martes, 10 de mayo de 2016

SORPRENDENTE GIRO EN BRASIL: ANULAN IMPEACHMENT CONTRA DILMA ROUSSEFF. ¿DE QUÉ SE TRATA LA CRISIS BRASILEÑA?

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¿DE QUÉ SE TRATA LA CRISIS BRASILEÑA?
La derecha fue derrotada sucesivamente cuatro veces seguidas, tiene todas las posibilidades de seguir perdiendo frente a la candidatura de Lula, y por eso resolvió abandonar la disputa electoral y buscar un atajo para volver al gobierno. De eso trata la crisis brasileña, de un golpe blando, que trata de reimplantar el programa neoliberal derrotado siempre por los brasileños. El primer intento, a los pocos días de la nueva derrota electoral, en 2014, fue el recuento de los votos, que no les resultó. Enseguida vinieron las acusaciones de corrupción, y lo cierto es que ninguna de ellas tenía algún fundamento. El mismo Lula sigue viviendo en el mismo departamento en la periferia de San Pablo donde vivía antes de ser el presidente más exitoso de la historia del país; no posee ninguna otra propiedad.

En ese momento la derecha pasó a intentar el impeachment, (Juicio Político) sin que existiera nada que probara un crimen de responsabilidad. Simplemente se valen de un Congreso elegido con el poder del dinero, dado que por primera vez todo el gran empresariado estuvo en contra de la elección de un presidente en Brasil. El más corrupto de los políticos brasileños, Eduardo Cunha, se valió de eso para elegir una enorme bancada de parlamentarios conservadores, que todo el país ha podido retratar en poco tiempo no sin cierta vergüenza. No existe argumento jurídico, es una decisión política de sacar a una presidenta. Ahora se preparan para gobernar, aunque Michel Temer se dice interino. Pero el economista neoliberal y banquero Henrique Meirelles ya anuncia medidas como la reducción del presupuesto en educación, medidas en contra de los derechos de los trabajadores, un durísimo ajuste fiscal, mientras que se anuncia que solo un 5% de los que reciben la Bolsa Família lo seguirían haciendo, lo cual significa quitar ese apoyo a 40 millones de brasileños.


La conciencia de que la democracia es el marco que ha posibilitado la conquista de tantos derechos y de que su ruptura será un proceso en contra de esos derechos, ha generado la oleada de manifestaciones populares más grande en la historia de Brasil. Movilizaciones que integraron a jóvenes, mujeres, hinchas de fútbol, artistas, intelectuales, movimientos sociales, sindicatos, los sin tierra, los sin techo, juristas, y amplios sectores de la opinión pública y de la sociedad brasileña. Al mismo tiempo, cuenta con una condena internacional unánime, de los medios a las organizaciones, de la ONU a la CEPAL, de la OEA al MERCOSUR y a UNASUR y a  CELAC. Frente a esa situación, crece enormemente la reivindicación de nuevas elecciones, apoyada incluso por sectores favorables al impeachment, como el periódico Folha de Sao Paulo y Marina Silva. Propuestas que no prosperan en el Congreso, pero que puede finalmente concretarse por la vía del Senado a través de la convocatoria de un plebiscito en el que se le pregunte al pueblo si quiere nuevas elecciones.


Total, es un período de disputa, que viene para largo en Brasil. A la derecha le interesa valerse de un gobierno sin apoyo popular (Temer tiene el 1% del respaldo en las encuestas, lideradas por Lula) y sin legitimidad, para pasar un paquete de revancha social, similar al de Mauricio Macri en Argentina. Y buscar algún pretexto para intentar sacar a Lula de la vida política, porque todo lo que hagan allanará todavía más su camino. Para la izquierda se trata, todavía, de impedir que se concrete el golpe y, en caso de que se dé, pelear por nuevas elecciones inmediatas, alternativa que tiene un apoyo ampliamente mayoritario de la población. En cualquier caso, la inestabilidad aumenta y no disminuye con el proceso de impeachment, de modo que Brasil saldrá de la crisis como un país diferente. Emir Sader, Público.es.- Domingo 8 de mayo del 2016.

