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“El
término «desempleo» tiene múltiples definiciones e interpretaciones. ¿Qué es,
por tanto, el desempleo si lo observamos a través del prisma de la mercancía?
Es un exceso de oferta de fuerza de trabajo. En otras palabras, en una
sociedad capitalista dada, el desempleo existirá en ella cuando la oferta de
fuerza de trabajo exceda su demanda; es decir, cuando exceda las necesidades del capital de cara a su valorización o
fructificación. A excepción de en
algunos ramos productivos y de manera temporal, lo usual (y deseable desde
el punto de vista de los intereses del capital) en el modo de producción capitalista es que exista
desempleo, esto es, una mayor oferta que demanda de fuerza de trabajo. Cuanto
mayor sea la diferencia entre su oferta y su demanda, mayor será el así
denominado por Karl Marx «ejército industrial de reserva». En
tales condiciones, la clase trabajadora, que ha de vender su mercancía fuerza
de trabajo en pos de su subsistencia, se encuentra en una peor posición negociadora en relación con su salario
(precio de la fuerza de trabajo) con respecto a la clase capitalista que
explota dicha mercancía. En un escenario
de exceso de oferta de fuerza de trabajo, los trabajadores entran en competencia entre sí con el fin
de realizar en el mercado su mercancía fuerza de trabajo, lo que
implica la aceptación de salarios más bien exiguos. Dicho de otro modo, a mayor
(menor) desempleo, menor (mayor) precio de la fuerza de trabajo. ¿Te resulta familiar? Sí, se trata de la ley de la oferta y la demanda aplicada a la
mercancía fuerza de trabajo.
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TU
CAPACIDAD DE TRABAJO ES TAMBIÉN UNA MERCANCÍA.
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Por Iván López Espejo | 03/04/2025 | Economía.
Fuentes Revista Rebelión jueves 3 de
abril del 2025.
El sistema económico capitalista se caracteriza por ser el sistema de
economía de mercado por antonomasia, ya que en él hasta la fuerza (capacidad)
de trabajo es una mercancía. Las personas que no poseemos medios de producción
ni percibimos ninguna clase de renta de suficiente magnitud, hemos de acudir al
mercado laboral para, «libremente», vender nuestra fuerza de trabajo con el fin
de poder adquirir los medios necesarios para la subsistencia.
Por
si aún cupiese alguna
duda de lo anterior, en este escrito constataremos empíricamente que la fuerza
de trabajo es una mercancía más (eso sí, con la particularidad de que es capaz
de generar valor). La ley de la oferta y
la demanda, aun con sus limitaciones y controversias, opera exclusivamente
en la esfera de las mercancías. Y, en tanto que mercancía, la fuerza de trabajo
también se encuentra sometida a dicha ley.
La ley de la oferta y la demanda, la cual procura dar una explicación a la formación de los precios de mercado de las mercancías, se basa en tres postulados generales: 1) cuando la demanda (oferta) de una determinada mercancía excede la oferta (demanda), aumenta (disminuye) el precio de la misma, 2) cuando el precio de una determinada mercancía aumenta (disminuye), disminuye la demanda (oferta) y aumenta la oferta (demanda), y 3) el precio de una determinada mercancía tiende al nivel en el cual la oferta y la demanda se igualan. Siendo los tres postulados anteriores falsables, podemos afirmar desde este preciso instante que, si bien los dos primeros son en términos generales verificables, el tercero de ellos, que vendría a significar una suerte de autorregulación del mercado, es clara mentefalso.
El
término «desempleo» tiene múltiples definiciones e interpretaciones. ¿Qué es,
por tanto, el desempleo si lo observamos a través del prisma de la mercancía?
Es un exceso de oferta de fuerza de trabajo. En otras palabras, en una sociedad capitalista dada, el
desempleo existirá en ella cuando la oferta de fuerza de trabajo exceda su
demanda; es decir, cuando exceda las
necesidades del capital de cara a su valorización o fructificación.
