sábado, 20 de noviembre de 2010

Surge una nueva dimensión internacional tras la cumbre del G-20.

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Asimismo, emplazará poco a poco el poderío estadounidense, compartiendo ese poder que antes era exclusivo para esa gran nación del norte, dominadora y ganadora de la Guerra Fría, pero golpeada y venida a menos después de los atentados terroristas del 11-S y su abstracción del mundo real por llevar a cabo una “venganza” que nueve y siete años después los ha empantanado y distraído, dando lo lugar a lo que Zakaria (2008) denominó como el “ascenso” de otras naciones, que se han ido convirtiendo en polos de poder.
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Liderazgo global del G-20, carece de Unidad interna, con varios poderes regionales descentralizados.

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Surge una nueva dimensión internacional tras la cumbre del G-20.

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Ricardo A. De León Borge.

Jueves 18 de noviembre del 2010. Confidencial. Opinión.

La dinámica de las relaciones internacionales nos presenta que nada es estático en este mundo. Los recientes acuerdos en el G-20, demuestran cómo el mundo es cada día más interdependiente y globalizado, dando lugar a poderes emergentes que hace algunos años no se tenían en cuenta en las grandes visiones y teorías de los internacionalistas.

En la reunión celebrada en Corea del Sur, el grupo de los 20 inició una reunión llena de dudas y ataques ante la llamada “guerra de divisas” que se había generado y estaba sembrando semillas de miedo y de posibles conflictos, tanto económicos, financieros y comerciales como políticos.

Sin embargo, se logró un acuerdo histórico para reformar el Fondo Monetario Internacional, lo que representa un hito en cuando a organizaciones internacionales se refiere. Como se recordará, el FMI fue creado en el sistema de Bretton Woods después de las II Guerra Mundial y que supuso una reconfiguración total de las relaciones internacionales y económicas internacionales. "Esta supone la mayor reforma en el sistema de gobierno de la institución", expresó el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn.

La reforma, algo sumamente necesaria –como debería ser las Naciones Unidas en todos sus ámbitos-, ante los inmensos cambios que se han ido generando al final de la Guerra Fría y después de los atentados terroristas del 11-S, precisa un momento histórico y de oportunidades nunca antes vista para naciones que no forman parte de las élites sistémicas mundiales, tales como el Consejo de Seguridad de la ONU y el G-7 ampliado, por lo que representa un gran paso hacia una mayor democratización institucional de las organizaciones internacionales, de la cual puedan participar países que representen intereses de continentes como el americano, asiático y africano.

Esta reforma tendrá como mayor beneficiario a China Continental, que poco a poco se va insertando en la lógica de la globalización económica –que para muchos sería algo así como el “neoliberalismo”- con razones de mucho peso y en la vía de mantenerse como un país fuerte, pero sobretodo con muestras de ser un serio aspirante a darle un giro al orden mundial imperante. Pero también otros países que ganarán poder son los mismos que con China forman el grupo denominado BRICh (economías emergentes), que incluye a Brasil, Rusia y la India. Estas cuatro naciones estarán ya facultadas con poder de voto al más alto nivel.

En esta misma lógica, el nuevo orden mundial que se está gestando será aún más multilateral, con mayores cuotas para fortalecer la democratización de Organismos internacionales y regionales, que serán apoyados por naciones emergentes y ávidas de cambiar la anacrónica arquitectura internacional, que data del fin de la II Guerra Mundial.

Estará marcado este nuevo orden mundial por naciones emergentes que se han convertido en algunas de las principales potencias económicas, procesos que han tenido que mantener, dinamizar y visibilizar por 15, 20 o más años. Dando cabida en muchas ocasiones a programas económicos y fiscales que en su momento fueron despreciados por los habitantes de estos ahora países, económicamente fuertes económicamente y políticamente influyentes.

Asimismo, emplazará poco a poco el poderío estadounidense, compartiendo ese poder que antes era exclusivo para esa gran nación del norte, dominadora y ganadora de la Guerra Fría, pero golpeada y venida a menos después de los atentados terroristas del 11-S y su abstracción del mundo real por llevar a cabo una “venganza” que nueve y siete años después los ha empantanado y distraído, dando lo lugar a lo que Zakaria (2008) denominó como el “ascenso” de otras naciones, que se han ido convirtiendo en polos de poder.

Cabe resaltar que esta reforma tiene que ser tomada como la bandera del cambio, como la primera piedra que se coloca para la edificación de un orden económico y financiero más abierto y consciente de los cambios que ocurren, teniendo presentes que las relaciones internacionales son dinámicas, complejas y cambiantes, por lo tanto la institucionalidad internacional debe acoplarse a estos cambios que dan como resultado un orden o desorden internacional. *****

MsC en Relaciones Internacionales, Profesor Universitario.

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