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“Un ejemplo desde México para luchar
contra el trigo transgénico. En octubre de 2020, la Argentina aprobó el trigo transgénico HB4, el primer trigo modificado
genéticamente del mundo —patentado por las empresas Bioceres-Florimond Desprez—, y, dos años después, habilitó
su comercialización, luego de que
fuera aprobado en otros países productores como Brasil, Australia y Nueva Zelanda. Organizaciones campesinas,
ambientales y científicas, como ocurrió en México, rechazaron su
aprobación y denunciaron los peligros, sin embargo, no se logró ni que
el Poder Ejecutivo dé marcha atrás ni
que el Poder Judicial avance
confirme las medidas cautelares presentadas. Con su experiencia al frente de la
Campaña sin maíz no hay país, San Vicente Tello señala que, como todos los transgénicos, el trigo representa “un gran
riesgo”. “Ya sabemos lo que generó en la
salud y cómo avanzó esta agricultura industrializada en el Cono Sur, que
tristemente se los llama la ‘República unida de la soja’. Es una lucha de largo
aliento, como hemos dicho siempre, es una lucha por la vida y no nos
rendiremos. Pienso que el pueblo argentino también es sabio y sabrá encontrar
sus caminos para seguir luchando”, confió.
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Fuentes: Tierra viva [Foto: Campaña "Sin maíz no hay país"]
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«SIN
MAÍZ NO HAY PAÍS»:
UN
MOVIMIENTO SOCIAL A FAVOR DEL CAMPO Y LA ALIMENTACIÓN.
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Por Ana Valtriani | 09/10/2025 | Ecología social.
Fuentes.
Revista Rebelión jueves 9 de octubre del 2025.
En México, cuna del maíz, una red de organizaciones reclamó desde 2007
la protección del cultivo nativo frente a los transgénicos y el derecho a una
alimentación sana y nutritiva. La campaña creó la celebración del Día del Maíz
y logró frenar el cultivo genéticamente modificado. En marzo, el Congreso
mexicano le dio protección constitucional. Adelita San Vicente Tello, referente
de la campaña, repasa la historia.
Desde México
Adelita San Vicente Tello es ingeniera agrónoma, con especialización en agroecología y maestría en desarrollo rural, durante años estuvo al frente de la campaña Sin maíz no hay país, espacio que logró un hito en la historia de México y del mundo. En marzo de este año, el Congreso modificó los artículos 4 y 27 de la Constitución para declarar al país como un territorio libre de modificación genética en el maíz, alimento central en esas latitudes. México, que resistió las presiones del lobby transgénico estadounidense, celebra cada 29 de septiembre el Día del Maíz. Y este es el primer año con ese cultivo protegido por la Carta Magna.
Sin maíz no hay país
La
campaña sin maíz no
hay país surgió en 2007 —“hace 18 años,
ya cumplió su mayoría de edad”, bromea San Vicente Tello— como una
articulación de organizaciones
campesinas, de derechos humanos, ambientales y científicas, una red de redes.
El antecedente había sido una red de organizaciones sólo campesinas que en 2001 se reunieron bajo el nombre de “El campo no aguanta más”.
En
2007, el motivo de la ampliación de aquella red —a la que se
sumaron organizaciones como Greenpeace—
fue la renegociación del Tratado de
Libre Comercio de América del Norte —acuerdo entre México, Estados Unidos y Canadá— firmado en 1994. La propuesta de las organizaciones que integran la campaña
era renegociar el capítulo agropecuario, porque “ha sido algo muy determinante para la agricultura y para la
alimentación en México”, sostiene la ingeniera agrónoma y asegura que
ampliar la red de organizaciones mostraba que
“el problema del campo atañe también a la gente de la ciudad”. “Salvemos
al campo para salvar a México. ¡Pon a México en tu boca!”, era la consigna
para convocar a la ciudadanía.
