lunes, 1 de septiembre de 2025

HAITÍ, UCRANIA Y ARGENTINA: Elaborando el Estado fallido.

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“La tesis subyacente es mucho más cruda y reveladora, lo que se diagnostica como «fallido» rara vez es un Estado que ha colapsado por sí solo, sino más bien uno que ha sido metódica y deliberadamente rediseñado, despojado de su capacidad para servir al bien común y reconvertido en una máquina de extracción de rentas. Lo que denominamos Estado fallido constituye la máxima expresión de un poder distorsionado que ha encontrado en la fachada del caos, en el teatro de la ingobernabilidad, su instrumento de dominación y enriquecimiento más perfecto y opaco. Haití, Ucrania y Argentina, tres naciones en contextos aparentemente dispares, ofrecen un prisma devastador para observar este fenómeno global. No son ejemplos de Estados que han fracasado, sino de élites que han triunfado en su objetivo final: desmantelar el concepto de bien común y establecer, sobre sus ruinas, un Estado paralelo donde operan con total impunidad. El caos no es el problema; es la solución que han implementado para disfrazar el mayor de los saqueos.

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Fuentes: El tábano economista.

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HAITÍ, UCRANIA Y ARGENTINA: Elaborando el Estado fallido.

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Por Alejandro Marcó del Pont | 01/09/2025 | Economía

Fuente. Revista Rebelión lunes 1 de septiembre del 2025.

Lo que llamamos “falla” es, en realidad, un modo de gobierno muy exitoso para unos pocos (El Tábano Economista)

La narrativa convencional de las relaciones internacionales presenta al «Estado fallido» como una anomalía, un desastre político, un vacío de poder; un territorio sumido en el caos donde la ley ha sido reemplazada por la violencia primaria y donde la comunidad internacional debe debatir, con una mezcla de conmiseración y fastidio, la posibilidad de una intervención humanitaria o de estabilización, dependiendo siempre de su beneficio estratégico inmediato.

La tesis subyacente es mucho más cruda y reveladora, lo que se diagnostica como «fallido» rara vez es un Estado que ha colapsado por sí solo, sino más bien uno que ha sido metódica y deliberadamente rediseñado, despojado de su capacidad para servir al bien común y reconvertido en una máquina de extracción de rentas. Lo que denominamos Estado fallido constituye la máxima expresión de un poder distorsionado que ha encontrado en la fachada del caos, en el teatro de la ingobernabilidad, su instrumento de dominación y enriquecimiento más perfecto y opaco.

Haití, Ucrania y Argentina, tres naciones en contextos aparentemente dispares, ofrecen un prisma devastador para observar este fenómeno global. No son ejemplos de Estados que han fracasado, sino de élites que han triunfado en su objetivo final: desmantelar el concepto de bien común y establecer, sobre sus ruinas, un Estado paralelo donde operan con total impunidad. El caos no es el problema; es la solución que han implementado para disfrazar el mayor de los saqueos.



El caso de HAITÍ es el arquetipo más puro y brutal de esta dinámica. La narrativa internacional lo reduce a una tragedia perpetua, una sucesión de desastres naturales, golpes de Estado y violencia pandilleril que condenan a su población a una miseria insoluble. Esta lente ignora deliberadamente la ingeniería política que ha manufacturado esta realidad. Las pandillas que hoy siembran el terror en Puerto Príncipe y controlan el 90% de la capital no son entidades orgánicas surgidas de la marginalidad social. Son el producto de una estrategia deliberada de las élites económicas y políticas haitianas, en connivencia con intereses externos.

