domingo, 27 de junio de 2010

SASKIA SASSEN: Territorio, autoridad y derechos.De los ensamblajes medievales a los ensamblajes globales.

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Este panorama también indica que la OMC y el FMI, quienes hasta aquí protagonizaron la bibliografía sobre la globalización, posiblemente pierdan importancia en tanto actores durante la próxima etapa. La transformación en sí misma no consiste en el ascenso de esas instituciones desde la década de 1980, como suele afirmarse. En realidad, son soldados rasos que ya han finalizado su labor de destrucción de las políticas keynesianas para la gestión económica y que hoy en día se están derrumbando (un derrumbe que tal vez sea intencional, puesto que ya han cumplido su objetivo).
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SASKIA SASSEN: Territorio, autoridad y derechos.

De los ensamblajes medievales a los ensamblajes globales.


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Ahora bien, la pregunta clave en términos políticos es quién formalizará esas globalidades o, más específicamente, cuáles serán las lógicas y las pautas que orientarán ese proceso de formalización. En el caso del sector financiero, por ejemplo, desde la década de 1980 predomina la lógica de las finanzas y los actores dominantes son los más consolidados. Así, determinar qué lógica regirá estas transformaciones y las organizará debería ser un punto fundamental de la labor política. ¿Se tratará de actores y fuerzas que apunten a democratizar nuestros países y nuestro mundo? Durante los últimos veinte años se ha observado un gran aumento en la desigualdad y en la concentración de la riqueza, así como la aparición de un tipo de pobreza extrema, nunca antes vista. Cabe entonces preguntarse si la crisis financiera de la actualidad está creando un espacio para actores y lógicas de otro tipo, pues aquellos que habían obtenido más poder desde la década de 1980 están quedando parcialmente invalidados por dicha crisis.

Este panorama también indica que la OMC y el FMI, quienes hasta aquí protagonizaron la bibliografía sobre la globalización, posiblemente pierdan importancia en tanto actores durante la próxima etapa. La transformación en sí misma no consiste en el ascenso de esas instituciones desde la década de 1980, como suele afirmarse. En realidad, son soldados rasos que ya han finalizado su labor de destrucción de las políticas keynesianas para la gestión económica y que hoy en día se están derrumbando (un derrumbe que tal vez sea intencional, puesto que ya han cumplido su objetivo).
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El FMI ni siquiera tiene dinero suficiente para pagar el alquiler de todas sus oficinas, y ha tenido que cerrar algunas y despedir al personal. La OMC, por su parte, se encuentra en un estado de desorganización debido a que las empresas multinacionales han logrado instaurar en gran medida su propio régimen de "libre comercio" y los estados más poderosos han adoptado el bilateralismo, que les permite negociar en sus propios términos. A mi juicio, los últimos veinte años representaron un período de transición, pero hoy nos encontramos apenas ante el comienzo de una nueva historia en la que no participarán el FMI ni los otros actores dominantes de la etapa anterior.
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La formalización de las nuevas globalidades y la creación de esta nueva historia deberían contar con los seres humanos como actores fundamentales en sus diversas encarnaciones en tanto ciudadanos, inmigrantes, obreros o patrones. Uno de los temas principales de este libro es la formación de los dos sujetos formales que protagonizaron la historia de la democracia liberal: los propietarios y los trabajadores. Cabe preguntarse entonces en qué medida se ven desestabilizados estos sujetos por las transformaciones actuales. Desde la década de 1980 se observa un fortalecimiento de algunos tipos de propietarios, pero no de todos. Asimismo, se detecta un gran desgaste en los derechos de los trabajadores. En el libro me remito a los orígenes de estos dos sujetos, creados en el marco del derecho por los jueces y los legisladores. La idea de que las ventajas de los propietarios y las desventajas de los trabajadores se fueron construyendo en el proceso de formación de la democracia liberal y de que la construcción de dichas desigualdades es de naturaleza jurídica resulta importante para la posibilidad de producir un nuevo tipo de sujeto dotado de derechos.

En este sentido, nos preguntamos si los sujetos carentes de poder pueden hacer historia en un mundo en que los actores poderosos tienen permitido legalmente acaparar cada vez más derechos, más riqueza y más poder, mientras las masas de los sujetos en desventaja crecen de manera exponencial, al igual que sus desventajas; en un mundo en que se alza una nueva clase media privilegiada mientras la vieja clase media se empobrece, todo ello bajo un manto de legalidad.

La indagación sobre los registros históricos nos muestra que, en efecto, los sujetos carentes de poder pueden hacer historia, pero para ver los resultados es necesario emplear temporalidades mucho más extensas que las de los sujetos poderosos y trazar una distinción entre la idea de hacer historia y la idea de adquirir poder. Hacer historia no implica necesariamente obtener poder. Para dar cuenta de la peculiaridad de esta combinación afirmamos que la carencia de poder puede ser compleja y precisamente en esa complejidad yace la posibilidad de la política. En efecto, la carencia de poder no siempre es elemental, no equivale a la simple ausencia de poder. Nos preguntamos entonces qué les depara el futuro a estos sujetos en un mundo de redes e infraestructuras interconectadas donde incluso los pobres, aunque no los más pobres, pueden viajar miles de kilómetros desde África subsahariana hasta Madrid, Milán o París y donde los países más poderosos están reorientando ciertos elementos importantes del Estado por temor a esos inmigrantes vulnerables y fatigados.