“Si bien en un principio demandamos
al Gobierno que renegocie el TLCAN y luego que no permitiera la siembra de maíz
transgénico, llegó un momento en que gracias a las organizaciones de derechos
humanos, y en especial al padre Miguel Concha,
comprendimos que teníamos derechos y que no sólo teníamos que exigirle al Poder
Ejecutivo. Entonces, teníamos que exigir nuestros derechos y usar instrumentos
legales”, marca San Vicente Tello, integrante también de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad.
Ese
fue el primer paso
para iniciar una demanda colectiva cautelar, en 2013, para proteger el maíz demandando a empresas como Pionner
—ahora fusionada dentro de Corteva Agriscience— y al propio Poder Ejecutivo por “contaminar la biodiversidad del maíz”.
La medida cautelar fue resuelta a favor del colectivo y, desde entonces, la siembra de maíz transgénico está
suspendida. Según la Comisión
Nacional para el Conocimiento y Uso
de la Biodiversidad (Conabio) de las 220 razas de maíz existentes, 64
tienen presencia en suelo mexicano y 59
son nativas.
“Fue un logro súper importante y nos
llevó a otras luchas, como incluir el derecho a una alimentación
nutritiva, suficiente y de calidad en la Constitución y, recientemente, incluir
en la Constitución la prohibición de la siembra de maíz transgénico en México”,
destaca la ingeniera agrónoma, que fue representante legal de la demanda
colectiva que logró suspender jurídicamente la siembra de maíz transgénico.Como parte de la campaña, en 2009, se comenzó a
celebrar el Día del Maíz cada 29 de
septiembre. “Es una celebración como
son las de los pueblos originarios y campesinos, con muchas fiestas
alrededor del ciclo agrícola. Una celebración de la cosecha que se realiza en
muchos lugares del país y en la que los campesinos te regalan maíz al pie del
campo. En 2009, lo hicimos en la plaza principal de México, en el Zócalo, y
logramos que se reprodujera en más de 100 lugares hasta en Alemania. Fue un
éxito”, recuerda San Vicente Tello
e indica que la fecha se instaló y
oficializó con el respaldo del gobierno de Morena —fuerza política fundada
por Andrés Manuel López Obrador, que
gobierna desde 2018, ahora bajo el
mandato de Claudia Sheinbaum—
“La campaña ha innovado como un movimiento social a favor del campo y de la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad”, destaca la ingeniera agrónoma.
La amenaza transgénica sobre el
maíz
La
Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) en México ordena que los estudios tengan una fase experimental, piloto y luego a
campo abierto. La presión de las multinacionales
por introducir sus variedades encendió
las alertas cuando se obtuvieron los permisos en fase experimental y se
probaron casos de contaminación cruzada
entre maíces nativos y modificados genéticamente.
“El maíz es un cultivo de
polinización cruzada. Cada granito tiene su propio papá, digamos. Entonces el
polen puede volar y, rápidamente, como se demostró, puede haber contaminación
con transgénicos. Se halló hasta en la sierra, en una zona muy lejana y ese fue
un signo de alarma. ¡Se está contaminando el maíz!”.
Las consecuencias de la contaminación de los cultivos nativos con los transgénicos trae consecuencias “en todos los niveles”, señala San Vicente Tello, y habla de
investigaciones del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías
(Conahcyt) que han mostrado cómo pueden generar modificaciones a nivel fisiológico, hasta la preocupación de asociación de esos cultivos transgénicos con el glifosato.
“Pero lo que más nos preocupa es el tema de las patentes. ¿Sabemos que
con los transgénicos las empresas de tecnología de ingeniería genética lograron
patentar la vida? Algo que antes no era posible”, señala
y marca que, además de contaminar los
cultivos nativos y la salud, a partir del uso de agrotóxicos, podría ocurrir que llegarán las empresas a cobrar por sus patentes.
“Perderíamos
y estaríamos sujetos a que en su momento Monsanto, ahora Monsanto-Bayer, vengan a
cobrar los derechos de propiedad. ¡Por nuestra planta milenaria!”, insiste la agrónoma y retoma los años de recorrer las oficinas del Poder Judicial
para promover la demanda que frenó el cultivo de maíz en México.
