Indudablemente a raíz de la crisis económico-financiera sistémica y la posterior Triple Crisis mundial, se ha producido en el centro de la complejidad mundial hasta una triple multipolaridad: la crisis global en primer lugar a afectado profundamente no sólo el modelo financiero-especulativo de los países desarrollados, sino el propio sistema capitalista, como lo estamos viendo hoy: Europa es una catástrofe económica, Estados Unidos no sale del centro de la crisis y además se complica con la llamada Guerra de las divisas a nivel mundial y la protección o dominio de los mercados del mundo; en segundo lugar, esta crisis multidimensional a conducido inexorablemente a la Crisis Final del la Unipolaridad Política y la crisis final de la "doctrina" del Consenso de Washington y además se complica que occidente mantiene una población sumamente "vieja" y tercero que las llamadas Economías emergentes BRICh - Brasil, Rusia, India y China - se han transformado en un verdadero poder económico mundial. La crisis política y la crisis de las instituciones post segunda guerra mundial "han colapsado" han ingresado en verdadera crisis final. Emergió la Multipolaridad originando el surgimiento de Nuevos Poderes Regionales descentralizados: China, India, Rusia, Brasil, La Unión Europea y Estados Unidos. Y además representan la población más joven a nivel global y hoy asistimos a la "Gran Revolución Popular" del Mundo árabe y las nuevas Democracias. En este escenario de complejidad y multipolaridad mundial, está "naciendo" más una "Nueva Guerra Fría" por la conquista de los mercados y el saqueo de los "nuevos" recursos naturales, - el capitalismo por despojo - que una "Nueva Gobernanza Mundial". Estamos advertidos como será el comportamiento político de los "nuevos" Líderes, sus políticas proteccionistas y el Nacionalismo. Pablo Raúl.
Una Nueva Gobernanza Global.
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Por Rafael L. Bardaji.
Libertad Digital. Jueves 3 de febrero del 2011.
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El poder es algo relativo, y de nada sirve tener mucho si no es el adecuado. A la URSS no le valió ser una superpotencia nuclear; posiblemente, a EEUU tampoco. Toda vez que la credibilidad económica de Norteamérica se desvanece, poco le queda a ésta de superpotencia.
De Joseph Quinlan se pueden decir muchas cosas, pero no que sea un antipatriota o un agorero. Bien formado académicamente, ha dado repetidas muestras de conocer bien la realidad que le rodea y de aproximarse a ella desde la moderación. Sus múltiples obras para el Centro de Estudios Transatlánticos de la John Hopkins University lo atestiguan. Por eso, ésta su más reciente obra resulta sorprendente. ¿Su tesis principal? Que Estados Unidos ha dejado de ser una superpotencia económica. ¿Su tesis secundaria? Que la globalización puede que esté a punto de pasar a mejor vida. ¿Su tesis final? Que hay dos alternativas en lontananza:
1) si los líderes políticos se ponen de acuerdo y cooperan, asistiremos a un gran salto adelante hacia la gobernanza mundial;
2) si no se ponen de acuerdo, lo que nos aguarda es un planeta dividido en bloques regionales en competencia abierta por los recursos naturales y energéticos, por la riqueza y por el poder en todas sus manifestaciones. Una nueva guerra fría, aunque esta vez de contenido económico.
Aunque Quinlan no lo dice, y quiere presentar ambas alternativas como posibles, tras la lectura de su obra uno da en desconfiar de la primera y en aceptar la segunda como inevitable.
Quinlan es un economista bien formado, así que sabe que sus compañeros de profesión no han estado a la altura de las circunstancias en esta última crisis, que, recordemos, estalló a mediados de 2008. Aquí da buena cuenta de todos los que, como Zapatero –aunque mejor intencionados–, negaron la gravedad, la profundidad y la extensión de la crisis económica. Lo que empezó como una burbuja inmobiliaria, causada por los ninja (no income, no job, no assets = sin ingresos, trabajo ni propiedades) y su incapacidad de hacer frente a sus obligaciones hipotecarias, acabó convirtiéndose en una crisis del sistema financiero y, finalmente, de la economía real. Cuando todos decían que lo peor ya había pasado llegó la crisis de las deudas soberanas... y volvimos a la lona.
Para Quinlan, ésta que estamos viviendo desde hace ya dos años y medio no es una crisis cualquiera. Ha tenido un impacto directo sobre la globalización, que, se mire como se mire, se bate en retirada: los distintos países han tratado de capear el temporal, las más de las veces, con políticas y medidas exclusivamente nacionales, sin coordinación internacional alguna. Quinlan entiende que se ha llegado a un punto tal, que el orden liberal surgido tras la II Guerra Mundial está tocando a su fin.
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