miércoles, 13 de noviembre de 2024

GIRO HISTÓRICO AMÉRICA LATINA Y LOS BRICS+.

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“Para América Latina los BRICS+ son una opción conveniente, por cuanto ofrecen las alternativas de un sistema de pago internacional propio, la posibilidad de un banco y una moneda digital, la transferencia de tecnología y un esquema de relaciones económicas que superará los límites y estrangulamientos que ha encontrado la región en los países hegemónicos del Occidente. También se crean las posibilidades para abandonar las condiciones impuestas por instituciones como el FMI, que han agudizado las desigualdades sociales al continuar con medidas neoliberales que se han demostrado nefastas al pretender la “libertad económica”, una noción perniciosa para la región, aunque no para las élites económicas dominantes.

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GIRO HISTÓRICO AMÉRICA LATINA Y LOS BRICS+.

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Por Juan J. Paz-y-Miño Cepeda.

Fuente.

Prensa Latina miércoles 13 de noviembre del 2024.

En las décadas finales del siglo XIX y sobre todo durante las primeras del XX la expansión mundial del capitalismo dio origen al imperialismo, que entrelazó a los Estados de los países europeos y, ante todo, de los Estados Unidos, con los intereses de los gigantes monopolios empresariales surgidos a consecuencia de la Segunda Revolución Industrial.

 

 

La Conferencia de Berlín (1884-1885) acordó el reparto del África, inaugurando así la expansión imperialista europea. En América, utilizando tanto la Doctrina Monroe (1823) como la del “Destino Manifiesto” (1845) y el “corolario Roosevelt” (1901) que proclamó el “derecho” de esa gigante potencia para intervenir directamente en cualquier país de la región, los EE.UU. convocaron a la I Conferencia Interamericana de 1890, que creó la Unión Internacional de las Repúblicas Americanas, transformada en 1910 en “Unión Panamericana”, antecedente de la creación de la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1948.

La primera reacción latinoamericanista contra la expansión imperialista de los EEUU. fue el Congreso de las naciones del continente convocado por el caudillo liberal ecuatoriano Eloy Alfaro en 1896 y que se realizó en México. A pesar del boicot norteamericano, los representantes de los ocho gobiernos asistentes acordaron un contundente documento que se solidarizó con la lucha independentista de Cuba, se pronunció a favor de la reivindicación de Venezuela sobre la Guayana Esequiba y proclamó la necesidad de sujetar la Doctrina Monroe a un verdadero derecho público americano. No pasó de esa significativa declaración.

Los EEUU., en cambio, avanzaron y en mayo de 1915 convocaron al I Congreso Financiero Panamericano realizado en Washington, en el cual el Secretario de Hacienda William G. McAdoo, reconoció que “hasta hoy, los créditos hacia los países latinoamericanos han descansado casi por completo en Europa”, aunque la Guerra Mundial (Primera, 1914-1918) los había suspendido, por lo cual ellos debían ser reemplazados por créditos propios “si deseamos aumentar la influencia mercantil y económica de los Estados Unidos en aquellos países”, tomando en cuenta que en 1913 se había creado el Federal Reserve System.  Además, el Congreso, al compás de McAdoo, también aprobó el fortalecimiento de “los medios de transporte oceánicos”; la creación de una “legislación uniforme” entre los países, para imponer el “patrón oro”.

La expansión de los EE.UU. resultó imparable y durante el siglo XX América Latina consolidó sus lazos económicos con ese país, desarrollándose una intensa historia en la cual a las indudables ventajas del mercado norteamericano se han unido las injerencias políticas, las intervenciones directas incluyendo las militares, las desestabilizaciones institucionales e innumerables acciones destinadas a garantizar no solo la hegemonía continental de los EE.UU. sino la preservación de los intereses económicos de sus empresas y la primacía de la seguridad nacional de esa potencia frente a cualquier otro “desliz” de las diplomacias soberanas latinoamericanas.

