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"Movimientos sociales
por el fin de la guerra y la especulación
La Vía Campesina,
principal organización de los movimientos rurales a nivel internacional, no
subestima el impacto de la guerra Rusia-Ucrania (ni de otros
conflictos mundiales actuales) en la crisis alimentaria actual. Sin embargo, en uno de sus últimos pronunciamientos coincide también en que “actualmente,
la crisis no está ligada a la escasez de alimentos a nivel mundial, sino a la especulación con
los precios” Los países que ahora dependen de la importación de alimentos, ya
no pueden pagar los precios altísimos de
los cereales en los mercados internacionales.
"La Vía Campesina reitera que la agricultura en el mundo
produce lo suficiente como para soportar un periodo más largo de crisis. El problema, según esta organización, no es la falta de alimentos, sino el hecho de que las grandes empresas
capitalistas que dominan el mercado financiero y de distribución mundial han transformado el comercio de alimentos y productos
agrícolas en un mercado altamente especulativo. La mayoría de los productos básicos negociados
internacionalmente, ahora están sujetos a contratos a futuro, los cuales pueden comprarse y venderse en el mercado
de valores varios cientos de veces al día. De ahí, que el precio final de estos productos para los
países que los necesitan
desesperadamente no tenga ninguna relación con los verdaderos costos de producción ni con la capacidad
de compra
e importación de dichos países.
"Con esta lectura de la realidad, la organización campesina más representativa del planeta –con 200.000.000 de miembros en más de 80 países– llama a “la defensa intransigente de la vida y la paz”. Convoca a la “defensa de la soberanía de los pueblos o naciones contra la guerra y contra la destrucción de sus estructuras sociales”. Y al mismo tiempo, propone que se ponga “fin a la especulación con los productos alimenticios y la suspensión de la cotización de los mismos en las bolsas de valores”. Deben prohibirse los contratos futuros sobre productos agrícolas, agrega. Y concluye que el precio de los alimentos comercializados internacionalmente debe guardar relación con los costos de producción y seguir el camino del comercio justo, tanto para los productores como para los consumidores".
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EL HAMBRE EXPLOTA, LA GUERRA
NO EXPLICA TODO.
La especulación, causa
esencial del Hambre en el mundo.
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Por 23/08/2022
| Economía
Fuente
Rebelión martes 23 de agosto del 2022.
Movimientos sociales, ¡dejen
de jugar en las bolsas con los precios de la comida!
El lunes 21 de agosto fueron
autorizados a partir del puerto ucraniano de
Chornomorsk dos buques mercantes con un total de 30.800 toneladas métricas de granos con destino a Grecia y Egipto.
Un primer barco fletado por el Programa
Mundial de Alimentos con 23.000 toneladas de trigo había zarpado el 16 de agosto hacia África, desde el puerto ucraniano de Yuzhny,
cerca de Odesa.
Según voceros del Programa Mundial de Alimentos (PMA), estos movimientos marítimos marcan una fase inicial de la Iniciativa de Granos del Mar Negro. Un paso importante del cumplimiento del acuerdo que suscribieron Rusia y Ucrania el pasado 22 de julio, validado por Turquía y las Naciones Unidas (ONU). Gracias al mismo se agilizará la salida de granos, bloqueados desde fines de febrero cuando estalló el conflicto bélico en Europa Oriental. El Centro de Coordinación Conjunta (CCC), integrado por las dos partes en conflicto, más la ONU y representantes turcos, es la instancia responsable de coordinar la salida de cereales de puertos en zonas en conflicto
Estos embarques conllevan un particular
valor simbólico. Constituyen el inicio de un proceso de destrabe de uno de los atolladeros de la
guerra que más repercusión tiene en varios países que necesitan para alimentarse los suministros tanto de Ucrania
como de Rusia.
Rusia y Ucrania se encuentran entre las principales potencias agrícolas
del mundo. Su maíz, trigo y girasol, así como otros granos, son esenciales para el
abastecimiento de poblaciones que históricamente dependen de los mismos. Se
calcula que, a raíz del conflicto, tan solo en Ucrania de 20 a 25 millones de toneladas
de granos han quedado bloqueadas.
El hambre, drama
inhumano
Según cifras de Naciones Unidas (ONU), 135 millones de personas En 2019, sufrieron de “inseguridad
alimentaria severa”, forma retórica para denominar el drama humano del hambre. Tres años después, a inicios de 2022, esta
cifra se había más que duplicado: 298 millones de
personas padecen ese flagelo social. Diferentes organizaciones internacionales calculan que el número de personas con hambre podría superar los 345 millones, en 82 países,
a fines de 2022.
