domingo, 9 de febrero de 2025

SOCIÓLOGA: LINDA LEMA TUCKER: “NUESTRO BICENTENARIO HA PASADO SIN PENA NI GLORIA EN NUESTRO PAÍS” Mujeres: “Las Rabonas” en el Ejército de la Independencia.

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LAS RABONAS. MUJERES EN LAS GUERRAS DE LA INDEPENDNEICIAR. Rabona es como se conoce en Bolivia y Perú a la mujer que solía acompañar a los soldados de infantería en las marchas y campañas militares del siglo XIX. Su nombre deriva del hecho de que generalmente marchaba en la cola "rabo", de las columnas y aunque también se le conocía como cantinera, el término original era el más extendido. Funciones.  Al darse el alto, las rabonas preparaban la comida y atendían a sus maridos, parejas o familiares, reparando los uniformes y realizando otras tareas de cuidado, que en esa época podían considerarse de logística. La escritora peruana, nacida en Francia, de padre peruano.  Flora Tristán en su obra Peregrinaciones de una paria, que narra entre otras cosas los sucesos de la  Guerra Civil 1835. 1836, las llama las vivandières de la América del Sur, término utilizado en la Francia Napoleónica para referirse a las que acompañaban al ejército francés como cantineras o vendedoras de provisiones, aunque las características propias de las rabonas eran diferentes como refiere sorprendida la misma Flora Tristán.

“Las rabonas están armadas. Cargan sobre mulas las marmitas, las tiendas y en fin todo el bagaje. Arrastran en su séquito a una multitud de niños de toda edad. Hacen partir a sus mulas al trote, las siguen corriendo, trepan así las altas montañas cubiertas de nieve y atraviesan los ríos a nado llevando uno y a veces dos hijos a sus espaldas. Cuando llegan al lugar que se les ha asignado se ocupan primero en escoger el mejor sitio para acampar. Enseguida descargan las mulas, arman las tiendas, amamantan y acuestan a los niños, encienden los fuegos y cocinan. Si no están muy alejadas de un sitio habitado van en destacamento en busca de provisiones. Se arrojan sobre el pueblo como hambrientas y piden a los habitantes víveres para el ejército. Cuando los dan con buena voluntad no hacen daño alguno, pero cuando se les resiste se baten como leonas y con valor salvaje triunfan siempre de la resistencia...Estas mujeres proveen a las necesidades del soldado, lavan y componen sus vestidos...Viven con los soldados, comen con ellos, se detienen donde ellos acampan, están expuestas a los mismos peligros y soportan aún mayores fatigas...Cuando se piensa en que, además de llevar esta vida de penurias y peligros cumplen los deberes de la maternidad, se admira uno de lo que puedan resistir”.



Peregrinaciones de una paria1 Origen.  El origen de la rabona se remonta al ejército realista peruano de la guerra de independencia, donde los oficiales permitían que las mujeres de los reclutas, generalmente indígenas y mestizos de la Sierra, les acompañaran en campaña incluso con sus pequeños hijos a cuestas para de esta manera evitar la desmoralización y deserción de la tropa durante los primeros meses del adiestramiento. Con el tiempo muchas de ellas terminaban formando parte integrante del batallón y no era inusual que caído su hombre en combate le prodigaran los primeros auxilios o asistieran en su agonía llegando a tomar incluso el fusil de aquel para continuar combatiendo. Los hijos nacidos o criados en campaña solían pasar el resto de su vida ligados a la milicia incorporándose como tamborileros desde la niñez o como soldados desde la adolescencia.

El general español Andrés García Camba refiere en sus memorias como durante la batalla de Umachiri el campamento realista fue atacado por un numeroso contingente de rebeldes siendo que la defensa fue obra de los pocos soldados que se encontraban y las mujeres que acompañaban al ejército quienes dirigidos por un capellán lograron rechazar el ataque. El mismo oficial señala luego que en 1817 el virrey Pezuela trató infructuosamente de desterrar esta perniciosa costumbre de que un ejército de mujeres siguiera a las tropas en sus expediciones en el Alto Perú las cuales si bien ofrecían la conveniencia de preparar diligentes la comida de sus relacionados... aumentaban desmedidamente el consumo y eran una langosta para los pueblos, haciendas o rancherías por donde pasaban.  Un caso particular se presenta en las memorias del general argentino Gregorio Aráoz de Lamadrid, donde al narrar su última incursión en el Alto Perú en 1817 refiere:

Como no había yo permitido que siguiera a la división desde Tucumán, una sola mujer pues no sirven estas sino para montar los mejores caballos de los soldados, distraer a estos, consumirles sus vestuarios y merodear en las marchas cuanto encuentren a mano separándose de los caminos, di una fuerte orden a la división prohibiendo que siguiera mujer alguna, [...] más como podía haber entre ellas algunas mujeres legítimas dispuse que quedaran estas a cargo del gobierno [...] y que se les pasara una pequeña pensión a cuenta del haber de sus maridos hasta mi regreso, pues fueron muy pocas. Fuente. Wikepia.   “Peregrinaciones de una Paria”. / 9/02/2025/.

