528 años de resistencia indígena: reserva moral y
revolucionaria. Durante
el golpe del 2019 se observó una desorganización e indefensión de las
organizaciones sociales, que perdieron la calle ante la violencia de las Fuerzas
Armadas, la policía y los grupos paramilitares. En nueve meses, esa
correlación de fuerzas cambió: los movimientos sociales
demostraron su sabiduría y su capacidad de reorganización, acorralando a
los golpistas. Se formaron miles de motoqueros
indígenas con sus Whipalas, en
contraposición a los paramilitares motoqueros que, inferiores en cantidad,
sumaron policías a sus filas. Otro ejemplo, la “Juventud
Wari”, integrada por jóvenes
indígenas de Warizata en honor a la primera
escuela ayllu indígena de Bolivia. En este proceso la recuperación de la
memoria histórica de lucha ancestral de Tupak Katari, Bartolina Sisa, y
tantos otros, fue determinante.
Recobra valor el discurso indianista,
anticolonial y antirracista, cuyo pensamiento ideológico
rescata el pueblo boliviano en contraposición al resurgimiento del discurso
racista de supremacía blanca. Este punto es clave para
fortalecer la identidad, visualizar el camino y el objeto en disputa, el Estado Plurinacional. Volver a la república
por su origen colonial, implica que las y los indígenas vuelvan a la situación de cuasi
esclavitud anterior al 2005 y que las y los bolivianos sean extranjeros en
su propia tierra. Un discurso netamente
electoralito del MAS, en afán de convocar el voto de la clase media, no
potencia al principal sujeto político de los cambios sociales, los indígenas.
El riesgo es descuidar a su base fundacional que resiste el golpe desde el
territorio, que protegió con 10 mil hombres el avión en el que partió
Morales, y quienes recuperarán la
democracia llegado el momento.
Las Fuerzas Armadas y la policía, en progresiva fractura a su
interior, ya no son incondicionales a Áñez,
aunque sus cúpulas si, a cambio de sobornos y ascensos. No reprimieron en 12
días, pese a las amenazas. Es impredecible saber qué hubiera pasado si no
se levantaban los bloqueos, pero lo concreto es que Áñez estaba
planificando su huida a Colombia, donde reside su pareja. Y la
convocatoria de Fernando Camacho y sus seguidores, para desbloquear, fue un
fracaso. Las negociaciones entre el
Tribunal Supremo Electoral (TSE), Áñez y las organizaciones
sociales fueron otro fracaso. Nadie asistió a la reunión con Áñez, pues
en simultáneo reprimían en Samaipata. Maricruz Bayá, de ADN, asistió y le pidió la renuncia por televisión, evidenciando
un vacío de poder, un estado sin gobierno.
/////
BOLIVIA MÁS ALLÁ DE LA ELECCIÓN.
DE NACIÓN CLANDESTINA A NACIÓN INSURGENTE.
*****
Por
Verónica Zapata. | 1/09/2020 | Bolivia.
Rebeli8ón
martes 1 de setiembre del 2020.
La
rebelión de los bloqueos en Bolivia dejó mucha tela para cortar más allá de las
próximas elecciones. Primero, por el momento histórico
dimensionado en la masividad de los bloqueos (150 bloqueos en 12 días), algo
inédito en los últimos 35 años desde la implementación del neoliberalismo en
el país.
Superaron
a las insurrecciones del 2000 (Guerra del agua) y la del 2003 (Guerra
del gas), que provocó la renuncia del ex presidente Sánchez de Lozada y
precedió la llegada de Evo Morales.
No
puede adjudicarse esta lucha al Movimiento al Socialismo (MAS) por su
origen auto convocante desde las bases (la Central Obrera Boliviana, COB.,
el Pacto de Unidad y El Mallku), y por la demanda de renuncia de Jeanine
Áñez, que lo rebasó.
El
desencuentro entre las organizaciones sociales y la clase política, es una
disputa que marca un punto de inflexión en la historia de la organización
política del país y reflota una demanda histórica, la descolonización de la
política.
Hoy
Bolivia es un laboratorio de extermino con un golpe de Estado violento, la
pandemia instrumentalizada por el gobierno de facto para eliminar al “enemigo
interno” provocando un genocidio indígena, legitimado en un discurso
racista con el fin de instaurar un apartheid indígena como en la época de la
república colonial.
Un
dato clave es la llegada – por primera vez en 194 años de creación de Bolivia
como estado-nación-, de separatistas al gobierno. Tal el caso del croata
Branco Marincovich, cuyo proyecto político excede el de un partido
neoliberal y tiene en el horizonte la división del Estado, la balcanización del
país.
