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“El
Presidente Zelensky sostuvo una reunión con el Vicepresidente Vance, que calificó como positiva. Ha
dicho que su línea roja consiste en no
reconocer los territorios conquistados militarmente por Rusia porque así lo manda su
Constitución. También ha pedido a Trump
que detenga “al loco de Putin”, pues
representa un peligro para el continente
europeo, el cual pretende invadir este año. Pero Zelensky ya no tiene poder de negociación.
Ucrania perdió la oportunidad de
lograr un acuerdo de paz con Rusia en Estambul en marzo de 2022, apenas un mes después de
iniciada la intervención militar, al dejarse presionar por enviados del
Reino Unido, Estados Unidos, entre
otros, quienes le garantizaron el suministro
de armas y el ingreso seguro a la OTAN. Así, utilizó la vida de decenas de miles de jóvenes ucranianos, y
también rusos, como moneda de cambio para continuar una guerra auspiciada y promovida por la OTAN.
"Hoy
Rusia espera con calma y, mientras tanto, avanza en la conquista de territorio ucraniano. Las autoridades no han participado en
la Conferencia de Seguridad de Múnich
porque no han sido invitadas. El portavoz del Kremlin, Dimitri Petkov, ha dicho que no
hay novedades de resolución del
conflicto.
“Mientras
tanto, Trump sigue haciendo cuentas y ha informado que Ucrania ha “acordado en principio” proporcionar a Estados Unidos metales de tierras
raras por valor de 500.000 millones de dólares como pago por la ayuda militar brindada por Estados
Unidos. Para hacer las cuentas enviará a Ucrania a Keith Kellogg, encargado de elaborar la propuesta para
poner fin a la guerra. La guerra
provocada por la OTAN contra Rusia, bajo el liderazgo de Estados Unidos, en el territorio de
Ucrania, ha sido un fracaso para la Unión Europea y Ucrania, y un triunfo para Estados Unidos (que encabezó la provocación) y para Rusia, que emerge como uno de los pilares del mundo multipolar. Estados Unidos mudará
sus cacharros bélicos a Asia para combatir a su maligno
rival.
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RUSIA EMERGE COMO UNO DE LOS PILARES DEL MUNDO MULTIPOLAR CON LA
DERROTA DE UCRANIA Y
LA UNIÓN EUROPEA.
LA GUERRA Y LA PAZ.
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Por Ariela Ruiz Caro | 19/02/2025 | Mundo
Economista Peruana.
Fuente. Revista Rebelión miércoles 18 de febrero del 2025.
El contenido de la conversación telefónica entre los Presidentes Donald Trump y Vladímir Putin
para poner fin a la guerra en Ucrania
cayó como rayo en un día despejado en la víspera de la reunión de ministros de
Defensa de la OTAN y la antevíspera
de la Conferencia de Seguridad de Múnich. Ambos coincidieron
en que Ucrania tendría que ceder
territorio a Rusia y desistir de sus
aspiraciones para ingresar a la OTAN,
acuerdo que fue transmitido al Presidente
ucraniano por el propio Trump. La
Unión Europea y Ucrania protestaron por no haber participado de dicho
intercambio. No obstante, se ha iniciado el camino hacia la paz.
Fijar
posición
Lo
conversado entre ambos Presidentes fue
expuesto por el secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, en la reunión de la OTAN. Dijo que la incorporación de Ucrania a ese organismo no es realista y que Estados Unidos ya no priorizará la seguridad europea y ucraniana,
dado que la administración Trump se
enfocará en asegurar las fronteras de Estados
Unidos y disuadir la guerra con China:
“La dura realidad estratégica impide que Estados Unidos se centre en la seguridad de Europa”. Asimismo, informó que no habrá tropas estadounidenses desplegadas en Ucrania y que volver a las fronteras de Ucrania anteriores a 2014 “es un objetivo poco realista”.
J.D.Vance en la Conferencia de Múnich. febrero 2025
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Durante la
Conferencia de Seguridad de Múnich, iniciada
el viernes, el Vicepresidente estadounidense, J.D. Vance, le dio un mazazo a la Unión Europea al señalar que la principal amenaza para Europa no era Rusia ni China, sino
“la amenaza
desde dentro, el retroceso de Europa de algunos de sus valores más
fundamentales, valores compartidos con Estados Unidos de América”. También
expresó su apoyo a los partidos de derecha a los que se les ha prohibido unirse
a los gobiernos de Europa, e inclusive a participar de esa Conferencia. Al
respecto, dijo: “La democracia se basa
en el principio sagrado de que la voz del pueblo importa. No hay lugar para
cortafuegos”.