Salvando las distancias del tiempo y de los acontecimientos, el desarrollo del siglo XXI está definiendo cambios históricos rápidos y contundentes en línea opuesta a los procesos de inicios del siglo XX. Después de las experiencias de las izquierdas latinoamericanas durante la Guerra Fría y la difusión del neoliberalismo en la región desde la década de 1980, el gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez (1999-2013) marcó el inicio de un nuevo ciclo histórico de latinoamericanismo, que se reforzó con una serie de gobiernos que caracterizaron al progresismo de la región. La confrontación con EEUU. pero, sobre todo, la constitución del ALBA (2004), así como el nacimiento de UNASUR (2008) y CELAC (2010), rompieron con el tradicional “americanismo” monroísta. Al mismo tiempo, el encumbramiento mundial de China y Rusia ha moldeado lentamente, pero en forma indetenible, un mundo multipolar, cuyo futuro es previsiblemente más poderoso. África ha despertado nuevamente en el escenario contra los neocolonialismos. Las guerras en Ucrania y Medio Oriente provocan condenas mundiales. Se ha producido el quiebre de las instituciones que nacieron en Bretton Woods (1944) y se advierte la necesidad de reformar la estructura de las Naciones Unidas.



En esos contextos internacionales, donde la geopolítica acelera las acciones hegemónicas y contrahegemónicas, se conformó en 2010 el grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) como espacio de convergencia entre países que han decidido potenciar el mundo multipolar. En enero de 2024 se incorporaron Irán, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí; y en la reciente cumbre de Kazán en Rusia (22-24/octubre/2024) son 34 los países que plantearon su incorporación: Argelia, Azerbaiyán, Bahréin, Bangladesh, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Chad, República del Congo, Guinea Ecuatorial, Eritrea, Honduras, Indonesia, Kazajstán, Kuwait, Laos, Malasia, Myanmar, Marruecos, Nicaragua, Nigeria, Pakistán, Senegal, Sudán del Sur, Sri Lanka, Estado de Palestina, Siria, Tailandia, Turquía, Uganda, Uzbekistán, Venezuela, Vietnam y Zimbabue. Fueron aceptados como nuevos socios 13 países y están en consideración los restantes.

El documento final.

 (https://t.ly/jcoOd ; https://t.ly/m5_gn *español no oficial) de esta cumbre define propósitos y rumbos todavía en fase preliminar, aunque es importante resaltar: fortalecimiento del multilateralismo, cooperación, coordinación financiera y económica, intercambios humanitarios, preocupación por las sanciones ilegales en la economía global, uso de monedas nacionales en las transacciones comerciales de sus miembros y apoyo al ascenso de los países de África, Asia y América Latina.

 



Aunque dos países latinoamericanos, Bolivia y Cuba, fueron aceptados como socios, en la región pesan todavía fuertes contradicciones, como lo demostró la oposición de Brasil al ingreso de Venezuela a los BRICS+, un “golpe” seriamente cuestionado entre otros por el reconocido politólogo Atilio Borón (https://t.ly/7dfGs). En todo caso, la reunión de los BRICS con la presencia de varios países del Sur Global bien puede compararse con la Conferencia de Bandung, Indonesia, que en 1955 dio origen a los países No Alineados y al nacimiento del “Tercer Mundo”, bajo las condiciones de confrontación entre capitalismo y socialismo.

Para América Latina los BRICS+ son una opción conveniente, por cuanto ofrecen las alternativas de un sistema de pago internacional propio, la posibilidad de un banco y una moneda digital, la transferencia de tecnología y un esquema de relaciones económicas que superará los límites y estrangulamientos que ha encontrado la región en los países hegemónicos del Occidente.

También se crean las posibilidades para abandonar las condiciones impuestas por instituciones como el FMI, que han agudizado las desigualdades sociales al continuar con medidas neoliberales que se han demostrado nefastas al pretender la “libertad económica”, una noción perniciosa para la región, aunque no para las élites económicas dominantes.

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martes, 12 de noviembre de 2024

EUROPA. LA OTRA GRAN DEPRESIÓN. (Desde la Caída del Muro de Berlín)

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“Pagar el precio de la arrogancia política.  El miedo que János Kornai tenía en 1993 a la “weimarización” parece muy clarividente en 2024. Han surgido dirigentes iliberales como Vladímir Putin en Rusia, Viktor Orban en Hungría y otros como reacción al persistente sentimiento de frustración debido tanto las promesas incumplidas de democracia y libre mercado, como a la sensación que hay en esos países de tener un estatus de segunda clase en Occidente. Dirk Oschmann explica en su libro publicado en 2023 The East: A West German Invention [El Este: un invento de Alemania Occidental] que a pesar de las muchas cosas buenas que vivieron tras la unificación, muchas personas de Alemania del Este recuerdan todavía hoy “una historia de 30 años de difamación, descrédito, ridiculización y gélida exclusión tanto individual como colectiva”.

El partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) obtuvo en las recientes elecciones regionales unos resultados sin precedentes en el este de Alemania, ya que quedó en primera posición en Turingia con casi el 33% de los votos, en Sajonia obtuvo el 30,6% de los votos, justo por detrás de los democristianos, y quedó segundo en Brandeburgo, con el 29,9%, apenas un 1,2% menos que los socialdemócratas.

“Sí, el comunismo al estilo soviético fue una catástrofe para muchas personas, pero con unas pocas excepciones notables, el triunfalismo cortoplacista de Occidente propio de la Guerra Fría llevó a una profundamente defectuosa transición a los mercados capitalistas. El mundo paga hoy el precio de esta arrogancia política. El daño y la subsiguiente luz de gas que los líderes occidentales perpetraron contra las poblaciones del bloque del Este no justifican la invasión militar de Ucrania por parte de Putin, ni tampoco justifican las políticas iliberales de Orban en Hungría ni deberían justificar las deportaciones masivas de personas emigrantes que quiere hacer AfD. Con todo, cuando se crean eriales que se sabe producen monstruos, no se debería fingir sorpresa cuando los monstruos aparecen.

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Fuentes: Rebelión. 

EUROPA. LA OTRA GRAN DEPRESIÓN.

(Desde la Caída del Muro de Berlín)

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Por Kristen R Ghodsee | 12/11/2024 | Europa

 

Fuentes. Revista Rebelión martes 12 de diciembre del 2024.


Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

En 1989 la juventud de Alemania Oriental derribó el Muro de Berlín llevada por sus sueños de libertad y prosperidad. Sin embargo, el programa de reformas que pronto se le impuso tuvo unos efectos devastadores, comparables a los que tiene una guerra.

El verbo inglés “to gaslight”, “hacer luz de gas”, es un verbo transitivo. El diccionario Merriam-Webster lo define como

“la manipulación psicológica de una persona, generalmente a lo largo de un largo periodo de tiempo, que hace que la víctima dude de la validez de sus propios pensamientos, de su percepción de la realidad o de sus recuerdos”.

Se si hace luz de gas a una persona, es de esperar que reaccione furiosamente cuando se dé cuenta. Cuando se hace luz de gas a millones de personas respecto a cómo perciben un generalizado periodo turbulento en los ámbitos político y económico, es de esperar algo mucho peor.

Empezó hace 35 años, en noviembre de 1989, cuando unas exaltadas multitudes treparon a un Muro de Berlín que de pronto se había vuelto irrelevante. Desde Polonia a Bulgaria cayeron los regímenes comunistas. Los antiguos Estados autocráticos celebraron elecciones libres y limpias. Y en diciembre de 1991 la bandera soviética ondeó por última vez en el Kremlin. La Guerra Fría acababa de manera inesperada: fue un momento de un enorme optimismo respecto a un futuro más próspero.



La ciudadanía del bloque del este se deleitó con la introducción de la democracia, la abolición de las restricciones para viajar y la desaparición del opresivo aparato de seguridad del Estado. Los mercados libres iban a sustituir a las obsoletas empresas estatales, lo que prometía crecimiento económico y una muy deseada abundancia consumista. La población, harta de las largas colas, de la escasez y de unos productos manufacturados de inferior calidad, anhelaban nuevos y relucientes productos importados.

Por supuesto, al demoler la economía de planificación centralizada también se acabó con el empleo garantizado y con una sociedad que se esforzaba por proporcionar una red de seguridad social que cubriera las necesidades básicas de toda la población, aunque se aseguró a la ciudadanía que todo iba a ir bien. El 1 de julio de 1990 (el día en que la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana unificaron sus monedas) el canciller alemán Helmut Kohl prometió en un discurso televisado que “ninguna persona estará peor que antes y muchas estarán mejor”.

Las cosas no sucedieron como estaba previsto. Lo que ocurrió en la mayoría de aquellos antiguos países socialistas fue que hubo un declive económico más largo y más profundo que el que hubo durante la Gran Depresión de la década de 1930, un desastre absolutamente devastador para las vidas de unos 420 millones de personas, aproximadamente el 9% de la población mundial en 1989. Tanto si se mide por la caída de la producción económica, el estallido de la hiperinflación, el colapso de las tasas de natalidad, el repentino crecimiento de la desigualdad y la delincuencia violenta, o por el aumento generalizado del paro, de los desplazamientos y del exceso de muertes vinculadas a las políticas neoliberales, no había precedentes en época de paz de los daños humanos colaterales de la creación de economías de mercado.