A
excepción de en algunos
ramos productivos y de manera temporal, lo usual (y deseable desde el punto de
vista de los intereses del capital) en el modo de producción capitalista es que exista desempleo, esto es, una mayor
oferta que demanda de fuerza de trabajo. Cuanto
mayor sea la diferencia entre su oferta y su demanda, mayor será el así
denominado por Karl Marx «ejército industrial de reserva». En
tales condiciones, la clase trabajadora, que ha de vender su mercancía fuerza
de trabajo en pos de su subsistencia, se encuentra en una peor posición negociadora en relación con su salario
(precio de la fuerza de trabajo) con respecto a la clase capitalista que
explota dicha mercancía. En un escenario
de exceso de oferta de fuerza de trabajo, los trabajadores entran en competencia entre sí con el fin
de realizar en el mercado su mercancía fuerza de trabajo, lo que
implica la aceptación de salarios más bien exiguos. Dicho de otro modo, a mayor
(menor) desempleo, menor (mayor) precio de la fuerza de trabajo. ¿Teresulta familiar? Sí, se trata de la ley
de la oferta y la demanda aplicada a la mercancía fuerza de trabajo.
A
continuación, se
constatará empíricamente la anterior discusión a partir de analizar el caso
español. Para ello, se estudiará la
relación existente entre la tasa de paro y la tasa de crecimiento salarial
entre los años 1996 y 2022 (período para el cual se han podido obtener los
datos requeridos).
En
particular, los datos de
la tasa de paro han sido obtenidos a través del Instituto Nacional de Estadística (INE). La tasa de paro se computa
como la relación entre el número de individuos parados (P) y el total de miembros considerados activos (A) en la sociedad. Por un lado,
el INE define «parados» como «las personas de 16 o más años que durante
la semana de referencia» (es decir, la semana anterior a la realización de
la entrevista correspondiente a la Encuesta de Población Activa)
«han estado sin trabajo, disponibles para trabajar y buscando
activamente empleo» así como «las personas que ya han encontrado un trabajo y
están a la espera de incorporarse a él, siempre que verifiquen las dos primeras
condiciones». Por otro lado, también el INE
define «activos» como «aquellas
personas de 16 o más años que, durante la semana de referencia, suministran
mano de obra para la producción de bienes y servicios o están disponibles y en
condiciones de incorporarse a dicha producción».
A
su vez, los activos se dividen en ocupados (O) y parados, es decir, A=O+P.
En definitiva, la tasa de paro, Tp, se calcula como
Tp = P / A =
(A – O) / A.
Dado
que la categoría de ocupados O también incluye a los trabajadores por cuenta propia
(esto es, empleadores, empresarios sin asalariados y trabajadores
independientes), el total de ocupados
puede ser interpretado como una sobreestimación de la demanda de fuerza de
trabajo. Siendo los activos A una
sobreestimación de la oferta de fuerza de trabajo (dado que A=O+P), la tasa de paro Tp es una
subestimación de la oferta menos la demanda de fuerza de trabajo (cuyas
sobreestimaciones quedan compensadas) normalizada
por la oferta de esta mercancía. En consecuencia y por lo general, de
acuerdo con la ley de la oferta y la demanda, una mayor (menor) tasa de paro Tp (oferta
menos demanda de fuerza de trabajo
normalizada) estará vinculada a un menor (mayor) precio de la mercancía fuerza de trabajo (salario). El hecho de que la tasa de
paro sea siempre mayor que cero en las
sociedades capitalistas indica que la oferta menos la demanda de fuerza de
trabajo es siempre positiva. En otras palabras, en las sociedades capitalistas, la mercancía fuerza de trabajo siempre
opera a la derecha del precio de equilibrio, es decir, a la derecha del punto
de corte de las curvas de oferta y demanda que son función de la cantidad de
fuerza de trabajo. Este fenómeno, para
nada azaroso, permite el pago generalizado de salarios más bajos, tal y como ya
se argumentó anteriormente.
Para verificar esta discusión, a través de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) recopilamos datos de la así denominada compensación laboral por hora trabajada. Esta se define como la compensación a los empleados en moneda nacional dividida por el número total de horas trabajadas. Más en concreto, la compensación a los empleados es la suma de los salarios más las contribuciones de los empleadores a la Seguridad Social. Expresamos la compensación laboral por hora trabajada en términos de tasa de crecimiento anual. Así, de ahora en adelante, por simplicidad, nos referiremos a este indicador por el nombre de tasa de crecimiento salarial.