Vance dijo que Bruselas
había cerrado redes sociales por contenidos que incitan al odio y criticó a Alemania por lo que describió como
redadas contra sus propios ciudadanos por publicar comentarios antifeministas,
a Suecia por condenar a un activista cristiano, al Reino Unido por retroceder en materia de derechos religiosos, y a Rumania por haber anulado las
elecciones presidenciales de primera vuelta porque no les agradó el candidato
elegido por el pueblo. El desconcierto era absoluto y el rostro desencajado de Ursula von der Leyen reflejaba el
golpe, pocos días después de que Trump
anunciara aranceles de 25% a las importaciones de acero y de
aluminio procedentes de Europa y de
otras regiones.
El ministro
de Defensa de Alemania, Boris Pistorius, rechazó la caracterización que hizo Vance de las políticas europeas y dijo
que no era aceptable comparar las condiciones en algunas partes de Europa con las de las regiones
autoritarias. El canciller alemán, Olaf
Scholz, evitó un encuentro pactado con Vance
por “problemas de agenda”. A una
semana de las elecciones en el país anfitrión, queda claro el apoyo de Estados Unidos a Alternativa por Alemania, partido vinculado al nazismo, y al movimiento
Patriotas por Europa, grupo de extrema
derecha del Parlamento Europeo.
Enajenación
En la guerra
de Ucrania, los europeos no pudieron
desprenderse del dogma de la denominada Doctrina
Wolfowitz, una guía de planificación de la defensa de Estados Unidos redactada en 1991
por quien fuera subsecretario del Departamento de Defensa de Estados Unidos y
décimo presidente del Banco Mundial.
En ella se trazaba una política exterior unipolar y de acción militar
preventiva para evitar que dictaduras ascendieran a la categoría de superpotencias,
ya fuese en el territorio de la antigua Unión
Soviética o en cualquier otro lugar. Ello explica las 800 bases militares expandidas por más de 100 países y el haber incorporado a países de Europa del Este a la OTAN,
incumpliendo los acuerdos con Rusia.
Un segundo
objetivo consistía en
“reforzar y
ampliar el sistema de acuerdos de seguridad entre las naciones libres y
democráticas y unirlas en la defensa común contra la agresión y crear hábitos
de cooperación”.
Es decir, se buscaba una respuesta colectiva en caso de
amenazas. La ilegal invasión a Irak,
de la cual Wolfowitz fue uno de sus
principales artífices mientras era el número dos del Pentágono, así como la intervención en Afganistán, la más disimulada intervención en Siria —en la que la CIA se alió con Al Qaeda—, las primaveras árabes y otras intervenciones más sutiles
y pintadas de colores como la naranja en el Maidán, en Ucrania, en 2014, se insertaron en esta
lógica.
En efecto, las relaciones entre Rusia y Ucrania se tensaron desde 2014, cuando la CIA y
funcionarios del gobierno estadounidense, en particular Victoria Nuland, entonces portavoz del Departamento de Estado,
participaron del golpe que derrocó al ex
Presidente de Ucrania, el pro-ruso
Víktor Yanukóvich, que ocasionó la muerte
de más de 120 personas entre
manifestantes y miembros de la policía ucraniana.
En este escenario hubo alzamientos de las fuerzas separatistas prorrusas de la República Popular de Donetsk (RPD) y la República Popular de Lugansk (RPL) que se enfrentaron al ejército ucraniano. Los Acuerdos de Minsk de 2014, firmados por representantes de Ucrania, Rusia, la RPD y la RPL, y el de 2015, firmado por los mismos protagonistas, con la intermediación y supervisión de Francia y Alemania, tenían como objetivo principal el alto al fuego. Pero, lejos de cumplirse con el objetivo durante los ocho años que precedieron la intervención militar de Rusia en febrero de 2022, el conflicto dejó 14.000 muertes y 30.000 heridos. La ex Canciller alemana Angela Merkel ha señalado que el Acuerdo de Minsk II sirvió para ganar tiempo para rearmar a Ucrania. Según un reportaje publicado por el New York Times, la CIA creó una red de 12 bases secretas de espionaje en la frontera de Ucrania y Rusia durante la última década. Además, se negociaba el ingreso de Ucrania a la OTAN que había sido aprobado en 2008, durante su cumbre en Bucarest.
Necedad
Dos años después de haberse iniciado la invasión militar rusa en Ucrania, los gobernantes europeos liderados por Olaf Scholz (Alemania), Emmanuel Macron (Francia) y Donald Tusk (Polonia) se negaron a aceptar la derrota de Ucrania. El trío señalaba
que harían lo imposible para evitar que Rusia
ganara la guerra, cuando los ucranianos
ya no podían con su alma. Los tres mandatarios decidieron adquirir más armas, ampliar la producción de equipamiento
militar y avanzar en la fabricación de artillería
de cohetes de largo alcance.