La ventaja estratégica para esta élite es monumental y multifacética. Bajo el manto protector de la «ingobernabilidad», operan con una impunidad absoluta, libres de cualquier fiscalización tributaria, laboral o judicial. El colapso deliberado del aparato estatal formal no significa una ausencia de gobierno, sino su privatización selectiva, donde las funciones más lucrativas son acaparadas por actores no estatales leales a sus patrocinadores. Las pandillas, en este esquema, actúan como brazo armado y socios comerciales, es decir, controlan los puertos críticos, imponiendo sus propios aranceles paralelos; dominan la cadena de suministros esenciales, desde alimentos hasta combustible; monopolizan la distribución de energía, creando escasez artificial para multiplicar sus ganancias en el mercado negro, y extorsionan a toda la actividad económica formal e informal, estableciendo un sistema de impuestos predatorios.

Los grandes conglomerados empresariales haitianos, dueños de la importación y la exportación, negocian con estas mismas pandillas para garantizar la seguridad de sus mercancías, externalizando el costo de la «protección» e integrando el precio de la extorsión como un simple gasto operativo más. La élite económica se beneficia de un sistema de extracción de riqueza que no requiere proporcionar servicios públicos, aportes, educación o salud a la población. La violencia pandilleril actúa como un muro de contención social, fragmentando cualquier posibilidad de organización popular que pueda desafiar el statu quo.



UCRANIA presenta una variante de este modelo, pero sofisticada, militarizada y legitimada por una guerra de defensa nacional. La narrativa dominante en Occidente es la de un Estado unificado, heroicamente defendiéndose de una agresión imperialista, mientras avanza por un camino virtuoso de reformas democráticas y lucha contra la corrupción. Esta visión, esencial para mantener el flujo de ayuda militar y financiera, choca frontalmente con una realidad interna mucho más compleja y adversa.

La guerra no ha erradicado las viejas estructuras de poder oligárquico; en muchos sentidos, las ha fortalecido y les ha proporcionado una cobertura patriótica perfecta. El caso del batallón Azov, ahora integrado formalmente en la Guardia Nacional, conservando una identidad, una cadena de mando y una ideología marcadamente autónomas, es quien gobierna Ucrania. Lo que comenzó como un regimiento de voluntarios se ha convertido en dos cuerpos de ejército con decenas de miles de soldados, un poder militar dentro del Estado.



Este poder no es neutral. Azov y otras unidades similares funcionan, en la práctica, como el brazo armado de una facción específica de la oligarquía y la ultraderecha ucraniana. Su función va más allá del campo de batalla. Garantizan un control territorial y económico sobre las zonas en las que operan, protegiendo los intereses de sus patrocinadores oligarcas y participando en el saqueo sistemático de los recursos que deberían estar destinados al esfuerzo de guerra. La corrupción endémica, denunciada incluso por los aliados occidentales de Ucrania, no es un fallo del sistema; es el sistema mismo. Es el Estado paralelo en acción, una estructura que utiliza los instrumentos formales del poder —leyes, decretos, sanciones— para enriquecer a una red de actores privados.

La movilización masiva, lejos de ser un acto de unidad nacional perfecta, ha expuesto la profunda fractura de clase que recorre la guerra. Como documentan analistas, se ha convertido en «una guerra librada por los pobres«. Las leyes de movilización, su aplicación, muestran una selectividad perversa. Mientras los jóvenes de las zonas rurales y las clases bajas son reclutados de forma compulsiva en las trincheras, las élites urbanas y los conectados con el poder pueden eludir el servicio con sobornos, certificados médicos falsos o simplemente abandonando el país. Simultáneamente, el gobierno de Zelensky, bajo la presión de la necesidad financiera y el mandato del FMI, ha implementado políticas fiscales profundamente regresivas, aumentando impuestos a la población ya agotada y recortando gastos sociales.

La guerra, por tanto, funciona como una pantalla de humo gigantesca que permite un doble movimiento: la concentración extrema de la riqueza en manos de una oligarquía militarizada extranjerizada y la transferencia de todo el costo humano y económico hacia los sectores más vulnerables de la sociedad. El heroísmo del soldado en el frente es la narrativa que esconde la impunidad del saqueo en la retaguardia.



