jueves, 7 de enero de 2010

La Globalización Neoliberal. Un muro, dos globalizaciones. “La globalización desde abajo”.

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"El único ingrediente mas importante en la fórmula del éxito, es saber relacionarse con la gente." Desde abajo se comenzó a tejer una posible alternativa a la globalización de la competencia, ésta es la globalización de la solidaridad y de la cooperación.
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La historia de los pueblos, la nueva sociedad civil emergente de los “nuevos” movimientos sociales derribó el muro de Berlín y el telón de acero, pero se han levantado en los últimos tiempos ¿se están levantando ahora mismo? nuevos muros, barricadas, vallas, verjas, fosos y trincheras en muchos países del planeta.
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La Globalización Neoliberal. Un muro, dos globalizaciones. “La globalización desde abajo”.
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Nuevos Muros se levantan hoy en América, África, Asia y hasta Europa. Con piedras y arena, con metal y hormigón, con alambre de espino; con refuerzos de cámaras de vídeo, sensores de calor, rayos láser, equipos de visión nocturna, helicópteros, aviones robotizados e incluso campos de minas.

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Los seres humanos están trazando nuevas cicatrices en el planeta para intentar separarse de otros seres humanos. ¿Por qué? Porque estos últimos son de raza, nacionalidad, cultura, religión o ideología política distinta, o pura y simplemente porque son pobres, explotados, hambrientos, excluidos y aspiran a escapar del miedo, el terror y la miseria. Cuando cayó el muro de Berlín, en 1989, se nos anunció el fin de la historia y el comienzo de un tiempo feliz en el que los hombres serían finalmente hermanos, unidos todos en un Nuevo Orden Mundial. Hubo ilusos que se lo creyeron, que se venía la Tierra Prometida que todos tendríamos cabida y oportunidades en el Palacio de Cristal, de la democracia, la libertad, el bienestar, la justicia, la equidad, todas presentes en el Paraíso Celestial.


Pero han transcurrido desde entonces veinte años, y ni final de la historia, ni Nuevo Orden Mundial, ni nada que se le parezca. El supuesto hundimiento del Imperio del Mal no ha traído el reino universal de la fraternidad bajo las leyes del libre mercado. Ni tan siquiera ha traído un mundo unipolar, gobernado benignamente por la superpotencia estadounidense. Nuestro mundo es multidimensional, complejo, confuso, agitado, violento en muchos lugares y momentos, bastante indescifrable y manifiestamente multipolar.
La coyuntura mundial - cuando salimos de la crisis, pero no por el camino del trabajo y los salarios dignos - pos-recesión, la multipolaridad es evidente con la emergencia de “potencias” de países con fuerte poder económico - Economías BRICH – político el G-14 y el G-20 – con “verdaderos” poderes políticos regionales descentralizados: China, India, Rusia, Brasil, La Unión Europea, el propio Estados Unidos que configuran en el nuevo milenio la multipolaridad en el “Cambio de Época” y el nuevo proceso de acumulación mundial del capitalismo en su fase corporativo monopólico transnacional.

La mayoría de los datos estadísticos relativos a las corrientes migratorias, sus números, sus rutas, sus caídos, sus procedencias se remontan a finales de los años 80'. En otros casos, inclusive se remontan a los años siguientes, entrados los 90'. La coincidencia con el acto celebrado el 9 de noviembre pasado, es decir, la caída del Muro de Berlín – así en mayúsculas –, no es casual. Ese día de 1989 no sólo comenzaba el derrumbe del bloque oriental, sino que ganaba el capitalismo, en su más reciente, y en ese entonces aún joven formato: el neoliberalismo. Terminaba la historia, se decía; el capitalismo –con sus libertades de pantalla televisiva – ganaba la guerra fría e iba a permitir el goce global y generalizado de todos sus beneficios. Ésa era la promesa que Occidente mantenía desde siempre: libertad y bienestar.

Fue necesario poco tiempo para que el mundo entero se enterara de la fragilidad de aquella promesa. La libertad y el bienestar, a partir de esos actos que cambiaron el rostro del mundo, fueron cada vez para menos gente, y para menos regiones del planeta. El resultado de este suceso no fue el fin de la historia, según la hipótesis de algunos atrevidos intelectuales neoliberales, sino su exacto contrario: el comienzo de otra historia.

