miércoles, 25 de agosto de 2010

Los inestimables esfuerzos de la globalización para recuperar las viejas tradiciones.

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Y no tengo ninguna duda de que, si el capitalismo sigue apretando, no tardará en volver el oficio estrella, el oficio que garantiza que luchemos contra el hambre con algunas garantías, me estoy refiriendo al oficio de horticultor. Que cada cuál vaya preparando la terraza de su casa, las baldosas pueden mermar sensiblemente la cosecha de patatas.

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Artes y oficios de ayer (y de mañana)

Los inestimables esfuerzos de la globalización para recuperar las viejas tradiciones.

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Víctor J. Sanz.
Rebelión.

No están tan lejanos los tiempos en los que se utilizaba más la palabra “arreglar” que “comprar”, o la expresión “tengo que ir al zapatero” en lugar de esa que dice “me voy de compras, que he visto unos zapatos muy monos”. No, no están tan lejanos esos tiempos. Nuestros mayores no alcanzan a explicarse qué ha cambiado, qué nos ha cambiado. Y espero que mucha gente se plantee la misma duda.
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Los oficios de supervivencia, de subsistencia, los oficios artesanales que cubrían las necesidades más básicas de la vida, se han ido perdiendo poco a poco, diluyéndose en el ácido corrosivo segregado por el capitalismo.
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Era corriente encontrarse por la calle con buhoneros, carboneros, colchoneros, chatarreros, chamarileros, lañadores, mieleros, zapateros, curtidores, tapiceros, modistas, costureras… y otros muchos oficios y ocupaciones, ambulantes o establecidas, entre las que mi memoria insiste en mostrarme el cartel que anunciaba: “se cogen puntos a las medias”. ¿Se imaginan ustedes, hoy en día, que las mujeres lleven a arreglar sus medias y pantys en lugar de comprarse unos nuevos? Parece inconcebible, ¿verdad?
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Incluso en tiempos más recientes ya se percibían tics y síntomas de esa terrible enfermedad denominada capitalismo. Hasta hace muy poco, uno de los mayores éxitos de este capitalismo globalizador era (en muchos países) que renovásemos el coche a los pocos años de tenerlo (incluso sin haber terminado de pagarlo, incluso sin motivos objetivos). Lo que motivaba que muchos desconocieran cómo o cuándo había que someter al vehículo a la correspondiente ITV (Inspección Técnica de Vehículos, que en España se pasa por primera vez cuando el turismo cumple 4 años). Y lo mismo nos ha sucedido con otras muchas cosas en otros muchos aspectos de la vida, en los que sustituíamos útiles o bienes por otros nuevos sólo porque tenían mejor aspecto, u ofrecían nuevas funciones o capacidades que no necesitábamos y que no íbamos a utilizar… mostrando, en resumen, un comportamiento absolutamente ilógico y ridículo.

Relanzando las tradiciones.
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Pero el esfuerzo globalizador del sistema imperial, que al igual que las bestias bíblicas tiene infinitos nombres y caras: Comunidad Internacional, Los Mercados Financieros, FMI, El Banco Mundial, La OMS… está impulsando con afán y ardor guerrero la recuperación de las viejas tradiciones.
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Como consecuencia de las prácticas capitalistas, volverán a cobrar sentido y actualidad algunas calles de muchas ciudades, que deben su nombre a antiguos oficios desaparecidos y hoy, en vías de recuperación forzada, como son Hilanderas, Curtidores, Maestros Ladrilleros, Cuchilleros, Peleteros, Aguadores o Alfareros.
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Volverán los tiempos en los que la fabricación casera de escobas, zuecos, tinajas, ladrillos, tejas, velas, jabón, telas o papel… sean moneda de trueque corriente.
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Y no tengo ninguna duda de que, si el capitalismo sigue apretando, no tardará en volver el oficio estrella, el oficio que garantiza que luchemos contra el hambre con algunas garantías, me estoy refiriendo al oficio de horticultor. Que cada cuál vaya preparando la terraza de su casa, las baldosas pueden mermar sensiblemente la cosecha de patatas.
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Por su parte, los protagonistas de esta globalización totalitaria, se asignan el oficio milenario (y quién sabe si no el más antiguo del mundo) de Acaparador.
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Aunque, en mi humilde opinión, les viene mejor el oficio de Afilador (y que me perdonen los afiladores), pues ya me parece oír sus letanías:

El Globalizadooooooooooooooooor!
Se globaliza el hambre
Se globaliza la pobreza
Se globaliza la precariedad laboral
Se globaliza mi criiiiiiiiiiisis!
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El Globalizadooooooooooooooooor!
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Se globaliza la frontera norte-sur
Se globalizan las invasiones democratizadoras
Se globalizan las bases militares del imperio
Se globaliza mi criiiiiiiiiiisis!
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El Globalizadooooooooooooooooor!
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Se globalizan las políticas neoliberales
Se globalizan los desastres ambicioso-ecológicos
Se globalizan Gripes A
Se globaliza mi criiiiiiiiiiisis!
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El Globalizadooooooooooooooooor!
Se globaliza la desinformación
Se globaliza la mano de obra infantil
Se globaliza el consumismo
Se globaliza mi criiiiiiiiiiisis!
Señora, ¿algo que globalizar?
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons. respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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