“La situación de la CIDH es otra
expresión de la crisis que afecta al sistema panamericano monroista. La
decisión de Almagro genera una gran contradicción porque por una parte
desconoce el hecho jurídico que se deriva de la autonomía que ese organismo
tiene respecto de la OEA mientras que, por la otra, pone en evidencia su
subordinación de facto al Departamento de Estado como todos los organismos
regionales que nacieron bajo el influjo anti comunista de los años de la bipolaridad
posterior a la segunda guerra mundial. Hernández afirma que la decisión de
Almagro no tiene precedentes y quebraría una tradición de más de 20 años en
la cual “la Comisión elige y la OEA designa”, lo cual no significa nada
para Almagro en el deseo de hacer patente su servil talante ante Washington.
(Almagro de la OEA, es un asalariado del gobierno
de Estados Unidos. Un individuo sin patria, porque el Frente
Amplio que por entonces era gobierno en Uruguay, primero lo expulso y después NO tiene Patria”
Según el laureado periodista colombiano
Gonzalo Guillén, en un artículo publicado en el periódico “La
Nueva Prensa” de Bogotá el pasado 31 de agosto, la actuación de Almagro se
sustenta en su carácter corrupto que lo llevó a pagar un “precio
indecoroso” para completar los votos que le faltaban para hacerse reelegir
como Secretario General de la OEA. Guillén dice que además de las
prebendas que da el cargo de secretario general, Almagro necesita aferrarse a
él, porque está muerto políticamente en su país
Uruguay, toda vez que la izquierda lo considera un traidor y a la derecha no le
brinda confianza.
“En este contexto es que -siguiendo el
razonamiento de Guillén- Almagro recibió el apoyo de algunos países que le
pidieron a cambio la cabeza de Abrão. Así mismo asegura que uno de esos
países es Colombia “por medio de su cuestionado embajador ante la OEA, el
oscuro ex procurador Alejandro Ordóñez (neonazi, misógino, racista, corrupto
y homofóbico)”. Recordando la novela de George Orwell que le da
título a este artículo, pareciera que las medidas implementadas por Trump en su
“patio trasero” han ido tan lejos que han generado una “rebelión en la granja” en la que los animales se
pelean para obtener lo que creen es un mejor gobierno que no se diferencia
mucho del que existe. Como en la obra, la corrupción, los intereses mezquinos y
la búsqueda de beneficios de grupos y facciones
están concurriendo para la construcción de una nueva forma de poder y
dominación que podría ser peor que la que le antecede”.
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ANÉRICA LATINA. ESTADOS UNIDOS.
REBELIÓN EN LA GRANJA.
*****
Sergio Rodríguez Golfenstein.
América Latina en Movimiento.
ALAI jueves 3 de setiembre del 2020.
En su afán de destrucción del sistema multilateral
Donald Trump no se para ni siquiera en el a vasallaje de aquellas instituciones
creadas por Estados Unidos para sostener su dominio imperial. Esto es particularmente ostensible en América
Latina y el Caribe donde no contento con todos los desmanes que realizan
tales instituciones con el aval de la potencia hegemónica, las arma y desarma a
su antojo.
El caso más palpable fue cuando ante la impotencia
y el fracaso de la OEA en su intento por derrocar al gobierno de
Venezuela, agrupó a sus súbditos quienes en la capital peruana tomaron el
bastón para aspirar a conseguir lo que la OEA no pudo. Al final, todo
terminó en una bufonada más a cargo del director de la CIA que funge
como secretario de Estado.
Se ha hecho más evidente que nunca que la política
exterior de Estados Unidos no puede
obtener logros a través de las vías diplomáticas proclives a la negociación y
el diálogo y solo se puede imponer a través del sometimiento, la fuerza, la
amenaza y el chantaje. Por supuesto, en América Latina y el Caribe tiene
éxito porque las élites de derecha no tienen empacho en someterse, ser sujetos
de amenaza y chantaje y aceptar la fuerza sin importar los intereses nacionales
ni la soberanía, si de defender sus mezquinos intereses se trata.
Pero ahora el afán imperial ha ido mucho más allá,
pasando a subyugar a sus propios adláteres quienes intentan débiles quejidos
que son solo expresión del desmoronamiento del sistema panamericano y
monroista por acción del propio amo imperial cuando ha podido constatar la
inutilidad de estructuras que se proponían sostener el dominio neocolonial
haciendo un uso oscuro e interesado del derecho internacional.
