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“Y
el gigante asiático tiene
condiciones para enfrentar las amenazas pues cuenta con un poderoso desarrollo científico, industrial, fabril y económico,
relaciones con más de 180 países en
el mundo adonde puede enviar sus
mercancías y recibir a la vez, disímiles productos. Además de una población de 1 417 millones de habitantes con alto poder adquisitivo. Asimismo, tiene enormes
riquezas en su territorio. Produce
el 90 % de las tierras raras del
mundo, un grupo de 17
elementos utilizados en las
industrias de defensa, vehículos
eléctricos, energía y electrónica. Estados
Unidos solo tiene una mina de tierras
raras y la mayor parte de su
suministro proviene de China.
“En
los primeros momentos de esta guerra comercial, Beijing respondió con la suspensión de las exportaciones de minerales críticos e imanes, componentes fundamentales para los productores de automóviles, fabricantes aeroespaciales
y empresas de semicondutores. Numerosas empresas de punta estadounidense utilizan en sus
producciones esos elementos importados
desde China lo cual significó un duro
golpe para varias compañías del país las que solicitaron a la Casa Blanca que rectificara los altos
aranceles contra Beijing. En cuanto al sector automotriz, en 2010
la corporación estatal china AVIC se
hizo del control de Nexteer Automotive,
una firma de sistemas de dirección
automotor con sede en Michigan y
desde entonces los fabricantes
estadounidenses están obligados a negociar con esa compañía. La AVIC también obtuvo en 2011 la Cirrus Aircraft, fabricante de aviones privados que le abrió a las empresas chinas un sector que antes era dominado solo por firmas estadounidenses.
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EL
AVANCE ECONÓMICO DE CHINA ATERRA A WASHINGTON.
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Por Hedelberto López Blanch | 21/06/2025 | Economía
Fuente.
Revista Rebelión sábado 21 de junio del 2025.
Washington en los últimos años ha intentado infructuosamente disminuir
la influencia económica y comercial de China, no solo dentro de Estados Unidos
sino también a nivel mundial, pero el gigante asiático hasta ahora ha sido
indetenible.
La
realidad es que China apareció en la arena pública como un competidor fuerte y durante la primera
administración de Donald Trump
en la presidencia, en 2017 la Casa Blanca impulsó la guerra comercial contra el gigante asiático.
En
la segunda presidencia
del convicto magnate, en abril de 2025 sancionó por decreto una tasa base
del 10 % a todas las mercancías que
entraran a Estados Unidos y
amenazó a los países sujetos a aranceles que no respondieran de igual
forma, so pena de ser castigados.
En su afán por debilitar a China, Trump le lanzó una guerra de aranceles para los productos que importa desde esa nación los que han ido subiendo desde un 10 % hasta un 145 %. El gigante asiático respondió imponiendo un 125 % a los productos estadounidenses importados a su país.
Como
Beijing enfrentó las medidas y no se dejó amedrentar,
a Washington
no le ha quedado más remedio que entablar
conversaciones con su fuerte
oponente las que se han realizado en Suiza
y Londres.
En
las de Ginebra, a principio de mayo pasado se logró reducir los aranceles estadounidenses sobre productos chinos del 145 % al 30 %, y las medidas de
represalias de China del 125 % al 10 %
por un período de 90 días que
entraron en vigor el 14 de mayo.
Ahora están pendientes de publicarse los acuerdos que, según se anunció por
ambas partes, tuvieron lugar en Londres
en la segunda semana de junio.
Desde
la cancillería del país asiático se ha declarado en varias ocasiones:
«Nunca nos
quedaremos de brazos cruzados para ver cómo se priva al
pueblo chino de sus derechos e intereses legítimos, y tampoco para ver cómo se
socavan las normas económicas y comerciales internacionales y el sistema
comercial multilateral. Si Washington insiste
en continuar una guerra arancelaria o comercial, China luchará hasta el final».
Y el gigante asiático tiene condiciones para enfrentar las amenazas pues cuenta con un poderoso desarrollo científico, industrial, fabril y económico, relaciones con más de 180 países en el mundo adonde puede enviar sus mercancías y recibir a la vez, disímiles productos. Además de una población de 1 417 millones de habitantes con alto poder adquisitivo.
Asimismo, tiene
enormes riquezas en su territorio. Produce
el 90 % de las tierras raras del
mundo, un grupo de 17
elementos utilizados en las
industrias de defensa, vehículos
eléctricos, energía y electrónica. Estados
Unidos solo tiene una mina de tierras
raras y la mayor parte de su
suministro proviene de China.
En
los primeros momentos de esta guerra comercial, Beijing respondió con la suspensión de las exportaciones de minerales críticos e imanes, componentes fundamentales para los productores de automóviles, fabricantes aeroespaciales
y empresas de semicondutores.
Numerosas
empresas de punta estadounidense utilizan en sus producciones esos elementos
importados desde China lo cual
significó un duro golpe para varias compañías del país las que
solicitaron a la Casa Blanca que
rectificara los altos aranceles contra Beijing.
Pero
también otro valuarte que tiene China
desde hace unos años es que ha entrado en el mercado estadounidense
mediante la compra de compañías del
sector alimentario, tecnológico, automotor, inmobiliario y aeronáutico.
Así
en 2013 la empresa china WH Group adquirió la compañía Smithfield Foods por 4 700
millones de dólares. Esta es la firma productora de carne porcina más grande de Estados Unidos
con más de 59 000 hectáreas de
tierras agrícolas y aunque la sede se mantiene en Virginia, la propiedad completa pasó a manos chinas.
Un
año después, en
2014 la compañía de computadoras china
Lenovo concluyó un trato con Google por 2 910 millones de dólares
para adueñarse de Motorola Mobility
lo cual le permitió acceder a décadas
de innovación desarrollada en Estados
Unidos y también fortalecerse en
el mercado mundial de teléfonos
inteligentes.
En
2016 el gigante Haier Group pagó 5 400
millones de dólares para comprar GE Appliances, la histórica división de
electrodomésticos de General Electric.
La producción sigue en Estados Unidos
pero la dirección empresarial radica en
China para liderar el mercado global
de electrodomésticos.
En
cuanto al sector automotriz,
en 2010 la corporación estatal
china AVIC se hizo del control de Nexteer Automotive, una firma de
sistemas de dirección automotor
con sede en Michigan y desde entonces los fabricantes estadounidenses
están obligados a negociar con esa compañía. La AVIC también obtuvo en 2011 la Cirrus Aircraft, fabricante de aviones privados que le abrió a las
empresas chinas un sector que antes era dominado solo por firmas estadounidenses.
La
penetración de Beijing
en el mercado inmobiliario sucedió en 2014 cuando Anbang
Insurance Group pagó 2 000
millones de dólares por el histórico Waldorf Astoria de Nueva York.
En 2016 compró Strategic Hotels &
Resorts por 6 500 millones que
tras la intervención del gobierno chino
los activos pasaron a control estatal.
Asimismo,
HNA Group obtuvo en 2017 un rascacielos en Manhattan por 2
210 millones de dólares con lo cual
el gigante asiático ha ido consolidándose en el mercado inmobiliario de lujo.
Después de analizar estas realidades y otras herramientas que China tiene guardadas, es comprensible por qué la nación asiática aterra a Washington: cada vez más se debilita su ya desgastada
hegemonía mundial.
Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador
cubano, especialista en política internacional.
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