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"Estado plurinacional, expresión de la patria de todas las sangres Se trata de refundar el Estado Nación, de construir otro Estado. Porque la diversidad cultural, que en nuestro país debe entenderse como pluriculturalidad, no se resuelve mediante llamados a la tolerancia y aceptación de las diferencias o con campañas contra la exclusión. Es el estado actual que con su carácter criollo-colonial excluyó a las mayorías indígenas; su esencia y razón de ser es su colonialidad euro-céntrica y en tanto tal, opuesto a la diversidad y heterogeneidad; en otras palabras, es incapaz de recoger la pluralidad que nos habita, rasgo central de un estado nacional verdaderamente democrático. Por eso, su transformación es necesaria, imprescindible.
"Somos un país en el que convivimos pueblos con idiomas, costumbres y tradiciones diferentes de una rica diversidad cultural que no tienen expresión en el Estado monocultural, que tenemos desde hace 200 años. Un estado que histórica y sistemáticamente ha excluido a los otros pueblos (quechuas, aymaras, asháninkas, awajun y otros). El reconocimiento del carácter pluricultural de nuestra sociedad tiene su expresión política en un Estado pluricultural e intercultural. Es el gran reto. Un organismo de esta naturaleza se convierte en representante de nuestra comunidad nacional heterogénea, diversa, en tanto que expresa de modo esencial, sistemático y legal los intereses fundamentales de los diversos pueblos que habitan nuestro territorio".
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PERÚ: REFERÉNDUM
AHORA, VÍA ASAMBLEA CONSTITUYENTE.
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Por: Vicente
Otta Rivera.
Fuente
Otra Mirada Lima lunes 13 de junio del 2022.
1.El
cambio constitucional, objetivo principal del actual proceso político
El Perú
oficial celebra desde el año anterior el Bicentenario de la Independencia. Celebración que responde a los 200 años de dominación criolla colonial
pues la inmensa mayoría de peruanos, permanecieron en servidumbre hasta el año 1969 en que la Reforma Agraria de Velasco Alvarado los convierte en campesinos, hombres libres, proto
ciudadanos.
No hay que olvidar que los indios
dejaron de pagar el tributo indígena recién en 1920,
pues se mantuvo durante la república, hasta
1860, como Contribución indígena y, hasta 1920, como Conscripción vial, que
era el trabajo gratuito obligatorio durante 30 días al año en obras de
carretera.
Las ondas repercusiones e implicancias
raciales y étnicas de los 50 años post velasquistas y su emergencia virulenta en
los procesos electorales últimos, es incomprensible sin el reconocimiento de
este factor histórico de vital importancia. Sociólogos y estadísticos repiten hasta el cansancio
la peculiaridad de una sociedad que alberga un 70% de informalidad económico y
social, como virtud o como déficit.
Esta cifra realmente existente, mirada en el largo plazo, debe leerse como el
sector mayoritario de la sociedad que, desde su inicio republicano, fue
excluido por el estado y la sociedad oficial. Ese 75% de indígenas y subalternos que,
desde el inicio de la independencia no es incorporado por el criollo
oligárquico. Pervive hasta la actualidad, ahora con la denominación de
informal.
Esta nefasta herencia colonial y
republicana es lo que, en periodos de agudas tensiones sociales, eclosiona con
sus expresiones racistas colonialistas. La casta dominante que rechaza
la igualdad y el gobierno de los cholos y mestizos. El estado nominalmente republicano de 1821, renovado con la constitución fraudulenta de 1993, es el
sustento del actual poder oligárquico-neoliberal.
La constitución fujimorista de 1993 es
la restauración del dominio oligárquico, que logró ser resquebrajado seriamente
por el reformismo militar de los años
70, pero no se destruyó. Se reconstruye con la restauración del segundo belaundismo y, con nuevos
ropajes y careta tecnocrática, subordinado al capitalismo transnacional, asume
la forma neoliberal desde el Consenso de
Washington en 1990. Que es como sigue vigente en el Perú actual.
Por eso la solución requiere de modo
insoslayable el cambio del régimen actual y de la constitución que lo sustenta.
