Por fin se llegó a un acuerdo, pero la interminable cumbre del clima de Durban (Suráfrica) ha demostrado que a los ministros de Medio Ambiente el desafío les viene grande. No está en juego el freno del calentamiento global, sino las relaciones de poder en mayúsculas, entre las potencias que se desvanecen, como la UE y EEUU, y las que emergen: China, India y Brasil. Sobre la mesa no está sólo la reducción de emisiones de CO2, sino el dominio económico del planeta. La enviada india, Jayanthi Natarajan, lo resumió el viernes citando a la exprimera ministra Indira Gandhi para defender su derecho a crecer y emitir más CO2: "La pobreza es el mayor contaminador y el desarrollo es el mayor sanador". India emite 1,5 toneladas de CO2 per cápita. China, 6. Alemania, casi 10. EEUU, 18.
El cónclave de la ONU, en el último minuto, aprobó a las 5:23 horas del domingo una enrevesada y vaga hoja de ruta hacia un futuro "protocolo, otro instrumento legal o un resultado acordado con fuerza legal" para frenar las emisiones mundiales de CO2. Están todos los países, incluidos EEUU y China, responsables de la mitad del CO2 expulsado por el ser humano. Ese acuerdo se empezaría a negociar el año que viene y estaría listo en 2015, para entrar en vigor "desde 2020". Es la primera vez que todos los países se suben a un mismo autobús, aunque sin saber muy bien hacia dónde se dirige ni a qué velocidad. Han hecho falta 17 cumbres como ésta, 17 años, para acercarse a esa meta, exigida desde hace mucho por la comunidad científica. La comisaria europea de Cambio Climático, Connie Hedegaard, calificó el resultado de "bueno y fuerte".
Los ecologistas fueron mucho más críticos, sobre todo con la puerta falsa que podría esconderse detrás de la expresión "resultado acordado con fuerza legal". Para el director ejecutivo de Greenpeace Internacional, Kumi Naidoo, "la mala noticia es que los bloqueadores, liderados por EEUU, han tenido éxito en la inserción de una cláusula fundamental que podría evitar que el próximo gran acuerdo climático sea legalmente vinculante". EEUU e India, por diferentes razones, pedían esa cláusula.
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Cumbre del clima en Durban.
Marchando hacia el precipicio. “Acuerdo final, para salvar la cara”.
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Noam Chomsky
La Jornada. Domingo 18 de diciembre del 2011.
Una tarea de la Convención Marco sobre Cambio Climático de Naciones Unidas, que en la actualidad está teniendo lugar en Durban, Sudáfrica, es extender las decisiones políticas previas, limitadas en alcance y solamente parcialmente aplicadas.
Estas decisiones se remontan a la Convención de 1992 de la ONU y al Protocolo de Kyoto de 1997, al que Estados Unidos rehusó unirse. El primer periodo de compromiso del Protocolo de Kyoto termina en 2012. El ambiente más o menos general anterior a la conferencia fue capturado por The New York Times en un titular: Asuntos urgentes, pero bajas expectativas
Conforme los delegados se reúnen en Durban, un informe sobre un nuevo resumen actualizado de sondeos realizados por el Consejo de Relaciones Exteriores y el Programa sobre Actitudes Políticas Internacionales (PIPA, por sus siglas en inglés) revela el público de todo el mundo y de Estados Unidos dice que sus gobiernos deben dar a una prioridad más alta al calentamiento global y apoyan vigorosamente acciones multilaterales para atenderlo.
La mayoría de los ciudadanos estadunidenses está de acuerdo, aunque el PIPA aclara que el porcentaje “ha estado declinando durante los últimos años, de forma que la preocupación de Estados Unidos es significativamente más baja que el promedio mundial —79 por ciento, en comparación con 84 por ciento-”.
Los estadunidenses no perciben que hay un consenso científico acerca de la necesidad de acción urgente sobre el cambio climático... Una gran mayoría piensa que se verá afectada personalmente eventualmente por el cambio climático, pero sólo una minoría cree que está siendo afectada ahora, contrariamente a la opinión de la mayoría de los demás países. Los estadunidenses tienden a subestimar el nivel de preocupación de otros estadunidenses.