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SOCIÓLOGA: LINDA LEMA TUCKER: “NUESTRO BICENTENARIO HA PASADO SIN PENA NI GLORIA EN NUESTRO PAÍS”

Mujeres: “Las Rabonas” en el Ejército de la Independencia.

 

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Linda Lema Tucker y su nuevo título, “Libertadoras de la independencia del Perú. Junín y Ayacucho”, es un llamado por partida doble: a la reflexión y a la discusión. Libro que aclara dudas sobre la participación de la mujer en años capitales para la historia peruana, pero a la vez es un necesario llamado a la discusión por su vibrante actualidad. La autora pone los puntos sobre las íes.

 

Por. Gabriel Luis Ortega. Periodista.

Fuente. La República domingo 9 de febrero del 2025.

1824. Año clave para la historia peruana. Aunque tres años antes, en 1821, en una ceremonia realizada el sábado 28 de julio, el general José de San Martín había proclamado públicamente la independencia en la plaza Mayor de Lima. Basta ver el arco cronológico para deducir que el ánimo de la población no podía ser otro que el del escepticismo al tratarse de un conflicto que había empezado el 4 de noviembre de 1780 con la rebelión de Túpac Amaru. Por eso, son importantes las batallas de Junín (6 de agosto) y de Ayacucho (9 de diciembre) de 1824, eventos que en la práctica terminaron por firmar nuestra independencia y sobre los que tenemos una variada y sólida bibliografía.



El 2024 fue muy generoso en publicaciones que destacaban las dimensiones de estas batallas, con mayor razón cuando ambas cumplían 200 años. Varias de ellas tenían a la mujer como protagonista. En este escenario, la reconocida socióloga Linda Lema Tucker entregó Libertadoras de la independencia del Perú. Junín y Ayacucho (Mesa Redonda), el cual exhibe una característica a subrayar: la participación de la mujer indígena en sendas contiendas y en el proceso de la independencia.

“Esto va más allá de un trabajo académico, es también un modo de cómo uno ve la vida. El tema de la mujer siempre me ha interesado. Pero fundamentalmente yo me hago feminista en la década de los 80. Y en ese momento, en el Perú, salimos a las calles por primera vez las mujeres. En la avenida Wilson fue la primera manifestación de mujeres, era el año 1980, y protestamos por las mujeres que habían sido despedidas de sus trabajos”, declara Linda Lema Tucker para La República.

En el fragor de la protesta, Linda Lema se preguntaba cuál era la historia de las mujeres en el Perú. Los referentes mayores por aquel entonces eran, por ejemplo, Mercedes Cabello de Carbonera y Teresa González de Fanning, presentes en el imaginario porque así se llamaban un par de grandes unidades escolares. No había muchas referentes mujeres, no como las conocemos ahora.

“En mi casa empecé a revisar la colección de historia de Jorge Basadre y no pasó mucho tiempo para que ese mismo año, junto a otras mujeres, sacáramos la revista Mujer y sociedad. Las referentes feministas eran principalmente extranjeras”, señala la autora que en esta revista publicó un par de ensayos que no pasarían desapercibidos, como “De la penumbra del hogar a las primeras reivindicaciones feministas” y el otro sobre María Parado de Bellido y otras mujeres que, antes que profesoras, portaban la bandera del feminismo, lo cual despertó mucho interés. “Algún día escribiré sobre el feminismo de esos años”.



Basta ver el índice de Libertadoras de la independencia del Perú para constatar la intención de la autora al poner en relieve nombres que, hoy en día, deberían tener más resonancia. A saber: Micaela Bastidas, Tomasa Tito de Condemayta, Ventura Ccalamaqui, Brígida Silva de Ochoa y Matiaza Rimachi, más otros ya ubicados en el imaginario como Manuela Sáenz, una de las heroínas de la batalla de Ayacucho. Y, claro, a las heroínas anónimas durante la guerra de la independencia, más conocidas como las rabonas.

Cuando Linda Lema Tucker decidió emprender este proyecto, lo primero que supo era que el registro tenía que ser lo más asequible posible, lo cual agradece el potencial lector. Además, la tradición del (gran) ensayo está en el rubro de la difusión y no en el registro académico como erróneamente se cree. Esta claridad en la escritura permite detectar un elemento común en todas las mujeres abordadas por la autora en su libro: su cualidad de guerreras, de mujeres que van al frente, que no se dejan.


