BIENVENIDOS AL FUTURO. OTRA PANDEMIA
GIGANTE Y MORTAL. HAMBRE CRECIENTE EN UN MUNDO QUE DERROCHA CADA DÍA MÁS
ALIMENTOS. VERGÜENZA PLANETARIA. HAMBRE CERO, IMPOSIBLE CON ESTE MODELO. AMÉRICA LATINA nubarrones de hambre, pobreza,
miseria, desempleo, violencia, desigualdad social hambre más de 50 millones.
Desde
hace años se promete mucho y se cumple poco. El *hambre
cero* se sigue posponiendo y el panorama para la próxima década no es
halagüeño. Sin embargo, un tercio de los alimentos producidos en el mundo para
consumo humano se pierde o desperdicia anualmente. La brecha de RIQUEZA-POBREZA se agudiza, la sociedad planetaria se polariza, y los
seres humanos insuficientemente NUTRIDOS llegan casi a los 3 MIL
MILLONES. 690 MILLONES, es decir uno cada diez habitantes del planeta
Tierra, padecen HAMBRE.
NUBARRONES SOBRE AMÉRICA LATINA. Para el continente las previsiones de la ONU, CEPAL,
tampoco son alentadoras. Según el informe, la situación actual es peor que en
el 2015. “Desde entonces 9 MILLONES de personas más viven con
hambre”, afectando a un 7,7% de la población total. En perspectiva ese
porcentaje llegará al 9,5 en el 2030. A nivel
subregional, las previsiones para 2030 indican tres puntos de aumento en AMÉRICA CENTRAL, llegando casi a los 8 MILLONES
de víctimas del hambre. SUDAMÉRICA superaría,
entonces, casi los 36 MILLONES. El CARIBE,
a pesar de leves avances, no cumplirá con la meta de hambre cero
y contaría con 6,6 MILLONES de seres humanos mal alimentados al
finalizar esta década. Total 50.6 millones hoy
sufren HAMBRE. POBREZA con 230.9 Millones y el CONTINENTE
más DESIGUAL del MUNDO. El Modelo está hundido, asfixiado, muerto, por CRIMINAL.
TAMBIÉN SON PREOCUPANTES los MATICES INTERMEDIOS. Casi un 10 % de la población actual sufre de
INSEGURIDAD ALIMENTARIA grave, es decir gente que por
diversas razones no cuenta regularmente con ALIMENTOS y pueden llegar a
pasar uno o varios días sin comer. Si se introduce la categoría de “INSEGURIDAD
ALIMENTARIA MODERADA”, casi UN TERCIO DE LA
POBLACIÓN LATINOAMERICANA y CARIBEÑA, es
decir 205 MILLONES de PERSONAS, LA PADECEN. Se trata de la incertidumbre
sobre la capacidad para obtener alimentos lo que las lleva a reducir la
cantidad o la calidad de la comida que consumen. En
cuanto al acceso a una dieta realmente saludable, 104 millones de habitantes de
la región no lo logran. El precio de 3,98 dólares por día es el
más alto del mundo y es 3,3 veces más caro que lo que una persona bajo la línea de la pobreza puede invertir
para alimentos. Pablo Raúl,
miércoles 22 de julio del 2020.
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HAMBRE CRECIENTE EN UN MUNDO QUE DERROCHA
CADA DÍA MÁS ALIMENTOS.
Vergüenza planetaria. Hambre cero,
imposible con este modelo.
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Sergio Ferrari |22/07/2020 | Economía.
Rebelión miércoles 22 de julio del 2020.
Sergio Ferrari desde la ONU, Ginebra, Suiza
Desde hace años se promete mucho y se cumple poco. El *hambre cero* se sigue posponiendo y el panorama para
la próxima década no es halagüeño. Sin embargo, un tercio de los alimentos
producidos en el mundo para consumo humano se pierde o desperdicia anualmente.
La
brecha de riqueza-pobreza se agudiza, la sociedad planetaria se polariza, y
los seres humanos insuficientemente nutridos llegan casi a los 3
mil millones. 690 millones, es decir uno cada diez habitantes del
planeta Tierra, padecen hambre.
