LA CRISIS ECONÓMICA TIENE FUERTE IMPACTO EN EL COMERCIO
INTERNACIONAL Y EN LA ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN GLOBAL.
LA PANDEMIA ACELERÓ EL CICLO DE LA DESMUNDIALIZACIÓN
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Bruno
Susani.
Página
/12 sábado 30 de agosto del 2020.
La
relocalización o Re interiorización parcial de los procesos de producción de
bienes o de servicios se inició en la crisis financiera de 2008,
continuó con el incremento del proteccionismo de los Estados Unidos de
Donald Trump y de la Unión Europea, y se consolidó como tendencia con el
impacto del coronavirus en la economía mundial.
En
el último capítulo de La
Teoría General, Keynes explicó que
“si
las naciones pudieran aprender a alcanzar y mantener el pleno empleo
usando únicamente la política económica interna, ningún país tendría un motivo
poderoso para imponer a los otros países sus productos y rechazar los de sus
vecinos”.
Esta
cita muestra que, como siempre, Keynes se extirpa del corset de la
simplicidad del modelo explicativo sobre las presuntas ventajas del intercambio
integrándolo en la dimensión macroeconómica. Y cuando se comprende la
relación entre el comercio internacional y la realidad económica interna de
cada país los presuntos misterios y ventajas del impacto del comercio exterior
se desvanecen.
Al
final de los años '80 y hasta la Gran Recesión provocada por la
especulación financiera en Estados Unidos en 2008, se observa un rápido
crecimiento de las exportaciones no solo en valores absolutos, sino también de
la proporción de éstas respecto a la riqueza global (PIB), lo cual
significana que una parte creciente de lo producido al interior de algunos
países se destinaba a otros espacios geográficos.
La
medición de este crecimiento fue, en parte, errónea puesto que las cadenas
de valor hacían que, por ejemplo, las exportaciones de componentes electrónicos
de algunos países hacia China aparezcan luego contadas como
exportaciones chinas del producto terminado; vale decir se contaba dos
veces.
A
partir de 2009 esas cadenas de valor se orientaron a la baja, salvo en
2011 y 2012, y esa tendencia se aceleró en los años siguientes hasta la severa
y brusca caída con la pandemia de la codiv-19.
MUNDIALIZACIÓN
El
concepto de mundialización surgió como explicación de esta evolución del
comercio y fue descrito por los economistas ortodoxos como una
tendencia “natural”, debido al progreso de las comunicaciones, Internet,
los transportes.
Los
más osados sugirieron que el grado de mundialización podía medirse a través de
la variación de dicha relación. Y algunos fueron mucho más allá puesto que se
atrevieron a sostener que era el aumento del comercio el que arrastraba el
crecimiento de la economía mundial tomando como paradigma la economía
china.
Los
intercambios económicos fascinan a funcionarios y economistas, y son
importantes para un país dado que, en el cálculo del PIB, las exportaciones se
suman mientras que las importaciones se restan. Lo que se exporta es
trabajo y empleo contenido en los bienes y servicios, pero lo que se
importa es desempleo cuando se compra en el exterior lo que podría
producirse en el propio país.
Si
no existen otros condicionantes, políticos, sanitarios, el precio del bien es
la variable más importante en el intercambio y es por esto que la Organización
Mundial del Comercio (OMC) y economistas ortodoxos han adoptado como modelo
explicativo de la manera en que se desarrolla el comercio el principio de
las “ventajas absolutas”. Estas fueron expuestas por Adam Smith en el Libro IV
de su obra Sobre la
Naturaleza y el Origen de la Riqueza de las Naciones.
En
ese texto se afirma que "el comportamiento de un buen padre de
familia es de no tratar de hacer en su casa por sí mismo lo que le costará
menos de comprar afuera”. Pero para poder importar el prudente padre de
familia de Smith, que es el rey, debe poder vender algo para pagar
lo que compra y, como lo señala Keynes, quizás tenga que limitar
sus costos -“hambrear a su propia familia”- para disminuir el
precio de los productos para vender y así obtener los medios para poder comprar
lo que desea.