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SORPRENDENTE GIRO EN BRASIL:

ANULAN IMPEACHMENT CONTRA DILMA ROUSSEFF.

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El presidente interino de la Cámara de Diputados, Waldir Maranhão, anuló este lunes el proceso de 'impeachment' (juicio político) lanzado contra la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, en el Congreso. Según ha podido saber el diario local Folha de Sao Paulo, Maranhão sostiene que la votación llevada a cabo en la Cámara Baja para impulsar el 'impeachment' sobrepasó los límites de la denuncia contra Rousseff por un "crimen de responsabilidad". El delito que se le imputa a Rousseff es aumentar el gasto público en plena campaña para la reelección en 2014 sin recabar antes la autorización del Congreso, lo que se conoce popularmente como 'pedaladas fiscales'. Según una auditoría realizada en octubre por el Tribunal de Cuentas (TCU), existen varias irregularidades contables en los presupuestos de 2014 por valor de 40.000 millones de reales (1.728 millones de euros). Por esta razón, este tribunal ha rechazado las cuentas del Ejecutivo de 2014, alegando que estaban maquilladas. Solo hay un precedente como ese, que se remonta a 1937. Además, había indicios de pedaladas también en las cuentas públicas de 2015.

Sin embargo, para Maranhão el debate en la cámara baja se centró en la presunta implicación de Rousseff en el escándalo de corrupción en Petrobras, cuestión que no está comprendida en la denuncia del 'impeachment'. El presidente interino indicó que aceptó una demanda de la Abogacía General del Estado, que defiende a Rousseff y exigió la "nulidad" de la sesión del pasado 17 de abril, en que 367 de los 513 diputados aceptaron las denuncias contra la mandataria y dieron lugar al trámite. Maranhão llegó al cargo la semana pasada, después de que el Tribunal Supremo decidiera cesar a Eduardo Cunha -impulsor del juicio político contra la Presidenta- por usar la Cámara de Diputados en beneficio propio. Maranhão explicó que uno de los "vicios" detectados en esa sesión consistió en que los partidos políticos representados en la Cámara Baja orientaron el voto de sus diputados, lo que no tendría que haber ocurrido en una decisión de esa naturaleza. "Los partidos políticos no podían orientar una cuestión para que sus parlamentarios votasen de un modo u otro, toda vez que debían hacerlo de acuerdo a sus convicciones personales y libremente", aseguró. También informó que ha pedido al Senado que devuelva el proceso a esa instancia, pese a que la Cámara Alta se apresta para celebrar la votación definitiva sobre la posible apertura de un juicio político a Rousseff. La intención de Maranhao es que la votación en la Cámara Baja se repita, lo que pudiera ocurrir cinco días después de que el Senado devuelva el proceso, según explicó en una nota oficial.


El Gobierno y la Abogacía General del Estado han alegado que el proceso para la posible destitución de Rousseff comenzó por una supuesta "venganza" de Cunha, salpicado por la corrupción en la empresa estatal Petrobras. La decisión de Maranhão, la primera que adopta desde que reemplazó a Cunha la semana pasada, ha dejado en el limbo la votación que debería celebrar el Senado, que estaba previsto que comenzara el próximo miércoles. Si el pleno del Senado votase y, por mayoría simple de sus 81 miembros, se inclinase por la apertura del proceso, Rousseff sería separada del cargo durante los 180 días que puede durar el juicio y durante ese período sería reemplazada por el vicepresidente Michel Temer, también enemistado con Rousseff, quien completaría el mandato que vence el 1 de enero de 2019. La propia Rouseff pidió "cautela" ante la decisión, pues todavía desconoce "las consecuencias" que eso pudiera tener. "Sé que un recurso [contra el proceso] fue aceptado", y "no puedo fingir que no estoy sabiendo", declaró la gobernante en un acto con cientos de estudiantes y profesores, a los que pidió "cautela", porque "vivimos una coyuntura de mañas y artimañas". Rousseff apuntó que, aún sin saber las consecuencias legales de esa decisión, "es necesario continuar percibiendo lo que está en curso", que volvió a definir como un "golpe contra la democracia", contra su mandato y contra los programas sociales de su Gobierno.