ARGENTINA ofrece la versión posmoderna y financiarizada del Estado fallido fabricado, la obsesión de un Estado paralelo. Aquí, el instrumento de dominación no son las pandillas armadas o los batallones ultranacionalistas, sino el capital financiero internacional y sus socios locales. El relato fantasma que se vende es el de un país crónicamente ingobernable, víctima de su propio populismo, que existe al borde del abismo macroeconómico por su incapacidad para vivir dentro de sus posibilidades (déficit fiscal). Este relato omite cuidadosamente que el colapso fiscal permanente es un negocio extraordinariamente lucrativo para una élite específica.

El mecanismo es diabólico en su simpleza: un sector de la oligarquía argentina, profundamente vinculado a los monopolios de exportación de commodities (agro, energía y minería) y los grandes grupos económicos financieros, necesita evadir impuestos, quitar regulaciones, fugar capitales externalizando sus ganancias en dólares. Para ello, requiere mantener al Estado en una situación de crisis de deuda perpetua.

El endeudamiento externo masivo no es un accidente; es una herramienta de política económica. Cada préstamo del FMI, cada emisión de bonos de deuda, viene acompañado de condicionalidades que exigen recortes salvajes en el gasto público, privatizaciones y desregulaciones. Estos ajustes, presentados como «medidas de saneamiento», tienen un efecto inmediato: debilitan al Estado como regulador y como proveedor de servicios, transfiriendo ese poder y esos recursos al sector privado.

Los «dueños del sector externo», se benefician doblemente, primero, especulan con los dólares para pagar la deuda externa, después con la deuda interna (comprando bonos a precios de quiebra y cobrando su valor total o prestándole al estado con tasas de interés inaceptables), y segundo, operan en un mercado laboral cada vez más desregulado donde pueden maximizar sus ganancias sin restricciones, exportar en dólares y pagar en pesos. El gobierno de Javier Milei, lejos de ser un iconoclasta que rompe con el sistema, es la expresión más pura y radical de esta lógica. Su «plan de ajuste hasta los huesos» no es más que la aceleración final de un proceso de décadas: el desmantelamiento metódico del Estado nacional para servir a los intereses de una plutocracia financiera.

Los recientes casos de corrupción que acechan a su gobierno, incluyendo las acusaciones contra su hermana, la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, por la contratación de funcionarios con sobresueldos en negro y la manipulación de la cadena de pagos del Estado, sobre todo de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), sacarles a los discapacitados para su bolsillono es una anomalía. Son la consecuencia natural de un proyecto que concibe el Estado no como un árbitro del bien común, sino como un botín a repartir entre los leales. La retórica anarcocapitalista de «destruir el Estado» se traduce, en la práctica, de entregar lo que queda de él.



La «libertad» que pregona es, en esencia, la libertad de que esa élite opere sin fiscalización, sin impuestos y sin rendir cuentas a una sociedad a la que se mantiene en un estado de shock permanente mediante la inflación, variaciones en el tipo de cambio y recesión. El caos económico no es un efecto colateral no deseado; es el ambiente necesario para este gran rediseño a favor de que unos pocos concentren los dólar. El Estado fallido argentino es una hoja de cálculos en Excel, una crisis de deuda cuidadosamente orquestada que enriquece a los mismos que predican la austeridad para los demás.

La conclusión que emerge de este análisis trilateral es tan contundente como inquietante para el orden internacional establecido. La idea convencional del Estado fallido como un accidente de la historia o una patología exclusiva del Sur global es un mito útil, un relato que debe ser deconstruido con urgencia. Haití, Ucrania y Argentina, cada uno a su manera, demuestran con crudeza que el «fracaso» estatal es, con frecuencia, la forma más pura de éxito para las élites depredadoras locales y globales.

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domingo, 31 de agosto de 2025

CHILE. LAS ELECCIONES NACIONALES. LOS CANDIDATOS DE LOS EXTREMOS POLITICOS, DERECHA E IZQUIERDA DEMOCRÁTICA. La ventaja de los candidatos extremos.

