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"Una transición insostenible. Llegado a este punto es posible ofrecer un balance en esta discusión. La justificación de imágenes tales como las de explotar el carbón a “manos llenas” o el petróleo hasta la “última gota” están inmersas en un conjunto de incomprensiones y mitos tal como se han ejemplificado más arriba. Hay un abordaje inadecuado o parcial sobre lo qué son los extractivismos, sus impactos sociales, económicas y políticas, y a su vez, sobre el cambio climático. Son justificaciones que se vuelven simplistas, como puede ser asumir que los extractivismos aseguran desarrollo, y es ese simplismo lo que las hace populares. Todo esto hace que afirmar que no existe “ninguna razón” para seguir siendo extractivista es insostenible: hay una enorme lista de evidencias y razones para dejar los extractivismos. Se las podrá considerar suficientes o no, verificadas o no, y así sucesivamente, pero no pueden ser negadas o escondidas, y las decisiones políticas deben incorporarlas para poder tomar decisiones de manera informada y rigurosa".
"En este contexto se inserta la idea de “transiciones”, que viene siendo usada en uno y otro sentido, e incluso fue empleada por el anterior gobierno de G. Duque. Las transiciones sociales y ecológicas requieren, por un lado, análisis rigurosos y detallados de las situaciones actuales, para determinar qué se quiere resolver y evitar, y por el otro lado, metas y objetivos de cambio. En el repaso que se hace más arriba queda en claro que hay limitaciones importantes en el diagnóstico de los extractivismos actuales. Entonces, si ese análisis de partida es incompleto o inadecuado, las alternativas propuestas también serán limitadas. Eso explica que se use el término “transiciones” y a la vez se promuevan los extractivismos de “manos llenas”. Por lo tanto, en realidad lo que allí se ofrece es una transición entre distintas formas de extractivismos, por ejemplo, abandonando el fracking pero incrementando la minería de carbón. Ese tipo de cambio no es una alternativa a la dependencia extractivista ni representa una transición postextractivista. Se llega así a la cuestión clave en este repaso: una defensa de la Naturaleza, de la justicia social, y de la ecología planetaria son incompatibles con los extractivismos mineros y petroleros. Las transiciones que se necesitan no buscan exportar más, sino que, por el contrario, son medidas y acciones para reducir los extractivismos, desmontar sus efectos derrame y reducir nuestra dependencia global. O sea, para dejar de exportar minerales o hidrocarburos a manos llenas.
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UNA
PROPUESTA DE TRANSICIÓN FALLIDA: EXTRACTIVISMOS A “MANOS LLENAS” EN COLOMBIA.
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Por Eduardo Gudynas | 20/08/2022 | Colombia, Ecología social
Fuente Rebelión sábado 20 de agosto del
2022.
La victoria de Gustavo Petro
en Colombia desató
una animada polémica sobre unas transiciones para
abandonar los extractivismos mineros y petroleros.
Esa intención se lee en el programa de gobierno y el ahora presidente Petro lo ha repetido desde hace tiempo. Es
transitar hacia una economía sin petróleo y carbón,
sostuvo en su discurso tras la victoria electoral.
Como era esperable, esa idea provocó
críticas, tales como denunciar
que abandonar esos extractivismos llevaría a un colapso económico. Reacciones como
esas, desde el poder político y económico colombiano, fueron tan
simplistas que no requieren mayor análisis.
En cambio, merecen consideración los
cuestionamientos que provienen de lo que podría llamarse una “academia verde”. El caso más reciente son los dichos de Manuel Rodríguez Becerra, de la Universidad de los Andes y del Foro Nacional
Ambiental, afirmando que Colombia debería exportar carbón a “manos llenas” y petróleo y gas hasta la “última
gota”. Es más, sostuvo que los planes
del presidente Petro de abandonar el
carbón y el petróleo eran equivocados.
Seguramente muchos esperarían que desde
la academia enfocada
en temas ambientales en lugar de proponer
más extractivismos
se defendiera reducirlos.
Pero ese tipo de posiciones no son raras, y otro caso conocido es Brigitte Baptiste,
también académica, quien ya había defendido exportar hasta la “última gota” de petróleo (1). Es necesario considerar ese propósito y los argumentos empleados para justificarlo, dejando a un lado los
individuos para no entrar en una
polémica personalizada.