2. La vida y la historia muestran el anacronismo del actual estado
Los 200 mil muertos que produce la pandemia, el desastre de la atención pública y los flagrantes actos de corrupción de presidentes y ministros, no solo evidencian la inoperancia del régimen fujimorista establecido con la constitución de 1993, revela que es inviable en la administración y dirección del país.
Es el poderoso catalizador de las
críticas que las fuerzas socialistas y democráticas
venían realizando, que eran silenciados por el monopolio mediático derechista y
la dispersión social. El descarado asalto del gobierno, que los sectores
mafiosos más avezados del anterior congreso, con Manuel Merino como cabecilla, realizan la primera semana de noviembre
del 2020, es la gota que rebalsa el vaso del descontento y malestar
acumulado en todo este tiempo.
Las movilizaciones de noviembre 2020 y
el triunfo electoral abren el curso constituyente. Los resultados del 11 de
abril, que decide la incursión de Pedro Castillo en la primera vuelta y su acceso a la presidencia en la
segunda, es hijo de estas movilizaciones; las acciones masivas muestran que el
poder vigente es vulnerable y precario. El ánimo indignado y las acciones callejeras llenan las ánforas de
esperanza y produce el triunfo de Perú Libre y Pedro Castillo.
Las dos acciones democráticas más
importantes de los últimos años, abren el curso constituyente. El
llamado a cambiar la constitución actual adquiere legitimidad y se incorpora al
discurso político electoral. En la izquierda para
cohesionar un mensaje de cambio radical, y en la derecha para impedirlo o
bloquearlo desde adentro.
Las propuestas de reformas y cambios de
algunos articulados que levantan algunos partidos políticos derechistas o
centro-derechistas (Partido Morado, uno de los primeros)
traducen la política de “cambiar algo
para que nadie cambie”.
3. Entre la bruma del ayer y la oscuridad que anuncia la aurora
Lúcidos y agudos diagnósticos proliferan. Sinesio López reitera críticas sobre nuestra condición de República sin ciudadanos; recientemente el politólogo Alberto Vergara, refiriéndose a los últimos procesos electorales que han devenido en rituales farsescos ha escrito el ensayo Alternancia sin alternativa. Estos diagnósticos críticos son certeros y desnudan graves y profundas falencias de la precaria democracia peruana, compartidas en lo sustancial por las élites intelectuales y políticas progresistas mas no arriban a propuestas políticas que logren incidir de modo efectivo en cambiar esta realidad.
En
la medida que el objeto de estas críticas es el Estado peruano, es
indispensable abordar su discusión. La
Constitución del año 1979, producto de la transacción entre los militares
que, habiendo realizado reformas profundas en lo económico y social, buscaban
que éstas estuvieran consagradas en la nueva constitución, en tanto que los
partidos políticos y la sociedad civil buscaban el retorno del orden
democrático y las garantías necesarias.
El retorno de Fernando Belaúnde al
gobierno en 1980, más allá de ser una ironía histórica, significó en el terreno
político programático un intento de restauración oligárquico.
Pero reformas fundamentales como la Reforma Agraria, Reforma Educativa, la Comunidad Industrial,
la fuerte presencia estatal en la
economía o la ampliación de los
derechos laborales y sociales eran hechos que no se podían borrar con el plumazo oligárquico.
Se produce entonces un empate
catastrófico; un estado y un sistema político empantanados en una situación compleja y contradictoria,
un proceso de reformas inconclusas y
afanes restauradores mediatizados.
Una buena parte de la crisis política y
social que se produce en esta década, cuyos puntos más álgidos
lo constituyen el surgimiento y desarrollo
de Sendero Luminoso, la guerra sucia, la reducción severa del ámbito de la
política y el anacronismo de las diversas fuerzas y partidos políticos, anclados en el Perú pre velasquista, tiene su origen en esta nueva realidad que el reformismo militar había producido.
Esta
situación, que se empata con el colapso de
la Unión
Soviética y la emergencia del neoliberalismo
en el escenario mundial, es lo que va a ser resuelto por el populismo conservador de Fujimori que instala la Constitución
del año 1993.