Estas actitudes no son accidentales. En 2009 las industrias de energía, apoyadas por el cabildeo corporativo, lanzaron varias grandes campañas que arrojan dudas sobre el casi unánime consenso científico sobre la severidad de la amenaza de calentamiento global inducido por los seres humanos.
El consenso solo es casi unánime porque no incluye a los muchos expertos convencidos de que las advertencias acerca del calentamiento global no son suficientemente fuertes, y por el grupo marginal que niega por completo la validez de la amenaza.
La cobertura habitual de este problema, dijo, se basa en lo que se llama mantener un balance: la abrumadora mayoría de los científicos en un lado, y los negadores en el otro. Los científicos que emiten las advertencias más sombrías son ignorados en su mayor parte.
Un efecto de esto es que escasamente una tercera parte de la población de EEUU cree que existe un consenso científico sobre la amenaza del calentamiento global, mucho menos que el promedio mundial, y radicalmente inconsistente con los hechos.
No es un secreto que el gobierno estadunidense está arrastrando los pies en cuanto a asuntos climáticos. Los públicos de todo el mundo han criticado en gran parte la forma en que Estados Unidos está manejando el problema del cambio climático, según el PIPA. En general, Estados Unidos se percibe ampliamente como el país que ha tenido el efecto más negativo sobre el ambiente del mundo, seguido por China. Alemania ha recibido las mejores calificaciones.
A veces es útil, para tener una perspectiva de lo que está ocurriendo en el mundo, adoptar la posición de observadores extraterrestres inteligentes que contemplan las extrañas ocurrencias en la Tierra. Observarían, asombrados, que el país más rico y poderoso en la historia del planeta ahora encabeza a los lemmings en su alegre avance hacia el precipicio.
El mes pasado, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), formada en 1974 a instancias del secretario estadunidense de Estado Henry Kissinger, emitió su informe más reciente sobre el acelerado incremento de las emisiones de carbono provenientes del uso de combustible fósil.
LA AIEA calculó que si el mundo sigue avanzando por su ruta actual, el presupuesto de carbono se habrá agotado para 2017. El presupuesto es la cantidad de emisiones que puede mantener el calentamiento global en un nivel de 2 grados Celsius, considerado el límite de seguridad.
El economista en jefe de la AIEA, Fatih Birol, dijo: La puerta se está cerrando... Si no cambiamos la dirección ahora en cuanto a cómo usamos la energía, terminaremos más allá de lo que los científicos nos han dicho que es el mínimo (de seguridad). La puerta se habrá cerrado para siempre.
También el mes pasado, el Departamento de Energía estadunidense informó acerca de las cifras de emisiones para 2010. Las emisiones aumentaron en la mayor cantidad registrada hasta ahora, citó la Associated Press, lo que significa que los niveles de gases de invernadero son más elevados que el peor de los escenarios posibles anticipados por el Panel Internacional sobre Cambio Climático en 2007.
John Reilly, codirector del Programa sobre Cambio Climático del Instituto de Tecnología (IPCC, por sus siglas en inglés) de Massachusetts, dijo a la Ap que los científicos han considerado, en general, que las predicciones del IPCC pecan de conservadoras –a diferencia del pequeño grupo que negadores que atraen la atención pública-. Reilly informó de que el escenario del peor de los casos estaba aproximadamente a la mitad de los cálculos de posibles resultados dados a conocer por científicos del MIT.
A medida que estos ominosos informes se daban a conocer, el diario Financial Times dedicó una plana entera a las optimistas expectativas de que Estados Unidos podría llegar a ser independiente en cuanto a energía durante un siglo con la nueva tecnología para la extracción de combustibles fósiles estadounidenses.
Aunque las proyecciones son inciertas, informa el Financial Times, Estados Unidos podría pasar de un salto sobre Arabia Saudí y Rusia para convertirse en el mayor productor del mundo de hidrocarburos líquidos, contando tanto el petróleo crudo como los líquidos ligeros de gas natural.
