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QUE ES EL
CLUB DE BILDERBERG. “EL CLUB DE LOS AMOS DEL MUNDO”. El Club Bilderberg se llama así por el nombre del hotel neerlandés que
escogieron en 1954 siguiendo la iniciativa de Bernardo de Holanda y David Rockefeller. Desde el principio, el núcleo del club lo han formado políticos, financieros y grandes corporaciones.
Pese a que el Club siempre ha
pretendido como leitmotiv buscar un mayor entendimiento entre Norteamérica y Europa tras la II Guerra
Mundial y en pos de objetivos comunes, los intereses de la élite son otros, según expertos en estructuras cerradas supranacionales
como el analista
y escritor Daniel Estulin. Estamos refiriéndonos a una verdadera casta formada siempre por élites
blancas de Europa y
Norteamérica y cuyo objeto, heredado
de ancestrales círculos de poder, es mantener los privilegios que vieron peligrar tras
el proceso de descolonización.
Pese a que hace tres años el Club abrió
un gabinete de prensa, en sus reuniones no existe un acuerdo final ni se emiten
declaraciones políticas y todo lo que allí se habla continúa siendo confidencial en grado sumo. Obviamente, el control de la población humana es
demasiado complejo,
ambicioso y, por naturaleza, ha de permanecer
bajo el más absoluto secreto. Ellos deciden cuándo y cómo aumentará
el precio del
petróleo, donde debe estallar
una revuelta política o el devenir
de una nueva moneda. Su fin es, según Estulin, la Empresa
Mundial SA: poderes fácticos, económicos y financieros, con un poder mayor que cualquier gobierno en el planeta.
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BILDERBERG,
LA CLASE DIRIGENTE GESTIONA EL NUEVO DESORDEN MUNDIAL.
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Por Andrés Villena | 30/06/2022 | Economía
Fuente Rebelión jueves 30 de junio del 2022
«Las élites
conspiran y Bilderberg es un fiel y ya casi folclórico testigo de ello. No
obstante, el silencio creciente en torno a este club podría favorecer su
carácter estratégico», opina Andrés Villena.
La claustrofobia ideológica acelerada por los
confinamientos y las restricciones
que poco a poco van dejándose atrás ha
hecho recientemente más atractivas las teorías de la conspiración. Pese a
su a veces irresistible reclamo para explicar
una realidad cada vez más cambiante y compleja, no está de más recordar la
brillante por sucinta sentencia de uno de los mejores analistas del poder, Charles Wright
Mills, en los años cincuenta del siglo pasado: «Hay muchas conspiraciones a lo largo de la historia, pero la historia
no es una conspiración «.
Pero los
mitos resisten, y no sin falta de razones. Uno de estos es el extremadamente
discreto Club Bilderberg,
una cumbre anual en la que jefes de Estado, poderes ejecutivos,
empresariales y mediáticos
mayoritariamente de Occidente se reúnen a puerta cerrada en torno a una serie
de temas considerados candentes. Todo
un gobierno mundial informal unificado por
sus distintas clases dirigentes,
como representación de la jerarquización de un mundo actual, en
realidad, muy
pequeño en su cumbre.
Bilderberg toma su
nombre del hotel holandés en
el que se celebró, en 1954, la
primera reunión entre este tipo de mandatarios
públicos y privados. Aquel encuentro
reflejó la preocupación por la guerra fría más incandescente, con una Unión Soviética que vivía la sucesión
del dictador Stalin y
con una China que comenzaba el largo
reinado del Partido Comunista de Mao Tse-Tung.
Una guerra descongelada ha marcado también el encuentro de 2022, en el que estas dos potencias nucleares y alternativas al orden occidental más o menos liberal figuran entre las preferencias de los asistentes, unos 130 elegidos para dialogar y conspirar durante apenas cuatro días. La ausencia de documentos gráficos subraya la supuesta importancia exclusiva de lo que una sociedad tan acostumbrada al espectáculo no puede fotografiar y repetir hasta la náusea. Se trata del estruendo de un silencio que, sin embargo, cada vez llama menos la atención.
Representantes
y directivos de la CIA, de
la OTAN, del servicio secreto británico, de las grandes multinacionales
Google-Alphabet, Goldman Sachs, Deutsche Bank, AXA, Pfizer, y de medios
como The Economist, Financial
Times o PRISA, junto con la presencia
del eterno
Henry Kissinger (99 años), han
hecho de este evento más una caricatura
en declive que una cita capaz de
decidir los designios del mundo en el futuro. Algo así como la manifestación del primero
de mayo en España, pero con una mayor
capacidad de decisión e influencia.
Hubo un
tiempo en el que documentos como el informe sobre La crisis de la democracia, editado por la prima hermana de Bilderberg, la añeja y polvorienta Comisión Trilateral,
condicionaron el ambiente de agitación
mundial, al subrayar la necesidad de
reducir o de, al menos, poner coto a
los crecientes niveles de educación en el mundo, que se estimaban
relacionados con el incremento de la
conflictividad social en los años sesenta del
siglo pasado. El giro de las políticas públicas en
los años ochenta, lo que algunos han denominado difusamente neoliberalismo o revolución
conservadora, podría haberse derivado de algunos de los acuerdos allí adoptados, pero de ello no ha quedado constancia escrita
alguna.
Pablo
Casado, el convidado sin partido a Bilderberg
Entre las
figuras mundiales seleccionadas
para este encuentro destaca
paradójicamente el expresidente del Partido Popular Pablo Casado; para este, dicha
cita quizá haya supuesto un último
evento de postín antes de comenzar su carrera necesariamente circunscrita ya al sector privado. Casado coincidió en
Washington con otros dos españoles: José Manuel Albares, ministro de Exteriores del Gobierno de España,
y Carlos Núñez, presidente
ejecutivo del Grupo
PRISA, editor del primer diario del
mundo en español. Este año estuvo ausente Ana Patricia Botín,
la presidenta del Banco Santander, y
miembro del comité directivo de Bilderberg,
a instancia del cual todos los años son invitados representantes o líderes del PP, del PSOE e incluso del ya casi extinto Ciudadanos.
Solo 25 días antes de la cumbre de la OTAN en Madrid, Bilderberg reproduce, al menos en sus temas principales, el pesimismo del recientemente concluido Foro de Davos, otro de los lugares clave para la reunión de las élites mundiales. Desigualdades, migraciones y problemas derivados del cambio climático parecen ocupar un segundo lugar entre las causas de la inestabilidad global a partir de los temas principales que figuran en la web oficial. La guerra y las tensiones mundiales latentes han vuelto al primer plano. Como en los viejos tiempos.
Club de Bilderberg. ¿Conspiración mundial?
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Estos puntos
del día son diversos y, al mismo
tiempo, los mismos: la ampliación de la OTAN, los problemas
políticos y económicos de Turquía, un miembro
clave de la alianza atlántica, y China, cada vez más central en los ámbitos tecnológicos
y geopolíticos, con un acuerdo
internacional a punto de firmarse
que abarca a las naciones del pacífico y que
contrasta con la parálisis económica y
política de la dependiente Unión Europea.
Las
élites conspiran y Bilderberg es un fiel y ya casi folclórico testigo de ello. No obstante, el
silencio creciente en torno a este club podría favorecer su carácter
estratégico: menos misterio y más espacio para llegar a acuerdos a favor de una élite global que
siempre ha dejado la teoría de la libre concurrencia
para los libros de texto.
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