A
nivel regional, se sientan las bases de un modelo aplicable en otros países,
que se inició y empezó a moldear con el golpe “blando” en Honduras
(2009) y que, con un golpe violento en Bolivia (2019), adquiere las características
más radicales y fascistas.
Estados
Unidos, con el fin de recuperar su hegemonía intenta reconquistar su “patio
trasero” (Doctrina Monroe, 1823), recolonizar la región y controlar el 60%
del litio del mundo, riqueza natural del país, por lo que perpetra un golpe en
el corazón de América Latina contra el reservorio moral y
revolucionario, los pueblos originarios.
En
el marco de un plan de una invasión yanqui a Venezuela, denunciado el 19
de agosto por Samnuel Moncada, embajador venezolano ante Naciones
Unidas, que anticipa ese horizonte para Bolivia, sobre todo luego de
medir fuerzas luego de los bloqueos.
528 años de resistencia indígena: reserva moral y
revolucionaria
Durante
el golpe del 2019 se observó una desorganización e indefensión de las
organizaciones sociales, que perdieron la calle ante la violencia de las Fuerzas
Armadas, la policía y los grupos paramilitares. En nueve meses, esa correlación
de fuerzas cambió: los movimientos sociales demostraron su sabiduría y su
capacidad de reorganización, acorralando a los golpistas.
Se
formaron miles de motoqueros indígenas con sus Whipalas, en contraposición a los paramilitares
motoqueros que, inferiores en cantidad, sumaron policías a sus filas. Otro
ejemplo, la “Juventud Wari”, integrada por jóvenes indígenas de Warizata
en honor a la primera escuela ayllu indígena de Bolivia.
En
este proceso la recuperación de la memoria histórica de lucha ancestral de Tupak
Katari, Bartolina Sisa, y tantos otros, fue determinante.
Recobra
valor el discurso indianista, anticolonial y antirracista, cuyo
pensamiento ideológico rescata el pueblo boliviano en contraposición al
resurgimiento del discurso racista de supremacía blanca. Este punto es clave
para fortalecer la identidad, visualizar el camino y el objeto en disputa, el Estado
Plurinacional.
Volver
a la república por su origen colonial, implica que las y los indígenas vuelvan
a la situación de cuasi esclavitud anterior al 2005 y que las y los
bolivianos sean extranjeros en su propia tierra.
Un discurso
netamente electoralito del MAS, en afán de convocar el voto de la clase
media, no potencia al principal sujeto político de los cambios sociales, los
indígenas. El riesgo es descuidar a su base fundacional que resiste el golpe
desde el territorio, que protegió con 10 mil hombres el avión en el que partió Morales,
y quienes recuperarán la democracia llegado el momento.
Las
Fuerzas Armadas y la policía, en progresiva fractura a su interior, ya no son
incondicionales a Áñez, aunque sus cúpulas si, a cambio de sobornos y
ascensos. No reprimieron en 12 días, pese a las amenazas. Es impredecible saber
qué hubiera pasado si no se levantaban los bloqueos, pero lo concreto es que Áñez
estaba planificando su huida a Colombia, donde reside su pareja. Y la
convocatoria de Fernando Camacho y sus seguidores, para desbloquear, fue un
fracaso.
Las
negociaciones entre el Tribunal Supremo Electoral (TSE), Áñez y
las organizaciones sociales fueron otro fracaso. Nadie asistió a la reunión con
Áñez, pues en simultáneo reprimían en Samaipata. Maricruz Bayá, de
ADN, asistió y le pidió la renuncia por televisión, evidenciando un vacío
de poder, un estado sin gobierno.
El
10 de agosto, Morales convocó a una conciliación con la ONU.
y la Iglesia católica, con el objetivo de definir la fecha electoral para el 18
de octubre, mientras las organizaciones sociales exigían otra fecha consensuada.
El 12 de agosto, se determinó rodear la Casa de gobierno hasta la renuncia de Áñez.
Al día siguiente, la Asamblea Legislativa aprobó una ley de “elecciones
definitivas, impostergable e inamovible” para el 18 de octubre.
Áñez
se
adjudica la “pacificación del país”. La COB. y el Pacto de unidad
acusaron de “traición” a la Asamblea Legislativa y desconocieron dicha
ley por “deliberar a espaldas del pueblo”. A los dos días, se declara
cuarto intermedio y se levantan los bloqueos, lo que provocó malestar y pugnas.
Inmediatamente,
se desataron amenazas de aprehensión contra los dirigentes y el de
Interculturales es detenido. Se crea un clima de “fraude” idéntico al del
2019, tratando de imponer el imaginario de que si gana elecciones el MAS
sería por fraude (misma línea que sostiene Trump ante la posibilidad de
perder su reelección).