Eso ya no les sirve, no han podido doblegar a Cuba,
no han logrado derrocar a los gobiernos de Venezuela y Nicaragua, no han
podido construir mayorías que avalen el avasallamiento. Entonces, ha entendido
que se ha llegado a una situación de obsolescencia de tales estructuras y ha
decidido intervenirlas, a pesar de la protesta de algunos que con anterioridad
fueron sus súbditos.
Un escenario de esta rebelión de los lacayos se
está desarrollando en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el
que Trump decidió violentar un acuerdo verbal por el que el presidente de dicho
organismo siempre sería un latinoamericano. Así ha sido desde su fundación, lo
cual ha permitido al ente financiero mantener un maquillaje como institución
autónoma. Sin embargo, el presidente de Estados Unidos ha decidido
imponer a un candidato propio. El designado es Mauricio Claver-Carone,
pupilo de Marco Rubio quien ya había sido colocado en la Casa Blanca
como una de las cuotas de la ultra derecha terrorista cubano-americana
en el gobierno de Trump, en este caso para ocupar el puesto de Asistente
Especial del Presidente y Director de Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional de Estados
Unidos, desde donde se dirige toda la furia anti cubana y anti
venezolana del estado norteamericano. A cambio, Rubio debe aportar los
votos de la Florida para la reelección de Trump.
La decisión cayó como una bomba en los países
subordinados de América Latina y el Caribe. Lo cierto es que Trump no ha violado ninguna ley escrita, solo un
acuerdo verbal de hace casi 60 años. Incluso un grupo de ex presidentes
latinoamericanos que durante su mandato mantuvieron una perruna subordinación a
Estados Unidos, hoy manifiestan que la decisión de Trump es “una gravísima
violación del acuerdo político fundamental con el cual nació” [el BID].
En una carta hecha pública el pasado 26 de agosto,
Fernando Henrique Cardoso, Felipe González, Ricardo Lagos, Julio María
Sanguinetti, Juan Manuel Santos y Ernesto Zedillo opinaron que tal hecho “rompe la lógica y
la sabiduría de aquel acuerdo político fundacional”. Alegan que ahora no
hubo ninguna discusión referida al tema, califican la medida de “ruptura
mayor” y solicitan reflexionar “porque esa nominación constituye una
grave falta de respeto hacia las reglas de convivencia hemisférica e
internacional y ciertamente una seria agresión a la dignidad latinoamericana”.
Los ex presidentes reconocen que Estados Unidos
cuenta con los votos de Brasil, Colombia y Guaidó (a quien el BID transformó en
país) y que bastaría agregar a “uno o dos países adicionales” para que el
candidato de Trump, logre su “reprobable propósito”.
En esta insólita declaración propia de los niños
que lloran cuando le quitan el juguete, estos ex mandatarios quienes mientras
se mantuvieron en la presidencia de sus países jamás hicieron declaración
alguna en defensa del respeto a la dignidad de los pueblos de nuestra región y
de rechazo a la permanente agresión de Estados Unidos a América Latina, ahora,
que no tienen poder alguno, advierten que:
“Por su forma y
fondo, esta sería una imposición arbitraria, que no dudamos acarrearía
consecuencias muy negativas para el devenir de la institución y el futuro de la
relación entre Estados Unidos y América Latina. El daño para el BID sería
irreparable”.
Finalmente aseguraron que la elección del próximo
presidente del BID pautada para este mes de septiembre carece de legitimidad y
debería considerarse nula por lo que hacen un llamado a los países miembros del
BID para que se den cuenta que el nuevo presidente del organismo podría surgir
de un “acto carente de legitimidad histórica y política”. El
problema es que Claver-Carone dice ya contar con los 15 votos necesarios para
su elección incluyendo los de algunos de los países de donde provienen estos ex
presidentes. Sus gobernantes actuales han preferido optar por su
lealtad al amo imperial en detrimento de la defensa de los intereses nacionales
que sus colegas retirados dicen representar.
En otro ámbito, también dentro del sistema
panamericano, utilizando esta vez a Almagro, Estados Unidos ha decidido
intervenir la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a
solicitud de Argentina (durante el mandato de Mauricio Macri), Colombia,
Paraguay, Brasil y Chile que no vieron con buenos ojos que el jefe de este
organismo extralimitara sus funciones de perseguir a los gobiernos adversados
por Estados Unidos para investigar a aquellos que tienen aval imperial para
cometer todo tipo de desmanes en materia de derechos humanos. Estos países
quieren hacer valer su autonomía como naciones por encima de la CIDH, lo
cual genera una insubordinada reacción que Washington no puede aceptar so pena
de desmoronamiento del sistema imperial. En paralelo, emerge una contradicción
derivada de que estos países son leales apoyos a la política exterior de la
potencia norteamericana.