Las consecuencias de la Caída del Muro de Berlín. 

“Demasiado shock y muy poca terapia”

Basándonos en datos de diferentes fuentes oficiales de 27 países postcomunistas, Mitchell A Orenstein y yo hemos demostrado que durante los diez primeros años de la transición desde el socialismo al capitalismo el 47% de la población de Europa del Este y de Eurasia cayó por debajo del umbral de pobreza establecido por el Banco Mundial para esta región: 5,50 dólares al día. Para el año 1999 unos 191 millones de hombres, mujeres y niños sufrían graves privaciones materiales. La tasa total de pobreza se mantuvo por encima del nivel de 1990 hasta 2005, cuando la crisis financiera mundial azotó la región con una segunda oleada de dolor. El PIB per cápita de las repúblicas sucesoras de la Unión Soviética se hundió casi un 7% anual entre 1990 y 1998.

Podría haber dudas respecto a la calidad de los datos estadísticos de los países del bloque soviético anteriores a 1990, pero cuando las poblaciones padecen una difícil situación económica, los científicos sociales pueden buscar pruebas sobre cambios repentinos tanto en la fertilidad, la mortalidad y la morbilidad, como respecto a cambios profundos de las opciones de vida y los comportamientos sociales. El Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo concluyó en 2017 que las y los niños nacidos a principios de la década de 1990 son de media un centímetro más bajo que aquellos nacidos antes o después, un dato que refleja los efectos físicos de las deficiencias de micronutrientes y del estrés psicosocial . La diferencia de estatura es similar a la que los investigadores descubren en a bebés nacidos en zonas de guerra.

Algunos asesores occidentales habían predicho que la transición económica iba a provocar momentos muy duros e incluso lo denominaron “terapia de choque”. Con todo, creían que las recesiones pasarían rápidamente y que las alegrías de la libertad política harían más resilientes a las personas. El economista sueco Anders Åslund comentó en 1992 que, como la población quería un cambio fundamental, “está dispuesta a aceptar bastante sufrimiento para lograrlo”.

Sin embargo, en 1993 saltaron las alarmas cuando un enfurecido electorado ruso votó en contra del rápido ritmo del cambio económico. Millones de personas del antiguo bloque del Este se encontraron sin trabajo o se vieron obligadas a aceptar una jubilación anticipada mientras que la liberalización de los precios, la inestabilidad macroeconómica y la hiperinflación devoraban sus ahorros de toda una vida. Las personas corrientes observaron con horror el aumento de la delincuencia y de la corrupción mientras que las antiguas élites de los partidos se convertían de la noche a la mañana en una nueva clase depredadora de oligarcas. Un nivel de desigualdad desconocido hasta entonces dividió a las sociedades entre unas pocas personas superricas y vastos ejércitos de personas indigentes.



El entonces asesor principal sobre Rusia del presidente estadounidense Bill Clinton, Strobe Talbott, admitió ante este rechazo que las reformas de libre mercado habían consistido en “demasiado shock y muy poca terapia”. El prestigioso economista húngaro János Kornai se mostró abiertamente preocupado por la «weimarización» de Europa del Este. Aunque al principio Kornai era partidario de la terapia de choque y de que los mercados se liberaran de la intervención estatal, acabó mostrándose cauteloso ante los riesgos potenciales de la gran depresión postcomunista.

“La disminución de los ingresos reales de una parte considerable de la población y el fenómeno hasta ahora desconocido del paro generalizado han provocado un enorme descontento económico”, escribió Kornai en 1993. “Si la fuerza y el alcance de este descontento llegan a un umbral crítico, supondrá un grave peligro”. Tras recordar las condiciones que había en la Alemania de la década de 1930 que habían llevado al poder a Adolf Hitler, Kornai advirtió que “la desilusión provocada por la economía es un fértil caldo de cultivo para la demagogia, las promesas fáciles y el deseo de un liderazgo de mano dura”.

No se hizo caso de estas advertencias y se empezó a hacer luz de gas. Respondiendo directamente al comentario de Strobe Talbott, el primer ministro de Estonia, Mart Laar, opinó que

“los rusos necesitan más terapia de choque, no menos”. En 1994 Laar reconoció en un artículo de opinión del New York Times que “en los pueblos de la región hay un grave descontento con la terapia de choque”. No obstante, en vez de reconocer que existía un sufrimiento real, Laar afirmó que la población rusa se quejaba como “niños malcriados” y sugirió que “esos niños se convierten en unos adultos desobedientes, arrogantes y tiranos”.