Esto
puede hacerse de manera visible o con disimulo, pueden limitarse los
salarios o el acceso a la salud o la educación, y practicar el dumping social. Pero en
la actualidad, los que importan y los que exportan y recogen los
beneficios son los individuos y las empresas y no “el país”, como dicen
los modelos.
Vale
decir que el producto de las ventas puede volver al país o no, si quienes
realizan las operaciones lo desean o los gobiernos lo imponen. Se recuerda en
ese sentido el 17 de noviembre 2017 cuando Macri firmó un decreto por el
cual las empresas exportadoras tenían un plazo de 10 años (antes 3 meses) para
repatriar las divisas obtenidas. Esta medida hizo disminuir la entrada de
dólares, precipitó el pedido del crédito al FMI y fue una de las medidas
que provocaron la crisis financiera de 2018.
Smith
trató de mostrar y convencer, lo que olvidan de explicar demasiado seguido los profesores de Comercio
Internacional, que permitiendo que entren a precios módicos, sin aranceles,
los alimentos desde Francia, eso permitiría de abaratar el valor de los
salarios y favorecer a los burgueses urbanos, perjudicando a los aristócratas
terratenientes.
Vale
decir que, como señala Keynes, el objetivo del comercio no es sólo
comprar un bien inexistente en un espacio económico determinado, sino modificar
los parámetros macroeconómicos al interior de cada espacio o país. Esto permite
mostrar que, en el intercambio, hay quienes ganan y quienes pierden ya que la
consecuencia de la apertura del comercio provocará una ganancia para aquellos
productores que pueden exportar y expandir su producción y una pérdida para
los que proveen bienes que serán sometidos a una concurrencia que es, en
general, desleal puesto que el comercio hay dumping y subsidios que abaratan
el producto.
La historia y la
actualidad muestran que la fuerza de los exportadores está además
ligada a la dominación política, y que sin ésta no hay una perennización de la
corriente exportadora.
Europa reabre sus fronteras al Turismo. ¿Grave error político?-
APERTURA
La globalización fue
promovida en las instancias internacionales mediante una incitación a una “apertura
de los mercados”, como “garantía de la paz” que favoreció en primer
lugar a los flujos financieros especulativos y a la provisión a menor precio de
bienes para el consumo de los trabajadores con objetivos similares a los imaginados
por Adam Smith.
Vía
la importación a precios más bajos se incrementaba la capacidad adquisitiva de
los salarios, pero se creaba desempleo. Luego se pasó a una nueva etapa, a
través de la transferencia de capitales y tecnología, que en el
modelo de Smith no está contemplada, que fue la instalación de los
procesos de producción de textiles, indumentaria, farmacéuticos, construcción
naval, química pesada, metalurgia hacia ciertos países emergentes.
Esto
produjo, en los años '90, en los países avanzados y también en Argentina, la desindustrializacion.
En
la optimización de las cadenas de creación de valor cada empresa
definía para disminuir el costo en un espacio geográfico particular donde se
realizaba la operación específica sobre cada producto. Pero a partir de la
primera década del siglo se observó lo que se llamó el “estancamiento secular”.
Los
países avanzados ya no crecían más a pesar de tasas de ganancias importantes y
la consolidación de masivas transferencias de ingresos de los sectores
medios y populares hacia el “top 1%” (superricos).
La
ortodoxia afirma que el comercio mundial enriquecía los países,
pero, por el contrario, su expansión empobreció vastos sectores sociales,
multiplicó los llamados trabajadores pobres, los “perdedores de la mundialización”.
Esto
ocurrió tanto en Estados
Unidos, que es un país con un importante déficit de la balanza de pagos,
puesto que en el periodo 1980 (Reagan) y 2010 el ingreso medio en valores
constantes del 50 por ciento de las personas que ganan menos disminuyó. También
en Alemania que en
2016 tenía un excedente de la balanza comercial equivalente al PIB de
Bélgica, pero donde casi el 20 por ciento de la población gana menos del 60
por ciento de la mediana del ingreso y es considerada como pobre.