UN GOLPE BLANDO.
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Emir Sader.

Página /12 lunes 9 de mayo del 2016.
La derecha fue derrotada sucesivamente cuatro veces seguidas, tiene todas las posibilidades de seguir perdiendo frente a la candidatura de Lula, y por eso resolvió abandonar la disputa electoral y buscar un atajo para volver al gobierno. De eso se trata la crisis brasileña, de un golpe blando, que trata de reimplantar el programa neoliberal derrotado siempre por los brasileños.
El primer intento, a los pocos días de la nueva derrota electoral, en 2014, fue el recuento de los votos, que no les resultó. Enseguida vinieron las acusaciones de corrupción, siendo que ninguna de ellas tuvo fundamento. El mismo Lula sigue viviendo en el mismo departamento en la periferia de San Pablo donde vivía antes de ser el presidente más exitoso de la historia del país; no posee ninguna otra propiedad.
En ese momento la derecha pasó a intentar el impeachment, sin que existiera nada que probara un crimen de responsabilidad. Simplemente se valen de un Congreso elegido con el poder del dinero, dado que por primera vez todo el gran empresariado estuvo en contra de la elección de un presidente en Brasil. El más corrupto de los políticos brasileños, Eduardo Cunha, se valió de eso para elegir una enorme bancada de parlamentarios conservadores, a los que el país vio avergonzado quiénes son. No existe argumento jurídico, es una decisión política de sacar a una presidenta.
Ahora se preparan para gobernar, aunque Michel Temer se dice interino. Pero el economista neoliberal y banquero Henrique Meirelles ya anuncia medidas como la reducción del presupuesto en educación, medidas en contra de los derechos de los trabajadores, un durísimo ajuste fiscal, mientras que se anuncia que solo un 5 por ciento de los que reciben el bolsa familia lo seguirían haciendo, lo cual significa quitar ese apoyo a 40 millones de brasileños.
La conciencia de que la democracia es el marco que ha posibilitado la conquista de tantos derechos y de que su ruptura será un proceso en contra de esos derechos, ha generado la ola de manifestaciones populares más grande en la historia de Brasil. Que integró a los protestas a los jóvenes, a las mujeres, a los hinchas de fútbol, a los movimientos hiphop de los negros de las periferias de las grandes ciudades, a artistas, a intelectuales, a todos los movimientos sociales, de los sindicatos a los sin tierra, pasando por los sin techo, a juristas, a todo lo más expresivo de la opinión publica y de la sociedad brasileña. Al mismo tiempo, cuenta con una codena internacional unánime, de los medios a las organizaciones, de la ONU a la Cepal, de la OEA al Mercosur y a Unasur y a Celac.
Frente a esa situación, crece enormemente la reivindicación de nuevas elecciones, apoyada incluso por sectores favorables al impeachment, como el periódico Folha de Sao Paulo y Marina Silva. Propuestas que se chocará con el mismo Congreso, pero que puede concretarse por otra vía: por la convocatoria por el Senado de un plebiscito en el que se le pregunte al pueblo si quiere nuevas elecciones.
Total, es un período de disputa, que viene para largo en Brasil. A la derecha le interesa valerse de un gobierno sin apoyo popular (Temer tiene el 1 por ciento de preferencias en las encuestas, lideradas por Lula) y sin legitimidad, para pasar un paquete de revancha social, similar al de Mauricio Macri en Argentina. Y buscar algún pretexto para intentar sacar a Lula de la vida política, porque todo lo que hagan allanará todavía más el camino para Lula.
Para la izquierda se trata, todavía, de impedir que se concrete el golpe y, en caso de que se dé, pelear por nuevas elecciones inmediatas, alternativa que tiene un apoyo ampliamente mayoritario de la población. En cualquier caso, la inestabilidad aumenta y no disminuye con el proceso de impeachment y Brasil saldrá un país distinto de la crisis.
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