Como la Gran Depresión Postcomunista continuó a lo largo de la década de 1990, los organismos de la ONU empezaron a documentar sus efectos nocivos sobre la salud y el bienestar de las poblaciones afectadas, y empezaron a preocuparse por las consecuencias políticas a largo plazo de ese malestar social generalizado. Un informe del Programa de la ONU para el Desarrollo de 1999 concluyó que desde 1990 habían perdido la vida 9.7 millones de hombres adultos debido al alcoholismo, al consumo de drogas y al suicidio.

A pesar de esa masacre social, los defensores de la ideología fundamentalista del libre mercado persistieron en sus políticas cortas de miras. Dos economistas del Banco Mundial se preguntaban en un análisis de 2002 sobre la primera década de la transición:

“¿Pueden los gobiernos de los países de Europa del Este y de la antigua Unión Soviética tratar de estimular el crecimiento fomentando nuevas empresas mientras posponen el dolor de liquidar los antiguos sectores hasta el momento en que se haya establecido una protección? La respuesta es no”.

En vez de cambiar de rumbo, las instituciones financieras internacionales cambiaron su relato. Cuando los neoliberales se dieron cuenta de que la recesión no iba a ser tan breve ni tan superficial como habían previsto al principio, afirmaron que no había otra salida, que su método era el más rápido y eficaz. Cuando el Banco Mundial reconoció que la población de Bielorrusia (cuyo gobierno autocrático había rechazado la terapia de choque y mantenido la propiedad estatal) en realidad estaba sufriendo menos que la de aquellos países en los que se había aplicado la terapia de choque, los economistas occidentales empezaron a poner en duda la existencia estadística de la Gran Depresión Postcomunista. En 2001 Åslund afirmó que el colapso de la producción económica de la década de 1990 era un “mito”. Sugirió que “el bienestar real podría no haberse visto afectado” por el inicio de las reformas económicas. La población de Europa del Este no solo sufrió el peor desastre económico desde la Gran Depresión de la década de 1930, sino que se le dijo que no estaba ocurriendo. Un caso de libro de hacer luz de gas.



Pagar el precio de la arrogancia política

El miedo que János Kornai tenía en 1993 a la “weimarización” parece muy clarividente en 2024. Han surgido dirigentes iliberales como Vladímir Putin en Rusia, Viktor Orban en Hungría y otros como reacción al persistente sentimiento de frustración debido tanto las promesas incumplidas de democracia y libre mercado, como a la sensación que hay en esos países de tener un estatus de segunda clase en Occidente. Dirk Oschmann explica en su libro publicado en 2023 The East: A West German Invention [El Este: un invento de Alemania Occidental] que a pesar de las muchas cosas buenas que vivieron tras la unificación, muchas personas de Alemania del Este recuerdan todavía hoy

“una historia de 30 años de difamación, descrédito, ridiculización y gélida exclusión tanto individual como colectiva”.

El partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) obtuvo en las recientes elecciones regionales unos resultados sin precedentes en el este de Alemania, ya que quedó en primera posición en Turingia con casi el 33% de los votos, en Sajonia obtuvo el 30,6% de los votos, justo por detrás de los democristianos, y quedó segundo en Brandeburgo, con el 29,9%, apenas un 1,2% menos que los socialdemócratas.

Sí, el comunismo al estilo soviético fue una catástrofe para muchas personas, pero con unas pocas excepciones notables, el triunfalismo cortoplacista de Occidente propio de la Guerra Fría llevó a una profundamente defectuosa transición a los mercados capitalistas. El mundo paga hoy el precio de esta arrogancia política. El daño y la subsiguiente luz de gas que los líderes occidentales perpetraron contra las poblaciones del bloque del Este no justifican la invasión militar de Ucrania por parte de Putin, ni tampoco justifican las políticas iliberales de Orban en Hungría ni deberían justificar las deportaciones masivas de personas emigrantes que quiere hacer AfD. Con todo, cuando se crean eriales que se sabe producen monstruos, no se debería fingir sorpresa cuando los monstruos aparecen.