Hace
cinco años las Naciones Unidas se habían propuesto terminar con este flagelo en
el 2030. El horizonte se estira, las apuestas se alejan. La
situación internacional lejos de mejorar, empeora. En el último quinquenio, en
vez de reducirse los números, 60 millones más
de personas engrosaron las filas de los desheredados de la Tierra.
Cinco
de las organizaciones onusianas
publicaron en la segunda semana de julio, El
estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo El
planeta sigue grave. Y el COVID-19 no mejora las cosas, pudiendo sumar,
según estimaciones, 130 millones adicionales a la categoría de
insuficientemente alimentados.
Derecho humano esencial
Tal
como lo define el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (el DESC) en su documento de mayo
de 1999,
“el
derecho a la alimentación adecuada se ejerce cuando todo hombre, mujer o niño,
ya sea solo o en común con otros, tiene acceso físico y económico, en todo
momento, a una alimentación adecuada o a medidas para obtenerla”)
Tres
años antes, durante la Cumbre Mundial de la Alimentación realizada en Roma, se
había acordado dar un contenido más concreto y operacional a dicho derecho
reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948,
y consagrado 18 años más tarde, en el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales.
En
el 2000, la Comisión de DDHH de la ONU
estableció el mandato de Relator Especial sobre el derecho a la alimentación. Y
tres años después, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación
y Agricultura (FAO) estableció un Grupo de
Trabajo Intergubernamental que elaboró en 2004 las Directrices Voluntarias en apoyo a la
Realización Progresiva del Derecho de una Alimentación Adecuada en el Contexto
de la Seguridad Alimentaria Nacional. En síntesis, se trata de
recomendaciones que los Estados deben cumplir coherentes con el artículo 11 del
Pacto Internacional.
Los
expertos en el tema subrayan tres componentes esenciales para asegurar
el ejercicio de este derecho en todo el planeta. La disponibilidad de los alimentos ya sea mediante la producción
directa (agricultura, ganadería etc.) o bien a través de la adquisición
de los mismos en tiendas y mercados.
La accesibilidad, que
implica asegurar que todo ser humano (incluyendo niños, enfermos,
discapacitados o mayores) pueda tener acceso físico o condiciones para
obtener o comprar los productos esenciales. Sin comprometer por ello, la
satisfacción de ninguna otra necesidad básica: medicamentos, alquiler,
gastos escolares, entre otras.
Y, como
tercer elemento y condición absoluta, asegurarse una alimentación
realmente adecuada a las necesidades, libre de
sustancias contaminantes y culturalmente adaptada
a las costumbres de cada grupo social determinado.
Diagnóstico preocupante
En
el último lustro el “hambre aumentó al ritmo del crecimiento de la población
mundial”, sostiene el estudio elaborado conjuntamente por la FAO, el Fondo Internacional para la Agricultura (FIDA), el Fondo de Naciones Unidas para la
Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de
Alimentos (PAM) y la Organización Mundial
de la Salud (OMS).
Según
su impacto regional, en Asia viven 381
millones de mal alimentados. 250 millones en África
y cerca de 48 millones en América Latina y el Caribe.
Si de porcentajes se trata, es África el
continente más golpeado por este flagelo social, y cuenta casi con un 20 % de su población mal alimentada. 8,3 % en Asia y 7.4%
en América Latina y el Caribe. De
mantenerse la actual tendencia, más de la mitad de la población africana
sufrirá de hambre crónica en el 2030.
El
acceso a una alimentación realmente de calidad –
incluyendo 2300 calorías y 69 gramos de proteínas diarias- constituye ya
un sueño de ricos para casi la mitad de la población mundial. Se calcula que
los alimentos sanos son cinco veces más caros si se compara con un
régimen a base de carbohidratos que da respuesta solo a las necesidades
energéticas.
Su
precio está por encima de la noma internacional de la pobreza
internacional (definida en 1.90 dólares diarios por persona). Por otra parte,
los países con bajos ingresos consumen más alimentos de base y menos frutas,
verduras y carnes que los países de ingresos más altos. Una gran parte de
la población mundial no cuenta hoy con el mínimo de 400 gramos por persona y
por día de frutas y verduras, recomendados por la OMS.