4. Historia y presente del
proyecto de Estado pluricultural
La aspiración de tener una patria suma de todas las patrias, no
es nueva. Por el contrario, es una aspiración muy antigua de nuestros pueblos. En el lejano 1742, Juan Santos Atahualpa inició
la larga zaga de rebeliones contra la dominación colonial; en 1780, T. Amaru II llevó
las aspiraciones libertarias a su
punto más alto.
A finales del siglo XIX una
serie de rebeliones
campesinas persistieron en la defensa de la tierra y la justicia;
iniciando el siglo
XX, el movimiento indigenista, que congregó a destacados intelectuales peruanos, principalmente provincianos,
trató de recoger las aspiraciones de una
sociedad en que lo andino jugara un rol central. En las décadas del 60-70 nuevamente los grandes levantamientos campesinos de la
sierra central y sur-este del ande
peruano van a retomar este largo camino de lucha y resistencia.
Es
el antecedente inmediato para que, en 1969, el gobierno militar que
lidera el general Juan Velasco Alvarado, adopte una serie de medidas
políticas y sociales que cambiaron
la situación del campesinado indígena.
Aherrojados entre los rezagos oligárquicos que se mantienen vigentes en la ideología y cultura y la modernización exógena y tembleque implantada por el fujimorismo y los gobiernos posteriores (con excepción del breve interregno del gobierno de transición de Valentín Paniagua) que implementan el modelo neoliberal actual, las fuerzas sociales subalternas emergentes no logran imponer el sello andino-amazónico sobre el conjunto de la nación, aun cuando tienen ya presencia dominante en amplios segmentos de la sociedad, en las economías regionales, en la pequeña y mediana empresa y, especialmente en la cultura. La música, gastronomía, danza y modas son los espacios donde la diversidad del Perú multicultural ha ido logrando una presencia dominante.
En resumidas cuentas, la potencialidad
de las fuerzas emergentes que irrumpen con la masiva migración de los últimos cuarenta
años y que se han traducido en el reconocimiento
de nuestra condición de país pluricultural y multilingüe, visibilizando sus
lenguas, cantos, bailes y comidas, no ha producido su cristalización como proyecto político pluricultural e intercultural.
Este
permanente revolverse en las arenas de
lo antiguo que se niega a perecer tendrá su punto de ruptura en la articulación de los diversos y heterogéneos movimientos y tendencias tras el proyecto de Estado Pluricultural. Este proyecto
se entronca con los postulados mariateguistas y arguedianos de una patria de todas las sangres, de todas las culturas.
De abajo hacia arriba, de las regiones
al centro. Que implica no
solo plataforma programática que postula un Estado Pluricultural y Descentralista, sino que se traduce en militantes y dirigentes interculturales,
bilingües en los roles de liderazgo; en
políticas públicas que se diseñan e
implementan con las culturas y lenguas
originales, a nivel nacional y en las regiones.
Que establecen cuotas y representaciones de poder indígenas desde una democracia pluricultural, más vigorosos y amplios en ámbitos territoriales en que predomina la diversidad cultural.
Y Políticas de salud, educación,
justicia en lenguas originarias,
con autoridades y funcionarios bilingües
e interculturales.
5. Estado plurinacional,
expresión de la patria de todas las sangres
Se trata de refundar
el Estado Nación, de construir otro Estado.
Porque la diversidad cultural,
que en nuestro país debe entenderse como pluriculturalidad, no se resuelve mediante
llamados a la tolerancia y aceptación de
las diferencias o con campañas
contra la exclusión. Es el estado
actual que con su carácter
criollo-colonial excluyó a las mayorías indígenas; su
esencia y razón de ser es su colonialidad euro-céntrica y en tanto tal, opuesto
a la diversidad y heterogeneidad; en
otras palabras, es incapaz de recoger la
pluralidad que nos habita, rasgo central de un estado nacional
verdaderamente democrático. Por eso, su
transformación es necesaria, imprescindible.