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“Conscientes están de que las desigualdades se han pronunciado, la cesantía incrementado tanto como las listas de espera en los hospitales y el enorme déficit de viviendas. Lo cierto es que para las patronales habría sido preferible la elección de un nuevo gobierno de centro-izquierda o de centro-derecha, pero ya no hay nada que hacer al respecto con las actuales inclinaciones políticas del electorado. En este sentido, es patético lo ocurrido con la Democracia Cristiana, partido que parece profundamente escindido entre los que se sumaron a la candidatura oficialista y los que quedaron a la deriva sin contar con un candidato propio. En los últimos días, varios próceres de la Falange, como Andrés Zaldívar y prácticamente todos los ex presidentes de la colectividad, han anunciado que no votarán por la candidata comunista. Insinuando que en la primera vuelta preferirán dejar en blanco o anular su voto, así como que en la segunda ronda apoyarán incluso al mismo Kast.

“El propio ex presidente Eduardo Frei se ha declarado en rebeldía respecto de la decisión de su partido de sumarse al comando de la candidata del oficialismo. Su renuencia a irrumpir con una candidatura presidencial propia ha desatado que muchas figuras de derecha a izquierda lamenten su decisión al hacer inevitable el triunfo de uno de los candidatos de los extremos del arcoíris político nacional. Lo positivo de todo esto son justamente los desacuerdos que han prevalecido en la conformación de las listas parlamentarias, lo que hace posible que varios referentes pegados como amebas de los partidos mayores desaparezcan, por fin, ante sus magros resultados.

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Candidatos Presidenciales. Elecciones nacionales. Chile. Noviembre del 2025. José Antonio Kast de la Extrema Derecha ya Jeannette Jara de la Izquierda Democrática. 

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CHILE. LAS ELECCIONES NACIONALES. LOS CANDIDATOS DE LOS EXTREMOS POLITICOS, DERECHA E IZQUIERDA DEMOCRÁTICA.

La ventaja de los candidatos extremos.

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 Por Juan Pablo Cárdenas S.*

Fuente Firmas Selectas.

 Prensa Latina. domingo 21 de agosto del 2025.

Si tomamos en consideración lo que dicen las encuestas, las candidaturas presidenciales que tienen mejor opción de triunfo son las de la comunista Jeannette Jara y la del republicano José Antonio Kast.

El resultado de las primarias oficialistas sepultó las opciones de la centro-izquierda o del llamado socialismo democrático. Por el otro lado, son ahora los mismos sondeos los que nos indican que la candidata de la centro-derecha, Evelyn Matthei, no logra repuntar en intención de voto.

Sin embargo, todavía quedan varias semanas de campaña y las otras opciones podrían ganar adherentes.

 

Franco Parisini. Un candidato que puede generar muchas sorpresas en la Política. 

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Es el caso del candidato Franco Parisi, del Partido de la Gente, que en muy poco tiempo se ha empinado a los primeros lugares de esta contienda.

Por más que Jeannette Jara procure soslayar su militancia comunista, y se desdiga de varias de sus radicales afirmaciones del pasado, la campaña anticomunista ejercida en su contra ha sido efectiva, aunque a pesar de ello mantiene aún un lugar de privilegio en los sondeos.

Asimismo, las acusaciones contra Kast, por su afinidad con el Golpe Militar de 1973, lo que han logrado es avivar el pinochetismo que se encontraba dormido en toda la derecha y en millones de chilenos. Incluso en algunas concentraciones políticas han empezado a lucir afiches y pancartas en pro del ex Dictador.

Los intentos de los partidos por conformar sus listas de candidatos al Parlamento han resentido a los referentes menores, tanto así que dentro del oficialismo ya no parece posible una lista única. El ex presidenciable Jaime Mulet como Acción Humanista han decidido competir por separado, lo que ha remecido al oficialismo y al propio Primer Mandatario. Veremos en los próximos días cuánto afectará esto a Jeannette Jara, quien varias veces auguró que sus partidarios serían capaces de ponerse de acuerdo en la conformación de una plantilla única.