Como
lo indica Keynes en el texto mencionado, para ser más “competitivo”
cada país se autoimpone -o el FMI le aplica- programas de
austeridad. Así se puede observar que el comercio, con el neoliberalismo,
no enriquece, sino que empobrece a la mayoría de las naciones.
RUPTURA
La crisis del 2008
produjo la primera ruptura importante en el cuento de hadas y se
impusieron cambios institucionales en la Reunión del G-20 en Londres, en
abril del 2009. Los Estados Unidos con el apoyo de Argentina,
Brasil, China y México propusieron reforzar la vigilancia de la legalidad
de las transferencias financieras especulativas, en particular de los productos
derivados, a través del GAFI, lo cual provocó una caída del 40 por
ciento de las mismas.
En
lo que concierne la industria y los servicios, como se indicas más arriba, la
ralentización de las exportaciones es una evidencia estadística y hay que
explicar su origen.
La relocalización
o reinteriorizacion parcial de los procesos de producción de bienes o de
servicios, incluso de la industria del software, se dio en tres fases:
1. Se desarrolló
a partir del 2008 con una dinámica económica propia
en los países avanzados debido a la caída de la demanda, el incremento de los
precios de los productos importados por el alza de los costos salariales en los
países emergentes, las perdidas ligadas a la falta de controles de calidad, el
incremento de los costos del transporte y en el caso europeo las nuevas
regulaciones ecológicas que pueden interpretarse como una barrera no
arancelaria. Además la progresiva sustitución de las importaciones de energía
que llevó a los Estados Unidos al autoabastecimiento petrolero.
2. Antes de la
pandemia hubo un cambio en la posición de Estados Unidos, y
de Trump en particular, con la promoción del “America primero”, que instauró un proteccionismo de
facto y específico para cada producto para favorecer las empresas
estadounidenses frente a las importaciones, como el caso del acero y el
aluminio. Pero también, en la aeronáutica, el queso parmesano, los tomates en
lata, el champagne, el whisky o el jerez. La Argentina conoce bien el caso de
la carne vacuna y los limones. Más importante para el futuro es el ensayo de
trabar toda “desamericanizacion” de las tecnologías de punta. Esto va
desde la sobreimposición a las exportaciones de Airbus, o la tecnología 5G
en la prohibición de aplicaciones chinas.
3. Se despliega
en la actualidad con la pandemia: los países avanzados
descubrieron que eran dependientes de importaciones y que esto era una
fragilidad de sus economías que costaba muy cara. La imposibilidad de
disponer de barbijos o de medicamentos banales, como el paracetamol, ya que
se habían desmantelado sectores enteros de producción y el aprovisionamiento
dependía de las importaciones, provocó un cambio abrupto en la evaluación
de las supuestas bondades de la mundialización.
No
es la primera vez, puesto que Francia e Italia habían llegado a un
acuerdo para mantener la industria de construcción naval nacionalizando las
empresas, lo mismo pasó con las compañías de aviación, o la nacionalización de
facto de la industria ferroviaria de material rodante. En la urgencia, el
Estado francés acaba de programar el gasto de 10 mil millones de euros
y Alemania, España, Italia y Gran Bretaña han tomado medidas similares
para reinternalización de algunos procesos de producción de bienes
semiestratégicos, como el aluminio, aceros especiales o la alimentación.
Pero
varias empresas escaldadas por el “América Primero” han comenzado a
tomar otras precauciones, como Samsung que acaba de anunciar el desplazamiento
de usinas de China a Vietnam ante la eventualidad de la aplicación de
aranceles políticos.
Los
procesos económicos reflejan las relaciones y tensiones sociales y políticas
imperantes. La observación de la evolución actual
muestra que se ha abierto un lento pero inexorable ciclo de cambios y de
turbulencias en las relaciones económicas internacionales.
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Doctor en Ciencias Económicas de la Université de Paris. Autor de La economía oligárquica de
Macri, Ediciones CICCUS Buenos Aires 2019.
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