sábado, 22 de agosto de 2015

LAS CIFRAS DE LA DEUDA 2015.

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A pesar de que las génesis de la deuda del Sur y del Norte tengan diferencias, encontramos similitudes sobre todo en los mecanismos que las generan y agravan y en las consecuencias que ocasionan. En primer lugar, cuando estallan las crisis de deuda la reacción clásica ha sido recetar medidas de austeridad, que acaban empeorando la situación y convirtiendo el endeudamiento en estructural. Comienza una espiral que se retroalimenta y de la que no se puede salir. Estas políticas conllevan el progresivo empobrecimiento de la mayor parte de la población, junto con la creciente acumulación de recursos por parte de las élites. Las desigualdades se agravan y el poder de los ricos aumenta, propiciando el llamado goteo inverso. Esta es la situación en la cual las rentas de las capas bajas son absorbidas (por medio de los intereses de los permanentes préstamos, la socialización de las pérdidas, las amnistías fiscales...) por el 10% más rico.

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LAS CIFRAS DE  LA DEUDA 2015.
Comité para la anulación de la deuda del Tercer Mundo. (CADTM)
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Marta Luengo.

El salmón contracorriente.

Sábado 22 de agosto del 2015.

El Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo reedita en 2015 su informe Las cifras de la deuda en el que, desde hace años, busca describir el “sistema deuda” del que se ha revestido la globalización. Exponen todo un elenco de datos que no deja lugar a dudas de quién se beneficia con este sistema. Gracias al estudio podemos ver cómo el mecanismo que se usó en un principio en los llamados países del Sur, se ha ido aplicando también en el Norte, especialmente a partir de 2008.

Deuda y desigualdad

Una de las ideas que este documento quiere resaltar es la fuerte relación entre endeudamiento y desigualdad. El informe habla de “escándalo mundial de primer orden” para referirse a esta situación. Para justificar esta aseveración aportan algunos datos reveladores. En 2013 el 0.7% de la población mundial (32 millones de personas) acaparaba el 41% de la riqueza, mientras que el 68.7% (3.200 millones) se tenía que repartir solo el 3% de la riqueza. Son datos que ha confirmado otro documento de Intermón Oxfam, que afirma que las 80 personas más ricas del mundo tienen la misma riqueza que el 50% más pobre. Para colmo, estos datos forman parte de una tendencia que va a más: el mundo cada vez es más desigual y cada vez hay mayor concentración de la riqueza.

Según el informe, las causas del aumento de la desigualdad son tres: el empeoramiento de la participación de los salarios en el PIB, el aumento de la regresividad fiscal y el aumento de las desigualdades de género.
La deuda del sur

En la génesis de la deuda del Sur hay que señalar varios factores. En primer lugar, en la década de los 70 se experimenta la profundización de la globalización con su hecho más determinante, la liberalización de los movimientos de capitales. Además, en aquellos años los bancos occidentales se encontraron con liquidez extra gracias a los petrodólares, que necesitaban invertir para obtener beneficio.

Por otro lado, los países pobres, que necesitaban fondos para financiar proyectos para industrializarse, aceptaron gustosamente los préstamos que les ofrecían. Las condiciones de éstos incluían tipos de interés variable, que los hicieron atractivos en principio. Estos tipos estaban vinculados al tipo de interés oficial estadounidense, el cual subió enormemente a finales de los 70. De unos tipos del 4-5% se pasó al 16-18%. A ello se unió la caída de los precios de las materias primas de las que tan dependientes eran los países en desarrollo. De la noche a la mañana, el monto a reembolsar era mucho mayor, mientras los ingresos decrecían. El mecanismo por el cual un préstamo inicial se convertía en una bola de nieve que iba en caída y aumentando su volumen estaba en marcha.

Las cifras muestran a las claras que el problema no hace más que aumentar. Desde los años 70 hasta 2012 los montos de África y Oriente Medio, por un lado, Asia y países PECOT, por otro, y, finalmente, América Latina, se multiplicaron por 73, 102 y 165 veces, respectivamente.

Sin embargo, el dato que delata la flagrante estafa del mecanismo de la deuda salta cuando calculamos cuántas veces se ha pagado el monto inicial. África y Oriente Medio pagaron 145 veces su deuda inicial, Asia (y PECOT) 163 veces, pero la palma se la lleva América Latina, que ha pagado 407 veces su monto inicial. Resulta evidente que la deuda externa se ha convertido en un “instrumento de bombeo de recursos económicos de los países en desarrollo a los países acreedores”. Tanto es así, que si se calculan las transferencias netas se puede concluir que los “países en desarrollo son acreedores netos de los países desarrollados”.

La deuda del norte

La génesis de la deuda del Norte nos es más conocida puesto que su explosión se da con la crisis de 2008. Para el caso europeo, en el informe nos señalan cuatro causas. Primera: los ingresos tributarios han ido decayendo debido a las políticas neoliberales de adelgazamiento del Estado. Además y debido a Maastricht, se impide que los Estados se financien por medio de bancos centrales, lo que resulta bastante más caro. En tercer lugar, las medidas de austeridad fervientemente aplicadas y, por último, los rescates bancarios realizados en toda la Unión Europea.

La gigantesca suma de dinero entregada solícitamente a los bancos, además de ayudas como avales y otras garantías, supone una sangría sin igual. Se trata, como dice el informe, “de una verdadera bomba de tiempo para los Estados que, además de la socialización de las pérdidas, socializan los riesgos de las finanzas privadas”.

De tanta gravedad como el hecho anterior es la mencionada imposibilidad de que los Estados se financien a través de bancos centrales. Esto conlleva que los Estados paguen un precio mucho más alto para financiarse. Se ha calculado el sobrecoste pagado por algunos países. Por ejemplo, si Bélgica hubiera tenido un banco central que le financiase, su deuda habría estado alrededor de 34% en 2012, en lugar del 100% que acumuló. Para el caso español, Eduardo Garzón ha calculado que tal dato habría sido del 14% en lugar del 87%.

El informe también describe la evolución de la deuda de los Estado Unidos, cuyo vertiginoso aumento hunde sus raíces en la década de los setenta, cuando se instaura el “sistema deuda” que hoy conocemos. Con la crisis, las cifras del rescate bancario estadounidense son escandalosas y alcanzan más de 3 billones en ayudas directas.

Un mismo sistema.

A pesar de que las génesis de la deuda del Sur y del Norte tengan diferencias, encontramos similitudes sobre todo en los mecanismos que las generan y agravan y en las consecuencias que ocasionan.

En primer lugar, cuando estallan las crisis de deuda la reacción clásica ha sido recetar medidas de austeridad, que acaban empeorando la situación y convirtiendo el endeudamiento en estructural. Comienza una espiral que se retroalimenta y de la que no se puede salir. Estas políticas conllevan el progresivo empobrecimiento de la mayor parte de la población, junto con la creciente acumulación de recursos por parte de las élites. Las desigualdades se agravan y el poder de los ricos aumenta, propiciando el llamado goteo inverso. Esta es la situación en la cual las rentas de las capas bajas son absorbidas (por medio de los intereses de los permanentes préstamos, la socialización de las pérdidas, las amnistías fiscales...) por el 10% más rico.

En conclusión, “el sistema deuda implica la utilización de recursos públicos para pagar a los acreedores en detrimento de la satisfacción de necesidades y derechos de la población”. No dejen de leer el informe si quieren saber qué propone CADTM para intentar parar esta rueda.

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