En la derecha ya existen dos grandes postulaciones parlamentarias y se supone que al menos otras dos se sumaran a la competencia.
Tampoco aquí se logró la lista única, aunque esto poco le ha importado a José Antonio Kast quien declaró que no será tan importante asegurar una mayoría de diputados y senadores en su favor. De resultar elegido, dice que podrá recurrir a decretos leyes para imponer las reformas que se propone. Un anuncio que le ha permitido a sus detractores acusarlo de anti democrático, como de imitar al presidente salvadoreño Nayib Bukele.

Fueron muchas las expresiones de lado y lado en favor de las posturas de centro, pero sin duda no lograron prender en un electorado que se ha radicalizado y es muy crítico de los gobiernos de la Concertación y de la Nueva Mayoría. Al mismo tiempo que de las tibias posiciones del centro derecha, gracias a la cuales el gobierno de Gabriel Boric ha logrado obtener mayoría legislativa para varias de sus iniciativas, especialmente en materia previsional y de seguridad.

No hay duda que el factor “corrupción” incidirá mucho en los resultados electorales. Especialmente, debiera afectar la candidatura presidencial del oficialismo, aunque es evidente que este fenómeno ha ensuciado transversalmente a la política, si se consideran los miles de millones derivados, solo en el caso “fundaciones”, a los bolsillos de operadores políticos y partidos de lado y lado.

Sin embargo, lo que más influirá en los resultados de noviembre próximo será la lacra de la inseguridad y esa seguidilla cotidiana de secuestros, asaltos y muertes provocados por el crimen organizado y la penetración del narcotráfico en las instituciones de Estado, la propia judicatura, las policías y cárceles.


Presidente hoy. Gabriel Boric. Avanzó políticamente en la consolidación de la Democracia.

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Los chilenos no salen de su estupor al conocer de delitos criminales que muy pocas veces se manifestaron en la historia policial chilena. Una situación que todos los sectores políticos prometen encarar, pero que afecta especialmente la credibilidad de los referentes oficialistas y del propio gobierno de Gabriel Boric.

Aunque para algunos parezca una nimiedad, el jefe de estado y sus ministros siguen renuentes a someterse a los test de drogas mandatados por ley, lo que lleva a la oposición a declararlos incapaces de enfrentar a las bandas de narcotraficantes “debido a sus eventuales adicciones”.

Contrario a lo que tanto se prometió, la verdad es que hasta aquí tenemos varios candidatos presidenciales sin que ninguno haya presentado al país su programa de gobierno. Algo que preocupa especialmente a las organizaciones empresariales que, simpatizando como siempre con las opciones de derecha, hoy están inquietas por la posibilidad de que se instale en La Moneda la candidata comunista. Al mismo tiempo temen que un presidente de ultraderecha pueda avivar las convulsiones sociales, incluso la posibilidad de un nuevo estallido social.

Conscientes están de que las desigualdades se han pronunciado, la cesantía incrementado tanto como las listas de espera en los
hospitales y el enorme déficit de viviendas.

Lo cierto es que para las patronales habría sido preferible la elección de un nuevo gobierno de centro-izquierda o de centro-derecha, pero ya no hay nada que hacer al respecto con las actuales inclinaciones políticas del electorado.

En este sentido, es patético lo ocurrido con la Democracia Cristiana, partido que parece profundamente escindido entre los que se sumaron a la candidatura oficialista y los que quedaron a la deriva sin contar con un candidato propio.

En los últimos días, varios próceres de la Falange, como Andrés Zaldívar y prácticamente todos los ex presidentes de la colectividad, han anunciado que no votarán por la candidata comunista. Insinuando que en la primera vuelta preferirán dejar en blanco o anular su voto, así como que en la segunda ronda apoyarán incluso al mismo Kast.