Inclusive el
Papa Francisco exhortó al
bando perdedor del conflicto a dejar de arrastrar
Ucrania “al suicidio”, tener el valor de rendirse y aceptar las
negociaciones, que deberían llevarse a cabo “a tiempo”. Sus palabras
dieron lugar a duras respuestas de Ucrania
y sus aliados, así como del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. Este último señaló:
“Si queremos una solución negociada, pacífica y duradera, la manera de lograrlo es
proporcionando apoyo militar a Ucrania”, y agregó que “lo
que sucede alrededor de una mesa de negociaciones está indisolublemente ligado
a la fuerza en el campo de batalla”.
Ya entonces, el secretario de prensa del Departamento de Defensa para Asuntos Públicos, John Kirby, se oponía a enviar tropas a Ucrania, “pero Macron tiene derecho a emitir su
opinión, aunque no en nombre de la OTAN”.
Otro aspecto que vale la pena recordar es lo expresado por el senador
republicano Mike Lee en la
revista The American
Conservative, donde señala que si países de la OTAN ingresan tropas en Ucrania, Estados Unidos debe lisa y llanamente retirarse
de la organización.
“Si somos serios y queremos mantener la hegemonía estadounidense,
de ninguna manera nuestra nación debe ser forzada por una Europa dependiente a aceptar el riesgo de la escalada
nuclear”. La venta de armamento con el consiguiente enriquecimiento del
complejo industrial militar era suficiente.
La
enajenación de Europa a la doctrina Wolfowitz dio lugar a su suicidio económico al renunciar a la energía barata que le suministraba Rusia, aun en tiempos de la Guerra Fría. Varios gobiernos europeos son cómplices de los
atentados al gasoducto Nord Stream 2 que
transportaba gas natural desde Rusia a
Alemania por el mar Báltico —que
tanto costó por las sanciones
impuestas a empresas occidentales
que participaban en su construcción en tiempos de Donald Trump— para obligar a Europa
a comprar gas licuado, extraído con técnicas de fracking, más caro y contaminante, a Estados Unidos.
Su destrucción ha tenido un
impacto devastador en la economía
alemana y europea en general. Mientras tanto, Rusia vende su gas natural a Oriente.
Los
desafíos
El inicio de las negociaciones de paz entre Rusia y la OTAN en territorio ucraniano ya es un hecho, no exento de
dificultades. Volodímir Zelensky,
una suerte de Juan Guaidó ucraniano,
ha dicho que no se sentará a la mesa
de negociación con Rusia si no tiene antes un acuerdo con Estados Unidos y la Unión Europea. Hace
apenas ocho meses, tuvo lugar una Cumbre
de Paz para Ucrania, en Suiza, a
la cual Rusia no fue invitada. De
los países participantes, 80 aceptaron
firmar una declaración, mientras que 13
(los miembros de los BRICS —Brasil,
India, China y Sudáfrica— además de México,
Armenia, Bahréin, Indonesia, Eslovaquia, Libia, Arabia Saudí, Tailandia y
Emiratos Árabes Unidos) se abstuvieron.
El
Presidente Zelensky sostuvo una
reunión con el Vicepresidente Vance,
que calificó como positiva. Ha dicho que su línea roja consiste en no reconocer los territorios conquistados
militarmente por Rusia
porque así lo manda su Constitución. También ha pedido a Trump que detenga “al loco
de Putin”, pues representa un peligro para el continente europeo, el cual pretende invadir este año. Pero Zelensky
ya no tiene poder de
negociación.
Ucrania
perdió la oportunidad de lograr
un acuerdo de paz con Rusia en Estambul en marzo de 2022, apenas un mes después de
iniciada la intervención militar, al dejarse presionar por enviados del
Reino Unido, Estados Unidos, entre
otros, quienes le garantizaron el suministro
de armas y el ingreso seguro a la OTAN.
Así, utilizó la vida de decenas de miles
de jóvenes ucranianos, y también rusos,
como moneda de cambio para continuar
una guerra auspiciada y promovida por
la OTAN.
Hoy Rusia espera con calma y, mientras tanto, avanza en la conquista de territorio ucraniano. Las autoridades no han participado en
la Conferencia de Seguridad de Múnich
porque no han sido invitadas. El portavoz del Kremlin, Dimitri Petkov, ha dicho que no
hay novedades de resolución del
conflicto.
Mientras
tanto, Trump sigue
haciendo cuentas y ha informado que Ucrania
ha “acordado en principio”
proporcionar a Estados
Unidos metales de tierras raras
por valor de 500.000 millones de dólares como
pago por la ayuda militar brindada por Estados Unidos. Para hacer las
cuentas enviará a Ucrania a Keith
Kellogg, encargado de elaborar la propuesta para poner fin a la guerra.
La guerra
provocada por la OTAN contra Rusia, bajo el liderazgo de Estados Unidos, en el territorio de
Ucrania, ha sido un fracaso para la Unión Europea y Ucrania, y un triunfo para Estados Unidos (que encabezó la provocación) y para Rusia, que emerge como uno de los pilares del mundo multipolar. Estados Unidos mudará sus cacharros bélicos
a Asia para combatir a su maligno rival.
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