La
Iglesia pide evitar elecciones por la pandemia, y lo mismo hacen
los líderes “cívicos” (de la ultraderecha) en reunión con el TSE,
diplomático golpista en Brasil pone en duda el voto migrante por pandemia
(podría extenderse a otros países), un “cabildo cívico virtual” demanda
fiscalizar las elecciones y amenazan con desconocer a los vocales del TSE,
mientras circula la versión de que éstos podrían renunciar masivamente.
Según
un sondeo de CELAG, el candidato MAS Luis Arce con 42%
supera el 40% de los votos y los 10 puntos de diferencia con el segundo
contrincante, Carlos Mesa que tiene 27%, lo que significa que
ganaría en primera vuelta.
El
partido electoral se juega en una cancha embarrada (golpismo/medios/aparato
estatal/etc.) y con un árbitro del golpismo (TSE). Si Áñez u otro
candidato se bajan de sus candidaturas, las distancias se acortan, se iría a
segunda vuelta, donde el voto anti-MAS, sería fatal.
Más
allá de la realización y/o resultados de la elección, el MAS. se debe
una profunda autocritica por los errores previos al golpe y posgolpe, señalan
las bases. Se precisa la renovación de burócratas de clase media por
cuadros políticos con protagonismo indígena (mayoría en el país) y con
legitimidad de las bases, condiciones vitales para anticipar y desarticular
cualquier ofensiva imperial.
Si
el MAS vira al centro y pasa a ser un partido tradicional, dejando de
lado los principios ideológicos originarios, el costo político será alto, el
que pagó el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), tras dictar
las leyes de reforma agraria y del voto universal en 1952.
Puntos centrales de reflexión pos-bloqueos:
1-Sociedad
civil vs sociedad política: La lucha del pueblo por la recuperación
de la democracia, rebasó al MAS. en demandas y en número, armándose un
bloque popular diverso en la que este es solo una fracción.
2-Democracia
representativa liberal vs Democracia participativa:
Teniendo en cuenta los desencuentros entre las organizaciones sociales y la
clase política, y que “la madurez de las organizaciones sociales se
demuestra en la capacidad y autonomía de sus decisiones” (C. Katari, 2019):
¿Son las organizaciones sociales (base) las que deliberan y deciden el plan de
lucha y la clase política obedece -según Morales
“Gobernar obedeciendo al pueblo”- o éstas se toman de forma vertical,
paternalista y unilateral?.
3-Colonización
de la política vs descolonización de la política: El 13
de agosto, Segundina Flores máxima dirigente del movimiento Bartolinas
Sisa, parte del Pacto de Unidad junto a la COB. sostuvo que
“Sectores
intelectuales de clase media que han conducido el proceso de cambio, el MAS,
siguen conduciéndolo y a nosotros (los indígenas) como fundadores del instrumento
político (…) no nos han dejado conducir, siempre están hablando a nombre de
nosotros y de nuestra lucha”.
Es
innegable que el acceso de los indígenas a la política fue masivo durante el
gobierno de Evo Morales, que lideró el mejor periodo de la historia de
Bolivia.
Sin
embargo, estas palabras obligan a la reflexión de hasta qué punto los indígenas
participaban de las decisiones claves del rumbo del país, sobre todo en el
llamado “gobierno de las organizaciones sociales” y en una sociedad
pigmentocrática donde el “saber y la capacidad” están puestos
históricamente en los llamados “perfiles profesionales”, siempre
blancos.
Por
otro lado, se interpela a los “intelectuales de clase media y de izquierda, blancos”
(aplicable a nivel regional) sin consciencia de su procedencia de clase,
formateados en una visión eurocéntrica, aplican conceptos y categorías
occidentales de análisis, que no tienen que ver con la realidad y el
pensamiento andino, e insuficientes para explicar la compleja realidad
boliviana e indígena. No advirtiéndolo, reproducen el sistema colonial y
capitalista que sostienen criticar.
Equivale
a que analicemos las problemáticas de género de las mujeres con parámetros
masculinos. El marxista Antonio. Gramsci critica a este tipo de “intelectual
tradicional”, pero los destinatarios de las palabras de la lideresa
bartolina parecen no haberlo leído, aunque ello no alcanzaría.
Porque
quien prende la luz es el pionero pensamiento indianista, que propone la
descolonización del conocimiento y la ciencia, el pensarse “desde nosotros
mismos”. Sólo ellos podrán plantear las problemáticas del indígena y
por eso la denuncia de que otros se presentan como
voceros de los indígenas (y de las y los bolivianos), usándolos como plataforma
política y robando su voz para acceder a cargos políticos y otros beneficios.
VERÓNICA
ZAPATA. Periodista y psicóloga
boliviana, colaboradora del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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