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Las ciencias naturales y sociales nunca se han sentido cómodas una con la otra. Los físicos y los químicos tienen una gran desconfianza por la aparente falta de ‘verdades evidentes’ de lo que ellos denominan con frecuencia ‘ciencias blandas’.
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Cambio climático: dos culturas, un mensaje.
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David Dickson
26 febrero 2010.
Red de Ciencia y Desarrollo. Concytec.
David Dickson
26 febrero 2010.
Red de Ciencia y Desarrollo. Concytec.
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Los investigadores de las ciencias naturales y sociales deben trabajar unidos con miras a tener el respaldo del público para actuar contra el cambio climáticoFlickr/Greenpeace International.
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Abordar las recientes controversias en torno a los datos del cambio climático exige una sólida alianza entre las ciencias naturales y sociales.
Las ciencias naturales y sociales nunca se han sentido cómodas una con la otra. Los físicos y los químicos tienen una gran desconfianza por la aparente falta de ‘verdades evidentes’ de lo que ellos denominan con frecuencia ‘ciencias blandas’.
Así mismo, los científicos sociales desdeñan el otorgamiento de créditos excesivos a la objetividad de sus colegas de las ciencias naturales. Hasta hace poco, el debate sobre el cambio climático —y el trabajo del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) en particular— parecía ofrecer un modelo de cómo, bajo las condiciones apropiadas, los dos lados pueden trabajar juntos de manera eficaz. Mientras las ciencias naturales han establecido la naturaleza del problema, los científicos sociales han trazado las implicancias y las posibles respuestas.
Pero la crisis que ha sacudido a la comunidad del cambio climático en los últimos meses ha revelado que las brechas entre las dos comunidades todavía persisten, especialmente al no poder presentar un frente unido de comunicaciones para luchar contra las voces cada vez más escépticas.
Los científicos naturales podrían beneficiarse enormemente de la manera como los científicos sociales interpretan tanto el proceso de la ciencia como la forma en que la percibe el público, y esto tiene lecciones importantes no sólo para el cambio climático sino también para el debate más amplio sobre cómo insertar la ciencia en las políticas de desarrollo.
La necesidad de transparencia.
Sin duda, la crisis ha puesto de manifiesto la necesidad de una mayor transparencia en los procedimientos científicos. También, que se requiere una mejor disposición para aceptar que, aún si esos procedimientos no son tan formales y rígidos como reclaman muchos científicos (al menos en público), ello no necesariamente socava su legitimidad. Eso, por ejemplo, fue una lección esencial que surgió de la exposición pública de correos electrónicos privados entre los científicos del clima de la universidad de East Anglia, en el Reino Unido, y sus colegas alrededor del mundo, que reveló un lado más humano a la práctica científica (ver Lessons about science from 'Climategate').
Más recientemente, la comunidad del clima se ha visto sacudida por acusaciones de exagerar las declaraciones sobre las tasas del derretimiento de glaciares en el norte de la India (ver Glacier dispute reveals holes in research). Aquí, también, los científicos ya han argumentado de manera convincente que las declaraciones engañosas hechas de manera aislada no invalidan el consenso generalizado ya sea sobre la realidad del cambio climático o sobre la urgente necesidad de mitigar sus probables impactos.
Pero el daño ya está hecho. Habiendo construido su credibilidad y su autoridad sobre las pretensiones de un análisis objetivo, el IPCC se ha vuelto altamente vulnerable a cualquier acusación de socavarlas (Ver: A changing climate for the IPCC). Y esto, a su vez, ha afectado gravemente el apoyo público para la acción política.
Una luz diferente.
El reto ahora es cómo revertir esta tendencia. Tanto en el caso de la exposición de correos electrónicos como en el de los glaciares la respuesta inicial de la comunidad del cambio climático ha sido enfatizar en la necesidad de una más rigurosa revisión de sus conclusiones por pares. Pero esto se centra en el extremo equivocado del problema. Como dijo Stephen Schneider, líder en climatología de los Estados Unidos, durante la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de Ciencia (AAAS por sus siglas en inglés) realizada en San Diego del 18 al 22 de febrero, un análisis detallado de las miles de referencias usadas en las evaluaciones recientes del IPCC podría exponer “20 a 30” errores científicos, pero no por ello se socavarían sus conclusiones principales alcanzadas mediante el trabajo combinado de muchos miles de científicos.
Más útil sería una mayor disponibilidad para aceptar que las ciencias naturales son en sí mismas actividades sociales que pueden tener datos erróneos ocasionales sin dañar la solidez de sus conclusiones. La tarea principal no radica en cambiar el comportamiento del IPCC sino en fomentar que el público vea a la organización y sus mensajes bajo una luz diferente. Y esta es un área donde las ciencias sociales tienen más que ofrecer de lo que los científicos naturales están dispuestos a admitir.
Escepticismo del clima alcanza a ‘científicos’ .
Otros expositores durante la reunión de la AAAS describieron cómo los lobistas de la industria y de los grupos políticos conservadores en los Estados Unidos están jugando deliberadamente a crear incertidumbres en la ciencia del cambio climático para generar respaldo público. Eso representa un cambio en la estrategia de ataques políticos directos sobre las regulaciones ambientales durante la década de los ochenta. De hecho una oradora, Naomi Oreskes —profesora de historia y estudios de la ciencia en la Universidad de California, San Diego— señaló que tales grupos están siendo “más científicos” en sus enfoques para generar apoyo del público. Agresivas campañas publicitarias que atacan a los científicos del clima, por ejemplo, demuestran comprender mejor la forma en que los votantes deciden sobre temas complejos, si se compara con los “aburridos websites” que a menudo emplean los científicos para responder.
Hay una creciente evidencia de que tales campañas son efectivas para reducir el apoyo del público en la lucha contra el cambio climático en el mundo desarrollado. Y esto, a su vez, amenaza con socavar los esfuerzos para proporcionar al mundo en desarrollo los recursos necesarios para satisfacer los múltiples retos que tal cambio traerá. Los científicos del clima deben ser más sofisticados en su forma de comunicar para revertir esta tendencia. No solamente su ciencia necesita ser sólida sino que también es importante comprender por qué la sociedad reacciona de la manera en que lo hace. Y para ello, el aporte de las ciencias sociales y políticas es esencial.
David Dickson Director, SciDev.Net
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