Los argumentos y justificaciones se encuentran en esas recientes intervenciones en los medios de Rodríguez Becerra. Sostuvo que deben extraerse y exportarse todos los combustibles fósiles ya que “no hay ninguna razón para no hacerlo”, dejar esas actividades “no tiene ningún impacto” (o “cero” efecto) en las emisiones de gases invernadero, y que, si Colombia no los exportara, algún otro país lo haría. Agregó que esos extractivismos son necesarios para el «desarrollo» o para «resolver problemas sociales» (2).
Como se verá en el análisis que sigue,
esas consideraciones son incorrectas. Reflejan una minimización o incomprensión de los impactos locales de los extractivismos,
un incompleto abordaje del cambio climático,
y un inadecuado tratamiento de la
economía política y la geopolítica
de los extractivismos. Esos argumentos no
son suficientes para defender a los extractivismos, y por el contrario, son incompatibles con la justicia social y ecológica.
Ese tipo de defensas de los extractivismos se puede esquematizar en el
siguiente encadenamiento de argumentos:
(a) los extractivismos tienen implicancias sociales y
ambientales locales, (b) pero esas
consecuencias son menores, manejables o son ignoradas, (c) los efectos
ecológicos globales son minimizados
o ignoradas, (d) esas exportaciones son necesarias, e incluso indispensables, para el crecimiento económico y el desarrollo, y (e) eventualmente pueden generar dineros para resolver los problemas locales
y sus beneficios superan los perjuicios sociales y ambientales. Se
pueden analizar cada uno de estos componentes.
Impactos locales y cambio climático
Comencemos por el primer componente en ese raciocinio. Sostener que se
debe continuar con extractivismos mineros y petroleros a “manos llenas” olvida sus severos
impactos sociales y ambientales a
nivel local. No puede desconocerse,
por ejemplo, que la megaminería de
carbón a cielo abierto implica una amputación ecológica, o que la perforación
petrolera inevitablemente lleva a problemas de derrames y contaminación.
La evidencia de estos y otros problemas es
abrumadora, y se ha acumulado por
años, y cualquiera puede advertirla en Colombia.
En cuanto al segundo argumento basado en que esos impactos se pueden resolver adecuadamente, en realidad en muchos casos no existen esas soluciones tecnológicas o gerenciales perfectas dadas la escala e intensidad de los extractivismos. Sus impactos son inevitables.
Es por eso que, si se aplicaran
seriamente exigencias y controles ambientales,
sanitarios y sociales, muchos de esos emprendimientos serían inaceptables. Se llevan adelante en
tanto se imponen daños irreparables
a la Naturaleza,
y se toleran sus impactos sociales (un aspecto que se discute más abajo) (3).
Sigamos ahora con el argumento del “cero” o “nulo” impacto de los extractivismos colombianos en el cambio climático global. En
esa posición hay varios problemas, ya
que los combustibles
fósiles que exporta Colombia se quemarán
en algún otro país, y desde allí alimentarán el cambio
climático. Por ejemplo, el carbón que se remueve
desde la mina Cerrejón se quemará en
una planta de generación eléctrica en Europa, y aunque esas emisiones se contabilizan desde un país europeo, eso no anula que
su origen es colombiano ni su efecto
invernadero planetario. Si no se
considera esa relación estamos ante
una incomprensión de las cadenas de comercialización extractivistas y sus consecuencias
ecológicas globales.
Para ilustrar esto se puede compartir un
rápido ejercicio. Considerando que Colombia en 2021 exportó 54,3 millones de toneladas de carbón térmico, un cálculo provisorio muestra que al quemarse ese combustible fósil se emitiría
un estimado de más de 125 millones de
ton CO2 (4). El propósito de estas
líneas no es ofrecer un cálculo exacto,
sino dejar en claro que solamente un
rubro de exportación extractivista termina arrojando millones de toneladas
de gases invernadero. Una evaluación
similar se debería hacer con las exportaciones
de coque y de otros hidrocarburos,
lo que aumentaría todavía más los gases invernaderos resultantes.
Por lo tanto, los efectos de las
exportaciones extractivistas en el cambio climático no son ni “nulos” ni “cero”. No
es riguroso ni propio de la academia sostener que no se emite “nada” o “muy poco”. Es
más, si se sumaran a las emisiones nacionales esas
otras que son responsabilidad de los
combustibles fósiles exportados, seguramente el total se acercaría al nivel de los países industrializados (5). Este es un hecho que no
puede olvidarse al diseñar políticas públicas.
De modo similar, muchas veces se
sostiene que como Colombia emitiría “pocos” gases invernadero en comparación con los
países industrializados, se justificaría continuar con los extractivismos.