El propio ex presidente Eduardo Frei se ha declarado en rebeldía respecto de la decisión de su partido de sumarse al comando de la candidata del oficialismo. Su renuencia a irrumpir con una candidatura presidencial propia ha desatado que muchas figuras de derecha a izquierda lamenten su decisión al hacer inevitable el triunfo de uno de los candidatos de los extremos del arcoíris político nacional.

Lo positivo de todo esto son justamente los desacuerdos que han prevalecido en la conformación de las listas parlamentarias, lo que hace posible que varios referentes pegados como amebas de los partidos mayores desaparezcan, por fin, ante sus magros resultados.

Veinte son las colectividades que tienen representación en el Congreso Nacional, muchos de ellos no por el voto ciudadano, sino por sus continuas divisiones.

Además de lo anterior, hay que consignar que al menos un 20 por ciento de los encuestados declara no tener preferencia electoral, entre los cuales se debe considerar a los que anularán su voto en señal de repudio a todas las opciones.

  

Marco Enríquez Ominami.  Ya pasó su tiempo.

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Aquí es donde podrían conquistar algunos votantes las otras candidaturas presidenciales, como la de Marco Enríquez Ominami, que por quinta vez postula a la Presidencia de la República. Además de la del ex dirigente deportivo Harold Mayne Nicholls y la del candidato anarquista Eduardo Artés, quien por tercera vez busca entrar a la carrera presidencial. Ellos, por ahora, marcan hasta un dos por ciento de la intención del voto.

Especialmente en el extranjero, llama la atención que siempre tengamos tantos candidatos para todos los cargos de representación ciudadana. Esto se explica en otra de las indecencias políticas que es la obligación que tiene nuestro Servicio Electoral de otorgar ingentes sumas de dinero a los candidatos para cubrir sus gastos de campaña, así como otra gran cantidad para quienes resulten electos.

Un enorme “incentivo” que comprueba aquello de que la política, lejos de constituir un servicio público en nuestro país, es uno de los mejores negocios que, entre otras impudicias, lleva a varios de los más añosos parlamentarios a postularse una y otra vez a sus cargos.

Porque mientras en las cortes de justicia se le pone término a los magistrados y jueces al cumplir los 75 años, en la política no hay límite de edad. Aunque algunos de ellos claramente sufran los estragos inclementes del tiempo.

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Juan Pablo Cárdenas S.*. Juan Pablo Cárdenas Squella es un periodista y profesor universitario de vasta trayectoria. En el 2005 recibió en premio nacional de Periodismo y, antes, la Pluma de Oro de la Libertad, otorgada por la Federación Mundial de la Prensa. También obtuvo el Premio Latinoamericano de Periodismo, la Houten Cámara de Holanda (1989) entre otras múltiples distinciones nacionales y extranjeras. Forma parte de los sesenta periodistas del mundo considerados Héroes de la Libertad de Expresión, reconocimiento hecho por la Federación Internacional de Periodistas.

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sábado, 30 de agosto de 2025

LA ESTRATEGIA ESTADOUNIDENSE PARA EL DOMINIO MUNDIAL CON LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL.

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“Mientras tanto la gobernanza se vuelve cada día más autoritaria en los EEUU de Trump, con intervenciones políticas que alcanzan a empresas individuales. Se está agotando la posibilidad de convencer a los países socios de los estadounidenses de que adopten importaciones de IA integrales (donde las empresas estadounidenses venden acceso a plataformas en lugar de productos). Los gobiernos están aprendiendo de sus errores en la guerra comercial e invirtiendo en alternativas soberanas con la esperanza de evitar dependencias críticas. Garantizar la transparencia y los requisitos de seguridad, así como incorporar protecciones contractuales contra la interrupción del servicio, podría ser útil a corto plazo, pero las coaliciones con democracias afines para fomentar ecosistemas de IA alternativos, libres de cambios unilaterales en las políticas estadounidenses, serán más sostenibles. 

