jueves, 9 de junio de 2016

LA COMUNICACIÓN Y EL PARADIGMA DEL VIVIR BIEN/BUEN VIVIR.

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“El saber lo que se habla o saber compartir, implica dotarle de sentido educativo al proceso comunicativo, pues no van a ser procesos de difusión, publicidad o transmisión de conocimientos los que van a legitimar el Vivir Bien/Buen Vivir, sino prácticas dialogales argumentadas las que van a permitir la sistematización de las experiencias así como la producción de nuevos conocimientos, para su apropiación crítica en las reivindicaciones sociales y en las políticas públicas. El refrendar las palabras con los actos o saber vivir en armonía y complementariedad recrea pensamientos y prácticas donde la reciprocidad se reconoce como forma de vida, la comunidad como forma de organización, la convivencia con la naturaleza y el cosmos como identidad, la igualdad entre hombres y mujeres como cotidianeidad, la equidad como dignidad y la vida plena como destino. Para ello los Estados promueven políticas inclusivas; la ciudadanía practica formas de vida comunitaria; y la comunicación dinamiza espacios donde los diversos intercambian historias, testimonios y proyectos que se complementan en sociedades de la solidaridad”.

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LA COMUNICACIÓN Y EL PARADIGMA DEL VIVIR BIEN/BUEN VIVIR.
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Adalid Contreras Baspineiro.

ALAI. América Latina en Movimiento.

Miércoles 8 de junio del 2016.

Un paradigma comunicacional.

El Vivir Bien/Buen Vivir es un paradigma comunicacional por su carácter relacional de sociedades, de tiempos, de espacios, de culturas, y del hombre con la naturaleza. Es la cosmovisión de la “cosmoconvivencia”, que pone en relación (comunicación) integral e interdependiente cuatro otras visiones del mundo: la cosmocéntrica (el centro es el cosmos), biocéntrica (el centro es la vida), etnocéntrica (el centro es el ser humano) y ecocéntrica (el centro es la naturaleza)

El carácter comunicacional del Vivir Bien/Buen Vivir se refleja también en el carácter y naturaleza de los principios que lo sustentan. Así, el principio de la armonía pone en relación a los seres humanos consigo mismos, con otros seres humanos en sociedad y, de manera individual y colectiva, con el entorno natural y cósmico. Asimismo, la complementariedad provoca encuentros entre diversos-distintos y la reciprocidad dinamiza la capacidad de corresponder proporcionalmente las solidaridades.

La búsqueda del equilibrio provoca interacciones para la superación de las desigualdades y exclusiones con prácticas de justicia, relación fraterna, y el reconocimiento afectivo, solidario y amistoso priorizando los acuerdos, para lo cual otro principio, el de la integridad, activa valores, responsabilidades, obligatoriedades y compromisos vinculantes entre seres humanos y de éstos con la Pachamama (Madre Tierra/Cosmos)

Otro principio en el que se sustenta el Vivir Bien/Buen Vivir es el de la interculturalidad, entendiendo que traspone el mero (re)conocimiento de los diversos para promover interacciones que superen las asimetrías sociales, económicas y de poder bajo condiciones de respeto en coexistencias antagónicas y complementarias. Este sentido comunicacional se profundiza con el devenir histórico, principio que articula pasado, presente y futuro.

Una comunicología del sur.

El Vivir Bien/Buen Vivir tiene su momento constitutivo en los saberes, prácticas y culturas enraizadas en los pueblos del Abya Yala y sus fecundas experiencias de vida comunitaria con las que sostienen resistencias a centenarias historias de dominación. Junto con ellos, las luchas anti-sistémicas de obreros, jóvenes, pobladores urbanos, mujeres, defensores de los derechos humanos y otros, así como también políticas estatales centradas en la justiciabilidad de los derechos colectivos y de la naturaleza, son las semillas de construcción de una vida donde se trabaja por transformar el sistema capitalista, desestructurar los rasgos del (neo)colonialismo, cuestionar el patriarcado, revertir las prácticas depredadoras del medio ambiente, combatir la corrupción, y superar el desarrollo lineal confundido con progreso.

Ahora bien, si el Vivir Bien/Buen Vivir es una respuesta civilizatoria a la deshumanización capitalista - (neo)colonial, la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir es la respuesta a la funcionalización de los procesos de comunicación a estos sistemas, puesto que no es posible una nueva era con sistemas secuestrados por un sentido empresarial-utilitario de la libertad de expresión, o con medios que opacan las identidades múltiples, exaltan el individualismo, fomentan el culto al miedo, y banalizan la vida socapando mediáticamente golpes blandos y duros a la democracia.

La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir es entonces al mismo tiempo el camino y la utopía. Se hace en el vientre mismo del capitalismo que pretende superar, a veces con arrastres y otras con rompimientos, desde los tejidos de una cotidianeidad material y simbólica trabajada en relaciones colaborativas, solidarias, incluyentes y suficientes para una vida sana, sin excesos, sin carencias, sin apuros ni angustias.

Hablar como personas.

Para construir la sociedad del Vivir Bien/Buen Vivir necesitamos una comunicación que construya la cultura de la convivencia. Necesitamos potenciar la comunicación popular que desarrolla batallas por las significaciones de un mundo justo, incluyente, promoviendo las expresiones de los pueblos que rompen sus silencios, que se visibilizan desde sus propias identidades, e irrumpen con su palabra interpeladora, impugnadora, contra-hegemónica y expresiva de la construcción de una nueva sociedad.