De ocurrir este feliz suceso, Estados Unidos podría conservar su hegemonía mundial. Más allá de algunos comentarios sobre el impacto ecológico a escala local, el Financial Times nada dijo acerca de qué tipo de mundo emergería de esas emocionantes perspectivas. La energía es para quemarse, y que se lleve el diablo al ambiente global.
Prácticamente todos los gobiernos están dando al menos pasos vacilantes para hacer algo acerca de la catástrofe que se avecina. Estados Unidos está la cabeza en esto –al revés-. La Cámara de Representantes de Estados Unidos, dominada por los republicanos, ahora está desmantelando las medidas ambientales introducidas por Richard Nixon, que en muchos aspectos fue el último presidente liberal.
Este comportamiento reaccionario es una de muchas señales de la crisis de la democracia estadunidense durante la generación pasada. La brecha entre la opinión pública y la política pública ha crecido hasta convertirse en un abismo en asuntos centrales del debate político actual, como el del déficit y los empleos. Sin embargo, gracias a la ofensiva propagandística, la brecha es menos de lo que debería en el asunto más serio de la agenda internacional hoy en día, y posiblemente en la historia.
Se puede perdonar a los hipotéticos observadores extraterrestres si llegan a la conclusión de que al parecer estamos infectados por algún tipo de locura letal.
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(El libro más reciente de Noam Chomsky es 9-11:Was there an Alternative?)
*Chomsky es profesor emérito de Lingüística y Filosofía en el Instituto Tecnológico de Massachusetts.
Durban se cierra con un acuerdo para salvar la cara.
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Durban se cierra con un acuerdo para salvar la cara.
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Manuel Ansede
Rebelión Domingo 18 de diciembre del 2011.
La cumbre del clima engendra una vaga hoja de ruta hacia un pacto global en 2020.
Por fin se llegó a un acuerdo, pero la interminable cumbre del clima de Durban (Suráfrica) ha demostrado que a los ministros de Medio Ambiente el desafío les viene grande. No está en juego el freno del calentamiento global, sino las relaciones de poder en mayúsculas, entre las potencias que se desvanecen, como la UE y EEUU, y las que emergen: China, India y Brasil. Sobre la mesa no está sólo la reducción de emisiones de CO2, sino el dominio económico del planeta. La enviada india, Jayanthi Natarajan, lo resumió el viernes citando a la exprimera ministra Indira Gandhi para defender su derecho a crecer y emitir más CO2: "La pobreza es el mayor contaminador y el desarrollo es el mayor sanador". India emite 1,5 toneladas de CO2 per cápita. China, 6. Alemania, casi 10. EEUU, 18.
El cónclave de la ONU, en el último minuto, aprobó a las 5:23 horas del domingo una enrevesada y vaga hoja de ruta hacia un futuro "protocolo, otro instrumento legal o un resultado acordado con fuerza legal" para frenar las emisiones mundiales de CO2. Están todos los países, incluidos EEUU y China, responsables de la mitad del CO2 expulsado por el ser humano. Ese acuerdo se empezaría a negociar el año que viene y estaría listo en 2015, para entrar en vigor "desde 2020". Es la primera vez que todos los países se suben a un mismo autobús, aunque sin saber muy bien hacia dónde se dirige ni a qué velocidad. Han hecho falta 17 cumbres como ésta, 17 años, para acercarse a esa meta, exigida desde hace mucho por la comunidad científica. La comisaria europea de Cambio Climático, Connie Hedegaard, calificó el resultado de "bueno y fuerte".
Los ecologistas fueron mucho más críticos, sobre todo con la puerta falsa que podría esconderse detrás de la expresión "resultado acordado con fuerza legal". Para el director ejecutivo de Greenpeace Internacional, Kumi Naidoo, "la mala noticia es que los bloqueadores, liderados por EEUU, han tenido éxito en la inserción de una cláusula fundamental que podría evitar que el próximo gran acuerdo climático sea legalmente vinculante". EEUU e India, por diferentes razones, pedían esa cláusula.
