a
propósito de la decisión de la federación de relanzar un proyecto que data de 2009. «Los trabajadores
jóvenes se dan cuenta de que el statu quo económico va en contra de sus
intereses y, cuando miran alrededor en busca de respuestas, ven en la lucha colectiva, canalizada a través de las organizaciones sindicales, la solución a sus
problemas», afirmó Shuler.
Además de
formar y movilizar a nuevos líderes sindicales, la iniciativa
secundará los esfuerzos legislativos por aligerar la deuda de los
estudiantes, defender el derecho
de los deportistas
universitarios a afiliarse y promover
la educación en materia de negociación
colectiva en la enseñanza secundaria.
Esta inyección
de recursos podría fortalecer en gran medida los proyectos actualmente en curso, al tiempo que contribuiría a la salvación del propio movimiento obrero,
según expuso en The Prospect John Hiatt, antiguo jefe de gabinete del presidente
de la AFL-CIO. Desde luego, son muchas las campañas sindicales lideradas
por jóvenes y las comisiones de jóvenes trabajadores que se beneficiarían de ese apoyo. La Red Laboral para la Sostenibilidad planea una Convergencia Climática de Jóvenes Trabajadores en Los Ángeles, en colaboración con la Hermandad Internacional de Trabajadores de
la Electricidad. Allí, en septiembre, congregarán a profesionales de todos los ámbitos unidos
por la ambición de que el sindicalismo lidere la
lucha contra el cambio
climático. El Sindicato de Trabajadores del Transporte (TWU por sus siglas en inglés) ha creado en su división aérea un programa de jóvenes trabajadores bautizado como Comité
Organizador de Futuros Líderes (FLOC por sus siglas en inglés) cuyos integrantes se han duplicado desde que se fundó en 2019, según Heather Laverty, de la TWU. En septiembre, el grupo planea ampliar el programa a las otras dos divisiones de TWU: transporte por
carretera y ferrocarril.
«Los sindicatos son un gran nivelador
social», declaró a Truthout Anthony Hernández, trabajador de una compañía aérea y líder de FLOC cuando se le preguntó por la importancia de que
los trabajadores jóvenes se afilien a los sindicatos en medio de las actuales
crisis económica, climática, de justicia racial y sanidad pública. «Estar
afiliado a un sindicato me hizo comprender que […] no somos piezas de
maquinaria prescindibles».
La historia demuestra que el impulso desde dentro —y en los márgenes— del movimiento obrero tradicional posee un enorme potencial para transformar el paisaje social, según Timothy Minchin, catedrático de Historia norteamericana en la Universidad La Trobe (Victoria, Australia) y autor de Labor Under Fire. Entre 1933 y 1945, la tasa de afiliación sindical en Estados Unidos pasó del 9,5% al 33,4%, lo que permitió mantener a raya los ingresos del 10% más rico de la población durante esos años.
La Central Sindical norteamericana.
***
Minchin afirma que
los trabajadores jóvenes son especialmente
susceptibles al ejemplo de otros,
y así lo demuestran las recientes campañas sindicales de empresas
como Amazon, Starbucks o Trader
Joe’s.
«Cuando
la gente se da cuenta de que otros han logrado organizarse, se siente con
fuerzas para hacer lo mismo», afirmó Minchin.
«De hecho, las cosas pueden cambiar bastante deprisa, lo que resulta
alentador».
En vista del
estancamiento de las políticas climáticas a nivel gubernamental, la actual expansión del movimiento obrero podría
tener una enorme influencia a la hora de atajar la
crisis climática y mejorar la calidad de vida de quienes ya la están sufriendo
de lleno.
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