Gian Carlo Cirri, director
adjunto del Programa Mundial de
Alimentos (PMA), con sede en Ginebra, Suiza, presentó este cuadro dramático hace apenas unas semanas, durante una conferencia-debate en línea organizada
por la ONG helvética
SWISSAID.
Dicha
ONG
recuerda que, desde el comienzo de la
guerra y la consiguiente interrupción
de las cadenas de suministro
mundiales, el acceso a los alimentos básicos se
ha vuelto extremadamente complicado en varias
regiones del mundo, especialmente para numerosas
poblaciones del Sur.
Cinco países producen el 78% de las exportaciones de cereales. Rusia y Ucrania, controlan el 30% de las exportaciones de trigo.
“Desde la guerra, los
precios se han disparado, los productos desaparecen de las estanterías [en
ciertos países] y las carteras están desesperadamente vacías. Pero la situación
ya era tensa antes”, recuerda SWISSAID. Por su parte, el portavoz del PMA, introduce una interpretación más global de la crisis alimentaria actual y recuerda que hay cuatro causas fundamentales, las “4 Cs”, como las
denomina Cirri:
conflicto,
clima, COVID y costos. Según su opinión, se trata de una situación sin precedentes y que no se puede
reducir a un solo factor.
Alimentos no faltan, pero con precios especulativos
Durante las últimas semanas se han
publicado nuevos datos y análisis que permiten comprender mejor la realidad alimentaria
mundial, señala en un documento de
julio la ONG Grain (“Grano”, en francés). Esta organización apoya a pequeños y medianos productores rurales y a movimientos sociales campesinos (https://grain.org/es/article/6865-de-crisis-alimentaria-en-crisis-alimentaria).
Desmitificando la lectura
casi generalizada y lineal que identifica la hambruna actual
únicamente con el conflicto en Europa
Oriental, Grain afirma que “enfrentamos una crisis
de precios, no una escasez de alimentos”.
Con los costos en aumento de la energía, y en parte debido a ello,
los precios de los alimentos han estado subiendo a nivel mundial,
afectando sobre todo a los sectores más pobres y vulnerables. Grain sostiene que, en realidad, no hay escasez de alimentos, y que
algunos países, como China o India, disponen de grandes reservas, resultado de sus estrategias de seguridad alimentaria promovidas
desde hace años.
Según Grain, adicionalmente, se verifica una distorsión absoluta de precios y abastecimiento, consecuencia de los sistemas alimentarios cada vez más industrializados y especializados, que generan sobreproducción y enormes desperdicios. Los ejemplos abundan: un 60% de la producción europea de trigo se usa para el ganado, mientras que un 40% del maíz cultivado en Estados Unidos se destina al combustible automotor. El 80% de la cosecha mundial de soya se transforma en alimento para animales, mientras que el 23% del aceite de palma mundial se transforma en gasolina tipo diésel.
Desde una perspectiva global, insiste Grain, no es que falte producción de granos, sino que los precios han
aumentado desmedidamente y además existen problemas de mano de obra y distribución.
Por otra parte, denuncia,
“grupos de presión
han instrumentado la crisis
y, con el argumento de que es necesario producir más
alimentos, buscan dar marcha atrás a determinadas reformas políticas en materia alimentaria y a otros objetivos relacionados
con el cambio climático”.
La nueva estrategia “Farm to Fork” (“De la granja al tenedor”), de la Unión Europea,
cuyo objetivo consiste en ajustar las prácticas agrícolas a criterios de
sostenibilidad, es hoy blanco de cuestionamientos y presiones. En numerosos países surgen propuestas para
eliminar las metas de producción de biocombustibles que se habían impuesto para reducir las emisiones climáticas. Muchos
programas
europeos tendientes a eliminar
definitivamente la energía nuclear o
la de origen
fósil pasan rápidamente al basurero con el argumento de que la
crisis del aprovisionamiento del gas
y los combustibles rusos así lo exigen. La Unión Europea acaba de proponer planes para una reducción del 15% de los combustibles
durante el próximo invierno continental (diciembre
2022 a marzo 2023). En este contexto, el combate
por la defensa del clima y de reducción
de ese tipo de energías queda
relegado a un segundo plano debido a
la preocupación creciente del ciudadano europeo por
los “sacrificios” que podría
confrontar en el ámbito de la electricidad.
En cuanto a las causas mismas de la crisis alimentaria, Grain insiste en que son estructurales y que van más allá de la guerra en Ucrania. Y advierte sobre la responsabilidad de las cuatro transnacionales que concentran el negocio de granos a nivel mundial (Archer Daniels Midland, Bunge, Cargill y Louis Dreyfus) en el marcaje de los precios internacionales de los granos.