Este argumento es otra simplificación,
ya que, a menos que se sea China, siempre habrá alguien que emitirá más gases
invernadero. Basar las políticas
públicas en una lógica que asume que el daño que produzco es menor al que provoca otro, no parece muy
serio. De este modo queda en evidencia
otro asunto clave: no se comprende que todos los países son responsables del cambio climático, y todos deben
enfocarse en medidas de reducción de
sus emisiones, sin excepciones.
Pero hay otros problemas con esa argumentación de minimizar los impactos de los combustibles fósiles exportados. Es que la quema de carbón tiene una enorme relevancia en el cambio climático global; se ubica en el primer puesto en alimentar las emisiones de CO2 (con el 39% de participación en las emisiones globales). A su vez, la minería de carbón ocupa el segundo lugar después de la de hierro, con las mayores contribuciones al cambio climático debido a la extracción de materia. Esto muestra que la promoción de los extractivismos de combustibles fósiles contribuye al cambio climático, pero, además, se basa en rubros que están entre los más contaminantes.
Por si fuera poco, parecería que no se
entiende que contribuir al descalabro ecológico planetario también afecta a la propia Colombia, un país que padece muchas fragilidades para lidiar con anomalías climáticas y desastres naturales.
Es por todas estas razones que la defensa de extractivismos a “manos llenas” expresan una
incomprensión de la dinámica del cambio climático y de cómo se articulan sus causas y consecuencias.
Pasando al siguiente argumento de
justificación, se sostiene que, si Colombia dejara de exportar esos
combustibles fósiles, de todos modos, alguna otra nación lo haría, y eso mantendría incambiadas las emisiones de gases invernadero
globales. Siguiendo esa lógica, no tendría sentido abandonar ese rubro comercial.
Ante esas ideas se debe enfatizar que
las metas de las políticas nacionales no
pueden basarse en las malas prácticas
de otros países. Si se aplicara aquel
razonamiento, el gobierno colombiano podría tolerar la exportación
de maderas amazónicas porque de todas
maneras en los países vecinos hay tala ilegal que alimenta la demanda
internacional. Entonces, al contrario de esa postura, un país debe asegurar las mejores políticas
y gestión
ambiental para sí mismo, para sus ciudadanos
y su Naturaleza, y no puede
tomar como justificativo político o
moral las malas prácticas de otros
gobiernos.
Economía y desarrollo
Se pueden abordar ahora las consideraciones
sobre economía y desarrollo. El argumento extractivista insiste en que esas exportaciones son necesarias para obtener dineros que servirían al desarrollo en general, o para acciones
específicas, tales como generar empleo o reducir la pobreza. Es el mismo razonamiento
que empleaba el gobierno Duque, y
que ha sido utilizado en otros países, y por más de un siglo: insistir en exportar materias primas como el único y necesario camino para el anhelado
desarrollo.
La información disponible muestra que
esa relación causal entre extractivismo y desarrollo carece
de sustento. La dependencia
extractivista no resolvió los problemas de pobreza
y calidad de vida en América Latina.
Además, sabemos que produce distorsiones
económicas que acentúan todavía más la simplificación
económica del país, impiden la industrialización propia,
repetidamente producen enfermedades
holandesas (con sobrevaluación
de la moneda
nacional, invasión de
manufacturas de consumo importadas,
etc.), generando condiciones para ser
todavía más extractivistas (6). De
este modo, aseveraciones tan simplistas
como las de asumir que “más extractivismo” es “más
desarrollo” resultan de una incomprensión de la economía política de
los extractivismos (y del desarrollo).
A su vez, la insistencia en
exportaciones extractivistas obliga a insertarse en las redes mundiales de comercio, aceptar
sus reglas y los canales por los cuales fluye el capital, y adaptarse a los precios fijados en las metrópolis financieras. En otras palabras,
se profundiza la subordinación del país a la globalización. Por lo tanto, en el pedido de exportar a “manos llenas”
hay una incomprensión de la geopolítica de los extractivismos, ya que se erosionan
las autonomías nacionales.
Finalmente, más minería significa inevitablemente más conflictos ciudadanos, más disputas, represiones policiales, violaciones de derechos humanos, y así sucesivamente. Defender los extractivismos parecería que olvida o minimiza esta problemática, sin atender en particular a los llamados “efectos derrame”. Este es un concepto que refiere a la distorsión de las políticas públicas, la erosión de la salvaguarda de los derechos y la tolerancia de la corrupción y la violencia. Esos efectos no son impactos locales de un emprendimiento en particular, sino consecuencias que tiñen a toda la dinámica política de un país, y por ello es posible que sean las consecuencias más graves de los extractivismos. Insistir con los extractivismos desemboca en reproducir esos efectos derrame; a la inversa, la pacificación del país requiere transitar salidas a ellos.