Un capítulo de esta historia tiene que ver con la transformación radical del fenómeno migratorio. Si durante los años 90 se hizo de público dominio y utilizo el término, y en cierta medida, el concepto de “globalización”, pocos de los artífices de la expansión capitalista en el mundo pensaban que tanto salvajismo económico –promovido abatiendo fronteras para las mercancías, exportando guerras ahí donde había resistencias, imponiendo ideas y patrones culturales, etcétera – pudiera llevar a producir un tan complejo movimiento migratorio, del este hacia el oeste, del sur hacia el norte, de donde el capitalismo llegó a conquistar hacia donde el capitalismo ya reinaba. Sorpresivamente o no, el dato es que la migración cambió sustancialmente sus características.

Tal situación tuvo, en líneas generales, dos consecuencias. Por un lado, la generación de la contradicción aún irresuelta hoy en los países de capitalismo avanzado: se pregona la libertad y el bienestar y se cierran fronteras y se construyen muros para impedir el paso de los migrantes; por el otro, la globalización neoliberal tuvo su contraparte, es decir, la que llamamos “globalización desde abajo”. En el primer aspecto, la existencia hoy día de decenas de muros –con minúscula, pues no saltan a la atención pública internacional – que separan, dividen, contienen, detienen, bloquean e impiden alrededor del planeta es la más clara y evidente contradicción del actual sistema político y económico.
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En lo que es la globalización desde abajo la migración tuvo un papel importantísimo. Fueron los migrantes, empujados por sus necesidades, en muchos casos sin mayor conciencia, quienes primero cuestionaron las nuevas fronteras del mundo: abiertas para las mercancías, cerradas para las personas. Tal cuestionamiento primariamente se mostró con la tentativa diaria de evasión de esas fronteras, la desobediencia a las leyes y acciones represivas que se han instrumentado en los pasados 20 años, la sustracción a la explotación impuesta por el capital en los países de origen de las corrientes migratorias. Al mismo tiempo, los migrantes fueron los primeros en llevar y recibir al mensaje cultural no codificado ni dirigido, es decir, no oficial ni elaborado por los intelectuales de la globalización desde arriba.
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El encuentro casi casual entre las culturas que abajo ha producido los primeros discursos que plantean la multi-etnicidad y el mestizaje como instrumentos de liberación de la humanidad. Lo anterior también en medio de enormes y en ocasiones profundas contradicciones que han contaminado tanto a las sociedades de destino como a las de origen. Ambas han sufrido el embate de una globalización gestionada desde arriba sin el menor escrúpulo por los ciudadanos tanto de un lado como de otro del planeta. Así las cosas, el resultado ha sido el encuentro, pero también el desencuentro.
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La globalización desde abajo es un hecho concreto y lo demuestra la enorme solidaridad de decenas de redes, cientos de organizaciones y miles de personas alrededor del planeta. No obstante, todavía sigue siendo un objetivo a conquistar, mediante el diálogo, la confrontación cuando necesaria, la humildad, la solidaridad, la paciencia. Un desafío tanto para los ciudadanos migrantes como para los que creen en un mundo más digno para todos. Un reto que es preciso superar, si no queremos correr el riesgo de ser partícipes de la barbarie que desde arriba nos proponen como futuro.
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El Muro ha caído hace 20 años. Otros muros se levantaron mientras tanto. La globalización neoliberal ha producido otro fenómeno irrefrenable: la globalización desde abajo. Millones se movieron, millones se encontraron. Desde abajo se comenzó a tejer una posible alternativa a la globalización de la competencia, ésta es la globalización de la solidaridad y de la cooperación. Sin embargo, ésta no puede cumplirse al existir muros divisorios, rejas separadoras y diferencias entre un lado y otro. Es por eso que la globalización desde abajo sólo podrá realizarse al derribar la globalización desde arriba. El único ingrediente mas importante en la fórmula del éxito, es saber relacionarse con la gente.

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