Estoy totalmente de acuerdo con Sinesio. El Presidente Humala, parece que no conoce la palabra GRATITUD. Cuantos de los profesionales progresistas, ciudadanos de izquierda participaron activamente desde el inicio en la Candidatura y hoy simplemente han sido marginados. Parece que el Presidente se siente más cómodo con los Profesionales, intelectuales y asesores de la derecha económica y política. Hoy están aplaudiendo al gobierno quienes lo atacaron por todos los medios durante todo el proceso electoral, la derecha más conservadora, explotadora y antinacional. Ahora miren a quien nombraron como Secretario Técnico de la Descentralización. Así podemos tener confianza en el proceso descentralizador, gran esperanza de los pueblos del Perú Profundo. La burguesía arequipeña esta en primer plano. Felicidades por ellos, ya son gobierno. Sin embargo, la esperanza de nuestros pueblos y comunidades no se puede traicionar. Continuemos el trabajo por el GRAN CAMBIO Y TRANSFORMACION SOCIAL en Democracia que el pueblo peruano hoy lo exige. Es muy grande el valor, coraje, fuerza, energía de nuestros pueblos, para tener y depositar realmente nuestra confianza personal y social en el nuevo poder local emergente de la NUEVA SOCIEDAD CIVIL, REAL. Ahí están las capacidades y potencialidades humanas de millones de Ciudadanos de nuestros pueblos y comunidades emergentes. Continuemos la lucha por la forja y construcción de un Perú Nuevo en un Mundo Nuevo.
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Carta desde la sociedad civil.
Sinesio López.
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Por Sinesio López.
Diario La República. Domingo 1 de enero del 2012.
No le escribiría esta carta, señor Presidente, si considerara que todo lo que significó su candidatura a la Presidencia de la República está irremediablemente perdido. El proyecto de la gran transformación que nos identifica a todos los nacionalistas e izquierdistas que luchamos para que Ud. pasara a la segunda vuelta sigue en pie. La Hoja de Ruta que amplió las alianzas hacia el centro liberal-democrático para que Ud. triunfara en la segunda vuelta y accediera al gobierno es un compromiso serio que hay que respetar. Algunos ciudadanos que acompañamos al gabinete Lerner hemos salido del gobierno, pero no hemos abandonado el proyecto de la gran transformación, al que, por el contrario, vamos a dotar de músculos y nervios y a darle una vida de masas.
Felizmente la política no se encapsula en el gobierno ni se enmarca solo en el Estado. Estos constituyen su referencia y su objetivo, pero ella se desarrolla en las conciencias de la gente de a pie, en las demandas y propuestas ciudadanas, en la sociedad civil, en los movimientos sociales y en sus representaciones políticas. Estas serán nuestras permanentes trincheras de combate, desde las cuales buscaremos enrumbar al gobierno e incidir en sus decisiones políticas. Espero que Ud. tenga la sensibilidad democrática y la necesaria disposición de ánimo para acogerlas y darles un efectivo curso político. Tenemos que evitar otro desencanto y una nueva frustración de los excluidos y olvidados de siempre. La alta votación de estos sectores por Ud. en las dos vueltas electorales mostró que sus esperanzas de cambio eran tan grandes como sus sufrimientos. Una nueva frustración puede desatar en ellos iras o escepticismos tan grandes como sus sueños de justicia.
Formo parte del colectivo “Ciudadanos por el cambio” y de los intelectuales que apoyaron su candidatura cuando ella no despegaba. Escribí varias columnas en defensa suya cuando García y la derecha, que ahora lo elogian, lo demolían cada día utilizando todos los recursos del poder. De nada de esto me arrepiento. Ser de izquierda, en un país sin representación política de las clases populares, es apostar a las fuerzas progresivas y viables (políticamente) que buscan la justicia y la libertad en cada etapa de la historia. Mi error y el de mis amigos y compañeros fue dejar de lado la necesidad de organizar una fuerza política propia para respaldar mejor su candidatura y evitar desvíos del camino escogido.
Tenemos que evitar, Presidente, que los electores y la democracia sean traicionados otra vez como en 1990, como en el 2001, como en el 2006, años en los que terminaron gobernando los que habían perdido. De eso proviene el descrédito de la política, de los políticos y de la democracia. Sostengo, por esa razón, que nos faltó la voluntad política necesaria para hacer valer el triunfo electoral de la segunda vuelta y organizar un gobierno legítimo sobre esa base. Se tenía un buen equipo de gobierno –por estudios y por experiencia– y se ofrecían a todos y a todas las garantías necesarias para el desarrollo de sus intereses y aspiraciones: seguridad jurídica, equilibrios macroeconómicos, políticas fiscal y tributaria responsables para los grupos económicos poderosos; estabilidad y libertad para las clases medias; empleo, ingresos dignos y derechos para los trabajadores y políticas de inclusión para los pobres y muy pobres.
Inducido por “los brasileros”, a los que se ha dado más importancia de la que realmente debieran tener, Ud. hizo subir a bordo a los que habían votado por Keiko Fujimori para que participaran en el manejo del gobierno. Asustado por los grupos económicos y por la derecha política y mediática que le decían que si Conga no iba se corría el riesgo de perder 53 mil millones de inversión minera y azuzado por los servicios de inteligencia que le “informaban” que “los rojos” movían todos los hilos de los movimientos antimineros, Ud. ha decidido romper con los electores populares y regionales que lo llevaron al gobierno, con la izquierda que lo apoyó para pasar a la segunda vuelta y con Toledo que lo ayudó a ganar la segunda vuelta y ha decidido refugiarse en el Ejército como fuente de su poder.
Eso dice mucho del orden que Ud. quiere construir en una situación de crisis, pero olvida un dato fundamental de la política que Hannah Arendt subrayó: la violencia es el arma, pero el poder es el número. El número es el conjunto de ciudadanos, la sociedad civil en movimiento y la fuente legítima de poder con la que Ud. ha decidido temporalmente romper. Le deseo un buen año 2012, Presidente, y espero que en el curso del mismo se reencuentre con el pueblo que lo eligió.
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