Para comprender las particularidades del período actual es útil indagar sobre los períodos anteriores. En este sentido, la etapa más pertinente e inmediata es la era de Bretton Woods. Gran parte de los trabajos existentes sobre la globalización consideran que esa etapa representa el inicio de dicho fenómeno. Yo sostengo que no es así. El objetivo de los acuerdos de Bretton Woods fue proteger a los estados nacionales de las fluctuaciones excesivas en el sistema internacional, mientras que el objetivo de la globalización actual es todo lo contrario: instalar sistemas y operaciones globales en el seno de los estados nacionales, sin tener en cuenta el riesgo que esto implica para las economías nacionales de esos estados. Asimismo, esta dinámica pone de manifiesto que los propios estados nacionales han tenido que participar en el proceso. En efecto, instalar operaciones y sistemas globales en ámbitos con un grado tan alto de institucionalización como los que conforman el Estado-nación supone una labor muy ardua. En parte, dicha labor consiste en desnacionalizar aquello que históricamente se considera nacional.

Otro período que también resulta pertinente es el Medioevo en Europa, que con frecuencia se menciona en la bibliografía sobre la globalización por considerárselo comparable a la era global de la actualidad, en tanto un mismo territorio queda sujeto a múltiples sistemas de gobierno. Yo rechazo esta noción. Una de las premisas de mi interpretación consiste en que las explicaciones sobre la era global de la actualidad deben dar cuenta de que dicha era surge de un período dominado por el Estado-nación. Este último es el tema que casi todos se empeñan en ignorar cuando se trata de analizar lo global. Es necesario dar cuenta del desensamblaje parcial de lo nacional, una transformación que consta al mismo tiempo de procesos de desnacionalización y procesos de globalización.
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Saskia Sassen

Territorio, autoridad y derechos.

De los ensamblajes medievales a los ensamblajes globales

Área. conocimiento
599 páginas, 15 x 23 cm.
ISBN 9788492946082, rústica. Junio 2010

Tanto desde la izquierda como desde la derecha, el léxico dominante sobre la globalización destaca el antagonismo entre lo global y lo nacional, y realiza descripciones razonables e intuitivamente satisfactorias de un mundo en proceso de transformación. Sobre ese léxico se han construido teorías y explicaciones atractivas, que, como señala la autora de esta obra, "tienen la capacidad de encandilar y, por lo tanto, de producir una gran penumbra a su alrededor". Indagar en esa zona de sombras, allí donde las explicaciones intuitivas son esquivas y erróneas, es el propósito de este libro, que parte de la constatación de que si bien el proceso de globalización es intenso, la "globalidad formal" es muy escasa: existen pocas e imperfectas instituciones globales. ¿Cómo se produce el proceso de globalización por fuera de esas instituciones?
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En primer término, señala Saskia Sassen, por "la labor que realizan cada vez más estados nacionales para desnacionalizar en parte sus marcos jurídicos e institucionales", ya que son, en efecto, algunas capacidades que produjo el proceso de construcción del Estado las que hoy hacen posible la era global, pero lo hacen "desnacionalizando" aquello que se ha constituido históricamente como nacional, ya sean las políticas de gobierno, los capitales, las subjetividades políticas, los espacios urbanos o las estructuras temporales.
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En segundo lugar, Sassen analiza el modo en que los tres componentes de toda sociedad -territorio, autoridad y derechos- han cambiado en sí mismos y en sus relaciones a lo largo de tres "ensamblajes" históricos fundamentales: el medieval, el nacional y el global. Para ello, estudia la emergencia del Estado-nación a través del reposicionamiento sustancial de determinadas capacidades medievales; analiza las condiciones políticas, económicas, legales o tecnológicas inscritas en nuevas lógicas organizativas que van de lo nacional hacia lo global, y examina las intersecciones puntuales entre lo territorial, la autoridad y los derechos, con especial atención al papel de las nuevas tecnologías digitales.
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Territorio, autoridad y derechos es una obra de largo aliento, en la que la perspectiva histórica y el trabajo sobre un enorme material empírico y teórico se suman para ofrecer una potente explicación de la transformación fundacional a la que asistimos, a la vez que brinda las herramientas para el análisis de los cambios futuros.

Saskia Sassen La Haya, Holanda, 1949

Destacada socióloga, actualmente es profesora de sociología de la cátedra Robert S. Lynden en la Universidad de Columbia y miembro del Comité sobre Pensamiento Global de la misma universidad. También integra el Consejo de Relaciones Exteriores y el Panel sobre Ciudades de la Academia Nacional de Ciencias.

Trabaja el concepto de ciudad global, categoría novedosa para estudiar la ciudad como lugar de intersección entre lo local y lo global. Otras de sus áreas de investigación son las cuestiones del poder y la desigualdad derivados de los procesos de globalización.

De su obra, Katz editores ha publicado también Una sociología de la globalización (2007). Consulte nuestro catálogo en http://www.katzeditores.com/ Katz editores
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