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“El resultado de las elecciones
estadounidenses es un golpe en la
lucha contra la crisis climática”, ha lamentado en su cuenta de Twitter (propiedad de Elon Musk, amigo de Trump) Laurence
Tubiana, una de las artífices del
pacto climático de París. Y añade: “Ningún
país puede permitirse el aumento de los costos económicos y sociales de la
inacción. Abandonar la transición hacia una economía más limpia, más justa y
más asequible sería una falta de responsabilidad”. La vuelta de un
negacionista del cambio climático a la
presidencia de Estados Unidos contrasta
con los 24
eventos extremos –como el huracán Helene y
Milton, dopados por el calentamiento global– que ha sufrido el país y que han causado
daños por valor de al menos 1.000 millones de dólares, según la Administración Nacional Oceánica y
Atmosférica (NOAA). “Diga lo que
diga Trump, el cambio hacia las energías limpias
es imparable y nuestro país no va a dar marcha atrás”, defiende Gina McCarthy, ex asesora
sobre el Clima de la Casa Blanca. “No podemos permitir y no permitiremos que Trump se interponga en el
camino de dar a nuestros hijos y nietos la libertad de crecer en comunidades
más seguras y saludables”, añade la que fuese
administradora de la EPA durante la época de Obama.
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TRUMP
(segunda parte):
EL
NEGACIONISMO CLIMÁTICO VUELVE A LA CASA BLANCA.
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Por Eduardo Robaina | 07/11/2024 | Ecología social
Fuente. Revista Rebelión jueves 7 de
noviembre del 2024.
Fuentes: La
marea climática
Un análisis de Carbon Brief estima que la victoria del candidato
republicano podría añadir hasta 4.000 millones de toneladas de CO2 equivalente
a las emisiones acumuladas de Estados Unidos para 2030 en comparación con las
políticas de la administración Biden.
El
republicano Donald Trump volverá
a ser presidente de Estados Unidos a partir de 2025 tras ganar a
la demócrata Kamala
Harris. Lo hará,
además, controlando el Senado y,
presumiblemente, el Congreso, lo que
le da vía libre para desbaratar toda
política en favor del clima y la
biodiversidad como hizo en su anterior
mandato y ha prometido para este.
El
magnate es un declarado negacionista del cambio climático (hace unos meses lo calificó como “una de las mayores estafas de todos los tiempos”) y su vuelta a la
presidencia del segundo país que más
contribuye
al calentamiento global hace (aún
más) difícil el objetivo de mantener el aumento de la temperatura global por
debajo de 1,5ºC y, por ende, cumplir con el Acuerdo de París.
La
idea de un medio ambiente sano para Trump se limita a tener “el aire más limpio y el agua más
limpia”. Un deseo que resulta imposible con sus promesas de permitir más perforaciones de
petróleo y gas y
sus intenciones de desmantelar toda agencia o norma en defensa del clima y la protección de la naturaleza.
En marzo,
un análisis del medio británico Carbon Brief,
especializado en políticas climáticas,
concluía que el regreso de Trump a la presidencia
estadounidense podría suponer un aumento de hasta 4.000 millones de toneladas de emisiones de
dióxido de carbono equivalente (CO₂e) para 2030 en comparación a las políticas actuales, lo que tendría
un coste climático global de más de 900.000
millones de dólares.
Para poner en perspectiva estas cifras, 4 gigatoneladas de CO₂e equivalen a las emisiones anuales combinadas de la Unión Europea y Japón o al total anual de los 140 países con las emisiones más bajas.
El
análisis, basado en diversas investigaciones que tienen en cuenta las políticas climáticas actuales y elaborado cuando Biden aún era candidato demócrata, sugiere que las emisiones de gases de efecto invernadero de EEUU caerían un 28%
por debajo de los niveles de 2005 en
2030 si Trump hace retroceder las políticas de Biden, un porcentaje
muy lejos del objetivo de 50-52% que tiene el país actualmente. En cambio, con la victoria de los demócratas,
las emisiones caerían en torno a un 43%
por debajo de los niveles de 2005.
Una
de las normas que sustentan actualmente el plan de reducción de
emisiones de la administración Biden es la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), la cual Trump ha prometido revocar junto a otras políticas ambientales. No obstante,
algunos factores de incertidumbre podrían suavizar el impacto de un segundo
mandato del republicano, como la dificultad
de revertir ciertas políticas o la acción climática de gobiernos a nivel
estatal. Del
mismo modo, las proyecciones podrían ser aún menos favorables por el clima si Trump logra impulsar los combustibles fósiles, algo que no
recoge el análisis de Carbon Brief.
Asimismo,
en estas proyecciones hay
que tener en cuenta otras múltiples incertidumbres como el crecimiento económico, el precio de los combustibles y el desarrollo de
tecnologías limpias que aún presentan variabilidad en su impacto, señalan desde CB.
Un
segundo mandato de Donald
Trump podría incluir medidas para revertir las normas de eficiencia energética y
otros logros ambientales clave de la era
Biden. Además, el magnate también ha declarado que planea desmantelar la Agencia de Protección Ambiental (EPA), el organismo federal con más poder para hacer frente a la emergencia climática y ambiental.
Ahora, toda esperanza pasa por que no pueda llevar a cabo todo lo que tiene previsto, como le ocurrió durante el primer mandato, aunque especialistas apuntan a que en esta vuelta a la Casa Blanca será más radical y estará menos limitado, en parte debido a la experiencia y al enfoque sistemático que se espera de sus asesores.
En
cuanto al impacto global, la
victoria de Trump también tiene implicaciones
para la ambición climática mundial. Dados los altos niveles de
emisión de EEUU, una falta de liderazgo
climático del país podría desincentivar a otras naciones a cumplir sus metas, perjudicando los esfuerzos para
mantener el calentamiento global por
debajo de 1,5°C.
Durante
la reciente COP16 de biodiversidad, el secretario general
de la ONU, António Guterres, señalaba, en declaraciones a The
Guardian, la importancia de que
“Estados Unidos permanezca en el Acuerdo de París, y más que permanecer en el Acuerdo
de París, que Estados Unidos adopte el tipo de políticas que son necesarias
para que los 1,5 grados sigan siendo un objetivo realista”. En 2020, Trump ya sacó a EEUU del Acuerdo de París, una
decisión que revirtió Joe Biden en 2021 cuando fue elegido
presidente.
“El resultado de las elecciones estadounidenses es
un golpe en la lucha contra la
crisis climática”, ha lamentado en su cuenta de Twitter (propiedad de Elon Musk, amigo de Trump) Laurence Tubiana, una de las artífices del pacto climático
de París. Y añade:
“Ningún país puede permitirse el
aumento de los costos económicos y sociales de la inacción. Abandonar la
transición hacia una economía más limpia, más justa y más asequible sería una
falta de responsabilidad”.
La
vuelta de un negacionista del cambio climático a la presidencia de Estados
Unidos contrasta con
los 24 eventos extremos –como el huracán Helene y
Milton, dopados por el calentamiento global– que ha sufrido el país y que han causado
daños por valor de al menos 1.000 millones de dólares, según la Administración Nacional Oceánica y
Atmosférica (NOAA).
“Diga lo que diga Trump,
el cambio hacia las energías limpias es imparable y nuestro país no va a dar
marcha atrás”, defiende Gina
McCarthy, exasesora sobre el Clima de la Casa Blanca. “No podemos permitir y no permitiremos que Trump se interponga en el
camino de dar a nuestros hijos y nietos la libertad de crecer en comunidades
más seguras y saludables”, añade la que fuese
administradora de la EPA durante la época de Obama.
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