“Cuando hicimos la demanda colectiva que fuimos a ver, no sé qué cantidad de jueces, más de 100 jueces; cada vez que les decíamos que estaba en peligro el maíz, los mismos jueces reaccionaban. ¿Cómo es nuestro maíz? ¡No, cómo se van a apropiar de algo tan sensible como nuestro!”, recuerda.
“El maíz está en nuestro
corazón”
El
maíz no tiene su cuna solo en México sino en la región denominada Mesoamérica,
que se extiende desde suelo mexicano hacia al sur hasta Nicaragua y Costa Rica.
“En esta zona ocurrió la domesticación de origen y la diversificación
constante del maíz. Aquí están los tipos simples que son los parientes
silvestres más antiguos. Esto es muy relevante porque es el reservorio genético
para la reproducción de todo el maíz que existe en el mundo, que hoy es el
cultivo alimentario más importante. No solo porque se utiliza en la mayor parte
de los productos industrializados, ya sea en forma de almidón o de azúcar, sino
que también por sus características biológicas de adaptabilidad”, explica San
Vicente Tello y reivindica: “El maíz salió de Mesoamérica y conquistó el
mundo”.
La
ingeniera agrónoma
destaca que esto se debe a su gran adaptabilidad,
que le permite crecer a 3500 metros
sobre el nivel del mar en Perú o en el llano desde Sudamérica a Sudáfrica y
de allí a Europa del este. Además de
su adaptabilidad se siguen descubriendo beneficios de cada especie, muy
valiosas frente al cambio climático. En
Oaxaca, región del sur de México, se descubrieron maíces en cuyas raíces se
fijan bacterias que permiten fijar nitrógeno en el suelo. Su gran
adaptabilidad, explica San Vicente Tello, llevó a que este cultivo milenario
sea sobre el que más experimentos de modificación genética se hayan realizado e
incluso haber sido el cultivo con el que se inició el camino de “mejoramiento genético” de la
denominada Revolución Verde de fines
de la década del 60. “Nosotros le
decimos mejoramiento ancestral”, contrapone la integrante de la
campaña. Norman Borlaug, el agrónomo y genetista estadounidense al
que se conoce como padre de la “Revolución
Verde”, viajó a México y creó allí
el Cimmyt (Centro Internacional de
Mejoramiento de Maíz y Trigo).
“Para las los mexicanos el maíz es un signo, es un símbolo de identidad. Hay quienes dicen que México huele a maíz. Mañana, tarde y noche es nuestro principal alimento. Entonces, en México, es sumamente relevante. Por eso, la celebración del Día del Maíz tiene en su logo, un corazón de maíz. El maíz está en nuestro corazón”, define San Vicente Tello.
Un ejemplo desde México para luchar
contra el trigo transgénico
En
octubre de 2020, la
Argentina aprobó el trigo transgénico HB4, el primer trigo modificado
genéticamente del mundo —patentado por las empresas Bioceres-Florimond Desprez—, y, dos años después, habilitó
su comercialización, luego de que
fuera aprobado en otros países productores como Brasil, Australia y Nueva Zelanda.Organizaciones campesinas,
ambientales y científicas, como ocurrió en México, rechazaron su
aprobación y denunciaron los peligros, sin embargo, no se logró ni que
el Poder Ejecutivo dé marcha atrás ni
que el Poder Judicial avance
confirme las medidas cautelares presentadas.
Con
su experiencia al frente de la Campaña sin maíz no hay país, San Vicente Tello señala que, como todos los transgénicos, el trigo representa “un gran
riesgo”.
“Ya sabemos lo que generó en la salud
y cómo avanzó esta agricultura industrializada en el Cono Sur, que tristemente
se los llama la ‘República unida de la soja’. Es una lucha de largo aliento,
como hemos dicho siempre, es una lucha por la vida y no nos rendiremos. Pienso
que el pueblo argentino también es sabio y sabrá encontrar sus caminos para
seguir luchando”, confió.
Ana Valtriani es ingeniera agrónoma e integrante de la Red de Cátedras
Libres de Soberanía Alimentaria (Red CALISAS)
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