Somos un país en el que convivimos pueblos con idiomas,
costumbres y tradiciones diferentes de una rica diversidad cultural que no
tienen expresión en el Estado monocultural, que tenemos desde hace 200 años. Un estado que histórica y sistemáticamente ha excluido a los otros pueblos (quechuas, aymaras, asháninkas,
awajun y otros).
El reconocimiento del carácter pluricultural de nuestra sociedad tiene su expresión política en un Estado pluricultural e intercultural. Es el gran reto.
Un organismo de esta naturaleza se
convierte en representante de nuestra comunidad nacional heterogénea, diversa, en tanto
que expresa de modo esencial,
sistemático y legal los intereses fundamentales
de los diversos pueblos que habitan nuestro territorio.
6. Políticas interculturales.
Como obligación del Estado Estas políticas
interculturales se deben proporcionar, no como concesiones humanitarias que se dan en las denominadas políticas
de inclusión social. Significa que la constitución, leyes, políticas públicas, elite gobernante y burocracia
se fundamentan en estos intereses, los
encarnan y expresan cotidianamente.
Estas transformaciones
deberán traducirse en el reconocimiento
oficial y vigencia efectiva de los
diferentes idiomas,
en la administración de justicia, en
la educación,
salud, alimentación etc.
Llevar adelante transformaciones de esta
envergadura es un verdadero Pachakuti, una
subversión raigal del orden establecido hace casi 500
años que se ve reforzado con el estado que
se organiza con la independencia de España y la constitución
de 1993.
Un Estado
Pluricultural se define también por el rostro,
la lengua y los estilos
de los dirigentes. En este encuentro de Estado y Nación, con nuestras raíces andinas y
amazónicas se forja una nueva
ética del servicio público, de los funcionarios
estatales a todo nivel. Como dice el
Ex. vicepresidente boliviano Álvaro García Linera, el
carácter subversivo y revolucionario del proceso boliviano se expresa en que
los campesinos, artesanos, jornaleros y domésticos de origen indígena sienten
hoy que igual a cualquier otro boliviano, pueden ser congresista,
general o presidente; que no está condenado a
ser por siempre lustrabotas, doméstico o
jornalero.
Este sentimiento de igualdad primordial es lo que la democracia oligárquica y señorial nunca pudo forjar ni tolerar en nuestro país.
Es el objetivo fundamental del Estado
Pluricultural que el Perú de hoy reclama
con urgencia.
No se trata solo de dirigir el emporio Gamarra, megaconciertos musicales o algunos municipios y regiones, hay que dirigir el país con un proyecto programático y capacidad de gestión pública, en que la vocación del servicio público y la ética son sus pilares fundamentales. Es el reto del Perú emergente.
El Perú de todas las Sangres.
***
Con estas banderas y
con este indeclinable compromiso es
que las fuerzas socialistas
y democráticas serán capaces de
construir el Gran
Frente de Todas las Sangres, articulando
a los movimientos locales y regionales, a las fuerzas ambientalistas, los gremios sindicales y campesinos y los diversos colectivos que pugnan
por tener un lugar en esta patria diversa, pluricultural y multilingüe.
Por eso se justifica una nueva constitución, la lucha por el estado plurinacional está más vigente que nunca.
7. La búsqueda incesante.
La defección inocultable del actual gobierno a 10 meses de instalado. Abrumado por una ineptitud sin límites y la corrupción que salpica su gestión, Pedro Castillo y la alianza de gobierno ponen en evidencia lo señalado sobre la ausencia de un proyecto hegemónico de las clases subalternas. Que han llegado a tener una presencia dominante, pero sin cristalizarse en programa capaz de atraer y convencer a las amplias mayorías nacionales. Por eso la convocatoria a una Asamblea Constituyente deviene en consigna valiosa, ineludible si se pretende que este periodo político no se salde con la derrota de las fuerzas democráticas y socialistas.
No es suficiente con que el actual gobierno renuncie o sea vacado, no. Se hace necesario que este periodo de fracaso del gobierno elegido el 2021 implique también la salida
del actual congreso. En otras palabras, se trata de que se vayan todos y se convoque a elecciones generales al más breve plazo, con las
reformas políticas sustantivas. Referéndum y
convocatoria a la Asamblea Constituyente.
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