Una transición insostenible
Llegado a este punto es
posible ofrecer
un balance en esta discusión. La justificación de
imágenes tales como las de explotar el carbón a
“manos llenas” o el petróleo hasta la “última gota” están inmersas en un conjunto de
incomprensiones y mitos tal como se han ejemplificado más arriba. Hay
un abordaje inadecuado o parcial
sobre lo qué son los extractivismos, sus impactos sociales, económicas y
políticas, y a su vez, sobre el cambio climático.
Son justificaciones que se vuelven simplistas, como puede ser
asumir que los extractivismos
aseguran desarrollo, y es ese simplismo
lo que las hace populares. Todo esto hace que afirmar que no existe “ninguna razón” para seguir siendo extractivista es insostenible:
hay una enorme lista de evidencias y razones para
dejar los extractivismos. Se las podrá considerar suficientes o no, verificadas o no, y así sucesivamente, pero no
pueden ser negadas o escondidas, y
las decisiones políticas deben
incorporarlas para poder tomar
decisiones de manera informada y rigurosa.
En este contexto se inserta la idea de “transiciones”, que viene siendo usada en uno y otro sentido, e incluso fue empleada por el
anterior gobierno de G. Duque.
Las transiciones sociales y ecológicas
requieren, por un lado, análisis
rigurosos y detallados de las situaciones actuales, para determinar qué se
quiere resolver y evitar, y por el otro
lado, metas y objetivos de cambio. En el repaso que se hace más arriba queda en claro que hay
limitaciones importantes en el
diagnóstico de los extractivismos actuales. Entonces, si ese análisis de partida es incompleto o inadecuado,
las alternativas propuestas también
serán limitadas. Eso explica que se use
el término “transiciones” y a la vez se
promuevan los extractivismos de “manos llenas”. Por
lo tanto, en realidad lo que allí se
ofrece es una transición entre distintas formas de extractivismos,
por ejemplo, abandonando el fracking pero incrementando la minería de carbón. Ese
tipo de cambio no es una alternativa a la dependencia
extractivista ni representa una transición postextractivista.
Se llega así a la cuestión clave en este
repaso: una defensa de la
Naturaleza, de
la justicia social, y de la ecología planetaria son incompatibles
con los extractivismos mineros y petroleros. Las transiciones que se necesitan no buscan exportar más, sino que, por el contrario, son medidas y acciones
para reducir los extractivismos, desmontar sus efectos
derrame y reducir nuestra dependencia
global (7). O sea, para
dejar de exportar minerales o hidrocarburos a manos llenas.
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Notas
1. Brigitte Baptiste:
“El petróleo colombiano hay que sacarlo hasta la última gota”, Crudo
Transparente, Bogotá, 2017.
2. Declaraciones de M. Rodríguez Becerra en
Crisis climática, ¿es tarde para encontrar las soluciones?, Hora 20, Caracol
Radio, Bogotá, 29 julio 2022; diversas intervenciones en twitter.
3. Los extractivismos se justifican
construyendo narrativas que minimizan o anulan esos impactos sociales y
ambientales; el caso del petróleo y enfocado en los debates colombianos, se
aborda en La construcción de narrativas que defienden los extractivismos desde
académicos del área ambiental, y que sirven a un sentido común que los concibe
como necesario, se analizan con más detalle en Hasta la última gota. Las
narrativas que sostienen los extractivismos, E. Gudynas, RevIISE 13: 15-31, 2019.
4. El carbón colombiano
aviva las esperanzas de crecimiento, BN Américas, 4 agosto 2022,
el-carbon-colombiano-aviva-las-esperanzas-de-crecimiento Cálculo siguiendo el
Industrial CO2 Emissions calculator, version 1.7, www.carbonsolutions.com
5. Las emisiones colombianas se
describen en el reciente reporte BUR 3 Tercer Informe Bienal de Actualización
de Cambio Climático de Colombia, IDEAM y otros, Bogotá, 2021,
6. Las relaciones entre desarrollo,
políticas sociales y extractivismos se examinan en detalle en Extractivismos.
Ecología, economía y política de un modo de entender el desarrollo y la
Naturaleza, E. Gudynas, CEDIB, 2015.
7. Informaciones y documentos
sobre las transiciones de salida de los extractivismos están disponibles en el
portal www.transiciones.org
Eduardo
Gudynas es investigador en el Centro Latino Americano de Ecología Social
(CLAES). Publicado
originalmente en el portal Transiciones.org
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