Manuela Sáenz en las Guerras de la Independencia. Junín y Ayacucho.

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En este libro me provoca mirar lo que no habíamos visto, que son los primeros años del siglo XIX. ¿Qué habíamos hecho las mujeres? Manuela Sáenz fue una figura silenciada por muchísimo tiempo y vinculada a Simón Bolívar como la amante y conocida como la amante”, dice la autora mientras observa los anaqueles de la librería El Virrey. “Desde la rebelión de Túpac Amaru, pasaron 44 años de guerra. Las mujeres debieron tener una participación que tenemos que mostrar. La mujer siempre ha estado presente, pero el registro histórico las ha borrado porque ha habido un concepto militar que dice que no debe haber mujeres en la guerra. Por eso aún se sigue aplaudiendo a San Martín”, precisa Linda Lema Tucker para luego añadir: “Nuestro bicentenario ha pasado sin pena ni gloria en nuestro país”. Efectivamente, el bicentenario no tuvo el protagonismo esperado y, tras lo indicado por la socióloga, ¿no se debió acaso a que la historia sobre nuestra independencia no se ha contado completa como para despertar una identificación en la población?

En el último lustro, se ha venido escribiendo, en ensayos y novelas históricas, sobre la participación de las rabonas en las batallas de Junín y Ayacucho. Para tener una idea más exacta de la segunda, la misma está considerada como una de las más grandes batallas de la humanidad, a 4 mil metros de altura y con una duración menor a las tres horas.



Las rabonas era mujeres que acompañaban a las tropas. Hubo rabonas en ambos bandos. No hubiésemos ganado la guerra sin ellas. Era un país convulsionado. No era una película de buenos contra malos. Por el lado realista, pongo al general Andrés García Camba, que estuvo en la batalla de Umachiri en 1815, cuyo ejército tenía rabonas. Hay que sacarnos la idea de que las rabonas solo cumplían labores domésticas. Ellas tomaron las armas, fueron espías y fueron parte de la logística militar. Hay que tener en cuenta que Perú era una colonia, todavía no era nación, menos una república. Las rabonas cuando acompañaban a las tropas, lo hacían con sus hijos, sus familias. Los altos jefes militares españoles eran racistas. Las rabonas eran de las comunidades indígenas, eran indias, pobres, quechuahablantes. La colonia con las mujeres fue terrible, hasta ahora no se ha escrito sobre ello. Hubo muchas violaciones. Pero las mujeres adquirieron un rol tan importante, por ejemplo, los españoles estaban muy preocupados por Micaela Bastidas y hasta llegaron a ofrecer una recompensa por ella. Micaela Bastidas era el cerebro y ellos lo sabían. La mujer ha cumplido un papel muy importante, y no solamente en el hecho de escribir y dirigir periódicos, en este entramado de la libertad del Perú, de la independencia”.



Si bien nuestra conversación con la socióloga va sobre la participación de las mujeres en la independencia, no deja de ser extraña la actualidad que despierta la palabra rabonas. Por las señas ofrecidas por Linda Lema Tucker, ¿no serían rabonas actuales las mujeres que llegan a Lima a reclamar por mejores condiciones de vida?

Pensemos en la participación de las mujeres en las protestas del 2022/2023 tras la llegada a la presidencia de Dina Boluarte. Linda Lema Tucker no lo duda:

“Ellas llegaron con sus hijitos desde el sur, fueron gaseadas y criticadas por una sociedad limeña que no entiende que en las guerras del Perú prehispánico también salían las mujeres a combatir. Las mujeres han sido importantes, están en nuestra memoria histórica y eso aún no se ha dicho. Estas mujeres rompieron cánones que en esos años era difícil romper, eran los cánones que la colonia había impuesto. No tenían opinión política, menos una posición militar en el ejército. Pensemos en Matiaza Rimachi, que organiza a sus mujeres para la batalla de Higos Urco de 1821 y la gana. Imagínate, era una vendedora pobre y quechuahablante. Así era la mayoría de las rabonas”. Una rabona actual, de acuerdo a lo dicho por la intelectual, vendría a ser Aída Aroni (falleció en mayo de 2024 a los 62 años), la luchadora social ayacuchana que se convirtió en símbolo de las protestas contra Dina Boluarte.


Aída Aroni, gran luchadora social ayacuchana.

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“Las rabonas que estuvieron con el ejército patriótico querían la libertad, querían romper con una colonia que en 300 años había hecho trizas a este país, desmantelando sus conceptos y tradiciones, esa es la diferencia con las que apoyaron al ejército realista”.

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