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lunes, 11 de noviembre de 2024

El MEGAPROYECTO QUE CHINA YA CONSTRUYE EN LATINOAMÉRICA CON UNA INVERSIÓN MAYOR A US$1.000 MILLONES: tendrá la mayor eficiencia de tráfico en el continente.

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ESTE PROYECTO DEL NUEVO PUENTE SOBRE EL CANAL DE PANAMÁ, comprende parte del total de MEGA PROYECTOS que LA REPUBLICA POPULAR CHINA está desarrollando en “PROYECTO GLOBAL de la NUEVA RUTA de la SEDA”. O INICIATIVA de la FRANJA y la RUTA” Hasta ahora, más de 150 países y 30 organizaciones internacionales han firmado acuerdos de cooperación en el marco de esta iniciativa, incluidos 22 en América Latina y el Caribe. (Últimamente ingresó Colombia, y manifestó el Canciller de Brasil, el Ingreso de este país al “Mega proyecto Global”).  

RESUMEN DE ARTICULOS SOBRE LA INICIATIVA de la FRANJA y la RUTA. La Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) (en inglésBelt and Road Initiative, BRI), Nueva Ruta de la Seda o abreviadamente La Franja y la Ruta (OBOR, sigla del inglés One Belt, One Road), es una estrategia de desarrollo de infraestructura global y cooperación internacional impulsada por la República Popular China lanzada en 2013. Se considera una pieza central de la política exterior del gobierno de Xi Jinping. La BRI propone un nuevo concepto para las relaciones internacionales basado en la idea de «negociar, construir y compartir juntos», a partir del libre comercio entre naciones, con el fin de crear un orden basado en la prosperidad y la estabilidad, tomando como modelo las relaciones establecidas entre Oriente y Occidente en la era de la histórica Ruta de la Seda.

Xi anunció inicialmente la estrategia como "Silk Road Economic Belt" ("Franja Económica de la Ruta de la Seda") durante una visita oficial a Kazajistán en septiembre de 2013. En esa expresión "Franja", hace referencia a las rutas terrestres propuestas para el transporte por carretera y ferrocarril a través del Asia Central sin salida al mar, a lo largo de las famosas rutas comerciales históricas de las Regiones Occidentales; mientras que "ruta" hace referencia a las rutas marítimas del Indo-Pacífico a través del sudeste asiático hasta el sur de Asia, Oriente Medio y África. Entre las propuestas de inversiones en infraestructura de la Iniciativa de la Franja y la Ruta se incluyen puertos, rascacielos, vías férreas, carreteras, puentes, aeropuertos, represas, centrales eléctricas térmicas y túneles ferroviarios.

Hasta ahora, más de 150 países y 30 organizaciones internacionales han firmado acuerdos de cooperación en el marco de esta iniciativa, incluidos 22 en América Latina y el Caribe.

“LA CEPAL Y LA NUEVA RUTA DE LA SEDA.O INICIATIVA DE LA FRANJA Y LA RUTA. Comenzaré por recordarles la muy preocupante realidad de que, como hemos venido insistiendo desde la CEPAL, América Latina y el Caribe está inmersa en una trampa de baja capacidad para crecer, por lo que una alta prioridad de la región es dinamizar y cambiar la dirección del crecimiento haciéndolo no solo más alto y sostenido, sino también más inclusivo y sostenible a través de promover una gran transformación productiva. Para esto, las relaciones de comercio e inversión, los proyectos de infraestructura, y el aprendizaje tecnológico con los principales socios comerciales, son fundamentales. Este es el contexto que debemos tener en cuenta al plantear la importancia estratégica de las relaciones con todos los socios comerciales, no solo China, sino también la UE y los Estados Unidos.


“Y entrando en materia, a continuación, señalaré cómo las relaciones entre China y América Latina y el Caribe han pasado por varias etapas: un notable crecimiento del comercio; una expansión significativa del financiamiento chino; una participación activa de empresas chinas en la construcción de proyectos de infraestructura; y una creciente cooperación tecnológica. Comercio, inversión, financiamiento, proyectos de infraestructura y cooperación tecnológica son las cinco grandes vías de la relación de ALC con China hoy día, para no hablar de relaciones culturales, educativas y de otros tipos.

“El potencial de expansión en todas estas áreas con China es enorme, ya que China se convertirá pronto en la economía más grande del mundo en términos de PIB, aunque todavía le falta mucho para que su PIB per cápita alcance el nivel de los países desarrollados.