"La disyuntiva que enfrentan los líderes mundiales no es entre el dominio estadounidense o chino de la IA, sino entre la soberanía tecnológica y el colonialismo digital. Cada confrontación comercial debería enseñar a los socios potenciales que las relaciones comerciales de hoy pueden convertirse en la herramienta coercitiva del mañana. Las guerras comerciales demuestran hasta dónde está dispuesto a llegar Trump. El Plan de Acción de IA ofrece al presidente los medios para ampliar y hacer más permanente su visión imperial.

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LA ESTRATEGIA ESTADOUNIDENSE PARA EL DOMINIO MUNDIAL CON LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL.

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La dependencia de la IA es particularmente peligrosa por su opacidad… Con la integración de estas tecnologías en los sistemas de infraestructura, defensa y seguridad, hay mucho en juego

Por. Michael Hudson, Observatorio Crisis.

Fuente. Jaque al Neoliberalismo.

Sábado 30 de agosto del 2025.

El comercio de cualquier país con EEUU puede ser utilizado como arma convirtiéndolo en una relación de dependencia.

Durante muchos años, los estrategas estadounidenses utilizaron su dominio de las exportaciones de granos y del comercio mundial de petróleo como arma. Amenazaron con matar de hambre a China cuando intentaron impedir la revolución de Mao (las sanciones fueron rotas por Canadá) y con las exportaciones de petróleo trataron de impedir la compra del petróleo ruso, iraquí y sirio.

En el ámbito tecnológico, EEUU utilizó las exportaciones de armas como una herramienta similar para imponer relaciones de dependencia. La compra de aeronaves, submarinos, barcos y otras armas estadounidenses requiere reparaciones y repuestos casi constantes. EEUU puede cerrar el grifo a los países que utilizan armas estadounidenses con fines militares no autorizados por EEUU.



Hoy la IA se ha convertido en el ámbito clave para asegurar una ventaja tecnológica estadounidense. Europa comprende que, si Trump logra bloquear la capacidad europea para regular la IA, la obligará a depender de las corporaciones estadounidenses de IA y de las plataformas de internet. Dependencia similar ocurrirá con los fabricantes de chips y, por ende, de las computadoras, teléfonos y otros productos en los que los estrategas de seguridad nacional estadounidenses pueden implementar geolocalizadores e interruptores de seguridad.

China reconoce esta amenaza y recientemente decidió no confiar en los chips Nvidia por temor a que se instalen este tipo de interruptores.

La contraestrategia de China --y de Asia y los BRICS en su conjunto-- consiste en abrir su IA y la tecnología de la información relacionada (programándolas en código abierto). Esto impide la posibilidad de imponer puertas traseras como geolocalizadores, interruptores de seguridad y espionaje.

Europa reconoce esta estrategia y está intentando evitar quedar atrapada en las fuentes de alta tecnología estadounidenses. Esto quedó claramente explicado en un artículo de opinión de Marietje Schaake en «Cuidado con el colonialismo de la IA en EEUU», Financial Times (21 de agosto de 2025):

Las guerras comerciales de Trump están dando al mundo una dura lección: las dependencias se convierten en armas. En opinión de la Casa Blanca, el comercio internacional es de suma cero. Con su Plan de Acción de IA, que promete un dominio tecnológico indiscutible, el nuevo control y dominio es evidente.



¿Reconocerá el resto del mundo que adoptar la inteligencia artificial estadounidense ofrece a Trump una herramienta de coerción aún más potente?

Desde sus aranceles del «Día de la Liberación», Trump ha emprendido una agresiva campaña para obtener concesiones de los socios comerciales de EEUU. Décadas de integración comercial significan que no hay un camino fácil para volver al punto de partida. Las dependencias son profundas y el desarrollo de mercados alternativos, cadenas de suministro y flujos de bienes y servicios requiere tiempo.

Con la IA, aún no existe tal entrelazamiento global. Entonces, ¿por qué un país cedería voluntariamente más influencia a la Casa Blanca?