Según
el informe de las cinco agencias de Naciones Unidas, las niñas y los niños se
encuentran entre las principales víctimas de esta ilógica realidad mundial. El
año pasado, 144 millones de menores de 5 años
(21,3% del total de los infantes) padecieron un retraso en el crecimiento, 47 millones (6,9%) sufrieron emaciación es decir
pérdida involuntaria de más del 10% del peso corporal, y 38,3 millones de
sobrepeso debido a la mala alimentación.
Nubarrones sobre América Latina
Para
el continente las previsiones tampoco son alentadoras. Según el informe, la
situación actual es peor que en el 2015. “Desde entonces nueve millones de
personas más viven con hambre”, afectando a un 7,7% de la población total. En
perspectiva ese porcentaje llegará al 9,5 en el 2030.
A
nivel subregional, las previsiones para 2030 indican tres puntos
de aumento en América Central, llegando
casi a los 8 millones de víctimas del hambre. Sudamérica
superaría, entonces, casi los 36 millones. El Caribe,
a pesar de leves avances, no cumplirá con la meta de hambre cero y contaría con
6,6 millones de seres humanos mal alimentados al finalizar esta década.
También
son preocupantes los matices intermedios. Casi un 10 % de la población
actual sufre de inseguridad alimentaria grave, es decir gente que por
diversas razones no cuenta regularmente con alimentos y pueden llegar a pasar
uno o varios días sin comer.
Si
se introduce la categoría de “inseguridad
alimentaria moderada”, casi un
tercio de la población latinoamericana y caribeña, es decir 205 millones de personas, la padecen. Se trata de
la incertidumbre sobre la capacidad para obtener alimentos lo que las lleva a
reducir la cantidad o la calidad de la comida que consumen.
En
cuanto al acceso a una dieta realmente saludable,
104 millones de habitantes de la región no lo logran. El precio de 3,98
dólares por día es el más alto del mundo y es 3,3 veces más caro que lo que
una persona bajo la línea de la pobreza puede invertir para alimentos.
Derroche criminal
Hipótesis
novedosa: el informe concluye afirmando que un cambio global
hacia regímenes alimentarios sanos ayudaría no solo a frenar el hambre sino
también a lograr enormes ahorros en el plano internacional. Ese cambio es
posible asegurando que se haga de “manera durable para las personas y el
planeta”.
Las
organizaciones especializadas de la ONU
calculan que ese cambio de paradigma (de comida chatarra a alimentos sanos)
permitiría compensar casi totalmente los costos de salud resultante de una mala
alimentación -solo en Estados Unidos se calculan en 1.300 billones de dólares. Y
reducir en tres cuartas partes el valor actual del costo social de las
emisiones de efecto invernadero ligadas a la producción de alimentos, calculado
en 1700 billones de dólares estadounidenses.
Llaman
a los gobiernos a integrar la nutrición en sus estrategias agrícolas y a
esforzarse en reducir los factores de aumento de los costos en la producción,
stock, transporte, distribución y
comercialización de alimentos.
Y
proponen, además, ayudar a los pequeños productores locales a cultivar y vender
productos más nutritivos garantizándoles un acceso al mercado. Recomiendan
favorecer el cambio de comportamientos a través de la educación
y comunicación e integrar la nutrición en los sistemas de protección
social y en las estrategias oficiales de inversiones.
Una
reflexión esencial en las líneas de acción futura consiste en reducir gastos
debido a la ineficacia, pérdidas y derroches.
La FAO calculaba ya en 2019 que 1.300 millones de
toneladas de alimentos humanos producidos cada año se
pierden o desperdician (Según la ONG helvética WWF en Suiza representan 2,8 millones de toneladas. Es decir,
se derrochan 330 kilos por persona y por año.
En Francia al igual que en México
se botan 10 millones de toneladas anuales. En Argentina
16 millones y en Brasil 41 millones de toneladas.
La población de Estados Unidos tira a la basura
un 30% de los alimentos producidos (unos 400 gramos por día y por persona), en tanto en Europa, como promedio, representa el 20%.
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