A pesar de haber sido elegido por unanimidad para
un nuevo período en la secretaría general de la CIDH, el brasileño Paulo
Abrão ha sido destituido por Almagro. La decisión inconsulta e ilegal del
secretario general de la OEA se hizo bajo la justificación de que
existen denuncias administrativas contra el brasileño, pero como es habitual
cuando se posee el resguardo de Washington, no presentó ninguna prueba.
Tampoco importó que la CIDH sea autónoma en cuanto al nombramiento de
sus dirigentes.
Utilizando un enrevesado método a partir de
alegatos presentados por la colombiana Neida Pérez a quien Almagro nombró
“defensora del pueblo” a fin de tener otro instrumento para atacar a
Venezuela, el secretario general amplió las funciones de mediación de Pérez
para adosarle tareas investigativas que no tiene y que son ilegales.
A la vista de la CIDH la actuación de Almagro constituye
“un franco desconocimiento de su independencia y autonomía”. Incluso la
vicepresidenta de la CIDH, la chilena Antonia Urrejola manifestó que no se
trata de una cuestión de reputación ni de defender en particular a Paulo
Abrão, sino que es un debate que va mucho más allá y que define la
independencia y autonomía de la CIDH.
Por su parte, en una entrevista con la Radio de
la Universidad de Chile el comisionado mexicano de la CIDH, Joel
Hernández aseguró que la decisión de Almagro deja a esta institución “sin
opciones” y en una situación "que pareciera de no retorno".
La situación de la CIDH es otra expresión de
la crisis que afecta al sistema panamericano monroista. La decisión de Almagro
genera una gran contradicción porque por una parte desconoce el hecho jurídico
que se deriva de la autonomía que ese organismo tiene respecto de la OEA
mientras que, por la otra, pone en evidencia su subordinación de facto al
Departamento de Estado como todos los organismos regionales que nacieron bajo
el influjo anti comunista de los años de la bipolaridad posterior a la segunda
guerra mundial. Hernández afirma que la decisión de Almagro no tiene
precedentes y quebraría una tradición de más de 20 años en la cual “la
Comisión elige y la OEA designa”, lo cual no significa nada para Almagro en
el deseo de hacer patente su servil talante ante Washington.
Según el laureado periodista colombiano Gonzalo
Guillén, en un artículo publicado en el periódico “La Nueva Prensa”
de Bogotá el pasado 31 de agosto, la actuación de Almagro se sustenta en su
carácter corrupto que lo llevó a pagar un “precio indecoroso” para
completar los votos que le faltaban para hacerse reelegir como Secretario
General de la OEA. Guillén dice que además de las prebendas que da el cargo
de secretario general, Almagro necesita aferrarse a él, porque está muerto
políticamente en su país Uruguay, toda vez que la izquierda lo considera un
traidor y a la derecha no le brinda confianza.
En este contexto es que -siguiendo el razonamiento
de Guillén- Almagro recibió el apoyo de algunos países que le pidieron a
cambio la cabeza de Abrão. Así mismo asegura que uno de esos países es
Colombia “por medio de su cuestionado embajador ante la OEA, el oscuro
ex procurador Alejandro Ordóñez (neonazi, misógino, racista, corrupto y
homofóbico)”.
Recordando la novela de George Orwell que le
da título a este artículo, pareciera que las medidas implementadas por Trump en
su “patio trasero” han ido tan lejos que han generado una “rebelión en la granja” en la que los animales se
pelean para obtener lo que creen es un mejor gobierno que no se diferencia
mucho del que existe. Como en la obra, la corrupción, los intereses mezquinos y
la búsqueda de beneficios de grupos y facciones están concurriendo para la
construcción de una nueva forma de poder y dominación que podría ser peor que
la que le antecede.
Como en la novela de Orwell, se podría decir
que “Napoleón” Trump le está lanzando sus perros a todos los “Snowball”
latinoamericanos que se horrorizan ante la perspectiva de tener que huir de la
granja. Napoleón, el jefe de los cerdos que tomaron el poder, se está
trasformando en líder único, desconociendo a los otros porcinos del Grupo de
Lima que le acompañaron hasta ahora y que al igual que los hombres desplazados
de la granja pueden ser víctimas de los perros llamados Pompeo, Almagro,
Rubio y otros. El miedo de estos cerdos -que cuando estuvieron en el poder,
se comportaron igual que Napoleón- es que los hechos
están indicando que también podrían ser devorados por los perros que ha lanzado
el líder en su persecución.
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