“La necesidad de los países de la región de salir de la trampa de bajo crecimiento y la contribución que al respecto ha hecho y puede seguir haciendo China a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, es lo que define la naturaleza estratégica de la relación con China, y por supuesto también con los Estados Unidos y Europa, para el crecimiento y el desarrollo de la región. Hasta ahora, más de 150 países y 30 organizaciones internacionales han firmado acuerdos de cooperación en el marco de esta iniciativa, incluidos 22 en América Latina y el Caribe”.

NOTA. El presidente de la CEPAL NO olvida en momento alguno de citar a la Unión Europea y Estados Unidos. Pregunta. Cuando en la Historia de 5 Siglos entre Colonia e Independencia, han construido libremente por lo menos un PUENTE o una CARRETERA. Todo ha sido y sigue siendo explotación, saqueo como Imperios dominantes y esclavistas y hoy a través de las Corporaciones Transnacionales y mejor aún los Tratados de Libre Comercio TLC. O las grandes ventajas que siguen obteniendo con el proceso de la Globalización Neoliberal.

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Tendrá una longitud aproximada de 6-5 kilómetros. Foto ChungSir.

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El MEGAPROYECTO QUE CHINA YA CONSTRUYE EN LATINOAMÉRICA CON UNA INVERSIÓN MAYOR A US$1.000 MILLONES:

tendrá la mayor eficiencia de tráfico en el continente.

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Por Sergio Hinostroza. Periodista.

Fuente. La República domingo 10 de noviembre del 2024.

 

Con una inversión superior a los US$1.400 millones, un consorcio chino lidera un ambicioso proyecto en Latinoamérica que promete optimizar la conectividad vial y potenciar el comercio internacional en la región, beneficiando a millones de personas y sectores clave de la economía.

Un megaproyecto de infraestructura en Latinoamérica, con una inversión de US$1.420 millones, se perfila como una de las iniciativas más ambiciosas para transformar la conectividad y mejorar el flujo vehicular en la región. Este desarrollo, adjudicado a un consorcio liderado por empresas chinas, promete un impacto significativo en la economía y logística continental, consolidándose como una de las mayores obras de ingeniería en el hemisferio.

Actualmente en fase de construcción, esta obra busca reducir los tiempos de desplazamiento entre importantes zonas urbanas y áreas estratégicas, optimizando el tráfico y facilitando el comercio regional e internacional. Con amplios beneficios proyectados, se espera que impulse tanto la movilidad local como la competitividad global.



¿Cuál es el megaproyecto chino que mejorará el tráfico en Latinoamérica?

El Cuarto Puente sobre el Canal de Panamá es un megaproyecto impulsado por un consorcio de origen chino y pensado para transformar la movilidad en uno de los puntos estratégicos de Latinoamérica. Este proyecto incluye la construcción de un puente atirantado, ubicado al norte del conocido Puente de las Américas. Esta estructura será clave para reducir la congestión vehicular que afecta a la región, permitiendo un tráfico más fluido y seguro entre las áreas este y oeste de Panamá.

Con una extensión de aproximadamente 6.5 kilómetros y una capacidad de ocho carriles para vehículos, el Cuarto Puente busca consolidarse como un punto de referencia en la infraestructura latinoamericana. Además, incluirá dos líneas para la expansión del sistema de transporte Metro, lo que representa un avance hacia la integración de diferentes sistemas de movilidad en Panamá.



La estructura permitirá el paso de la futura Línea 3 del Metro de Panamá.

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¿Cuál es la importancia del Cuarto Puente sobre el Canal en Panamá?

El Cuarto Puente sobre el Canal no solo es un proyecto importante para Panamá, sino que también tiene implicaciones significativas para el comercio internacional y el desarrollo de Latinoamérica. La obra permitirá la conexión entre el este y el oeste de la ciudad sin necesidad de cruzar la capital, ayudando a descongestionar las carreteras principales y a reducir los tiempos de desplazamiento de quienes se movilizan diariamente entre ambas áreas. Esta conexión es especialmente relevante debido al crecimiento de la actividad comercial en la región.

Desde el punto de vista económico, esta infraestructura es clave para la estrategia de desarrollo nacional de Panamá, en particular porque facilita el acceso y uso del Canal de Panamá, una de las principales arterias del comercio global. Con una estimación de tráfico diaria elevada, el Cuarto Puente contribuirá a reducir los embotellamientos que afectan el flujo de bienes y servicios a través del país, potenciando la competitividad de Panamá y mejorando las condiciones para el tránsito de vehículos pesados que se desplazan en rutas comerciales.