Figura
1. Tasas de paro y de crecimiento salarial, en porcentajes, para el caso
español entre los años 1996 y 2022. Fuente: Elaboración propia a partir del INE
y la OCDE.
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La
Figura 1 representa las tasas de paro y de crecimiento salarial (en porcentajes) para el caso
español entre los años 1996 y 2022.
En ella podemos distinguir cuatro etapas principales más o menos diferenciadas.
En primer lugar, el decrecimiento
aproximadamente sostenido del desempleo hasta el estallido de la Gran Recesión viene acompañado de un
aumento de la tasa de crecimiento salarial. Es
entonces cuando, hasta el año 2013,
la tasa de crecimiento salarial se desploma hasta llegar a ser negativa en
algún momento (reducción del salario nominal promedio) como consecuencia del
masivo aumento del desempleo. Aunque el alto desequilibrio entre la oferta y la demanda de fuerza de trabajo
comienza a moderarse a partir del año
2013, su reflejo sobre la tasa de crecimiento salarial no empieza a tomar
forma sino a partir del año 2017.
Aquí debemos de tener en cuenta diversos factores como, por ejemplo, el hecho
de que en la tasa de paro representada no
se materializa la elevada precariedad laboral, la cual se traduce en
contratos de un reducido número de horas y muy corta duración. Esto equivale a un incremento relativo de la
tasa de paro que presiona a la baja sobre los salarios. Finalmente, el comportamiento algo brusco a partir del año 2020 puede
ser explicado en el contexto de la crisis acentuada por la pandemia de
COVID-19.
Figura
2. Realizaciones anuales (entre 1996 y 2022) de la tasa de crecimiento salarial
como función de la tasa de paro (en porcentajes) y su ajuste lineal por mínimos
cuadrados. Fuente: Elaboración propia a partir del INE y la OCDE
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La
Figura 2 representa las realizaciones anuales (de nuevo, entre 1996 y 2022) de la tasa de
crecimiento salarial como función de la tasa de paro, ambas en porcentajes. Además, se ha incluido un ajuste lineal
por mínimos cuadrados de estas muestras tal que
Ts’(%)= –0,23515 × Tp’(%)+6,3224,
donde Ts’(%)
y Tp’(%) son tasas porcentuales de crecimiento salarial y paro,
respectivamente.
La
gráfica de la Figura 2
nos ayuda a comprender mejor la relación existente entre la tasa de paro
y la tasa de crecimiento salarial. Como se puede observar, la tendencia
es clara: cuanto mayor es la tasa de paro, menor es la tasa de crecimiento
salarial. Dada la pendiente negativa de la ecuación inmediatamente anterior y
dado un coeficiente de correlación
lineal de Pearson entre las variables bajo estudio de p=–0,62497,
podemos afirmar que existe una correlación inversa fuerte entre las tasas de paro y de crecimiento salarial. En
otras palabras, a partir del análisis del caso español, verificamos que cuanto mayor es la diferencia entre la
oferta y la demanda de fuerza de trabajo,
mayor es la moderación del crecimiento de su precio, esto es, mayor es el estancamiento del salario
nominal, lo que típicamente conduce a
una reducción del salario real. Así, en tanto que mercancía, verificamos
que la fuerza de trabajo se somete a la conocida como ley de la oferta y la
demanda, la cual, como dijimos, opera exclusivamente en la esfera de las
mercancías.
En
conclusión, el hecho de que la fuerza de trabajo sea una
mercancía nos indica que no se puede garantizar el pleno empleo en el modo
de producción capitalista salvo que la economía estuviese planificada. Sin embargo, la planificación económica entra en contradicción con la quintaesencia
del máximo exponente de la economía de mercado: la libertad económica. En síntesis, no se puede (ni se desea,
dado que tiene su utilidad para el capital) garantizar el pleno empleo en las
sociedades capitalistas. Existen
numerosas alternativas de cara a solucionar
este problema de poderosas implicaciones materiales y el análisis de dichas opciones es de una gran complejidad,
no siendo este el propósito del presente escrito. No obstante, considero que las mejores alternativas
transitan por dejar de contemplar la fuerza de trabajo como una mercancía, algo que, en cualquier caso, sería negar el
actual modo de producción capitalista.
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