El plenario ha aprobado una prórroga del protocolo de Kioto
El plenario de la ONU también aprobó una prórroga del protocolo de Kioto, que expira en 2012. La segunda parte de este tratado, el único vinculante que actualmente controla las emisiones de CO2, estará en vigor entre 2013 y 2017 o 2020. La fecha final se decidirá el año que viene en otra cumbre en Catar. Sólo cubre a la UE, Nueva Zelanda, Noruega, Suiza y Australia. Juntos apenas representan el 15% de las emisiones mundiales. Venezuela y Bolivia, que torpedearon las pasadas cumbres, criticaron el nuevo Kioto por su falta de ambición. De momento, no se aprueban nuevos compromisos de reducción de emisiones para el Kioto 2. El plenario sólo "toma nota".
"Si el segundo periodo de Kioto está vacío, no es por culpa de la UE", replicó Hedegaard, en alusión a EEUU, que nunca se sumó, y a Rusia, Canadá y Japón, que se han negado a asumir nuevos recortes de CO2.
La presidenta de la cumbre, la surafricana Maite Nkoana-Mashabane, celebró ayer el desenlace de Durban porque ofrece "un proceso legal para todos", que da la oportunidad de "aumentar la ambición en el futuro". "No dejemos que lo perfecto sea enemigo de lo bueno", imploró antes de pedir la aprobación del borrador.
El cónclave de la ONU, en cualquier caso, no llenará el gran agujero de la negociación climática. Con las promesas de reducción de emisiones actuales, la temperatura media del planeta aumentará 3,5 grados hacia 2100. El texto que sale de Durban sólo reconoce la "grave preocupación" por "la importante distancia" entre los compromisos sobre la mesa y el esfuerzo necesario para evitar una subida de 1,5 o 2 grados respecto a los niveles preindustriales. Es el umbral considerado desastroso por la comunidad científica.
La temperatura media del planeta aumentará 3,5 grados hacia 2100.
"Queremos ambición en la reducción de emisiones y no vemos nada", lamentaba ayer en los pasillos el negociador maliense Hussen Alfa Nafo. Los países menos desarrollados han peleado hasta el último momento para que, más allá de una hoja de ruta hacia un acuerdo global en 2020, hubiera avances en el recorte de emisiones. Sin éxito. Nadie se ha movido un ápice.
Según un estudio del Instituto Ambiental de Estocolmo, muy exhibido en la cumbre por las delegaciones china e india, el anunciado freno voluntario a las emisiones de los países emergentes ya supone una cantidad de CO2 superior al recorte ofrecido por los países industrializados, responsables del 75% de las emisiones históricas. En Durban nada ha cambiado. EEUU sólo ofrece un recorte del 4% en 2020 respecto a 1990. La UE, el 20%.
La cumbre también ha servido para avanzar en la arquitectura del Fondo Verde Climático, que deberá alcanzar en 2020 un trasvase anual de 100.000 millones de dólares de los países ricos a los pobres para su adaptación a los efectos del cambio climático. También ha habido avances en otros temas, como la transferencia de tecnología y la gestión forestal. Además, la captura y almacenamiento de CO2 recibe en Durban el aval de la ONU como mecanismo de desarrollo limpio, una decisión muy criticada por los ecologistas, que ven en esta tecnología experimental una perpetuación del modelo energético basado en la quema de carbón.
El Fondo Verde Climático deberá alcanzar en 2020 un trasvase anual de 100.000 millones de dólares
La prórroga de la cumbre destapó un error infantil de muchas delegaciones, con el vuelo de vuelta a sus países programado para el sábado. Algunos ministros de la UE y de otros países, como Canadá y varios en desarrollo, abandonaron la ciudad surafricana ante la imposibilidad de encontrar otro avión cuando las negociaciones entraban en la fase decisiva y todo estaba por resolver. También se fue ayer por la tarde el grueso de la delegación española, con la secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, al frente. "Lamento tener que irme ahora porque siempre es mejor asistir hasta el final", declaró. Doce horas después de su partida, se llegó a un acuerdo.
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