¿Qué consorcios internacionales ofrecieron construir el Cuarto Puente sobre el Canal?

El proceso de licitación para el Cuarto Puente sobre el Canal de Panamá atrajo la atención de destacados consorcios internacionales, todos con propuestas de envergadura. Los consorcios que compitieron para adjudicarse el megaproyecto fueron:

Consorcio Panamá Cuarto Puente: Integrado por China Communications Construction Company LTD China Harbour Engineering Company LTD, este grupo fue finalmente el adjudicatario, con una propuesta económica de B/.1,420,027,324.73, cercana al precio de referencia del Ministerio de Obras Públicas de Panamá (MOP). La oferta equilibrada y el cumplimiento de los requisitos técnicos fueron clave para su elección.

Consorcio Astaldi-Daelim: Compuesto por Astaldi S.P.A y Daelim Industrial CO., LTD, este consorcio presentó una oferta significativamente más baja, de B/.1,211,130,000.00. Sin embargo, fue descalificado al considerarse que su oferta era riesgosa, al estar más de un 20% por debajo del precio de referencia, lo cual podría comprometer la viabilidad del proyecto.

Consorcio Cuarto Puente CSCEC-CREC: Este grupo, formado por China State Construction Engineering Corporation LTD y China Railway Group Limited, fue excluido debido a que no cumplió con los requisitos mínimos establecidos en el pliego de condiciones.

Dragados Sucursal Panamá S.A: Aunque esta empresa inicialmente mostró interés, no presentó finalmente una oferta válida, por lo que quedó fuera del proceso de selección.



¿Cuándo se estima que esté terminado el Cuarto Puente sobre el Canal de Panamá?

Se estima que el Cuarto Puente sobre el Canal de Panamá podría estar terminado para el año 2025. Sin embargo, las fechas exactas pueden variar debido a factores como ajustes en el cronograma de construcción o situaciones imprevistas que puedan surgir durante el desarrollo de la obra.

¿Cuál es la participación de empresas chinas en otros megaproyectos de Latinoamérica?

Las empresas chinas tienen una participación significativa en varios megaproyectos de infraestructura en Latinoamérica, especialmente en sectores como transporte, energía y telecomunicaciones. Algunos ejemplos clave incluyen:

Proyecto de Tren Bioceánico en Sudamérica: Empresas chinas han expresado interés en construir este ambicioso corredor ferroviario que conectaría Brasil con Perú, facilitando el transporte de mercancías entre el océano Atlántico y el Pacífico, con impacto en toda la región.

Represas en Argentina: Las empresas chinas están involucradas en la construcción de las represas "Cóndor Cliff" y "La Barrancosa" en la provincia de Santa Cruz, Argentina, que son cruciales para el suministro de energía hidroeléctrica en el país.

Proyectos de infraestructura vial en Ecuador y Bolivia: Varias empresas chinas han trabajado en carreteras y puentes en estos países, mejorando la conectividad regional y facilitando el comercio interno y entre naciones.

Energía y minería en Perú y Chile: Empresas chinas han invertido en la exploración y extracción de recursos naturales, como el cobre y el litio, además de realizar importantes inversiones en plantas de energía renovable en ambos países.

¿Cómo mejorará el tráfico y la logística en la región tras la construcción de este puente?

La construcción del Cuarto Puente sobre el Canal de Panamá mejorará significativamente el tráfico y la logística en la región al ofrecer una nueva ruta que conectará eficientemente el este y el oeste de la Ciudad de Panamá sin necesidad de pasar por el centro de la capital, lo que reducirá considerablemente la congestión vehicular. Este puente permitirá una circulación más fluida para vehículos privados, de carga y transporte público, lo cual es clave para reducir los tiempos de desplazamiento en una de las rutas más transitadas del país.

En términos logísticos, el puente facilitará el movimiento de mercancías a través del Canal de Panamá y optimizará las conexiones entre el puerto y las zonas industriales del oeste. Al contar con ocho carriles y espacio para la futura Línea 3 del Metro de Panamá, la infraestructura no solo atenderá el tráfico actual, sino que también permitirá una expansión del flujo vehicular y del transporte masivo en los próximos años, potenciando el desarrollo económico y comercial del país y mejorando la eficiencia logística en Latinoamérica.

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