Si bien es cierto que parte de este
sector se ha visto afectado por la guerra, es en países con conflictos
internos propios, como Afganistán,
Yemen, Siria, Eritrea, Somalia y la República Democrática del Congo, donde se concentra el mayor aumento del hambre. Realidad que no tiene
ninguna relación con la situación en Ucrania, señala
esta ONG, la cual hace propia las
palabras del dirigente campesino
Ibrahima Coulibaly de Malí:
“Dejen de difundir noticias
falsas: África no necesita el trigo de Ucrania”. Dicha reacción de parte de
Coulibaly, se debe a la utilización de la guerra
como excusa para impulsar lo que él denomina “imperialismo
agrícola occidental”, al cual responsabiliza por “la destrucción de bosques, tierras de
cultivo y la diversidad alimentaria en todo el Sur global”.
Un sistema que juega
con la comida de los necesitados
Los datos disponibles muestran que la actual crisis de precios de alimentos
no comenzó con la guerra en Ucrania y que
es resultado de un conjunto
más amplio de factores. Entre ellos, la pandemia del Covid-19 (con su consecuente y aún
persistente interrupción en las cadenas de suministro a
nivel internacional), la crisis climática y la especulación en los mercados financieros.
Estudios convincentes de la misma FAO muestran que el alza de los
precios de los alimentos
está desvinculada tanto de su producción como
del abastecimiento. ¿Entonces, por qué suben
los precios? En parte, porque los grandes inversionistas –sean bancos,
fondos de pensiones o simplemente particulares–, están comprando obligaciones y acciones ligados a materias primas. Apuestan a precios futuros de determinadas materias
primas, pero con efectos reales
sobre su precio mundial actual. Los cereales,
por supuesto, se encuentran en el centro
mismo de la especulación bursátil.
En un reciente artículo publicado por Greenpeace México con el título de “¿Quién se beneficia con el hambre?”,
su autor responde que
“estas empresas, que afirman
ser ángeles de la seguridad alimentaria y energética,
siembran las semillas de la pobreza, el hambre, las
enfermedades, el colapso climático, la destrucción de la biodiversidad
y el sufrimiento de los pueblos indígenas y las comunidades locales”.
Y concluye que
los comerciantes de cereales están obteniendo enormes ganancias debido
al aumento de los precios de las
materias primas. Al igual que
las empresas de combustibles fósiles, con ganancias récord a medida que se dispara el costo de vida. Estas son las empresas que se benefician de la hambruna al
especular con los precios de los
productos básicos. Las grandes
corporaciones del petróleo, así como sus primas,
las grandes empresas agrícolas, cuentan
con fuertes grupos de presión para
oponerse a cualquier forma de regulación
ya que no están realmente interesadas en
arreglar un sistema
que no funciona. De hecho, hacen justo lo contrario, y no sólo a través de sus poderosos
grupos de presión, sino también de la captura corporativa
del Estado
y otras instituciones multilaterales (https://www.greenpeace.org/mexico/blog/51212/se-aprovechan-del-hambre-vs-alimentos-sostenibles/).
Movimientos sociales por el fin de la guerra y la especulación.
Los países que ahora dependen de la importación de alimentos, ya
no pueden pagar los precios altísimos de
los cereales en los mercados internacionales.
La Vía Campesina reitera que la agricultura en el mundo
produce lo suficiente como para soportar un periodo más largo de crisis. El problema, según esta organización, no es la falta de alimentos, sino el hecho de que las grandes empresas
capitalistas que dominan el mercado financiero y de distribución mundial han transformado el comercio de alimentos y productos
agrícolas en un mercado altamente especulativo. La mayoría de los productos básicos negociados
internacionalmente, ahora están sujetos a contratos a futuro, los cuales pueden comprarse y venderse en el mercado
de valores varios cientos de veces al día. De ahí, que el precio final de estos productos para los
países que los necesitan
desesperadamente no tenga ninguna relación con los verdaderos costos de producción ni con la capacidad
de compra
e importación de dichos países.
Con esta lectura de la realidad, la organización campesina más representativa del planeta
–con 200.000.000 de miembros en más de 80 países– llama a
“la defensa intransigente de la vida y la paz”. Convoca a la “defensa de la
soberanía de los pueblos o naciones contra la guerra
y contra la destrucción de sus estructuras
sociales”. Y al mismo tiempo, propone que se ponga “fin a la especulación
con los productos alimenticios y la suspensión de la cotización de
los mismos en las bolsas de valores”.
Deben prohibirse los contratos futuros sobre productos agrícolas, agrega. Y
concluye que el precio de los alimentos comercializados
internacionalmente debe guardar relación con los costos
de producción y seguir el camino del comercio
justo, tanto para los productores como para los consumidores.
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