La IA es un proyecto ideológico de la administración Trump, y el Plan de Acción de IA de Trump establece una clara estrategia para la hegemonía tecnológica estadounidense. Sus pilares se centran en impulsar el desarrollo y la adopción de la IA a nivel nacional, con el objetivo de generar beneficios económicos y evitar el uso de modelos progresistas como el Chino. Esta es la arquitectura que espera obligar a que el mundo adopte.

Más que las tecnologías anteriores, los sistemas de IA crean dependencias excepcionalmente vulnerables. Los algoritmos no son transparentes y pueden manipularse para sesgar los resultados, ya sea desafiando las normas antimonopolio o apoyando el proteccionismo.

Con un grupo significativo de directores ejecutivos del sector tecnológico estadounidense prometiendo lealtad a esta administración, la sinergia entre las agendas políticas y corporativas es evidente. Las empresas de IA incluso han desplegado miembros de sus equipos en las Fuerzas Armadas estadounidenses.

Las posibilidades de instrumentalización son amplias. Tomemos como ejemplo la Ley de la Nube, que obliga a los proveedores nacionales de servicios de nube, cuyos sistemas dominan el mundo, a divulgar datos extranjeros almacenados.

Es fácil ver cómo la tecnología puede convertirse en una moneda de cambio aún más importante en la política exterior estadounidense. Al igual que con el acero o los productos farmacéuticos, Trump puede simplemente imponer un arancel a los servicios de inteligencia artificial o a elementos críticos de la cadena de suministro.

La administración ya está presionando a la UE para que debilite su Ley de Servicios Digitales y consideró aprovechar los aranceles para forzar un cambio en las leyes de seguridad en línea del Reino Unido a principios de este año.

Lo que hace que la dependencia de la IA sea particularmente peligrosa es su opacidad. A diferencia del comercio de bienes físicos, los procesos de toma de decisiones de la IA suelen ser cajas negras, lo que hace que la manipulación sea casi imposible de detectar. Estos sistemas se integran profundamente en procesos críticos, con altos costos de reemplazo.



Muchos países ya tienen una dependencia significativa de las empresas tecnológicas estadounidenses. Si se añade la IA, los poderosos efectos de dependencia se intensificarían. El rápido ritmo de su evolución dificulta que los proveedores alternativos mantengan alternativas competitivas, lo que añade efectos de cuellos de botella. Con la integración de estas tecnologías en los sistemas de infraestructura, defensa y seguridad, hay mucho en juego.

La administración Trump presenta falsamente la carrera de la IA como una competencia entre modelos democráticos y autoritarios. Sin embargo, esto oculta una realidad preocupante para EEUU: la brecha entre los enfoques estadounidenses y chinos en los avances tecnológicos se está reduciendo y China ha ganado batallas importantes con su software libre.

Mientras tanto la gobernanza se vuelve cada día más autoritaria en los EEUU de Trump, con intervenciones políticas que alcanzan a empresas individuales. Se está agotando la posibilidad de convencer a los países socios de los estadounidenses de que adopten importaciones de IA integrales (donde las empresas estadounidenses venden acceso a plataformas en lugar de productos).

Los gobiernos están aprendiendo de sus errores en la guerra comercial e invirtiendo en alternativas soberanas con la esperanza de evitar dependencias críticas. Garantizar la transparencia y los requisitos de seguridad, así como incorporar protecciones contractuales contra la interrupción del servicio, podría ser útil a corto plazo, pero las coaliciones con democracias afines para fomentar ecosistemas de IA alternativos, libres de cambios unilaterales en las políticas estadounidenses, serán más sostenibles.

La disyuntiva que enfrentan los líderes mundiales no es entre el dominio estadounidense o chino de la IA, sino entre la soberanía tecnológica y el colonialismo digital. Cada confrontación comercial debería enseñar a los socios potenciales que las relaciones comerciales de hoy pueden convertirse en la herramienta coercitiva del mañana.

Las guerras comerciales demuestran hasta dónde está dispuesto a llegar Trump. El Plan de Acción de IA ofrece al presidente los medios para ampliar y hacer más permanente su visión imperial.

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