jueves, 5 de agosto de 2010

¿Es Oriente el nuevo centro de poder mundial?.

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La reforma del poder de voto acordada el pasado domingo por el Comité para el Desarrollo del Banco Mundial es una acción sin precedentes en los 64 años de historia de esta poderosa institución financiera multilateral creada en Bretton Woods. China se gradúa con honores por encima de países poderosos como Alemania, Francia e Inglaterra, que ven pasar por lo alto, como en el salto de garrocha, a las economías emergentes. China no es el único favorecido por el nuevo orden económico.
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Nuevo Orden Mundial. Se cayó la uni-polaridad?. Se construye la multipolaridad regional descentralizada?.


¿Es Oriente el nuevo centro de poder mundial?.


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Pueblo en Línea.

Miércoles 4 de agosto del 2010.


Al responder días atrás a la pregunta de un reportero en México, el canciller chino, Yang Jiechi, discrepó de la afirmación de que “el centro de gravedad del poder mundial se ha trasladado de Occidente a Oriente” y sostuvo que “la tendencia que impera en el mundo es el desarrollo gradual de las fuerzas internacionales hacia un equilibrio relativo”. A criterio de Yang Jiechi, el proceso de multi-polarización no se refiere sólo al rápido desarrollo de los grandes países emergentes en vías de desarrollo, sino que incluye también el continuo aumento de las potencias regionales en los numerosos países en vías de desarrollo de Asia, África y América Latina.

Las teoría sobre “el centro de gravedad del poder mundial”, “el centro de gravedad de la política internacional” y el aserto de que “las riquezas y la fuerza económica” están “trasladándose de Occidente a Oriente”, han estado sentando cátedra en los países de América del Norte y Europa en los últimos años, particularmente tras el estallido de la crisis financiera internacional. Este argumento refleja una alerta y preocupación de los tradicionales centros de poder de América del Norte y Europa, donde no deja de generar aprensiones el rápido crecimiento de los grandes países emergentes de Asia, en contraste con el declive relativo de su propia posición.
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Según el politólogo estadounidense Zbigniew Brzezinski, “el centro de poder mundial se ha trasladado de ambas orillas del Atlántico al Lejano Oriente. Esto no significa que los países a ambas orillas del Atlántico se derrumbarán, sino que perderán el poderío que ostentaron por 500 años.” Los aspectos fundamentales del mundo se están transformando de manera indiscutible. Con el trasfondo de la creciente profundización de la globalización económica, los países menos privilegiados han comenzado a saborear los dividendos de la globalización económica, así como las riquezas “desbordantes” de los bolsillos de los países desarrollados y las transnacionales, en tanto se transforma por días la balanza de la economía mundial.

Según las más recientes estadísticas del Banco Mundial, la participación de los países en vías de desarrollo en las riquezas del mundo se elevó del 33,7% de los años 80 del siglo pasado al 43,4% en la actualidad. Un economista italiano señaló que cada vez más países ricos se han convertido en países deudores. De hecho, con el avance incontenible de la globalización económica, “las riquezas y el poderío económico” comienzan a asentarse en los países en vías de desarrollo “en el este, sur, occidente y norte”, y no solamente en el “Oriente”, para decirlo con el lenguaje tradicional de América del Norte y Europa.

A la par del incremento del poderío económico, los países en vías de desarrollo demandan un mayor espacio para sus opiniones en la arena internacional, y aquí radica precisamente la mayor preocupación de los países de América del Norte y Europa, cuando enarbolan la teoría del “traspaso del poder mundial hacia Oriente”. Hasta los mismos estadounidenses han debido admitir que los mecanismos internacionales forjados al calor de su victoria y posterior consolidación tras la Segunda Guerra Mundial han dejado de ser adecuados para la realidad internacional actual. Precisamente por esto, tras el estallido de la crisis financiera internacional, Estados Unidos ha pugnado por convertir al G-20 en plataforma principal para la cooperación económica internacional.

No obstante, el reajuste realizado a la luz de la realidad no significa que EEUU haya renunciado voluntariamente a su ejercer su liderazgo, pues tal vez se trate de un simple reajuste táctico en lugar de estratégico. Los países desarrollados podrían considerar que la admisión de estos grandes países emergentes en los “centros de poder” equivale a una “democratización de las relaciones internacionales”; pero para los numerosos países en vías de desarrollo, incluida China, la auténtica democratización de las relaciones internacionales significará el derecho de palabra y a la elaboración de reglas sobre bases de igualdad con respecto a los países desarrollados.
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