Necesitamos del aruskipasipxañanakasakipunirakispawa aymara (necesariamente debemos siempre comunicarnos unos a otros), por su sentido inclusivo/dialogal (comunicarnos unos a otros) en el ámbito de los intercambios de discurso y por su sentido vinculante (la obligación de comunicarnos) en la práctica social, para arribar a entendimientos, compromisos y decisiones. Desde esta perspectiva, la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir es

“un proceso de construcción, de/construcción y re/construcción de sentidos sociales, culturales, políticos y espirituales de convivencia intercultural y comunitaria con reciprocidad, complementariedades y solidaridad; en el marco de una relación armónica personal, social, con la naturaleza y el cosmos; para una vida buena en plenitud que permita la superación del vivir mejor competitivo, asimétrico, excluyente e individualizante”.

Los caminos para la realización de esta caracterización los encontramos en la recuperación que hace Silvia Rivera del jaqin parlaña (hablar como personas), que consiste en escuchar para hablar; saber lo que se habla; y refrendar las palabras con los actos. Elementos a los que, basándose en el sentido del jaqi aru (palabra de la gente), David Choquehuanca suma el saber soñar.


El escuchar para hablar o saber escuchar equivale a “escucharnos con todos los sentidos”, a nosotros mismos revalorizando el silencio como un momento de profundo sentido comunicativo; en sociedad, partiendo de las expresiones múltiples de los otros comunicacionales en sus contextos y palabras; y también escuchar a la Madre Tierra descentrando las miradas hacia ópticas que muestran cómo fluyen en forma combinada las voces del ambiente, los sonidos de la naturaleza y la filosofía de los pueblos cuya existencia se rige bajo el principio de la vida.

El saber lo que se habla o saber compartir, implica dotarle de sentido educativo al proceso comunicativo, pues no van a ser procesos de difusión, publicidad o transmisión de conocimientos los que van a legitimar el Vivir Bien/Buen Vivir, sino prácticas dialogales argumentadas las que van a permitir la sistematización de las experiencias así como la producción de nuevos conocimientos, para su apropiación crítica en las reivindicaciones sociales y en las políticas públicas.

El refrendar las palabras con los actos o saber vivir en armonía y complementariedad recrea pensamientos y prácticas donde la reciprocidad se reconoce como forma de vida, la comunidad como forma de organización, la convivencia con la naturaleza y el cosmos como identidad, la igualdad entre hombres y mujeres como cotidianeidad, la equidad como dignidad y la vida plena como destino. Para ello los Estados promueven políticas inclusivas; la ciudadanía practica formas de vida comunitaria; y la comunicación dinamiza espacios donde los diversos intercambian historias, testimonios y proyectos que se complementan en sociedades de la solidaridad.

El saber soñar mirando lo trascendente más allá de lo aparente, es trabajar una ecología integral económica, ambiental, social y cultural, con medidas posibles que permitan que los bienes comunes universales como el agua, la biodiversidad o el aire sean derechos globales a los que todos y todas podamos tener acceso, del mismo modo que al disfrute de otros derechos como la educación, la alimentación, la salud, la vivienda y la comunicación.

Comunicación de la convivencia.

La Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir por sus características inclusivas de las sociedades y culturas es participativa; por su aporte a la armonización de las sociedades con la naturaleza y el cosmos es educativa; y por su orientación política es popular. Su concepción metodológica articula acceso diálogo - participación - convivencia, trascendiendo los intercambios discursivos para abarcar las prácticas sociales; y su lógica metodológica tetraléctica - relaciona cuatro momentos en la construcción de sentidos: sentir/pensar – decidir/actuar – volver/convivir - celebrar/esperanzar, siguiendo una secuencia circular y no lineal, integral y no fragmentada, y de complementariedades más que de oposiciones.

El sentir/pensar se origina en la unidad indivisible de los sentipensamientos que expresan las apropiaciones y recreaciones de la realidad histórica desde nuestros saberes y sentires, desde nuestras realidades reales e imaginadas, en suma, desde nuestras identidades, con enunciaciones de la palabra que interactúa provocando cuestionamientos al (des)orden establecido y tejiendo propuestas desde experiencias colaborativas, personales y colectivas.

El decidir/actuar explica la realidad en sus causas estructurales y en sus contextos, logrando la capacidad de crear, profundizar, proyectar y ampliar críticamente las experiencias del Vivir Bien/Buen Vivir en espacios locales, regionales, nacionales, planetarios, ciudadanos y estatales.

El volver/convivir se inicia en los valores personales, para con ellos avanzar hacia complementariedades con otros, alimentándose mutuamente y de manera permanente las ventajas de la convivencia comunitaria, a sabiendas que cada sociedad escribe sus historias con sus letras, en su lengua, con sus representaciones, desde sus vivencias y sus imaginarios, resemantizando y reterritorializando sentidos.

El celebrar/esperanzar busca generalizar las prácticas del Vivir Bien/Buen Vivir, transformando la realidad con mística y compromiso. En este momento cobra sentido el valor pedagógico de la pregunta sobre lo propio, la memoria acumulada, la identidad y, sobre todo sobre el futuro, para conocerlo y construirlo con esperanza, celebrando las acumulaciones históricas de la vida en convivencia.

Todo lo dicho nos muestra que la Comunicación para el Vivir Bien/Buen Vivir es un derecho que restaura la utopía por un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación con Políticas Plurinacionales de Comunicación para generar procesos interculturales de democratización de la palabra en comunidades de comunicación.

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 Adalid Contreras Baspineiro es sociólogo y comunicólogo boliviano. Ex Secretario General de la Comunidad Andina – CAN.  Artículo publicado en la revista “La comunicación en disputa”, América Latina en Movimiento No. 513-514, mayo-junio 2016,


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